PRIMERA TABILLA. MEMORIAS DE UNA HERMOSA MUJER EXTRATERRESTRE.
LA ESCALOFRIANTE VERDAD SOBRE LA INFILTRACIÓN EXTRATERRESTRE Y LA CONSPIRACIÓN PARA MANTENER A LA HUMANIDAD ENCADENADA
Han creado a DIOS, como sistema para mantener esclavizada a la humanidad y son un grupo pequeño llamados LOS CUSTODIOS, son los que administran el planeta.
DIOS DE ESTE MUNDO=LA ADMINISTRACION CUSTODIA DEL PLANETA.
Son los que han provocado todos estos sistemas a lo largo de la historia de la humanidad, aquí esta lo que ellos han hecho, para que tu no encuentres la verdadera realización espiritual y te liberes, para que jamás sepas que es la verdad, que es Dios y que es la Creación y mantenerte de alguna manera sirviéndoles.
http://biblio1.iespana.es/AUTORES/SITCHIN5.html
Este documento debes leer primero, antes de empezar a escudriñar esta siguiente gran verdad reveladora. También puedes encontrarala en está página en forma de introducción y 13 tablillas que narran las memorias de un ser extraterrestre y las implicaciones actuales.
Yo, INANNA,(Isis, afrodita, asheran, ishtar, astarot, eshdar y todos los titulos) regreso para contar cómo, hace 500,000 años, mi familia de las pléyades tomó posesión de la Tierra y alteró el genoma humano con el fin de producir una raza de trabajadores creada para extraer oro destinado a la agotada atmósfera de Nibiru, nuestro planeta y hogar.
Como éramos técnicamente muy superiores, esta raza de trabajadores -la especie humana - nos adoraba como a dioses. Nos aprovechamos de ellos para librar guerras en medio de nuestras disputas familiares interminables hasta que, de un modo estúpido, desatamos sobre la tierra la terrible arma gandiva, que envió una onda de radiación destructiva por toda la galaxia. Esto enfureció a la federación intergaláctica. A causa de nuestras propias acciones, nos vimos restringidos por "la pared", una prisión de frecuencia que congeló nuestra evolución.
Reparto de Personajes y Locaciones
Nibiru: planeta artificial, hogar de la familia de Inanna.
Anunnaki: Nibiruenses residentes en el planeta tierra.
Alalu(abel)
Anu(cain): bisabuelo de Inanna, gobernante supremo de Nibiru y cabeza de la dinastía familiar.
Antu: esposa/hermana de Anu; bisabuela de Inanna.
Ninhursag(tefnut, ninti, nintu, nun, hathor, eva, iahu, mami): hija de Anu y médico pleyadense. Médico brillante y genetista que creó una raza de trabajadores, los Lulus. Jefe de todos los servicios médicos en la Tierra.
Enki(enoc, ea, yah, yhwh, ptah, minh, khnum): hijo de Anu e Id (princesa de la Gente del Dragón); padre de Marduk, Nergal, Dumuzi y muchos otros. Ninki: primera esposa de Enki, mas no la única madre de su innumerable prole.
Enlil(shu, weh, yhwh, ala): hijo de Anu y Antu; heredero legítimo al trono de Nibiru.
Ninlil: esposa de Enlil.
Nannar: padre de Inanna; hijo de Enlil y Ninlil.
Ningal: madre de Inanna; esposa de Nannar.
Utu(tutu, thoth, isimud, nudimmud, lamec, hermes, min, uriel, shamash): el primogénito hermano gemelo de Inanna; hijo de Nannar y Ningal.
Ninurta(geb, gabriel): hijo de Ninhursag y Enlil.
Ereshkigal(neftis, persefone, anat): media hermana de Inanna; hija de Nannar.
Nergal: esposo de Ereshkigal; hijo de Enki.
Inanna(isis, afrodita, asheran, ishtar, astarot, eshdar)
Dumuzi(osiris, siris, adonis, dionisios, mehujael, ser, asar, esh mun, attis, rimmon, tammuz): primer esposo de Inanna; hijo de Enki.
Geshtinanna: hermana de Dumuzi.
Marduk(72 nombres, a-res, ra, re, irad): hijo de Enki.
Ningishzidda: hijo de Enki y Ereshkigal.
Sargon: uno de los maridos favoritos de Inanna.
Gilgamesh(mizraim, netjerkhet): un nieto ilegítimo de Utu que rechaza las propuestas sexuales de Inanna.
Enkidu: amigo de Gilgamesh.
Matali: amigo de Inanna; piloto de Enki
Tara: esposa de Matali, miembro de la Gente de la Serpiente y mejor amiga de Inanna.
El Ekur: la Gran Pirámide de Giza.
Yo, Inanna, soy tan amada.
De muchas maneras, sol el amor per se.
Nosotros como pleyadenses siempre hemos sabido que el amor es la esencia de la creación. Todo lo que hemos sido siempre es amor; amor a la aventura, amor al poder y amor a la diversión. Esta es la historia de mi familia, la familia de Anu, quien llegó a su planeta desde las Pléyades hace más de 500,000 años terrestres. Y, como verán, nuestra historia es también su historia, porque en nuestros laboratorios, mi familia creó su especie tal como existe ahora. Nunca fuimos realmente superiores a ustedes, simplemente mucho más experimentados. Mi familia había estado divirtiéndose en el universo mucho tiempo antes de que llegáramos a la Tierra. Ustedes fueron nuestro experimento genético en la periferia de esta galaxia.
Regresemos al comienzo. El tiempo es el campo de juego de los dioses y, ¿cuál tiempo usaremos? ¿El suyo o el nuestro? En realidad el tiempo no existe, pero es útil porque si uno no marca límites, todo se fusiona. El pensamiento es proyectado hacia el espacio a través de las frecuencias infinitas de tiempo que son variables. Existe una multitud de frecuencias de tiempo, y el tiempo terrestre es muy diferente al tiempo que nosotros vivimos. Desde la perspectiva humana, pareciera que nosotros viviéramos para siempre, lo que nos facilita mucho el poder recrearnos con los habitantes de la Tierra.
Como creamos la raza humana en su forma actual sin activar del todo su ADN, nunca se nos ocurrió que podrían ser algo más que nuestros juguetes, o que podrían ejecutar tareas más complicadas que cocinar, limpiar o extraer oro. Teníamos a la Tierra por una operación minera remota. Empezamos a enseñarles a nuestros humanos y los llamamos Lulus. Como disfrutábamos tanto del juego con los Lulus, nos apegamos mucho a ellos y empezamos a cruzarnos con ellos. Nos enamoramos de nuestra propia creación.
Mas no podíamos dejar de pelear entre nosotros mismos. Los Lulus nos adoraban como a dioses, una práctica que fomentábamos, y los enviábamos a la batalla a luchar y morir por nosotros como peones en una partida de ajedrez. Ellos estaban más que dispuestos a enfrentarse a la muerte sólo para complacernos, y los veíamos como una fuente renovable, pues siempre podíamos crear más.
Luego cometimos el error de usar la Gran Arma Radioactiva, la Gandiva. Como resultado, ondas de radiación letal fluyeron hacia el sistema solar, hacia la galaxia, lo que llamó la atención del Consejo de la Federación Intergaláctica. Cuando se dieron cuenta de nuestro comportamiento imprudente, interfirieron. Ellos dirían "intervenir". Mi familia había estado tan ocupada luchando, compitiendo y jugando que se olvidó por completo del latoso Consejo. Después de todo, la Tierra era nuestra.
Los miembros del Consejo argumentaron que la Tierra había sido colonizada antes de que llegáramos nosotros, y que habíamos infringido la Ley del Primer Creador al poner en peligro otros mundos con nuestras maravillosas armas. También nos acusaron de alterar las capacidades genéticas de la especie humana, despojándolos así de la habilidad para evolucionar. Nos acusaron de violar la Ley de No Interferencia. Enredados en medio de nuestros propios problemas, nos pareció que esto no era asunto de ellos. Nuestra familia, la familia de Anu, estaba en guerra, hermano contra hermano.
A nosotros, el Consejo de la Federación Intergaláctica nos importaba un bledo, hasta que nos vimos rodeados de la Pared. No era una pared real, como una de ladrillo; ésta era una pared de frecuencia invisible y, por consiguiente, para nosotros todo empezó a cambiar. La magia desapareció por completo de nuestras vidas; ya no había chispa, no había acción. La vida se volvió demasiado sólida y densa, dejó de circular. La Diosa de la Sabiduría estaba a punto de enseñarnos algo que habíamos olvidado, o que quizás ni siquiera habíamos empezado a aprender todavía.
Al principio el aburrimiento nos confundió, pues no lo habíamos experimentado antes, y no nos gustó. Nos tornamos irascibles, casi humanos, lo que verdaderamente no nos gustaba. Eternamente habíamos estado expandiéndonos y explorando el universo, creando con facilidad, divirtiéndonos. Nuestras vidas habían sido emocionantes con el poder infinito que teníamos disponible, y luego nos sobrevino un estado de anquilosamiento que nos dejó perplejos. Habíamos dejado de evolucionar. Erigida para enseñarnos por medio de la experiencia lo que les habíamos hecho a los Lulus en la Tierra, la Pared era la disciplina que nuestras propias acciones habían magnetizado hacia nuestra existencia.
No podíamos creer que realmente habíamos cesado de evolucionar. Con renuencia, nos dirigimos al Consejo para hacer preguntas diseñadas para hacernos parecer sabios, para disimular el hecho de que no sabíamos qué nos estaba sucediendo. Ellos lo sabían. Quizás son más avanzados que nosotros, pero no nos sentimos a gusto con una idea tan deprimente.
*
¡Cuidadosamente el Consejo nos explicó que tendríamos que otorgarles a los terrícolas los mismos poderes que nosotros poseemos! Nos informaron que éramos responsables de lo que habíamos cimentado, ¡Qué tontería! Nosotros no podíamos aceptarlo. ¿Pueden imaginar qué fastidio sería si sus animales domésticos fueran iguales a ustedes? Podrían empezar a hablar e incluso decirles lo que les gustaría cenar. ¿Dónde terminaría, con una cena de cuatro platos y trufas de chocolate como postre?
Muy molestos volamos a casa y, por su puesto, como era nuestra costumbre, reñimos entre nosotros mismos. Algunos se imaginaron que la Federación estaba conspirando con nuestros enemigos; otros pensaron que el Consejo obviamente se quería quedar con la Tierra. Los sirios eran más antiguos en el Consejo que nosotros los pleyadenses o, ¿lo eran los arcturianos? Algunos de nosotros creímos que era algo personal y empezamos a culparnos los unos a los otros. Somos una familia fracturada en verdad.
Intentamos disolver la Pared por medio de un sacrificio ritual colosal, bello y realmente espeluznante a gusto de los que se consideran entendidos en estos asuntos. Pero nada sucedió; nada cambió, la Pared todavía estaba allí y nos volvimos aún más aburridos, estancados y desorientados. El desespero, anteriormente desconocido para nosotros, clavó sus garras dentro de nuestras mismísimas almas, nuestras almas reptiles, para ser exactos.
*
Entonces yo, Inanna, Reina de los Cielos me encanta ese título , regreso para hablar. Regreso a ustedes, mis terrícolas, mis Lulus. Regreso para prepararlos para el cambio venidero en su ADN, para la transformación completa de su planeta Tierra y de sus hermosos cuerpos. Y, naturalmente, ¡espero liberarme a mí misma en el proceso! Supongo que si una madre no nutre a sus hijos debidamente, esto la persigue hasta que encuentra la manera de equilibrar la balanza. Parece que yo también debo equilibrar lo que he creado, y de cierto modo ser como una madre para ustedes.
Lo que me recuerda mi maravillosa niñez en nuestro planeta hogar, Nibiru, y todos aquellos que fueron como madres para mí.
***
Al contar mi historia, no me ocuparé del tiempo lineal como lo conocen. El tiempo terrestre es ineficaz para describir nuestra relación con ustedes. ¡Uno de nuestros años equivale a 3,600 años terrestres! El tiempo pleyadense es elástico, expansible e interdimensional. Algunos de nosotros podemos viajar a cualquier punto del tiempo que escojamos, podemos hasta alterar los acontecimientos de ese tiempo. Tales excursiones tienen su precio, pero una vez conquistado el talento que se requiere, ¿quién se puede resistir? ¡Viajar en el tiempo es algo divertido! Los conceptos fijos sobre el tiempo simplemente no existen, así que no los esperen en este libro.
*
Mi niñez fue una época mágica para mí. Las tabletas de arcilla cuneiformes que se encontraron en Sumeria y Babilonia dicen que yo nací en la Tierra, lo que es cierto. Mi hermano gemelo, Utu, salió primero de la matriz de mi madre, lo que le daba prioridad en los derechos de heredero. Sin embargo, yo no permití que este infortunado accidente de nacimiento me pusiera trabas y, más tarde en la vida, me compensé a mí misma con generosidad por esa pequeña frustración.
Cuando estábamos en condiciones de viajar, a mi hermano y a mí nos enviaron de regreso a nuestro hogar, Nibiru, un planeta artificial que había sido diseñado por la tecnología pleyadense para buscar materia prima en este sistema solar, y que da la vuelta a su sistema solar cada 3,600 años. El planeta Nibiru fue dado a nuestra familia hace muchos eones y Anu, mi bisabuelo, heredó su dominio de su padre. Anu es el padre de Enlil, el cual es el padre de mi padre, Nannar. Mi madre se llama Ningal y es la mujer más adorable que he conocido. La quiero mucho, ¡pero a menudo me pregunto cómo me trajo al mundo!
Mi hermano gemelo Utu y yo fuimos los primeros de la familia real que nacimos en Terra, como llamamos a la Tierra. En esa época, nadie sabía si las frecuencias de Terra afectarían el ADN de los niños pleyadenses. Por esos días eran imposibles de predecir las tormentas radiaoctivas y las fluctuaciones magnéticas de este planeta fronterizo, de modo que nuestros padres y abuelos no querían correr riesgos con nuestros códigos genéticos preciosos.
Nos criaron en el magnífico palacio de mi bisabuelo Anu y su reina hermana Antu. Mis primeros recuerdos reales son de mis correteos y risas por los pisos pulidos de lapislázuli; de brisas suaves que suavemente movían cortinas blancas enormes y que acariciaban los hermosos rizos oscuros de mi cabello. Mi risa llenaba la casa. ¡Mi pequeño cuerpo azul corría por el mero placer de sentir el lapis fresco debajo de mis pequeños pies rechonchos! Todos me amaban y no había quien me controlara, sólo gente que me alababa y me abrazaba. ¡La vida era perfecta!
La mayoría de los miembros de mi familia tiene piel de tonos azules variables, como turquesa y lapislázuli cremoso mezclados, cálidos azules suaves que son consecuencia de la alta cantidad de cobre en nuestra sangre. Este cobre nos protege de la radiación cósmica que bombardea nuestro planeta desde el espacio. Nuestra tendencia continua de hacer la guerra hace tiempo acabó con la protección natural de nuestra atmósfera contra dicha radiación, así que nuestros cuerpos se adaptaron al aumentar el contenido de cobre. Durante eones hemos estado esparciendo oro en nuestra estratosfera para mejorar la atmósfera de nuestro planeta, y necesitamos un suministro constante de ese oro. Esa fue nuestra razón principal para colonizar Terra.
Anu y Antu son las cabezas de mi familia y los gobernantes de Nibiru. Aunque nuestra tendencia es permitir que cada cual haga lo que le plazca, incluso hasta los extremos, eventualmente casi todos los de nuestro grupo pendenciero acataban las órdenes de Anu y Antu.
Extremo es una buena palabra para describir a Anu y Antu. Sé que pueden parecer mimados, indulgentes o inmoderados pero, para mí, así era la vida, la forma en que hacíamos las cosas. Yo adoraba a mis dos bisabuelos y ellos a su vez me adoraban, especialmente Anu. De hecho, mi nombre, Inanna, significa "amada de Anu", y más tarde esto me permitió un poder importante sobre el resto de la familia.
De niña, en todas partes me rodeaban la belleza y el amor. El palacio era un pabellón abierto sin límites y sin paredes. Los arquitectos habían diseñado el interior para que fuera el exterior y viceversa y, como nos protegían reguladores de frecuencia, no necesitábamos paredes o vidrio. Había innumerables jardines paradisíacos de todos los diseños imaginables que exhibían flores exóticas, plantas, aves y mariposas de todos los lugares de las galaxias. Sería imposible describir muchas de las especies puesto que son desconocidas en Terra. Algunos de los jardines eran solamente frecuencias de luz y sonido; a nuestros artistas de Nibiru les encantan esas creaciones. Los jardines predilectos de mi bisabuela Antu estaban hechos de oro y piedras preciosas, las flores a menudo eran de rubí y zafiro con hojas de oro y plata. En Terra recreamos estos jardines en joyas para que nos hicieran recordar nuestro hogar. En los escritos antiguos de Terra hay descripciones veraces de esos lugares.
A Anu y a Antu les encantaban las fiestas. Ellos celebraban todo; un equinoccio, un cometa, los solsticios y, por supuesto, los cumpleaños. Las festividades se prolongaban por semanas, incluso meses. Di por sentado que todo el mundo vivía así. Era mi vida.
Anu, que era bien parecido y generoso, siempre estaba pensando en un presente maravilloso para su querida Antu: una diadema nueva, una nave voladora o un templo. El palacio debía ser enorme sólo para contener los regalos que él le daba. Antu, que era bella y afectuosa, emanaba gozo y placer cabal. Su pasión era preparar fiestas; tenía una gracia para la organización y nunca se le escapaba el mínimo detalle. Ella era el tipo de una de esas anfitrionas consumadas que lo deja a uno preguntándose quién tiene el poder, la esposa o su marido. Todos los de las galaxias deseaban ser invitados al palacio para disfrutar de los manjares de la cocina de Antu. De las tortas se formaban fantásticos palacios mágicos, y la fruta y helados se exhibían apetitosamente mesa tras mesa. Nuestros vinos eran excelentes.
Nuestro amor a la belleza y la creatividad naturalmente se extiende hasta el acto sexual, el cual es respetado con la más alta deferencia por mi gente en Nibiru y a través de todas las Pléyades. Si traen sus conceptos terrestres sobre la sexualidad y la moralidad a mi historia, sería mejor que cerraras el libro ahora mismo. Para nosotros, el sexo tiene que ver con las frecuencias de energía y su dirección. Como nosotros usamos la energía sexual para crear muchas cosas, su punto central y amplificación es una forma artística que todos nosotros aprendemos y disfrutamos. Lo vemos como la fuerza pura de energía que brota del Primer Creador hacia el cuerpo y sus centros receptores. Cuando ya está en el cuerpo, se le cambia la dirección y se transforma según la habilidad y capacidad del individuo. Se podría comparar con un sistema de circuitos electrónicos que modifica y distribuye energía eléctrica.
Fueron Antu y Anu quienes me dieron el conocimiento de la Unión Sagrada. Antu encarna las fuerzas apasionadas de la creación y se le tiene por una gran maestra de dicho conocimiento. Para mí fue un honor que ella me enseñara. El poder de la expresión sexual es venerado y de mucha demanda entre nosotros. Este conocimiento hacía parte de mi linaje genético, y como vengo de la sangre de Anu y Antu, nací para amar y ser amada; por eso era su preferida.
En los Templos del Amor en Nibiru, ellos escogían sacerdotes y sacerdotisas con base en su habilidad para recibir y transmitir las frecuencias más elevadas de la Unión Sagrada. Para nosotros el placer sexual no era nada menos que alivio y recreo. A una escala mayor, la unión sexual es un grandioso generador de néctar para el Primer Creador. La conexión del sexo con la vergüenza y la culpa fue consumada en Terra por otro miembro de mi familia, ciertamente no fui yo, para esclavizar a los Lulus y mantenerlos temerosos. En Nibiru es de conocimiento general el hecho de que el poder sexual es parte de la existencia.
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Mi niñez en Nibiru fue como estar en un paraíso y todos me adoraban. A medida que crecía, mi educación recayó sobre mi tía/ abuela Nin. Su nombre verdadero es Ninhursag, pero yo le digo mi Nin porque con ternura me cuidó cuando yo era una niña. Ella es como una madre para mí y la quiero mucho. Es la hija de Anu, pero no de Antu. Anu podía tener, y las tuvo, todas las queridas que deseara. Nosotros somos muy tolerantes y expresivos y tenía poca importancia el que Anu disfrutara de muchas otras mujeres. Lo que era importante para nosotros era la línea de sucesión: quién heredaría el poder de Anu. Los matrimonios entre hermanos son comunes entre nosotros para asegurar la primera línea de sucesión, y Antu era la hermana de Anu, y a la vez su esposa.
Ya sé. Están escandalizados, pero les advertí que no trajeran su moral a los asuntos de mi familia. Por un lado, el casarse con la hermana de uno explicaba con toda claridad quién tomaría el poder. Por el otro, causaba estragos. Anu era muy ardiente y tenía muchos hijos con muchas mujeres. Pero todos estos hermanos medios dieron origen a muchas rivalidades y a confusión en nuestro mundo y luego en la Tierra.
Enlil, Enki y Ninhursag son los tres hijos principales de mi bisabuelo, Anu. Enlil y Enki, ambos varones, tienen madres diferentes y Ninhursag, nacida de otra madre, es la única mujer.
Anu y Antu siempre me consentían, pero mi tía/abuela Nin, que por naturaleza era disciplinada y severa, se dio cuenta de que yo tenía una leve tendencia a dejar que mis impulsos se desbordaran. Evidentemente yo nunca vi esto como un problema. A Nin se le dio la ingrata tarea de educarme y, aunque de vez en cuando era dura conmigo, siempre supe que me amaba mucho. En repetidas ocasiones necesité ese amor.
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Ninhursag también es conocida como la Diosa Madre, la Señora de la Vida, la Señora de la Montaña y muchos otros títulos afectuosos. Una brillante geneticista y doctora, mi tía abuela Nin es la maestra geneticista de la casa de Anu. La madre de Nin era una hermosa cirujana de quien Anu se había enamorado en un viaje al Planeta de la Sanación. La personalidad de la madre de Nin era muy diferente a la de Anu, y a medida que Nin crecía, encarnaba la impecable autodisciplina y determinación de su madre. Como no se inclinaba mucho por la fiestas interminables de Antu, Ninhursag puso toda su energía en las artes de sanación y mejoras genéticas. Poseía una mente clara y aguda y el corazón de un ángel.
Aunque mi Nin creció en Nibiru, acompañó a sus hermanos a Terra para ayudar en su colonización. A Enki y Enlil, los dos hijos de Anu, se les había encomendado llevar oro y otros minerales útiles a Nibiru. El oro era esencial para nosotros debido a los desequilibrios que nuestro guerrear constante habían causado a nuestra atmósfera.
En esos días, Terra era considerada no más como una fuente de minerales, un fuerte fronterizo de industria minera en el borde de la galaxia. Sus habitantes eran las criaturas salvajes que vagaban por las llanuras extensas pastando en una abundancia de hierbas. También estaban las razas de la Gente de la Serpiente y la Gente del Dragón, que preferían vivir en túneles debajo de la superficie de Terra para protegerse de las tormentas radiactivas y cambios magnéticos que eran frecuentes.
Ninhursag, Enki y Enlil fueron a Terra con emoción y resolución. Debido a que Enlil era el hijo de Anu y Antu y el primero en la línea de sucesión para heredar el poder de Anu, fue escogido como el líder de los dos grupos de astronautas de Nibiru. Un grupo fue asignado a la nave satélite y permaneció en órbita para inspeccionar el planeta, informar sobre posibles dificultades y recibir enlaces de tránsito. El otro grupo, que lo formaba la mayoría de los astronautas, bajó a Terra con el propósito de colonizar eventualmente todo el planeta. Éstos llegaron a vivir y trabajar aquí y se les llamó los Anunnaki.
Enki, el hijo de Anu y una princesa Dragón de Terra, era el segundo en la línea de poder de su padre. Él era un ingeniero maestro y había comenzado los proyectos mineros un poco antes de que llegara Enlil. Mi familia inventó la rivalidad entre hermanos medios y, como se podrán imaginar, estos dos hijos del mismo padre y diferentes madres discutían constantemente en cuanto a las decisiones que había que tomar. Ninhursag era nuestra médica jefe y maestra geneticista en Terra y, por necesidad, la conciliadora de la familia. Los Anunnaki, nuestros astronautas que de muy buena gana siguieron a estos tres hijos de Anu a Terra, estaban todos muy emocionados en las primeras etapas de la nueva aventura. Como les habían prometido riquezas y tierra, los Anunnaki estuvieron muy contentos por un tiempo, ¡pero nadie estaba preparado para una excavación de esa magnitud! Ellos nunca habían hecho algo tan físico, tan rutinario, de modo que el trabajo en las minas de oro se convirtió en una tarea nefasta. Enki hasta trató de componer canciones para mantener sus espíritus alegres. Pero muy rápidamente estos guerreros, científicos e ingenieros se volvieron malhumorados y luego enfadados. Y, como los pleyadenses poseen una especie de "mente de grupo", el descontento se esparció como el fuego. Se negaron a cavar un centímetro más.
¡Enlil y Enki estaban pasmados! En casa siempre podían motivar a sus "paisanos pleyadenses" ¿Qué había que hacer? No querían ser desacreditados y ser mal vistos por su padre Anu. Fieles a la naturaleza de la familia, los hermanos empezaron a culparse mutuamente. Los insultos y altercados los llevaron a los puños y, después de un poco de sangre y unas cuantas contusiones, se les ocurrió una solución. En Terra existían muchas especies de las cuales podrían extraer material genético para producir una raza de obreros esclavos. Esto solucionaría todos sus problemas y mantendría contentos a los Anunnaki; ya se había hecho anteriormente en otros planetas. ¡A las multitudes de astronautas que vitoreaban les anunciaron que los maravillosos "toros de Anu" lo habían resuelto todo! ¡El poderoso Enlil y el gran Enki tenían la situación bajo control!
De inmediato citaron a su hermana, Ninhursag, quien también pensó que era una buena idea. Ella había estado administrando hierbas curativas a los trabajadores rendidos, y no le gustaba mucho ver a los Anunnaki realizando este tipo de trabajo, especialmente a las mujeres. De modo que acompañada de Enki, quien también sabía de genética, se retiró al laboratorio y empezó a experimentar. Enlil se dedicó a la agricultura, a desviar los ríos y a construir obras de infraestructura, pirámides y represas. Colonizar un planeta del tamaño de Terra era un proyecto de envergadura.
*
Cuando pienso en Ninhursag y Enki solos trabajando allá en el laboratorio, experimentando con el material genético que habían reunido, me viene a la memoria un día en el que tuvieron una disputa terrible. Nin perdió por completo el control de sí misma y casi mata a Enki. Como Enki siempre estaba tramando maneras de llevarle la ventaja a su hermano Enlil, quería tener un hijo con su hermana. Él sabía que este niño, si era varón, sería considerado como un rival de Enlil y de sus hijos.
Así que Enki se acercó a su hermana. Nadie se había atrevido antes a seducir a Nin; no es que no fuera hermosa. Mi tía abuela era muy bella y amable. Pero todo el mundo se sentía intimidado por su capacidad, sus modales precisos y su autodisciplina vehemente. Supongo que Ninhursag siempre había pensado que algún día se casaría con uno de sus hermanos. Su padre Anu había desposado a su hermana, como era nuestra costumbre. De modo que, obviamente, Ninhursag pensó en casarse con Enlil o con Enki. Pero la madre de Enki, Id, lo había convencido de que se casara en la rama de su familia terrestre, o sea la Gente del Dragón, y Enlil se casó con una enfermera de la cual se había enamorado apasionadamente. Así las cosas, no había nadie en este planeta remoto a quien Ninhursag pudiera considerar como su igual. Como era idealista y obstinada por naturaleza, Nin prefirió no escoger a ninguno que fuera inferior a ella.
Ella era muy inocente en cuanto a los hombres y no muy diestra en el arte de la seducción. No esperaba que su hermano casado la cortejara y en verdad le mostrara una pasión y un ardor tan profusos. Cedió ante las refinadas técnicas de Enki y se sonrojó como una colegiala. La pobre Nin sencillamente no estaba acostumbrada a que la halagaran o que la engañara un profesional como Enki, quien ya había seducido a tantas otras mujeres que no tuvo que pensar dos veces su jugada siguiente. Ninhursag cayó en la trampa. Creo que como era la primera vez que le masajeaban su ego femenino se dejó afectar por hormonas muy poderosas.
Pero, para gran decepción de Enki, de esa unión salió una niña. Ninhursag estaba dichosa e idolatraba a la niña; mi Nin amaba a todos los bebés que conocía; ella respetaba la totalidad de la vida. Durante una larga ausencia de Nin, Enki esperó hasta que la niña alcanzara su madurez sexual y, ¡para sorpresa y escándalo de Nin, procedió a seducir a esta hija y también la embarazó! De nuevo, nació una niña, pero esto no detuvo a Enki. Tan pronto como la segunda hija empezó a ovular, Enki le hizo avances, decidido a producir un heredero varón.
¡Ninhursag estaba enfurecida! La idea de que Enki, su propio padre, pudiera corromper y hacer víctimas a sus dos niñitas ingenuas, le producía náuseas. Su orgullo estaba profundamente herido. Se sintió totalmente usada y decidió poner fin al desenfreno de su hermano. Coció un elíxir irresistiblemente delicioso y embriagante, lleno de hierbas virulentas y mortales que ella misma había concebido. Mientras Enki bebía el líquido con felicidad, Nin dijo en voz baja las palabras sagradas de su hechizo y así le asestó un maleficio poderoso a su hermano. Con la copa en la mano, Enki se desplomó.
De una manera fría y desapasionada, Ninhursag observó cómo Enki sufría una muerte lenta y penosa. Ella quería que él sufriera del mismo modo que la había hecho sufrir a ella y a sus hijas; quería que él comprendiera el dolor. El miserable Enki comenzó a consumirse y a envejecer rápidamente, su piel se tornó amarilla. Al temer lo peor, Anu, padre tanto de Ninhursag como de Enki, se sintió finalmente impulsado a rogarle a Nin para que desistiera del maleficio e invocara la magia sanadora. Con el tiempo, Enki se recuperó e imploró el perdón de su hermana. Pero después de eso mi Nin cambió y ya no volvió a confiar en los hombres.
Parece que mi familia se asemeja a una de esas telenovelas que son tan populares en la Tierra. Podrían preguntarsepor qué.
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Durante la producción real de los obreros esclavos se cometieron muchos errores, algunos cómicos, algunos horribles, algunos indecibles. Cuando por fin se halló la combinación correcta de ADN, y se produjo el primer Lulu, el obrero perfecto, se le diseñó lo suficientemente inteligente como para obedecer órdenes, pero no lo suficientemente listo como para pensar por sí mismo o rebelarse. Y, claro, tenía que ser capaz de sostener una pala.
Entre las muchas especies que existían en la Tierra en esa época había una criatura llamada Homo erectus. Este género comía las hierbas y vegetación, y acompañado de gacelas y otros animales amigos, vagaba por las estepas. La criatura tenía el poder de comunicarse telepáticamente con los animales y con los de su género. Libres y salvajes, ellos eran uno con la sabiduría natural de las frecuencias de Terra. Los conocíamos porque desarmaban las trampas que poníamos para capturar a sus animales amigos. Esta criatura humana y los animales se amaban entre sí respetuosamente. De todo el ADN que teníamos disponible, el del Homo erectus era el mejor. Enki se prestó para que su esposa, Ninki, diera a luz al primer Lulu. El material genético del Homo erectus se implantó en el óvulo de la hembra pleyadense. La sangre del hombre se mezcló con la nuestra, la de los "dioses", y se fusionaron los potenciales genéticos. Así que la especie humana porta códigos genéticos pleyadenses y nuestro ADN está por siempre combinado con el de ustedes.
Se usaron los óvulos de las hembras Anunnaki para producir más Lulus hasta que se les dotó de la capacidad de reproducirse por sí mismos. No todos los de la familia querían que los Lulus se reprodujeran sin nuestra ayuda, pero era mucho más fácil dejarlos que continuaran el proceso sin nosotros.
La especie humana como la conocen fue creada mediante los procedimientos genéticos exitosas de Ninhursag y Enki a fin de que nos proporcionara mano de obra esclava en nuestras minas de oro. Aquellos primeros Lulus, sus ancestros, nos veían como creadores, como "dioses". Nosotros fomentábamos esas creencias, porque nos facilitaban el control sobre ellos.
Aquí es donde yo entro en el juego. Para los proyectos, mi familia y los Anunnaki requerían de un flujo fijo y fresco de trabajadores. Como Anu y Antu me habían instruido en las artes del amor y la reproducción, mi trabajo era educar a los astronautas y a los Lulus en cuanto a las frecuencias más eficaces de la experiencia sexual. ¡Yo estaba dichosa! Para este fin, hice construir fabulosos templos y di origen a ceremonias y ritos maravillosos. Quería que mi bisabuela, Antu, estuviera orgullosa de mí. Modifiqué los ritos tradicionales tántricos de las Pléyades para que se ajustaran a nuestros objetivos en Terra.
¡Sí que nos divertimos en aquellos días! Algunos podrían llamar orgías a mis ceremonias, pero yo personalmente no me referiría a mis creaciones artísticas de una manera tan crasa. La palabra orgía refleja la actitud triste de la cultura contemporánea terrestre hacia la unión más sagrada con el Primer Creador. La experiencia sexual es mucho más que una fricción; es la llave de su poder, es la secreción de todos los sistemas hormonales que elevan las energías y unen dos seres en una unión sagrada. El respeto por esta experiencia produce bebés más saludables y magnetiza un alma similar a la frecuencia que se genera y emite.
La habilidades telepáticas de los Lulus los convirtieron en genios. Esos primeros tiempos fueron en verdad grandiosos. Les enseñamos a nunca cuestionar nada.
Enlil es el primogénito de Anu y Antu, el primer candidato para heredar el poder y trono de Anu. Es, sin lugar a dudas, el hijo de mi bisabuela, Antu, pues es una persona minuciosa que sobresale en la logística. De Anu, Enlil heredó su carácter apasionado, el amor al orden y una gran belleza masculina. Su cabello es como el oro y cae en los rizos más perfectos. Es alto incluso para nosotros que medimos de 2 a 4 metros de altura. Su destreza física se refleja en su estrictez y apego a su propia integridad. Enlil es el padre de mi padre, Nannar.
Parece que en toda su historia, mi abuelo cometió solamente un error: violó a mi abuela. En mi familia todos tenemos inclinaciones sexuales muy ardorosas. Cuando Enlil todavía estaba joven y pasado de tragos, dio un paseo al lado del río y se encontró con una hermosa mujer que nadaba desnuda. Su cuerpo brillaba a la luz del sol, su cabello ondeaba mojado en torrentes de oro. Cuando Enlil vio sus pechos debajo de las aguas, la lujuria lo invadió.
El pobre Enlil había caído en una trampa. La madre de esta bella nadadora la había convencido de que sedujera a Enlil de esta manera para que quedara bien casada, y el plan funcionó a la perfección. Enlil la obligó a la relación sexual, lo que va en contra de nuestras leyes. Buscaron a Enlil y lo arrestaron, le hicieron un juicio y lo enviaron al exilio. No creo que haya olvidado la humillación que le produjo ese castigo. Estaba enamorado de la chica y suplicó a sus padres que le permitieran casarse con ella. Después de la boda, lo perdonaron, pero él nunca olvidó y, hasta donde yo sé, jamás volvió a cometer un error.
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Fue quizás esta experiencia de erotismo desenfrenado lo que dejó a Enlil con la tendencia a juzgar las pasiones de otros. A medida que los Lulus se multiplicaban, los Anunnaki y los miembros de mi familia comenzaron a copular con ellos. El nivel de interés sexual se había salido del control y esto enfadó a Enlil. Él nunca estuvo de acuerdo con que les diéramos la capacidad de reproducirse sin nuestro control total. Los rasgos inimitables de las capacidades telepáticas de los Lulus le agregaban una emoción desconocida a la experiencia sexual, especialmente después de que yo los entrené.
Corrió el rumor de que los "dioses" se estaban escapando a los bosques a juguetear y reproducirse con los Lulus. ¡De vez en cuando, los Anunnaki perdían el juicio y expresaban sus pasiones desenfrenadas ahí mismo en las calles de Sumeria! ¡Los Lulus eran tan lindos! A mí me parecía todo muy divertido.
En aquellos días, el nacimiento no era el proceso doloroso que conocéis hoy; era fácil y un momento mágico para ser uno con la Diosa de toda la vida. Era un momento para expresar unión con todo el cosmos, para formar más manifestaciones del Primer Creador. ¡No era un momento de dolor! Ciertamente no nos avergonzábamos de nuestros cuerpos y sus funciones. Las Nibiruenses y las Lulus disfrutaban del embarazo. Cada nacimiento nos traía más Lulus y más festividades, ¡más diversión y más cerveza! ¿Mencioné que con los granos silvestres que crecían en Terra desarrollamos el aguamiel y las cervezas más deliciosas? Se las dábamos a los Lulus como recompensa por su trabajo y nosotros mismos las tomábamos.
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Cada vez Enlil se sentía más molesto con la copulación desenfrenada entre los Anunnaki y los Lulus. Esto le causó una obsesión, pensó que nuestra estirpe se estaba corrompiendo a causa de este cruzado sin control, y se enfadó por la proliferación de los Lulus. Desvelado, Enlil empezó a idearse maneras de reducir la población Lulu, después de todo el trabajo que yo realicé.
Ya se habían establecido muchas jerarquías sociales entre los Lulus. Había mucha discusión en cuanto a quién tenía más "sangre divina", quién estaba emparentado con cuál "dios" y hasta dónde se prolongaba su linaje, así como hoy en día muchos humanos pretenden pertenecer a tal o cual realeza.
Ya hemos estado sobre y alrededor de Terra durante casi medio millón de sus años. Los Lulus sólo empezaron a escribir acerca de nosotros en esas tablillas de arcilla hace unos 5,000 años. Pensad en ello: transcurrieron siglos mientras las historias pasaban de recuerdo en recuerdo. En los primeros tiempos los Lulus tenían una mayor capacidad de memorizar datos; no obstante, la conciencia que ellos tenían de nosotros como "dioses" omnisapientes era controlada por nosotros. Ellos fueron engendrados para no cuestionar, y al que lo hacía se le esquivaba o se le asesinaba. Nosotros necesitábamos obreros y no queríamos que los Lulus llegaran a ser iguales a nosotros; los manteníamos limitados. Las tablillas de arcilla registran solamente lo que nosotros les permitíamos copiar a los escribas.
La idea de que la población Lulu llegara a invadir Terra perturbó más a Enlil. Quería deshacerse de ellos pero, ¿cómo? ¿A quién había que matar?
Enlil citó a una reunión de la familia. Demandó que se hiciera algo en cuanto a los Lulus y comenzó a sermonear sus puntos de vista solemnes en cuanto al asunto. Por supuesto, la vieja rivalidad de hermano contra hermano empezó a calentarse. ¡Enki se opuso rotundamente! Se quejó de que después de todo el trabajo que él y Ninhursag habían hecho para producir trabajadores tan eficientes, era algo absurdo siquiera pensar en destruirlos. Quizás había mucho más ruido allá afuera, pero por lo menos ahora había suficientes manos para cavar en las minas de oro. Los hermanos bramaron y se enfurecieron como de costumbre.
Enlil no quería cambiar de parecer a pesar de las súplicas de su hermano. Los hijos de Enlil y Enki se unieron a la disputa, y hubo mucho enojo en ambos lados, pero al final, como él es hijo número uno, Enlil prevaleció. Su plan no los mataría a todos, solamente a aquellos desafortunados que morirían de hambre, de modo que se arregló la primera escasez de alimentos. Cuando Enki y sus hijos salieron de la reunión, debieron haber estado fraguando un plan para bloquear a Enlil, porque aun cuando la hambruna resultante hizo que el canibalismo se esparciera por todo el país, les pasó comida de contrabando a los Lulus y la mayor parte sobrevivió. Se supone que Enlil tiene autoridad inapelable sobre el resto de nosotros por ser el primogénito, pero no era tan fácil, porque somos una familia de individuos de carácter fuerte. Todos somos obstinados en acrecentar nuestros poderes, y no nos gustan mucho las fronteras o limitaciones de ningún tipo. Enlil es igual; es hijo de Anu, quien nunca siguió a nadie en ningún asunto. Una vez que Enlil había tomado una decisión y fijado su rumbo, era improbable que pudiéramos disuadirlo o que diera un paso atrás.
Enlil era el jefe de comunicaciones de la estación espacial que le daba la vuelta a Terra y fue el primero en enterarse del cambio polar que se acercaba. Muy por encima del planeta, los astronautas empezaron a observar la fluctuaciones magnéticas y los bamboleos inevitables. El eje del planeta estaba a punto de voltearse. Esto lo habíamos notado antes, pero nunca había habido una población tan numerosa para evacuar. Enlil se guardó todo en secreto y decidió aguardar hasta el último momento posible, de modo que sólo hubiera tiempo suficiente para transportar a las familias de Anu y a los Anunnaki a la estación de enlace. Se aseguró de que no hubiera tiempo suficiente para rescatar a los Lulus. Enlil quería salirse con la suya por encima de Enki, sin importar las consecuencias.
De una forma inesperada el Gran Diluvio nos cayó encima. Enki envió a su piloto, Matali, para que me recogiera. ¡Ni siquiera había empacado! Recuerdo cuando estaba de pie en mis cuartos tratando de decidir cuáles joyas llevar. Tenía tantos collares de oro, lapislázuli, brazaletes de esmeralda y marfil; si sólo pudiera llevar unos baúles más. Matali se burlaba de mi frustración y me decía que me apresurara. Yo no lograba comprender la gravedad de lo que venía.
Recuerdo muy bien cuando estaba sentada en la nave, llorando en los brazos de Ninhursag. Desde los portales vimos cómo ola tras ola se tragaba las llanuras de Terra y arrastraba a nuestros preciosos Lulus. Nunca antes había experimentado la pérdida, así que yo no estaba lista para sentir una pena así. Era como si yo también me estuviera ahogando. En mi corazón oía los gritos de los Lulus desesperados; en mi imaginación veía a las mujeres que había entrenado en mis Templos aferrándose a sus columnas, rezándome a mí, entre todas las personas. Pero sus oraciones no fueron contestadas y se sumergieron en la muerte; sus túnicas blancas flotaron por un momento en bullones ondulantes y todo terminó.
Se me partió el corazón. No sabía cuánto amaba a los Lulus; no sabía que una parte de mí permanecería con ellos debajo de ese cruel diluvio. Ninhursag era la única que parecía compartir mi tristeza. Lloramos de desespero. ¿Quién nos prepararía deliciosas cervezas? ¿Quién buscaría el oro?
Esta vez la rivalidad entre Enlil y Enki había servido de algo. Los espías de Enki le habían informado del cambio polar. En todas las culturas antiguas de Terra hay historias de un diluvio y un hombre que se salvó en un arca. Enki escogió a ese hombre. Enterado de que habría un gran diluvio, Enki resolvió salvar por lo menos una familia de Lulus. En medio de su vanidad, escogió un hombre de su misma dotación genética. Todas esas historias dicen que Noé fue escogido por su bondad, pues, no, Noé incluso se parecía a Enki. Y no hubo un arca, fue un submarino, y los animales "en pares" era realmente material genético almacenado apropiadamente para que pudieran se recreados más tarde. Desafiando a Enlil, Enki rescató a los Lulus.
Cuando Enlil descubrió a los Lulus sobrevivientes, se enfureció. Con sus hijos, lanzó acusaciones de traición y otros crímenes abominables contra Enki y sus hijos. Enlil sostenía que Enki había desafiado las leyes de Anu. Por consiguiente, Enki pronunció el mejor discurso de su vida, astutamente alabando y lisonjeando a Enlil por su plan "divino". Dijo que Enlil, en medio de la grandeza de su sabiduría visionaria, había escogido el material genético de entre la basura de las especies y llegó hasta lo mejor que había entre los Lulus. Y que si esos sobrevivientes solitarios habían soportado los horrores del diluvio, entonces sus genes deberían ser dignos de servir a Anu y a los Nibiruenses.
¡Para sorpresa nuestra, Enlil se lo creyó! Creo que estaba cambiando de opinión, pues ¿dónde conseguiría los obreros para las minas y para construir sus monumentos?
Cada miembro de la familia juró solemnemente nunca más volver a destruir a los Lulus. En un estallido de generosidad sincera, y quizás un poco de culpa, Enlil le concedió la vida eterna a Noé, por lo menos como la conocemos. Se preparó entonces todo tipo de leyes para regular la copulación y reproducción de los Lulus. Aunque todo resultó bien para las dos partes en conflicto, hubo un cambio, una agudización de la rivalidad entre Enlil y Enki. Nosotros sabíamos que esa gran rivalidad ocasionaría otras dificultades en el futuro.
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Nosotros los pleyadenses nos consideramos de la raza de cepa reptil. Como evidencia de nuestra conexión con ustedes, la especie humana posee un cerebro reptil localizado en el cerebelo, el cual controla las funciones autónomas del cuerpo. En todos los mundos, incluyendo el sistema solar pleyadense, abundan muchas razas. En su lenguaje no hay palabras para describir estas razas; ni siquiera podrían pronunciar esos nombres, pues los sonidos les serían muy extraños.
Cuando Anu llegó por primera vez a Terra hace 500,000 años, la Gente del Dragón y la Gente de la Serpiente ya estaban aquí. Obviamente, no querían compartir su planeta. Anu quería el oro, pero la Gente del Dragón temía que él no respetaría sus métodos pacíficos. Ellos habían pasado eones distribuyendo líneas de energía magnética alrededor de Terra y habían construido innumerables túneles en colaboración con la Gente de la Serpiente. Los vórtices de energía que potencian sus civilizaciones se encuentran en esos túneles junto con enormes almacenes de piedras preciosas y metales. Hubo un buen número de batallas en Terra y en sus cielos, pero finalmente se hicieron arreglos, se demarcaron límites, y Anu aceptó casarse con una princesa Dragón llamada Id para sellar la alianza. De esta unión salió el niño Enki.
Id es hermosísima. A Anu le parecieron misteriosamente atractivos sus ojos rojos y su piel metálica dorada. Su hijo, Enki, tiene un porte de elegancia aristocrática y tiene una cola. A mí me gusta la cola, creo que le agrega misterio a su cara de Merlín. También tiene orejas puntiagudas con lóbulos largos, lo que parece haber causado algo de confusión en cuanto a quién realmente es, pero el parecido de Enki con la criatura mítica llamada el Diablo es completamente accidental. Mi querido Enki es un ser bondadoso cuyo defecto principal consiste en ser incapaz de decir "no".
Ciertamente no es un demonio.
Enki fue educado en Nibiru. A su madre, Id, no le gustaban mucho las fiestas sin fin que ofrecía mi bisabuela Antu, de modo que Id y Enki estaban felices de mudarse a Terra. Allí Id vivía con su gente en los túneles, y Enki se construyó un hermoso reino en el mar llamado el Abzu. Las estructuras del Abzu fueron construidas de plata y lapislázuli. Tenía parte en lo alto de una montaña y parte sumergida bajo el agua. Esto era algo práctico, pues la parte sumergida ofrecía protección de las ondas de radiación inciertas que se extendían por Terra en los primeros días.
Cuando Enki no estaba trabajando en el Abzu, construía represas y desviaba aguas. Como era un amante del agua, a menudo remaba solo por las ciénagas de Sumeria y Babilonia en un bote pequeño y estudiaba los peces, insectos y hierbas que había en las riberas de los ríos. Enki amaba su planeta. Supongo que lo aprendió de Id. La belleza de Terra corre por la sangre de su pueblo antiguo. Desafortunadamente, Anu envió a Enlil a Terra después de que Enki había estado allí un buen rato. Cuando Enlil llegó para hacerse cargo de la colonia, recalcó el hecho de que él era el hijo legítimo de Anu, de modo que Enki no tenía que aceptarlo. Se dividieron los dominios. A Enki le tocó Egipto y el Abzu. Enlil asumió el control de Sumeria, las operaciones mineras en África, el puerto espacial y el manejo de los astronautas, tanto los que estaban en órbita, como los que estaban en Terra. Ninhursag me contó que Enlil y Enki peleaban cuando eran niños. En secreto ella pensaba que Antu los había enviado a ambos a Terra para que sus riñas continuas no interfirieran con sus fiestas.
Enki no animó mucho a la Gente del Dragón para que colaborara con su medio hermano Enlil. Los Dragones naturalmente preferían a Enki, pues era uno de ellos y protegía mucho a su madre, Id. Enki no estaba de acuerdo con ninguna de las decisiones que tomaba Enlil, lo que causó estragos en Terra. Ninguno de los dos tenía razón ni estaba equivocado, cada uno quería salirse con la suya y tener el control absoluto. Los hijos de Enki y Enlil llegaron a compartir los mismos sentimientos, y sus padres no vacilaron en utilizarlos en sus conflictos. Toda la familia y los Lulus fueron arrastrados hacia esta rivalidad, que ha sido el catalizador de toda la infortunada historia de Terra.
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Aunque yo soy la nieta de Enlil, disfruto siempre de la compañía de Enki. Él es alguien con quien uno se puede divertir; ama a las mujeres, ¡a todas! Enlil es tan serio. Enki y Enlil son como el agua y el aceite.
A medida que pasaba el tiempo en Terra, se seguían subdividiendo los territorios entre los hijos de Enki y Enlil para evitar la guerra. Era fácil ver que si yo misma no me hacía cargo del asunto, terminaría con las manos vacías en este grupo pendenciero, de manera que decidí hacerle una visita a Enki
Me puse mi mejor vestido de gala, mis mejores joyas y volé hacia el Abzu. Sabía que Enki guardaba los MEs divinos allá y tenía la esperanza de aprovecharme de su debilidad por la bebida y las mujeres. Los MEs están basados en una tecnología que apenas se está descubriendo en Terra. Imaginaos una computadora que contiene todo el conocimiento del universo. Esta computadora transfiere el conocimiento a la mente del usuario en forma de hologramas. De modo que el conocimiento se transmite al usuario holográficamente y en su totalidad, así que el conocimiento no ocurre por partes en forma lineal. El poseedor de los MEs tiene un entendimiento de la información que hay en cada uno de los MEs instantáneamente. El conocimiento es poder; poder para crear civilizaciones, para predecir el movimiento de las estrellas, para viajar más allá de Terra, para regular la atmósfera, todas las ciencias y las artes. Yo quería tener ese poder.
Como siempre, Enki estaba dichoso de verme. Mientras alababa mi belleza y encantos, me abrazó de un modo inapropiado. Los sirvientes de Enki nos siguieron hasta un rincón acogedor donde había bandejas con manjares deliciosos importados de Nibiru, pasteles exquisitamente preparadas y cervezas sumeras. Cuando Enki estaba distraído, empapé su cerveza con mis hierbas mágicas. Estas hierbas incrementan la frecuencia de uno, especialmente en hombres de edad cuya potencia ya está decayendo. Enki estaba feliz y no me podía quitar los ojos de encima, puesto que soy tan encantadora. Bebió mucha cerveza. Enki tiene un gran sentido del humor y yo le contaba las historias más chistosas sobre las sacerdotisas en mis templos. Festejamos, bebimos y reímos durante tres días. En más de una ocasión dancé para Enki, algo así como el número de los siete velos que puede ser tan eficaz. ¡A él le encantó!
Finalmente, le pedí los MEs. Muchos de los hijos ya los poseían, y yo solamente quería mi propia serie. Al principio estuvo reacio; él sabía que eso estaba prohibido. Enlil se enfurecería si llegara a saber que los obtuve sin su permiso. Habría que decírselo. Entonces, le serví otro trago a Enki. ¡No veía por qué el gran Enki tenía que pedirle nada a su hermano! Le conté una historia del templo particularmente picante. Mientras todavía reía, le pedí los MEs con mi voz más dulce. ¡Enki estaba tan excitado con mis seducciones que finalmente dijo que sí! Creo que también le producía placer la idea de cuánto enfadaría esto a Enlil.
Enki empezó a sentir los efectos de las hierbas y se quedó dormido. Cuando empezó a roncar, guardé los MEs en un estuche de oro que había traído. Los MEs se ven como cristales de doce lados de gran belleza y color y solamente se pueden activar si uno conoce los sonidos sagrados que los hacen vibrar y emitir sus secretos. En Nibiru, Ninhursag me había enseñado estos sonidos.
Cuando los ronquidos de Enki se hacían más recios, me escabullí por la puerta con los MEs. Había llevado dos naves conmigo. Una era oficial y la otra era mi nave privada. Tenía el presentimiento de que Enki podría cambiar de opinión y trataría de recuperar los MEs cuando despertara. De modo que envié mi nave oficial a casa como señuelo y me alejé en mi nave pequeña, la que puedo pilotear con facilidad.
Al despertar, Enki no recordaba muy bien lo sucedido y sus sirvientes tuvieron que recordarle que me había entregado los MEs. Como se sintió un poco abandonado y usado, su ego masculino entró en acción. Con un grito les ordenó a sus sirvientes que me persiguieran, que me trajeran junto con los MEs. Yo sabía que era un pretexto para que yo regresara y para pacificar a Enlil y a los otros dioses. Con astucia yo había previsto esta posibilidad y estaba escondida a salvo bajo tierra en un santuario de los Dragón con mis MEs.
En la familia de Anu se tiene la costumbre de que si tienes la voluntad para tomar el poder, te respetan por ello. Enki y Enlil estaban tan impresionados con mi atrevimiento que me concedieron el derecho de conservar los MEs. Me nombraron miembro del consejo familiar, el Panteón de los Doce. ¡Yo había alcanzado todo lo que quería y más! Me declaré Reina de Cielos y Tierra. Ahora poseía la tecnología para fundar mis propias ciudades y alcancé un lugar de mayor poder dentro de mi familia. Obtuve el poder porque con coraje me lo había apropiado, ¡y todavía quiero mucho a Enki!
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Aunque parecía que mi vida era color de rosa y que yo estaba totalmente consentida, las cosas empezaron a verse funestas para mí. Para poder reclamar mi lugar legítimo en la familia de Anu, tenía que casarme con alguien cuyo linaje genética me diera poder. Yo había crecido compitiendo con mi hermano, Utu, y con los otros jóvenes varones. Me veía como alguien igual a ellos. La idea de casarme y ser dominada por alguien con esa dotación genética no me atraía mucho.
En la cultura pleyadense, la energía femenina es respetada. La ley les permitía a las mujeres derechos iguales, así como la oportunidad de expresar sus talentos innatos. No obstante, la mayoría de las mujeres dependían de un "buen matrimonio" para definir su puesto en el mundo. Se podría decir que la mujer pleyadense era considerada igual al hombre, pero bajo condiciones, y los límites de éstas eran fijados por la naturaleza individual de cada mujer.
Mi hermano Utu y por supuesto mis padres me presionaban para que formara un matrimonio poderoso, lo que le daría mucha más fuerza a nuestra rama de la familia. Utu se burlaba de mí preguntándome si quería terminar como Ninhursag. Había visto la vida de mi tía/abuela como la de solterona, y eso no me gustaba mucho. Seguras en medio del poder que les garantizaba el matrimonio, las mujeres de mi familia tranquilamente tomaban sus puestos al lado de sus esposos. Tranquilamente es una palabra que no me llamaba mucho la atención. Yo deseaba el poder para mí, ¡no quería que me controlara nadie!
No obstante, con toda esa presión para que me casara, empecé a buscar y a pensar cuál de los candidatos disponibles me parecía interesante.
Enlil había tenido éxito en engendrar un hijo con Ninhursag; lo que constituyó otra derrota para Enki, quien sólo había tenido hijas con ella. El nombre del muchacho era Ninurta, y fue educado conmigo y con Utu en Nibiru. Yo pasé mucho tiempo con él cuando éramos niños y siempre estábamos compitiendo y a menudo riñendo. Su madre Ninhursag simplemente lo adoraba de un modo repugnante; era tan malcriado. Ninurta podría ser genéticamente apto, pero ni siquiera valía la pena mencionarlo.
Enki tuvo varios hijos varones, pero el único que estaba disponible era el menor, Dumuzi. Ah, sí, Dumuzi. Incluso el nombre lo deja a uno aplanado, ¿verdad?
Como era el hijo menor de Enki, Dumuzi tenía el puesto más bajo. Le asignaron la Oficina de Pastor Real. ¿Quién inventaría ese título? Estaba encargado de todos los animales domésticos en Terra. Ya sé, todos tenemos que comer y los rebaños son muy importantes para la supervivencia de los Lulus. He oído todos esos argumentos de mi hermano Utu y de mis padres. Pero, ¿alguna vez os habéis regocijado con el olor de las ovejas al final del día? Mis padres estaban a favor de la unión. Creo que no veían la hora de verme casada y sin problemas.
Me consolé con la idea de ser miembro de la familia de Enki. A menudo lo podía convencer de que hiciéramos algo agradable juntos, y tenía en mente convertirme en reina de Egipto. Me vi a mí misma flotando en una barcaza dorada sobre el Nilo, reclinada sobre una era de flores, y las multitudes vitoreándome. Con los MEs en mi posesión y un matrimonio poderoso, mis ambiciones en ciernes empezaron a tomar forma. Así que me casé con Dumuzi.
El matrimonio era
bueno, el matrimonio. Dumuzi no era muy brillante y ciertamente no era pareja para mí. Creo que sus hermanos lo habían tratado muy mal, especialmente Marduk, el mayor. Dumuzi era frivolo y egoísta. Pasaba el tiempo mirándose en un espejo esperando que lo atendiera como si fuera su esclava. Su madre vivía para él, le concedía todos sus deseos. Yo empecé a evitarlo todo lo que podía.
Estaba tan aburrida que asumí tareas extras en los Templos del Amor, como se conocía a mis templos. Inventaba toda clase de excusas y en mi nave volaba de templo en templo inaugurando toda clase de nuevas ceremonias. Me comportaba exactamente como un ejecutivo moderno que se marcha en viajes de negocios sólo para alejarse de su mujer. Diseñé una cantidad de rituales nuevos que tenían como centro a Dumuzi y a mí con fin de pacificarlo a él y a nuestras familias. Los rituales contenían todo este asunto acerca de nuestro matrimonio y el arte de hacer el amor, acerca de la esposa tímida y su maravilloso esposo. Esta primera telenovela les dio a los Lulus arquetipos sobre los cuales moldear sus propias vidas. Los rituales se diseñaron para estimularlos a producir hijos dentro de un ambiente feliz. Para mí, era un escape a la fantasía. Yo inventé mi vida en un ritual como yo quería que fuera, pero no lo era.
Quizás fue mi falta de entusiasmo por Dumuzi lo que nos dejó sin un hijo. Para asegurar nuestros derechos al poder, tenía que haber un hijo que heredara ese poder. Esa era la ley. Pero, cualquiera que fuera la razón, nosotros no teníamos heredero. Entonces, se me ocurrió lo siguiente: Si los demás habían tenido hijos con sus hermanas, ¿por qué no Dumuzi? Anu y Antu habían engendrado a Enlil, que a su vez engendró a ese malcriado Ninurta con Ninhursag.
Yo estaba inspirada.
Fue fácil convencer a Dumuzi de que sedujera a su hermana. Le hablé con entusiasmo sobre el magnífico linaje genético de su familia, y su necesidad narcisista de reproducirse se encargó del resto. La hermana de Dumuzi se llamaba Geshtinanna, y era pavorosamente inocente, nada ambiciosa como yo. Hice que mis sirvientes prepararan un picnic detallado, completo con vinos de hierbas parta estimular la libido. Ellos tenían que encontrarse en una colina que daba a los rebaños que estaban haciendo lo que los animales hacen en la primavera. Yo había pensado en todo y, como Geshtinanna era tan ingenua, no tenía la menor idea de que la estábamos embaucando. Después de dos tragos de vino, Dumuzi llegó a la parte sobre tener un hijo juntos y hasta ahí llegó la amenidad. Geshtinanna protestó; ella quería permanecer pura para su esposo, quienquiera que fuera. Dumuzi trató de persuadirla, pero ella se negó abiertamente. ¡Dumuzi perdió el control y la violó! Supongo que esa hierbas que puse en el vino tuvieron la culpa. Son muy eficaces en los hombres.
¡Estupro! Era algo que no podía quedarse sin castigo. Ni siquiera Enlil pudo esquivar el castigo por este delito. Dumuzi y yo le habíamos dado ahora a su hermano mayor, Marduk, una muy buena razón para deshacerse de su hermanito. Marduk había estado trabajando sistemáticamente en la manera de quedarse con Egipto, Marduk no me quiere y no quería arriesgarse con mis ambiciones o las dinastías que yo esperaba establecer.
Dumuzi corrió hacia mí y hacia su madre, atormentado de pesadillas y presagios sobre su muerte. Lo animamos a que huyera e hicimos arreglos para encontrarnos en secreto y llevarle comida y agua. Así él podría esconderse hasta que se calmaran las cosas y yo podría hablar con Anu para pedir clemencia. Pero Marduk no perdió tiempo. Sus verdugos persiguieron a Dumuzi hacia los colinas y lo atraparon como si fuera un conejillo. Fue algo horrible, me parece que los hombres de Marduk se extralimitaron. El pobre Dumuzi murió a causa de las armas radiactivas que con crueldad le dispararon. Mi esposo estaba muerto y yo estaba sin descendencia.
En ese momento me vino a la memoria una ley pleyadense útil: si un hombre muere sin descendencia, pero no obstante tenía un hermano, ese hermano, ya sea que estuviera casado o no, estaba obligado a casarse con la viuda y procrear un hijo con ella. Afortunadamente, Dumuzi tenía ese hermano, Nergal, tan bien parecido e inteligente. Yo siempre lo había admirado. Pero era una pena que ya estaba casado con mi media hermana en el mundo subterráneo. Pues bien, yo nunca permito que complicaciones exiguas se interpongan en mi camino. Decidí ir a visitar a la rubia, la Reina del oscuro mundo subterráneo, Ereshkigal, para reclamarle a mi esposo legítimo, su marido, Nergal.
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Ereshkigal es mi media hermana. Con una esposa tan buena y bella como mi madre, era de esperarse que mi padre, Nannar, estuviera satisfecho. Pero la fidelidad no era la costumbre en la familia de Anu. Quizás era el contraste con mi madre lo que hacía que la madre de Ereshkigal fuera tan fascinante. La única palabra que escasamente describe a su especie es Raksasas. Ella era mitad serpiente y mitad demonio, muy atractiva, y de su cuerpo salía y se retorcía el Kundalini. Su piel era de un verde claro cobrizo y su pelo formaba lo que se podría llamar "rizos aterradores". Su cuerpo era fuerte y sensual. Tenía los ojos de una cobra con el poder para hipnotizar a Nannar. Como Dios de la Luna, mi padre ciertamente tenía su lado oscuro.
La atracción apasionada entre ellos dos solamente podría desase como combustión espontánea. Ereshkigal era un auténtico retoño de una fusión erótica. A nadie se le ocurrió cuestionar su belleza asombrosa. Ella heredó lo mejor de sus padres, y ella lo sabía.
No la culpo por no haberme querido. Creo que en cierto modo ella sentía por mí lo que Enki sentía por Enlil. Yo era la hija legítima de Nannar y ella era el fruto de la concubina. Además de estar cautivado por su belleza, Enki sentía cierta simpatía por ella. Hasta llegaron a concebir un hijo que se llamó Ningishzidda. Enki como de costumbre no pudo controlarse y, como ingeniero jefe de minas, le había dado a Ereshkigal el poder sobre el mundo subterráneo. Enki se deja convencer muy fácilmente y me hubiera gustado ver cómo Ereshkigal utilizaba sus notables encantos sobre él. Nosotras las chicas hacemos lo que sea para valemos en este mundo. ¡Pero todo ese cabello rubio era tan falso como todas las pelucas que usaba para realzar su cabellera!
El mundo subterráneo no está exactamente debajo, aunque parte de él sí lo está. Está localizado en lo que ahora llaman África y los extensos depósitos de oro que nosotros codiciamos están allá. Fue una operación minera enorme. Constantemente volaban los enlaces desde Terra hasta a la estación en la órbita para entregar los metales refinados. Desde las profundidades de la Tierra sacábamos oro y otros metales preciosos como plata, cobre, uranio y diamantes. Tenía que haber una fuerza de trabajo gigantesca y, con el paso de los siglos, se procrearon hombres y mujeres para que fueran obreros más eficientes. Nuestros geneticistas constantemente mejoraban el aspecto de su obediencia y sumisión. No obstante, de vez en cuando había que aplicar la disciplina.
En Terra había por lo menos tres especies que comían carne humana, así que los "come-carne" eran una herramienta disciplinaria muy útil. ¿Qué mejor amenaza para a un trabajador reacio que la idea de ser devorado vivo?
Mírenlo desde nuestro punto de vista: nosotros estábamos cumpliendo con nuestro deber. Teníamos que suministrar partículas de oro a nuestro planeta Nibiru para nuestra atmósfera agotada, o moriríamos todos. Hicimos todo lo necesario para sacar el oro de las minas. Ereshkigal era la más indicada para este trabajo; para nada le molestaba "motivar" a los obreros con historias de canibalismo. Dentro de sí tenía un poco de esa vocación de come-carne. No es que comiera humanos todo el tiempo; sólo un mordisco de vez en cuando.
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El canibalismo tiene significados diferentes para diversas especies. Un grupo podría verlo como una manera de absorber la fuerza, sabiduría y poder de la persona que se come. Para ellos, es un método ritual de aumentar su conciencia, así como su capacidad física y sexual. Cuando ingieren a su enemigo, obtienen la experiencia de su vida. Otros solamente se comen el cerebro de la víctima para obtener su inteligencia. En vuestro planeta todavía hay vestigios de esto.
Hay otro tipo de canibalismo más generalizado que es mucho más sutil. Hay quienes conocen el arte de devorar la energía de las personas sin que ellas lo sepan. Piensen cómo el temor los puede enfermar; cuán rendido y desgastado se siente uno a causa de la rabia, la cólera o los celos. ¿A dónde va esa energía? ¿Por qué se ven tan cansados y pálidos aquellos que son adictos al alcohol y las drogas? Quizás aquellos que los controlan ya no necesitan comer su carne.
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¡Ahora saben de dónde proceden esas historias sobre personas que llevan a las Antípodas, las asan y se las comen los demonios! para algunos era una realidad. Pero no existen los demonios, solamente varias especies que los han controlado por medio del temor. Este es un universo de libre albedrío, lo que quiere decir que son libres para hacer lo que quieran, y también lo son los demás seres. Ese es el problema. Si todos empezamos como iguales, ¿cómo inducimos a los otros a que hagan lo que queremos que hagan? ¿Hay algunas reglas? ¿Se puede engañar a otros? ¿Quién valora a quién y a qué? Si te conviertes en el tirano de otro, ¿se te devuelve esa tiranía? ¿Te bloquea esto con el tiempo? Esa es la pregunta más interesante para nosotros ahora que estamos atrapados por la Pared.
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Yo no estaba pensando en asuntos de metafísica cuando descendía en mi nave hacia el mundo subterráneo. Mi hermano Utu y mi padres opinaron que tenía que estar deschavetada. Ellos no pensaban que Ereshkigal recibiría a su media hermana que acababa de enviudar con los brazos abiertos, y me advirtieron que no fuera. Pero yo tenía otras cosas en mente, como la dotación genética de su marido Nergal, además de sus ojos azules. Por derecho, él llegaría a ser mi esposo y produciríamos herederos.
Se decía que Ereshkigal tenía un palacio fabuloso, que estaba todo cubierto de oro. Me imagino que le hacía falta todo ese esplendor para animarse, pues el vivir alejada de Sumeria y Egipto debió de haber sido deprimente para ella.
A medida que me acercaba a los portones, me abatía un poco todo el oro y las columnas de mármol que describían monstruos serpentinos retorciéndose y devorando Lulus muertos de pavor. Un poco exagerado, me pareció. Pero eso era sólo el comienzo.
Tuve la buena idea de enviar a Ninshubar, mi criada, a que me esperara en la nave. Le dije que si no aparecía en tres días, ella debería volar a casa a buscar ayuda. Había prestado algo de atención a lo que dijeron mis padres. No obstante, yo estaba confiada. Una chica debe arriesgarse, debe tener coraje. Después de todo, me había arriesgado a conseguir los MEs divinos. Yo sabía que podía ser muy persuasiva. Ereshkigal no salió precisamente corriendo a saludarme. De hecho, no la veía por ningún lado. Me salió al paso un horrible guardián que dijo que se llamaba Neti. ¡Dios mío, él o ello era tan grande!
Le dije a ese monstruo quién era yo, y él me guió por un laberinto que tenía una serie de portones, lo que debió de haber sido un sistema de seguridad diseñado para proteger el oro de Ereshkigal. Luego este guardián me ordenó a mí, Inanna, que me quitara todas mis joyas protectoras y mis vestiduras. Todos nosotros usábamos una variedad de aparatos defensivos para protegernos de la radiación. También llevaba conmigo los utensilios de cabeza con reguladores de campo y sistemas de comunicación. Mi vestido tenía su escudo de protección estándard tejido dentro de la tela. Nunca se sabe qué se puede encontrar cuando uno vuela por el espacio, o en Terra.
Al llegar al séptimo portón, se me ordenó que me quitara el vestido. No es que yo sea muy modesta, pero me empezaba a fastidiar la forma como me estaban tratando. Además, yo quería saber a dónde se estaban llevando las joyas. Finalmente, entré en un salón donde Ereshkigal celebraba una audiencia.
Era exactamente como me lo habían contado; había un estrado de oro enorme y Ereshkigal estaba sentada sobre un trono majestuoso con diamantes incrustados. Aunque yo estaba desnuda, iba a saludar con amabilidad, cuando esos jueces con aspecto de ogros empezaron a lanzarme acusaciones de falsedad y traición. Era algo ridículo; no entendía de qué estaban hablando y tenía sed.
De repente, Ereshkigal sacó su arma de plasma y en un momento me disparó una buena dosis de radiación, más que suficiente para matarme. ¡Yo estaba asombrada! Rápidamente vi cómo yo flotaba por encima de mi precioso cuerpecito, ¡que aceleradamente cambió de su cálido tono azul a un índigo muerto!
Ereshkigal les ordenó a sus guardias que colgaran mi cuerpo en la pared como se hace en una carnicería. Vi cómo mi cuerpo se descomponía. Viajando en astral, seguí a mi criada, Ninshubar, que iba de regreso a Nippur, la ciudad de mi abuelo, Enlil. Observé cómo ella entraba en su templo y le suplicó que me salvara. ¡Él se rehusó! dijo que yo sabía muy bien lo que pasaría si iba allí; de todos era sabido que Ereshkigal me despreciaba.
Entonces mi criada fue a mi padre, Nannar. ¡Él también dijo que no! Y yo seguí flotando ahí en el aire, escuchando el sermón de mi padre: "es muy testaruda, todos sabíamos que sólo encontraría problemas al ir a buscar el marido de Ereshkigal". ¡Hasta dijo que me habían dado mi merecido! ¡Mi propio padre! ¿Tal vez habría preferido un hijo varón?
Yo todavía flotaba en aire, tratando de acostumbrarme a estar sin un cuerpo. En la mente de mi querida criada motivé un pensamiento y velozmente ella fue al Abzu de Enki. Ya tenía preparada una historia lacrimosa muy convincente y, bendito sea Enki, decidió intervenir. Él tenía algo de poder sobre Ereshkigal, pues había sido él quien le había concedido el mundo subterráneo. El hizo arreglos para que llevaran mi cuerpo a la Gran Pirámide y, con la ayuda de Ninhursag, me resucitó.
Durante tres día tuve un dolor de cabeza horrible. Decidí nunca más volver a visitar a esa bruja y olvidarme del DNA de su marido.
*
Estar separada de mi cuerpo no fue algo tan funesto, pero me llevó a pensar cuánto disfrutaba de ciertas cosas, como bailar, o incluso comer. Me había apegado mucho a este cuerpo y a mi vida en Terra con los Lulus. El tiempo que estuve fuera de mi cuerpo me hizo querer mucho más a Terra. También aprendí a no confiar en nadie, excepto en mí misma.
Decidí extender mis Templos del Amor a la India meridional donde me habían dado territorios que nadie más quería. A las orillas del río Indo construí las ciudades Mohenjo-Daro y Harappa.
La desembocadura del río Indo era el centro de comercio desde el Este en aquella época. Puse todo mi empeño y los MEs divinos para crear negocios y comercio entre Sumeria, Babilonia y Egipto y el Valle del Indo. Me gustan los tesoros de Terra y tengo la habilidad para los negocios; soy una comerciante innata. Mis templos eran oficinas de intercambio que servían como lugares de canje y negocios con varios productos, así como de salones de aprendizaje y adoración.
Invité a mi madre, Ningal, para que me ayudara a diseñar y construir los templos. Ella tiene una pasión por la arquitectura y trajo consigo a su buena amiga, Maya, la arquitecta más famosa de nuestro tiempo, para planear Mohenjo-Daro y Harapa. Maya ya había diseñado otros templos en Sumeria pero nosotras tres queríamos superar las creaciones anteriores. Nosotras tres construimos unas estructuras tan hermosas y valiosas que Anu y Antu vinieron a admirarlas.
Yo siempre he apreciado el lapislázuli. Sus azules profundos realzan muy bien los tonos de mi piel, pero no había suficiente para construir todos los templos, por eso le pedí a Enki que desarrollara un sustituto en sus laboratorios. En poco tiempo tenía más que suficiente lapis, y cubrí los pisos de los templos, las columnas y las tejas del techo con un nuevo lapis falso, que era mi regalo de Enki. El mármol y el oro se mezclaron elegantemente, con turquesa, malaquita y lapis en ritmos geométricos.
También invité a Tara para que me ayudara en los templos. Tara es la esposa de mi amigo Matali, el piloto de Enki. A Matali no le cae muy bien mi familia; supongo que nos ha conocido como "dioses" desde hace mucho tiempo. El prefiere confiar en la Gente de la Serpiente y por eso se casó con Tara, su bella princesa de la raza serpiente.
El linaje de Tara es el más antiguo en el planeta Terra. Matali dice que la Gente de la Serpiente es mucho más sabia que la de Nibiru. Él me ha contado historias fabulosas de su reino que está en lo profundo del planeta. Se dice que juegan con frecuencias que nosotros no entendemos. La adquisición del poder material no les interesa.
Lo que sí comprendí fue que Tara era la mejor bailarina que yo había visto. Yo sabía que su estilo de baile atraería a mercaderes de todo el Este a mis templos. Ella sería una persona muy útil, de modo que la invité a entrenar las bailarinas de mi templo. Tara es una hermosa mujer de piel cremosa verde pálido y ojos oscuros almendrados que parpadean como estrellas en el cielo nocturno. Collares de perlas negras y bolitas de oro cubrían sus firmes pechos desnudos. Mi amiga Tara me ayudó a instaurar una cultura grandiosa y floreciente.
También invité a Ninhursag. Ella estaba dedicada completamente a administrar sanación a sus queridos Lulus en la pirámide. Su amor y su compasión por todos los seres vivientes la convirtieron en nuestra médico más brillante. Tenía un grupo de enfermeras maravillosas que le ayudaban, pero yo sabía que ella estaba muy
sola. Pasaba demasiado tiempo con ese hijo suyo Ninurta, lo que no era bueno para ninguno de los dos ¿Conocen el tipo de madre que chismorrea sin cesar con su hijo sobre el resto de la familia? Bueno, así era mi Nin.
Yo quería que Ninhursag fundara lo que ustedes llaman hospitales, pero nosotros vemos su medicina moderna como algo absolutamente barbárico. Nosotros usamos formas de pensamiento y frecuencias, no drogas o bisturíes. Ser la única matriarca soltera en Terra le estaba saliendo caro a Nin, y yo la quería mucho. Estaba envejeciendo un poco pero ella siempre lo negaba. Nin se presentaba más competente y fresca que nunca, pero yo sabía la verdad. Yo misma me sentía un poco sola y veía con cuánto coraje ella seguía adelante.
Al observar la vida de Ninhursag, junto con mis propias experiencias, empecé a sentir comprensión por la mujer. A medida que el tiempo pasaba en Terra, los hombres de mi familia se volvían más y más dominantes. Era como si la misma atmósfera de este planeta remoto nos estuviera afectando a todos.
En las Pléyades la mujer es respetada como símbolo de la gran Diosa y es tratada con consideración. Nuestra ley prohibe estrictamente golpear o violar a una mujer. Las frecuencias fronterizas de la Tierra aparentemente produjeron un giro de esta tradición. Nuestros hombres estaban adoptando una actitud diferente hacia la mujer. Los hijos de Enki, guiados por Marduk, inventaron leyes que prohibían a las mujeres ciertas libertades en sus territorios. Por supuesto yo estaba enfadada y trastornada por esas leyes tan ridiculas. Entonces, en mis tierras, yo enfatizaba el fortalecimiento y la mejora de la energía femenina. Decidí enseñarles a los Lulus algunos de los Misterios Pleyadenses.
Cuando Ninhursag y Enki crearon a los Lulus, dejaron algunos componentes claves inactivos. Aunque los Lulus y todos los numanos nacidos de ellos, incluyendo a los habitantes de la Tierra hoy por hoy, poseen nuestros genes, algunos de éstos no funcionan
Porque habían sido desconectados a propósito. A los Lulus se les enseñó a llamar a mi familia "divina", pero nosotros escasamente lo éramos. Los hijos de Anu son los adolescentes eternos, y palabras como ambiciosos y codiciosos nos describirían con más precisión. Intencionalmente habíamos dejado los códigos genéticos de nuestra raza trabajadora parcialmente funcionando para que fueran más dóciles. Yo sabía que no podía interferir en el funcionamiento del ADN de los Lulus, pero nadie podía evitar que les enseñara ciertos secretos. Y como el pensamiento crea la realidad, yo esperaba que algunas de mis sacerdotisas y sacerdotes pudieran encender los "genes divinos" que están presentes en todos los Lulus y fomentar de este modo su evolución latente por medio de la secreción hormonal.
En la época actual el Samkhya es todo lo que queda de la sabiduría pleyadense. Samkhya es una palabra sánscrita que significa "enumerar". El concepto Samkhya sugiere que la materia está organizada a partir de dos componentes primarios, Conciencia y Energía que interactúan para crear el universo.
Es el pensamiento enfocado conscientemente lo que mueve las frecuencias de energía para que se conviertan a sí mismas en la comedia de todos los mundos infinitos e innumerables. Los físicos en su tiempo presente se están acercando a este entendimiento, pero les falta un componente y ése es el amor. No la clase de amor que han experimentado como humanos algo limitado e imposible de predecir , sino el amor como una fuerza primaria. A un científico contemporáneo nunca se le ocurriría medir un estado de conciencia como el amor, pero ése es el secreto. El amor es la pieza que falta en todas las teorías de campo unificado.
El amor del Primer Creador es la causa principal de este universo y de todas las otras realidades dimensionales que existen. ¿No dicen sus maestros que el amor es la más grande de todas las virtudes? No obstante, es demasiado simple, demasiado obvio para la mayoría de las personas.
De modo que enseñé este Samkhya en mis templos. Les enseñé a mis chicas y a algunos de los hombres que querían aprender a usar sus hermosas mentes y cuerpos para traer esta fuerza, la fuerza del amor divino, a Terra, a nuestras ciudades, nuestros campos y a nuestros hijos.
Fue una época maravillosa para todos nosotros. Los negocios prosperaban. A las mujeres se les permitía tener sus propiedades y mantener su fortuna por separado si lo querían. De este modo nadie las esclavizaba. Ambos sexos eran soberanos, y los hombres eran igualmente felices. Hubo un florecimiento de la civilización y las artes. Nuestros campos eran abundantes, el comercio con Sumeria y Egipto gozaba de prosperidad y las artes de la danza, el canto, la pintura y la escultura estaban en todo su apogeo. Los rumores de las obras arquitectónicas de Maya se esparcieron por todo el mundo.
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De todos los rituales iniciados en mis templos, el rito del matrimonio era el favorito. Las sacerdotisas se vestían y preparaban a la novia, quien era educada en las artes de complacer a su marido y en métodos de asegurar la concepción cuando lo deseara. El marido también era preparado e instruido en estos asuntos. En esos tiempos era de conocimiento general el hecho de que el mayor placer se lograba estimulando a la hembra al punto más elevado del éxtasis. La novia se convertía en el canal para toda la energía femenina en la creación y el marido se convertía en toda la energía masculina. Esa unión permitía que las fuerzas del Primer Creador y de la gran Diosa se expresaran en Terra.
El secreto de esta unión es la concentración. Nosotros entrenábamos a la pareja para que lograra una concentración profunda mirándose mutuamente a los ojos mientras estaban realizando el acto. Cada célula del cuerpo, así como toda la conciencia del ser, debe estar allí en ese momento. Todo pensamiento debe estar enfocado en el ahora. Una mujer no puede lograr estados elevados de conciencia en esta unión si está preocupada por la lista de legumbres o alguna otra tontería. Pensar en el pasado o preocuparse por el futuro solamente debilita la experiencia.
Recetábamos vinos y elíxires para aumentar la concentración de aquellos que requerían de ayuda, pero nuestros mejores alumnos no necesitaban ningún tipo de ayuda exterior. Las energías que ellos emanaban reforzaban la fertilidad de nuestra agricultura y la felicidad de nuestro pueblo. A menudo sanaban a los enfermos.
En el Valle del Indo se amaba y se veneraba a los animales. En nuestras transacciones usábamos elefantes y bueyes. Llegamos a quererlos tanto que los venerábamos en los templos. Yo tenía lugares destinados para que los viejos se retiraran con seguridad. Allí se les amaba y se les protegía. Los niños los visitaban con frecuencia. Muchos de los Lulus todavía conservaban el don de hablar con los animales y se les buscaba para que entrenaran a los elefantes, al búfalo asiático, a los bueyes, leones, gacelas y toda clase de animales.
Hasta hoy mis ojos se llenan de lágrimas cuando recuerdo a mis dos leones domésticos. Estas criaturas me amaban con todo su corazón y fueron una gran bendición para mí. La sabiduría que me enseñaron nunca me dejará. El macho me permitía montar sobre su lomo por las calles y nunca me abandonaba. La hembra me cuidaba con los instintos firmes de una madre. Estoy segura de que nunca sentí tanto amor y lealtad como los que ellos me brindaron.
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Después de unos cuantos cientos de sus años, empecé a perder el encanto de establecer una nueva civilización en el Valle del Indo. Los negocios marchaban bien, los templos estaban construidos, y mis sacerdotisas estaban tan bien entrenadas que ya podían manejar las cosas sin mí. Mi amigo Matali me llevaba con frecuencia a la ciudad sumeria de Uruk para controlar las entregas de grano y cosas así. Extrañaba Sumeria, Egipto y el Abzu de Enki. Mis ciudades no eran tan sofisticadas; no tenía puerto espacial con acceso a la estación en órbita. Me sentía como si estuviera estancada en el interior del país.
Además, no tenía marido. Matali decía que por fortuna no estaba casada con ninguno de mis parientes, ¡pues él no los tenía en muy alta estima!
Mientras este dilema me dejaba perpleja, se me ocurrió una magnífica idea. Allá en Uruk, Anu estaba otorgando los poderes de monarquía a algunos de los Lulus más sobresalientes de la época. Anu les delegaba un poder limitado a aquellos que gobernaban las ciudades. Les dimos a los Lulus control sobre los asuntos humanos que carecían de importancia para nosotros.
La monarquía se estaba convirtiendo en una parte importante en la nueva vida de Terra. ¿Por qué no podía ser yo la encargada de otorgar este poder? Si podía convencer a Anu de que yo podía reemplazarlo, él no tendría que preocuparse por todo eso y tendría más tiempo para sí y para las fiestas de Antu. Yo sabía que a Antu le gustaría la idea.
Antu siempre me había querido y yo había esculpido su rostro en las estatuas de las diosas de mis templos. El hecho de ser la hermana de Anu le había otorgado un poder incuestionable y tenía conexiones políticas por toda la galaxia. A Antu nunca pareció incomodarle el flujo continuo de concubinas de Anu. Yo siempre sospeché que ella sabía sumergirse en estados de conciencia extáticos. ¡Es una dama tan feliz, llena de lo que llaman joie de vivre!
Con el fin de convencer a Anu y a Antu de que yo era la persona indicada para escoger los reyes, construí un templo en Uruk. El templo en sí estaba dedicado a Anu. En la parte interior, el área más importante, coloqué una cama de oro sólido con el nombre de Antu grabado visible y bellamente sobre ella. La cama estaba elevada sobre un estrado y estaba soberbiamente adornada con flores frescas y sedas flotantes. Este templo en Uruk se llamaba la Morada de Anu. Pero la cama que estaba dentro del lugar sagrado le representaba a todos a qué mujer escuchaba Anu. ¡Qué detalle! ¡A ambos les encantó! Cuando les pedí que me concedieran el derecho de otorgar la monarquía, ambos accedieron. Claro que yo le debía informar a Anu sobre mis decisiones. Mi bisabuela Antu estaba feliz con las perspectivas de mi nueva carrera. ¿Y qué mejor manera de encontrar un marido?
***
Marduk, el hijo mayor de Enki, es el último hombre en la galaxia a quien yo querría como marido. Enki amaba la vida y a las mujeres de todas las razas y por eso engendró muchos, muchos hijos, los cuales competían entre sí por tierras, reinos, ejércitos y riqueza.
Mi esposo Dumuzi era el más joven de los hijos principales, pero ya estaba muerto y no representaba una amenaza para ninguno de los otros. Nergal, casado con mi media hermana Ereshkigal, era el segundo en la línea del poder. Enki llegó hasta engendrar un hijo con su nuera Ereshkigal. Quizás fue así como ella recibió las Antípodas, donde Nergal reinaba con ella. Enki tuvo muchísimos otros hijos que llegaron a ser un verdadero nido de víboras de hermanos y hermanas.
Aparece en escena Marduk, quien reclamaba todo para sí mismo. Algunos podrían pensar que Marduk era de Marte, pero cualesquiera que fueran sus genes reales, nació como un tirano reptil innato. Salió de la matriz de su madre calculando cómo iba a controlar cada cosa y a cada persona. Todos los rasgos reptiles clásicos convergen en un gran Marduk.
Es muy alto, de ojos rojos penetrantes y piel amarilla olivácea que es un poco escamosa. Tiene vestigios de agallas en las mejillas. Nació con una cola como su padre Enki, pero más tarde se la hizo quitar por medio de cirugía láser. Él alegaba que la cola le estorbaba, pero todos sabíamos que su vanidad lo había obligado a hacérsela cortar. A muchos les parece que Marduk es exquisitamente bello, fríamente magnífico y que tiene una mente brillante y la concentración de una cobra. Él sí posee una especie de belleza, si a uno le gusta esa especie.
Los hijos de Enki siempre estaban discutiendo entre sí, incluso cuando eran niños. Cuando Enki y su hermano Enlil luchaban por el poder, también lo hacían sus hijos. Pudo haber alianzas temporales, pero tarde o temprano el uno quería imponerse sobre el otro y los hermanos llegaban a los golpes. Cuando eran niños, algunos de los muchachos recibieron horribles heridas de esas armas de plasma de juguete. Algunas de las madres rivales les enseñaban a sus hijos a colocar formas de pensamiento de demonios imaginarios en los sueños de los otros pequeños. Las mujeres aprendieron que si los hijos se mantenían en el poder, también lo harían ellas. Empezaron a descuidar a sus hijas y sólo se preocupaban por buscar matrimonios poderosos para las pobres.
Una reunión familiar a menudo era un desastre y a veces llegaba a convertirse en un motín. Los muchachos peleaban y sus madres los azuzaban. Normalmente Enki se retiraba en medio del temor y el desespero. Nunca le gustó disciplinar a nadie.
Después de mucha pugna y engaño, a Marduk se le dio Egipto para que lo gobernara. Enki prefirió quedarse en el Abzu trabajando en sus proyectos genéticos, de modo que le entregó el dominio del río Nilo y los territorios adyacentes a su Señoría Marduk. Inmediatamente Marduk empezó a construir enormes estatuas monolíticas de sí mismo por todas partes. Estas obras de arte aumentaban su belleza y tenían como fin intimidar o aterrorizar a los Lulus. El mandato por medio de la intimidación era el código de Marduk. Todos los tiranos de la historia de la Tierra de un modo u otro se inspiraron en el primogénito de Enki.
Como Egipto era el dominio de Enki, su prole quedó encargada de regular los patrones climáticos alrededor del Nilo. De este modo se controlaba el suministro de agua y se evitaban las inundaciones. En Nibiru el control del clima se hace por medio de reguladores de frecuencia. En Terra un satélite en forma de disco de electroplata y oro cruzaba los cielos y, por medio de emisiones magnéticas que ustedes todavía no conocen, se regulaban las cantidades de agua y la formación de nubes. Este procedimiento hizo que los Lulus pensaran que nosotros controlábamos el sol y que nosotros éramos dioses a los que ellos debían adorar. A Marduk le encantó esta idea y se autodenominó el Dios del Sol, Ra, y por todo Egipto fundó templos donde se le adoraba. Él era sumamente presumido y siempre quería salirse con la suya.
Dios Sol, el Brillante, Poseedor de Cielo y Tierra y casi todo título que se les daba a los otros dioses Marduk se lo apropiaba tarde o temprano. Hasta Enki le tenía miedo. Parecía que Marduk tenía el poder de someter la mente de Enki; ejercía una especie de control mental sobre su padre. De algún modo toda la fuerza de Enki se transfería a Marduk, lo que dejaba a Enki impotente.
*
A la gran pirámide de Giza la llamábamos el Ekur, una palabra que quiere decir casa que es como una montaña. Enki y sus hijos construyeron este Ekur en Giza. Marduk escogió el sitio y Ningishzidda, el hijo de Enki y Ereshkigal, instaló la tecnología Pleyadense adentro. La pirámide era el generador principal de poder que usábamos en todos nuestros vehículos espaciales, los discos que controlaban el clima y los sistemas de comunicación. En esa época lass transmisiones de las Pléyades, de nuestro planeta Nibiru y de la estación de órbita, llegaban al Ekur. Aquel que controlaba la gran pirámide ejercía el poder en la familia.
Marduk y Nergal empezaron a luchar por el control del Ekur. Marduk hizo clones de sí mismo y formó un ejército de guerreros feroces y matones, grandes de estatura y fácilmente reemplazables. Con estas legiones de clones atacó los ejércitos de Nergal y sobrevino la guerra. Cuando los hijos de Marduk lograron apoderarse del Ekur, los venció la ambición y la avaricia. Empezaron a reñir entre ellos mismos y movieron sus legiones hacia el portal espacial que pertenecía a Enlil el hermano de Enki. Este atropello provocó a Enlill y a toda la familia y dio origen a una larga y sangrienta guerra familiar que terminó dividiendo a la familia de Anu en dos bandos definidos, los Enlilitas y los Enkitas.
Enlil no aceptaba que los hijos de su hermano rival Enki controlaran el Ekur y el puerto espacial. No quería entregarles el manejo de las comunicaciones entre las Pléyades, Nibiru y la estación orbital a los Enkitas. Enlil y sus hijos se pusieron a la altura de las circunstancias. Se escogió a Ninurta como jefe de las fuerzas enlilitas contra Marduk. Ninurta siendo el hijo de Enlil y Ninhursag, vivía para complacer a su padre, ejecutaba sus órdenes de una manera obsesiva y usualmente tenía éxito. Siempre me pareció que Ninurta era una persona muy rara, excesivamente egocéntrico y resentido, una especie de niño mimado. Como era el centro de atención de su madre, creció con algunas características insoportables. Cuando éramos niños Ninurta y yo peleábamos violentamente. Pero esta vez estábamos peleando juntos en el mismo bando. Como nieta de Enlil, yo soy enlilita de nacimiento. Vi con agrado que el hijo de Ninhursag saliera victorioso en las batallas para el bando de mi familia.
Mi propio padre Nannar también comandaba ejércitos. Yo insistí en ir a la batalla. Había alcanzado el nivel de Halcón Dorado en el conocimiento de las armas. Luché al lado de Ninurta y una vez le llevé un arma que necesitaba con urgencia. ¡Sospecho que fue la única vez que se alegró de verme!
La guerra fue inefablemente espantosa y usamos a los Lulus como soldados. De vez en cuando las grandes ondas de radiación llegaban a pueblos enteros y Lulus inocentes morían en cantidades. Muchos más murieron de hambre en el dominio africano de Nergal porque Ninurta evaporó todas las aguas en los ríos y chamuscó las tierras con fuego de plasma. Ninurta también usó lo que ustedes llamarían guerra química; el terrible misil Madhava envenenaba todo lo que encontraba a su paso. Había muchos tipos de armas destructivas, pero la más ingeniosa de todas era el arma Ruadra. Ésta producía un holograma de enormes ejércitos de monstruos y demonios que atacaban armados con pistolas de plasma y que emitían gritos espeluznantes de guerra. Los Lulus de Marduk nunca se imaginaron que se trataba solamente de una aparición, de modo que se dieron vuelta y huyeron dejando que los clones solos se enfrentaran a las legiones de Ninurta.
Al final de la guerra, Ninurta logró inundar el Abzu, obligando a Enki y a sus hijos a retirarse a la gran pirámide. Empleando la protección del Ekur, los enkitas generaron una pared de luz venenosa alrededor del complejo. Esta pared era un campo energético estimulado por las enormes capacidades de la gran pirámide. Ningún arma de las nuestras podía penetrarla.
Ninurta emplazó a mi hermano gemelo, Utu, y le ordenó que le cortara todos los suministros de agua al Ekur. Sin agua no podrían sobrevivir por mucho tiempo. El desespero obligó a uno de los hijos menores de Enki a escapar para buscar agua, pero en su osado intento el arma ingeniosa de Ninurta lo dejó ciego. Un miembro de la misma familia le hizo mucho daño a otro, lo que no había ocurrido antes. Hasta Marduk había utilizado asesinos para matar a mi esposo Dumuzi.
Entonces intervino Ninhursag. Ya había visto demasiado. Era algo muy vil que estuviéramos degollando sus Lulus, pero matar y lisiar a los miembros de nuestra propia familia era algo intolerable.
Le ordenó a su hijo Ninurta que le diera un vestido de protección contra la radiación y lentamente se acercó al Ekur. Nadie se atrevía a hacerle daño a Ninhursag, ni siquiera Marduk. Ella es la hija de Anu y pueden estar seguros de que Enki se sintió muy nervioso cuando ella le ordenó que bajara la pared venenosa.
Empezaron las negociaciones de paz. Ninhursag le informó a Enki y a sus hijos que Anu le había dado autoridad para poner fin a esta locura. Se le ordenó a Enki que inmediatamente se rindiera ante Enlil. Enki buscó a Marduk para pedirle consejo y éste aceptó. En esos tiempos Marduk todavía le tenía miedo a Anu.
***
La gran pirámide en Giza, el Ekur, es un receptor natural de energías. Incluso sin las mejoras de la tecnología pleyadense cualquier pirámide recoge y amplifica las frecuencias circundantes. De modo que la ira y el odio que generaron nuestras guerras se amplificaron con la presencia del Ekur. Como consecuencia del odio que sentíamos por los nuestros, la atmósfera de la Tierra se volvió pesada y se oscureció. Esta nueva densidad, esta baja en la frecuencia, estaba penetrando dentro de cada cosa viviente sobre Terra y la estaba alterando. En medio de su sabiduría, Ninhursag se dio cuenta de lo que estaba sucediendo, pero el resto de nosotros no lo notó.
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Vuestros científicos contemporáneos entienden el campo magnético que rodea a todos los cuerpos astrales, que se conoce como la magnetósfera. A medida que la magnetósfera rodea a todo el planeta, es atraída hacia las regiones polares en Terra donde se concentra. Ellos también están conscientes de que la magnetósfera protege a la Tierra de los vientos solares, que están compuestos de partículas de plasma de elevada energía que viajan a 200 millas por segundo. Estos vientos solares literalmente bombardearían el planeta si no fuera por el campo magnético circundante que desvía los vientos solares de plasma.
El plasma es el material más abundante en vuestra galaxia y, por ende, una fuente de energía apetecible. Las pirámides contenían una tecnología nuestra actualmente desconocida para ustedes que permitía acceso al plasma dentro de los vientos solares. De ahí se sacaba energía. Las pirámides se colocaron estratégicamente alrededor del planeta y se usaban como receptores de plasma. El Ekur era el receptor de energía más grande en Terra. Todas nuestras naves espaciales están dotadas de receptores similares a menor escala. Por supuesto, todos los planetas que los pleyadenses han colonizado tienen pirámides para recibir energía de plasma.
El Ekur fue diseñado para conectar el plasma de los vientos solares con el campo magnético que hay en el centro de la Tierra. Este plasma de alta energía se canalizaba como con un embudo por el eje vertical de la pirámide, mientras que el magnetismo del centro de la Tierra era dirigido hacia arriba por el mismo eje. Ambos eran concentrados en una trayectoria coherente e intensa, similar a lo que sus científicos han logrado hacer con la luz en la tecnología láser.
Miles de las que nosotros llamamos "piedras cantantes" reciben y conducen esta energía. Hay fragmentos enormes de ámbar, rubí y zafiro; cristales altos de citrina, esmeralda y aguamarina están en un orden armónico con la amatista, el diamante y el cuarzo. Muchas de las piedras serían desconocidas para ustedes, como por ejemplo el uzup, que se recoge en el sistema solar pleyadense.
Las "piedras cantantes" se colocan de una manera consecutiva en una espiral en todo el centro del Ekur. En el centro de la espiral hay un cristal azul monolítico. El ápice del cristal se alinea perfectamente con la punta de la albardilla de la pirámide para que haya una amplificación de energía magnífica. Las "piedras cantantes" son un espectáculo digno de presenciar.
Cuando el plasma entra por la parte superior del Ekur y el magnetismo entra desde la tierra, se encuentran en el cristal azul que está en el centro. Las dos energías se unen, remolinean en medio de un vórtice de poder sumamente poderoso en forma de torés, una forma geométrica que se parece a una rosca de pan. Cuando el torés se forma, las dos energías se convierten en una bella unión de fuerzas en forma de espiral. El torés de flujo magnético en consecuencia se pone en movimiento con un anillo que voltea sobre sí mismo hacia adentro y otro hacia afuera. En esta forma creamos el movimiento perpetuo.
La belleza de esta tecnología no es algo inusual para nosotros. Las formas que nosotros los pleyadenses usamos deben estar en armonía con su propósito; por eso, la función nunca es más grande que la forma. Una debe reflejarse y ser igual a la otra o se disminuye el poder. Nuestra nave espacial y nuestras ciudades son de la belleza y elegancia más perfectas.
Estoy consciente de que hay un debate en cuanto a si la cubierta exterior del Ekur era de blanco alabastro o turquesa. Era de ambos. En un lapso de 300,000 años experimentamos con diferentes cubiertas para ver cuál generaba más poder, pero la albardilla siempre fue de oro, pues éste es un magnífico conductor.
Después de firmados los acuerdos de paz, se autorizó a Ninurta para que desmontara todos los sistemas bélicos del Ekur, dejando solamente suficiente poder para controlar los climas y unos cuantos instrumentos de comunicación. Yo lo seguí hacia la gran Pirámide. Cuando Ninurta desmontó las piedras cantantes, yo le pedí unas cuantas esmeraldas. Él se negó, indicando de una forma santurrona que todas las piedras debían ser transferidas al nuevo centro de poder en Heliópolis, el dominio de Enlil.
Ninurta, que siempre era rígido e inflexible, perseguía a mi Padre Nannar a todas partes. Ambos eran hijos de Enlil, pero mi padre es tan encantador y buen mozo, tan lógicamente dotado que era evidente que entre los dos Enlil prefería a mi padre. Ninurta solamente podía esperar cumplir con sus deberes a cabalidad para ganarse la aprobación de Enlil. Por eso Ninurta era muy minucioso, muy aburrido. El deber y la integridad son cualidades maravillosas, pero Ninurta no tenía sentido del humor.
Enlil es estricto en su fidelidad a la autoridad nibiruense y, una vez que había promulgado una ley en Terra, la seguía al pie de la letra. Su hermano Enki es más flexible, más inventivo. Generalmente Enlil tomaba partido por Nibiru, mientras que Enki sentía un amor profundo por Terra y los Lulus y a menudo luchaba por el mejoramiento de la humanidad.
Como parte del acuerdo de paz, Enki hizo ciertas exigencias en favor de los Lulus quienes habían sido muy perjudicados por nuestra guerra. Se destruyeron muchas ciudades y los Lulus murieron en grandes cantidades. Enki exigió que se restauraran las ciudades que habían quedado en ruinas y que se construyeran nuevas. El quería dar a los Lulus la posibilidad de ser más que trabajadores esclavos. Por lo tanto se decretaron leyes que les daban la oportunidad de escoger trabajo con base en sus talentos. Se les proporcionó una extensa variedad de ocupaciones y roles más productivos en sus estructuras sociales.
Como consecuencia de la devastación de la guerra, se les limitó el poder a los hijos de Enki. Marduk se enfureció cuando se enteró de que a su medio hermano Ningishzidda le habían otorgado Giza y el bajo Egipto. Ningishzidda era considerado neutral en la división familiar porque es hijo de Enki, pero su madre, Ereshkigal, es la nieta de Enlil. Marduk codiciaba todo Egipto; él quería el mundo entero.
A Ninurta se le dio el control de la nueva capital de Sumeria, Kish, lo que le dio aún más poder y enfureció más a Marduk. El quería Kish y el dominio de Sumeria, así como su ciudad favorita, Babilonia. Todos amábamos Babilonia; era tan hermosa en aquellos días y sus famosos jardines eran el marco para muchos de nuestros festivales más famosos. La gente de Babilonia me llamaba Ishtar, y en mi honor construyeron un hermoso portón de piedra cubierto de oro y lapislázuli. Si viajan allá hoy, en la ciudad vieja podrán ver vestigios de los templos que construimos para nosotros.
A Marduk le habían arrebatado la mayoría de los dominios que deseaba. Cavilando sobre sus pérdidas, decidió tomar acción secreta y se inventó un plan para utilizar a los Lulus en contra de los otros dioses.
Siguiendo un programa de austeridad, disciplinas de concentración intensas, Marduk activó su voluntad de cobra. Por medio de cristales y rayos de frecuencia colocó formas de pensamiento en las mentes receptivas de los Lulus. Su magia tuvo mucho éxito ¡Por primera vez a los Lulus se les ocurrió que podrían ser iguales a nosotros! Despertaron en la noche con una visión: una torre enorme que llegaba hasta el cielo y el conocimiento de cómo construirla.
Parecía como si los Lulus llegaran de todas las partes de la Tierra mientras se reunían en las llanuras en las afueras de Babilonia. Empezaron a construir una torre que llegara hasta el cielo donde podrían exigir igualdad de parte de los dioses. ¡Algo muy peligroso! Marduk debió de haber pensado que más tarde podría quitar esa tontería de sus cerebros. ¡El Dios Marduk da, y el Dios Marduk quita!
En esa época, los Lulus solamente requerían de un lenguaje muy sencillo. Los conceptos complejos no se encontraban en su idioma porque su vocabulario estaba restringido a las palabras que necesitaban para ejecutar trabajos manuales u obedecer órdenes. Pero aún poseían restos de sus habilidades telepáticas originales desde la época en la que todavía estaban en armonía con los animales de Terra. Esas habilidades telepáticas estaban funcionando en pleno cuando de una forma misteriosa empezaron a reunirse para construir su torre hasta el cielo.
Cuando Enlil se dio cuenta de lo que los Lulus estaban haciendo, se apresuró al lugar, caminó entre ellos y los amonestó para que suspendieran el proyecto. Les dijo que este acto era algo contra la voluntad de sus creadores y que deberían detenerse o de lo contrario serían castigados. Para sorpresa de Enlil hicieron caso omiso de sus palabras. Era como si nunca lo hubieran visto. Enlil se deprimió. Solamente un Dios podría producir esta magia y el único que él se imaginaba que podría hacerlo era el despreciado hijo de Enki, Marduk. Enlil sabía que tendría que tomar medidas drásticas y generar un campo energético más poderoso que el de Marduk.
Enlil destruyó la torre de Babel con un rayo de partículas. Los Lulus quedaron estupefactos. La mayoría murió y los que tuvieron la mala suerte de vivir experimentaron las agonías que produce la radiación. Además su memoria había sido removida. Los Lulus caminaron tambaleando sin rumbo, sin saber a dónde ir o de dónde habían venido. Era algo deprimente. Cada Lulu empezó a sentir una pared invisible de separación que crecía a su alrededor por toda la Tierra. Las ciudades y los pueblos quedaron invadidos por las frecuencias de separación de Enlil. Y a partir de ese momento todos los humanos fueron animados a poner de relieve su heterogeneidad y a desarrollarla. Para cada región se crearon nuevos idiomas; unas razas empezaron a denigrar a otras y a la gente se le enseñó a temerse mutuamente. Los Lulus aprendieron a odiar y a pelear entre ellos mismos.
Por añadidura, a cada Dios le dieron nombres diferentes, hubo disputas en cuanto a cuál de los dioses era el verdadero, aunque a menudo sólo se trataba del mismo Dios, pero con un nombre diferente. A mí me decían Ishtar, Venus, Hathor, Afrodita, Lakshmi, Rhiannon y muchos otros nombres. Se fomentó la disensión entre los Lulus. Nunca más se les permitió a sus antepasados unirse contra nosotros y nunca más recordaría la especie humana que todos venían de la misma fuente: una criatura salvaje de Terra y mi tía abuela Nin.
*
Mi última experiencia con el Ekur tiene que ver conmigo y con Marduk. Tal vez recuerdan que cuando asesinaron a mi esposo Dumuzi, fue Marduk quien estuvo detrás de todo. Es cierto que antes y después de la guerra mi mayor deseo era gobernar Egipto, pero Dumuzi era demasiado débil para adueñarse de él por sí solo. Egipto era tan rico y, con mi ayuda y resolución, éste pudo haber sido dominio de Dumuzi y yo hubiera sido su reina. Marduk estaba decidido a frustrar mis ambiciones. A mí nunca me había gustado estar al lado de Marduk. Su necesidad de controlar a todo el mundo era tan insoportable. Hasta su aspecto me repugnaba. Su belleza cruel y majestuosa tenía como único fin generar temor.
Hubo una investigación después de la muerte de Dumuzi. Marduk alegó que, aunque él había dado la orden de detener su huida, la muerte de Dumuzi había sido un desafortunado accidente, la consecuencia de tropas demasiado celosas.
Durante la guerra yo obtuve fama por mi coraje y dominio de las armas. Cuando escuché la excusa tan patética de Marduk por el asesinato de mi esposo, perdí la razón. Anuncié mi determinación de acabar con Marduk. Como yo tenía la reputación de una combatiente aguerrida, lo que inspiraba temor, Marduk huyó al Ekur.
Volé hacia las pirámides. Vestida con una armadura de oro y blandiendo mis armas, de una forma arrogante le ordené a Marduk que saliera. Él no me hizo caso, algo que yo detesto y, por supuesto, perdí la calma. Lanzándole toda clase de maldiciones a Marduk levanté mi rayo de plasma y empecé a disparar a los lados de la gran pirámide. Las piedras del Ekur empezaron a temblar.
Fue todo un espectáculo. Con mis pechos al aire y hermosa desaté mi furia pasmosa; es que yo soy muy apasionada. Todos contamos chistes despectivos sobre la operación de la cola de Marduk, y le grité Gran Serpiente y otros nombres excelentes que no voy a repetir aquí.
Los otros dioses se estaban poniendo nerviosos. Mi hermano Utu decidió llamar a Enlil y, conscientes de que Anu es la única persona que yo escucho, Enlil lo llamó. Sobre los cielos de Giza apareció un holograma de Anu. Él me rogaba a mí, su amada Inanna, que desistiera de mi ira. Anu sabía que Marduk había escondido armas en el Ekur y no quería que su Inanna fuera lastimada. Él me ama. Anu me aconsejó que llevara a Marduk a juicio delante de los dioses. Yo accedí porque después de todo no sabía cómo iba a entrar en la pirámide y ya se me estaban acabando las imprecaciones.
Nosotros nunca antes habíamos tenido un juicio real. A Enlil lo habían desterrado por violar a su futura esposa, pero nunca fue procesado en una corte. Nadie sabía qué hacer y nadie quería juzgar a otro dios por algo que ellos querrían hacer más tarde. Se sentaría un precedente de castigo que algún día recaería sobre ellos. Puesto que Marduk había contratado a alguien para que matara a Dumuzi, ¿sería su crimen punible con la pena de muerte? Nadie quería pronunciar una sentencia de muerte sobre un miembro de la familia de Anu.
Me dijeron que me hiciera yo misma cargo del asunto y mi adrenalina todavía estaba fluyendo. Se me ocurrió el castigo perfecto: sellar a Marduk dentro del Ekur, o sea, enterrarlo vivo, sin comida y sin agua. Como ninguno quería tomar la iniciativa, todos estuvieron de acuerdo con mi plan. Se enterraría vivo a Marduk en el Ekur. Yo estaba feliz.
Yo sabía que incluso sin agua y comida, la energía de la pirámide mantendría vivo a Marduk por un tiempo. Esto le aseguraba una muerta larga, prolongada y horrible. Estaba muy complacida conmigo misma. Yo soy tan creativa y había vengado a Dumuzi. No es que hubiera estado muy enamorada de él, pero había llegado a despreciar a Marduk y lo quería fuera de mi camino para siempre. Personalmente estuve allá para las ceremonias. Sencillamente se bajaron palancas y bloques enormes de piedra cayeron uno encima del otro, sellando a Marduk en su tumba.
Bueno, incluso Marduk tiene madre. Ella no estaba muy feliz con lo que había pasado y empezó a suplicarle a Enki. Todavía más patética fue la hermana esposa de Marduk, Sarpanit, quien desfilaba desnuda día y noche frente al Ekur. Hizo todo un espectáculo llorando y golpeando las paredes con sus pequeñas manos que sangraban. Se reunió una multitud de Lulus a observar y Enki débilmente cedió.
Me presionó para que me retractara. Enki y yo éramos muy buenos amigos. Después de todo, él me había dado los MEs divinos. Entonces, renuentemente, accedí a que lo soltaran.
Yo sabía que eso era un error pero no podía discutir mucho tiempo con Enki. Entonces acepté con la condición de que Marduk hiciera ofrendas en todos mis templos para suplicar mi piedad. Se removió entonces la albardilla de la pirámide por medio de rayos de plasma poderosamente concentrados y se puso en libertad a Marduk. Si Marduk y yo nos habíamos despreciado antes, pueden imaginar que este pequeño incidente no mejoró nuestra relación. Tal vez de vez en cuando él despertaba en la noche, y oía mis gritos espeluznantes: "¡Que lo entierren vivo!" Él ya era mi enemigo y yo sabía que eventualmente buscaría la venganza. Pero mientras tanto lo habían mandado al exilio como castigo por el asesinato de Dumuzi.
Las ambiciones de Marduk de gobernar el mundo no se esfumarían tan rápidamente. Algún día regresaría. Oscuros y cavilosos, lo ojos rojos de Marduk impregnaban mi alma. Lo sentía esperando, conspirando en medio de su ira silenciosa.
***
En el sistema solar pleyadense nosotros somos recolectores de información para el Primer Creador. El Primer Creador es y nosotros somos enviados a reunir experiencias en el tiempo y el espacio. Ustedes podrían juzgarme con base en las normas de su mundo, pero yo nunca me juzgué a mí misma; yo sencillamente estaba viviendo y aprendiendo. Si una experiencia no era satisfactoria, seguía con otra.
El Primer Creador manifiesta una "matriz de matrices" a la Que llamamos Diosa Madre y a partir de ella se originan muchas otras fuentes de creación. Una multitud de seres elevados crean los Pensamientos. Éstos se convierten en sonido el cual a su vez fluye a su propio nivel de frecuencia y manifiesta las realidades.
Mis aventuras fueron parte de todo el movimiento que había sido creado antes de mí. Yo vengo de una linaje: yo soy el Primer Creador, la Diosa Madre y también soy mis antepasados antiguos de otras dimensiones y sistemas solares. Soy parte de Anu y Antu, soy Enlil y Ninhursag y llevo a mis propios padres dentro de mí. La conciencia de todo lo que vino antes de mí la expreso en mi poder para crear.
En aquella época en Terra yo no veía que mis acciones pudieran lastimar a los Lulus y a sus futuras generaciones: ustedes. Ciertamente no sabía que ese daño regresaría a mi vida y construiría la Pared.
*
Después de que Anu me otorgó el derecho de conceder la monarquía, yo volaba entre Uruk y el Valle del Indo. A través de mis rutas de comercio había un flujo abundante de granos y otros productos, mis sacerdotisas se hacían más ricas cada día y todo el mundo era feliz. No obstante, yo seguía sin marido.
Estaba en las mismas condiciones que mi tía abuela Nin. No veía ningún candidato apto para casarme. Durante los años veía como Ninhursag se volvía más retraída y rígida. Yo no quería terminar como ella. No soy el tipo de solterona y me sentía como un cañón suelto en cubierta. Yo era tan hermosa y solamente un poco despiadada. ¿Qué era lo que tenía que hacer?
Con el fin de solucionar este pequeño problema, resolví combinar el ritual de la monarquía con el del matrimonio sagrado. En esta ceremonia tan hermosa, el futuro rey se convertía en mi esposo por una noche. El templo era cubierto de flores y bañado con la luz de las velas. El aroma de las flores y los sonidos de bella música llenaban los salones del templo. Me vestían con sedas, me coronaban con una tiara de oro y los sacerdotes y sacerdotisas me conducían a la cama sagrada donde esperaba mi amado.
De esta manera tuve muchos hijos y di origen a muchos linajes reales a partir de estas ceremonias. Yo, que no tenía esposo verdadero de mi propia raza, podía disfrutar de la ceremonia de bodas una y otra vez. Entre los Lulus era muy popular la ceremonia del matrimonio sagrado, motivo por el cual ellos me amaban mucho y yo obtuve poder sobre las ciudades.
Esta costumbre de tener hijos con los Lulus era muy común entre los hombres de la familia de Anu. A Enki se le perdió la cuenta de cuántas amantes había tenido o cuántos hijos había engendrado. Mi padre Nannar y mi hermano Utu no eran diferentes. Yo simplemente le di forma a una práctica común y la convertí en un ritual detallado. Esta ceremonia del matrimonio sagrado me convirtió en la persona más apreciada por los Lulus.
Dicha ceremonia también me permitió formar hombres lo suficientemente poderosos para que me llamaran la atención. Yo les transmitía conocimiento, sabiduría y magia. La manera más segura de transmitir estas frecuencias se encuentra en el acto de unión sexual ejecutado con la conciencia más elevada y una concentración profunda. Yo soy una experta en estas cosas y muchos hombres se beneficiaron de estas iniciaciones.
Por medio de mi infusión genética, el ADN de los Lulus se fortaleció y se amplificó. Sin saberlo también yo me até a los linajes de miles de seres humanos y por ende a sus vidas futuras. Mis genes se entretejieron en un río de personas y sin yo saberlo me estaba convirtiendo en parte de ellos.
Ya saben cómo es eso; uno está sentado por ahí un poco aburrido esperando que pase algo emocionante y, por sincronía es atraído a un nuevo mundo, sin ningún pensamiento consciente en cuanto a dónde irá. La promesa de una experiencia nueva y fresca lo atrae a uno y queda atrapado en la red del tiempo. De esta misma forma yo estaba para siempre atraída por la telaraña de Terra y por las vidas de sus habitantes.
Mi hermano Utu estaba felizmente casado con su esposa, Aya, y de vez en cuando yo los visitaba. Utu y yo estábamos muy unidos y sé que él me quiere pero se mantenía muy ocupado con los transportes de Terra hacia la estación espacial y escasamente nos quedaba tiempo para vernos. Aya estaba muy ocupada con sus hijos, sus escuelas y su ropa. Ninurta y su esposa, Gula, estaban en la misma situación. Gula no hablaba de otra cosa que de sus niños.
Ninurta tenía tantas obligaciones que no tenía mucho tiempo para ver a su esposa. Yo admiraba a estas mujeres por su dedicación a sus hijos, pero eso no era suficiente para mí. No veía la hora de regresar a los templos para informarme sobre el movimiento comercial. La ceremonia del matrimonio sagrado me dio la libertad de desempeñar mis cargos y de disfrutar los placeres de muchos esposos y muchos hijos.
*
Mis ceremonias atraían hombres de todos los lugares del mundo. Yo solía observar a los hombres que entraban en los templos e indagaba sobre sus capacidades e inteligencia y me acostumbré a escoger los mejores. Entonces un día conocí a un hombre que rechazó mis propuestas: ¡Gilgamesh!
Mi hermano Utu lo había convertido en el quinto gobernante de la dinastía de Uruk. En ese tiempo yo estaba en un viaje de negocios en el Valle del Indo y mi hermano Utu estaba ansioso de concederle la monarquía a Gilgamesh. Utu lo estimaba mucho porque él pertenecía a su linaje. En una época Utu sintió una gran atracción hacia una de las sacerdotisas de mi templo y esta unión produjo un niño varón que era tan apetecible que a su vez se unió con una dama nibiruense. Su hijo era Gilgamesh y sostenía que era dos tercios Dios y un tercio humano, aseveración que según él le daba ciertos derechos.
Gilgamesh era extremadamente hermoso, lo que ustedes llamarían "un cuero". Era muy popular entre la gente, todo el mundo lo quería, y Utu estaba encantado con este rey héroe que llevaba su sangre en las venas.
Como era muy inteligente, Gilgamesh empezó a aprender todo lo que podía sobre la historia de la Tierra y la familia de Anu. Mientras más aprendía, más lo obsesionaba la idea de la muerte. Gilgamesh no quería morir. Después de todo, razonaba, él era dos tercios Dios y por lo tanto debería ser inmortal como Utu y los otros dioses. Le rogó a su madre y a su abuelo que lo ayudaran. Utu básicamente le dijo que olvidara el asunto, que los otros dioses no lo permitirían y que debía disfrutar del tiempo que se le había asignado.
Consternado y deprimido, Gilgamesh empezó a beber en exceso. Se desbordó en la comida, en la bebida, en el sexo y se volvió pendenciero. Estaba desesperado por esquivar la idea del temor a la muerte. Su comportamiento excéntrico y sus estallidos violentos interrumpían el flujo de vida normal en Uruk.
Los dioses pensaron que había que hacer algo para calmarlo. Gilgamesh necesitaba un compañero, y en el desierto vivía un hombre llamado Enkidu, quien era uno de los experimentos genéticos de Enki y un émulo en fuerza física para Gilgamesh. Los dioses decidieron capturar a Enkidu para que le sirviera de compañía a Gilgamesh.
Enkidu todavía era un salvaje y estaba en un estado inocente de telepatía con los animales de la estepas y los bosques. Con el fin de capturar a Enkidu, los dioses enviaron a una de mis sacerdotisas para que lo sedujera. Él nunca había visto una mujer tan hermosa. Hechizado por su cuerpo seductor se dejó vencer por la pasión y copuló con ella una y otra vez. Durante siete días y noches Enkidu se perdió en el mar de su belleza y en un trance de pasión extática. Cuando finalmente estuvo satisfecho, fue a buscar a sus animales amigos pero ellos ya no lo reconocían y, cuando trató de acercárseles, ellos huyeron en medio del temor. Enkidu había cambiado para siempre.
Como se sentía solo y perdido, sin a dónde ir, el pobre Enkidu tímidamente siguió a la sacerdotisa hacia Uruk, donde fue entregado a Gilgamesh. Empezaron su amistad con una lucha, examinando el alcance de la fuerza de cada uno. Cuando Enkidu probó que era un émulo para Gilgamesh, los dos se unieron fraternalmente.
Gilgamesh compartió su temor a la muerte con su nuevo amigo. La compasión de sí mismo que expresó Gilgamesh llevó a Enkidu a las lágrimas y le habló sobre un lugar que él había encontrado con las gacelas en la Tierra de los Cedros, la morada secreta de los Dioses. Allí Gilgamesh podría exigir la inmortalidad. Enlil había creado un horrible monstruo llamado Humbaba para que vigilara su dominio, la Tierra de los Cedros. Enkidu le dijo a Gilgamesh que para lograr entrar en la morada tendrían que luchar con Humbaba. Emocionados por las expectativas de un nuevo desafío, los dos se marcharon muy animados.
La morada de los Dioses existe en una dimensión diferente a la de la Tierra pero se puede entrar a través de un portal del tiempo que está situado en la Tierra de los Cedros. Terra vibra a una frecuencia diferente a la de Nibiru y nosotros podemos entrar a la vibración de Terra únicamente a través de dichos portales, puesto que son las puertas para viajar entre dimensiones. Humbaba era un monstruo holográfico que escondía un arma mortal que protegía esta entrada. Nosotros, como pleyadenses, debemos regresar con regularidad a nuestra propia frecuencia de tiempo, de otro modo envejecemos a la misma velocidad con la que lo hacen los humanos. Como un año en Nibiru equivale a 3,600 en Terra, para ustedes somos inmortales.
Desde el cielo Utu y yo observamos cómo Gilgamesh y Enkidu se acercaban al portal del tiempo y empezaban a atacar al Humbaba. Nos impresionó tanto su coraje que decidimos jugar con el holograma y les hicimos pensar que habían decapitado al monstruo. Luego los enviaríamos de regreso a Uruk como si no hubiera pasado nada.
Pensando que el monstruo estaba muerto, Gilgamesh y Enkidu yacían extenuados al lado de una corriente. Gilgamesh estaba muy sudoroso de la batalla y se quitó la ropa para bañarse. ¡Vaya! Era tan hermoso, tenía una larga cabellera negra y un cuerpo tan escultural; irradiaba tanta virilidad, que me invadió el deseo. Quería estar con él.
Desde mi nave que flotaba sobre él, grité: "Oh, Gilgamesh, deseo sentir tus fuertes brazos alrededor de mi delgada cintura y deleitarme en los goces placenteros de tu virilidad". También le ofrecí tierra y riquezas, poder y fama; lo usual.
Podéis imaginaros mi frustración cuando se negó. Hasta me insultó diciendo cómo yo había convertido a tal hombre en rana y a otro en lobo. Expresó con desvarío: "Eres un fuego de cocción que se apaga con el viento, una puerta trasera que no protege ni del viento ni de la tormenta, un palacio que se derrumba sobre los valientes que lo defienden, un pozo cuya tapa se desploma.... un zapato que muerde el pie de su dueño". No era mi culpa que hubiera vivido más que todos los hombres que fueron mis amantes.
Él siguió insultándome: "¿A cuál de tus amantes has amado para siempre? ¿Cuál de tus pastorcillos te sigue complaciendo? Vamos, deja que te mencione a todos tus amantes?"
¡Nadie se había atrevido nunca a hablarme de una manera tan repugnante y el infierno no conoce furia como la de una mujer despreciada! Yo no iba a tolerar esto ni siquiera de un hombre que fuera dos tercios dios. Fui directamente a hablar con Anu y empecé a quejarme. Afortunadamente Antu estaba allí.
Anu trató de calmarme pero también señaló que lo que Gilgamesh había dicho era parcialmente cierto. Bueno, quizás había perdido rápidamente interés en algunos de mis amantes, pero no recuerdo haber convertido a ninguno en rana. Además, yo soy Inanna, Reina del Cielo, amada de Anu, ¡y nadie me habla de esa manera!
Melosa y lentamente le rogué a Anu que me diera un arma para zurrar a Gilgamesh, un arma grande de radiación. Le dije que si no me la entregaba, desataría toda clase de terrores astrales desde las otras dimensiones. Anu sabía que yo sólo trataba de persuadirlo para que me aplacara y me dio lo que quería.
Anu me recordó que el uso de un arma tan poderosa envenenaría las cosechas. Él se preguntaba si yo tenía suficiente grano en reserva para mi gente. Cuando le dije que sí, él accedió.
Ahora veo que de vez en cuando yo tenía muy mal genio. Esta vez mi hermano Utu estaba totalmente opuesto a mi plan. Él quería mucho a Gilgamesh puesto que era de su sangre e hizo arreglos para que no funcionara el arma. Esto debió de haberle agradado mucho a Anu. Me puse furiosa porque mis planes de venganza se habían malogrado y presenté una queja formal. Anu consultó con su hijo Enlil, quien decidió que Gilgamesh y Enkidu deberían ser castigados por haber atacado al Humbaba, desafiando con su acción las armas de los dioses. Anu propuso la pena de muerte, pero Enlil no estaba dispuesto a ver morir a Gilgamesh y arregló la disputa ofreciendo matar solamente en Enkidu.
Enkidu no pudo aceptar que se hubiera negociado su muerte de un modo tan frío y cayó en un coma. Mientras el pobre Enkidu yacía enfermo e inconsciente, Gilgamesh se obsesionó más con su propia muerte y empezó a llorar y a quejarse de su destino. A duras penas se daba cuenta de que su amigo estaba enfermo. Este egoísmo completamente narcisista me convenció de que Gilgamesh realmente era uno de los nuestros, un verdadero hijo de la familia de Anu. Los dioses en medio de su compasión, tuvieron misericordia de Enkidu y conmutaron la pena de muerte. Lo enviaron a trabajar el resto de su vida como esclavo en las minas, un destino del cual no había regreso. Ningún Lulu regresaba del mundo subterráneo de Ereshkigal. Dichoso Enkidu.
En cuanto a Gilgamesh, su desesperación cada vez mayor lo obligó a presionar a su abuelo Utu para que le ayudara. Decidió buscar la inmortalidad de los Dioses con más ahínco, algo que muchos humanos también han deseado.
***
XII utu y los tuneles de las serpientes
Cuando Anu empezó por primera vez a colonizar Terra hace más de 500,000 años, ya existían miles de kilómetros de túneles subterráneos. Dichos túneles y cuevas fueron construidos por la Gente del Dragón y la Gente de la Serpiente. En esos primeros días, Anu luchó, no solamente por Terra, sino también por estos túneles, ya que son de valor estratégico crucial porque ellos albergan los portales de tiempo.
El tratado que solucionó la guerra entre los enkitas y los enlilitas le concedió a mi padre Nannar la entera península del Sinaí. Aquí se encontraba el centro de control de la misión, el puerto espacial y la entrada a los túneles. A mi hermano gemelo Utu le dieron el control de estos servicios por ser hijo de Nannar.
Utu es una persona muy dedicada al deber y nuestro abuelo Enlil le tenía toda la confianza. Utu y yo siempre nos hemos querido mucho y, como somos mellizos, estamos telepáticamente unidos,
Pero Utu tiene el mismo carácter de mi madre Ningal. Él tiene una inteligencia silenciosa, un temple de dignidad y humildad. Yo soy como mi padre: aventurera y apasionada. Con su mirada misteriosa y penetrante mi padre podía cautivar a cualquiera.
Como ya lo dije antes, Utu amaba mucho a Gilgamesh y verdaderamente quería ayudarle. Después de que se llevaran a Enkidu a trabajar en las minas por el resto de sus días, Utu fue a visitar a Gilgamesh. Bueno, inmediatamente Gilgamesh le rogó que le concediera la inmortalidad de los Dioses.
Utu le sugirió que si él podía de algún modo probar su merecimiento delante de los otros dioses, por lo menos ellos le podrían conceder una vida más larga. Después de todo, Enlil le había concedido la inmortalidad a Noé. Entonces Utu le transmitió visiones de Tilmun, la tierra de los Vivientes. Esto se hizo en los sueños de Gilgamesh para no despertar la ira de los otros dioses.
Tilmun es la tierra de los Vivientes porque está por fuera del tiempo terrestre y en una dimensión diferente a la de Terra. Como ya lo mencioné, nosotros debemos abandonar la frecuencia de Terra a intervalos regulares. Si no lo hiciéramos, nuestros cuerpos eventualmente se ligarían a Terra y envejeceríamos como los humanos. Todos nosotros viajábamos regularmente a Tilmun; allá teníamos hermosas casas. Para llegar a Tilmun uno tiene que viajar por los túneles de las serpientes.
Los túneles en sí mismos son maravillosos. En un principio se formaron mediante los gusanos de las serpientes y van en forma de círculos concéntricos con recodos interminables. El color de la luz en estos lugares es un dorado verdoso y se ve que las paredes brillan con una sustancia viscosa. La baba no es más que un sellador pero repele a los humanos bastante bien. Muchos kilómetros de los túneles están bajo total oscuridad. En muy raras ocasiones han hallado los humanos la entrada a estos túneles. Para encontrar las entradas y tener acceso uno tiene que estimular la energía serpiente lo que ustedes llaman kundalini o chi. Sin un dominio de estas fuerzas sutiles, una entrada permanece invisible. La mitología de Terra esta llena de historias sobre estos lugares. Algunos humanos en estados alterados han tropezado con ellos sin saberlo, pero muy pocos han regresado. Los chamanes de las llamadas tribus primitivas de Terra han obtenido acceso con frecuencia, pero ellos prefieren guardar silencio en cuanto a esto.
En la época presente hay siete entradas a dichos túneles. Una está localizada debajo de la Esfinge en Egipto y otra está en Jerusalén. Una tercera entrada está en el fondo del océano Pacífico cerca de un lugar llamado Vanuata. El lago Titicaca en Perú, el Monte Shasta en California y el Monte Merú en los Himalayas albergan otras tres. La séptima entrada yace bajo el grueso hielo de la Antártida. La Antártida es también la locación de un torés magnético que les da potencia a todos los túneles con energía de plasma.
*
En sueños, Utu le dijo a Gilgamesh que entrando por los túneles de las serpientes podría encontrar a Tilmun, la tierra de los Vivientes, donde vivía Noé, el sobreviviente del Gran Diluvio. Si Gilgamesh podía encontrar a Noé, tal vez éste le daría el secreto de la inmortalidad. Como los túneles eran su dominio, Utu pensó en ayudar a Gilgamesh proyectando unos cuantos hologramas útiles dentro del cerebro de Gilgamesh para guiarlo en su camino.
Yo personalmente estaba ya aburrida de todo ese asunto de Gilgamesh, eso ya no era algo para mí. Pero Utu no dejaba de contarme cada detalle del viaje del pobre Gilgamesh. Él observaba cada paso de su precioso nieto. Más tarde los Lulus compartieron su ávido interés y la leyenda de la búsqueda de la inmortalidad por parte de Gilgamesh se hizo muy popular. Ilustraba todos sus temores, esperanzas y derrotas. Si Gilgamesh no podía anhelar vivir para siempre, ¿entonces quién de su raza podría hacerlo?
En los primeros días de la colonización de Terra Enki había ampliado los túneles. A él le pareció muy lento el método de los gusanos, de modo que usó rayos antimateria para evaporar la roca. En algunos lugares este procedimiento dejaba burbujas grandes sobre las paredes que reflejaban luz de una manera muy extraña. A Enki le encantaban y estaba feliz con sus túneles de burbujas. En su laboratorio del Abzu, Enki siempre estaba inventando monstruos y criaturas mutantes genéticas, de modo que creó una buena cantidad de monstruos feos para que vigilaran las entradas a los túneles que conducen a otras dimensiones.
Con ayuda de Utu, Gilgamesh cruzó las montañas y llegó hasta la entrada de uno de los túneles. Allí se encontró con algunos de los guardianes escorpiones de Enki. Estos eran monstruos con piernas humanas y cuerpos y cabezas de escorpión. Asustaron mucho a Gilgamesh y le advirtieron que estos túneles oscuros se convertían en un laberinto de muerte para casi todos los humanos. Le negaron la entrada. Luego, como por arte de magia, Utu dio la señal para que lo dejaran pasar.
Por lo que le pareció como una eternidad, Gilgamesh vagó en oscuridad total a través del laberinto, chocando contra las paredes, lastimando su cuerpo y llamando a Utu como un loco. El aire era tan pesado que a duras penas podía respirar, pero no obstante continuó su viaje. Como veía toda clase de demonios horribles que lo empujaban contras las paredes babosas, empezó a creer que estaba loco. Se perdió todo el sentido de la orientación y su única realidad era la oscuridad.
Entonces sucedió algo extraordinario. Gilgamesh empezó a ver en medio de la oscuridad, pero no en su forma normal, sino más bien con el ojo de un dios. Los genes que había heredado de Utu empezaron a activar los conos de sus ojos. Al principio sólo veía los contornos dorados de las paredes, como en una foto en infrarrojo y, aunque pensaba que todavía caminaba en medio de la oscuridad total, los contornos le sirvieron como guía y evitaron que golpeara su cuerpo contra las paredes.
Al salir del túnel, Gilgamesh entró en el jardín de los dioses. Al principio estaba aturdido, pero empezó a refrescarse con agua y frutas. Él estaba en uno de los jardines famosos de mi bisabuela Antu. Ella los construyó no solamente en Nibiru sino también en cualquier lugar donde Anu se lo permitía. Hay muchas leyendas que hablan sobre estos jardines porque, además de frutas y flores reales, siempre hay una sección compuesta de oro y piedras preciosas. Imaginen enredaderas de uvas forjadas en oro y plata con uvas de amatista y peridoto. Abundaban hileras de trigo dorado y maíz y, entre una plétora de perfecciones artísticas, las rosas eran lo más maravilloso. Antu había convertido esta forma artística en una pasión pleyadense y las mujeres nobles competían entre sí en justas centenarias proyectando hologramas de sus jardines a través de las galaxias. Gilgamesh, ya ensangrentado y sucio de su dura prueba en el túnel, estaba debidamente anonadado. Utu le sugirió que se bañara en la piscina del jardín y luego lo dirigió a una mujer cubierta con velo que estaba sentada al borde del mar y que se llamaba Siduri. Ella era de la raza de los Dragones y les sirve vino a los dioses antes de que crucen el mar para llegar a sus hogares, Gilgamesh le preguntó cómo podía encontrar a Noé.
Siduri le explicó que ningún hombre podía cruzar ese océano. Para los Lulus ese mar era conocido como las aguas de la muerte. Gilgamesh le contó a Siduri toda su historia y le recalcó que era dos tercios dios, mientras Utu flotaba en el aire por encima de ellos. Al ver a Utu, Siduri llamó al barquero para que llevara a Gilgamesh a la morada de Noé.
El viejo Noé revivió las memorias del Gran Diluvio para su huésped, enfatizando el hecho de que fueron los dioses los que habían decidido destruir a los Lulus. Como había aprendido mucho acerca de los dioses durante los siglos, Noé sabía que nosotros no éramos de confiar y le dijo a Gilgamesh que renunciara a su búsqueda de la inmortalidad.
Pero Gilgamesh no se dejó convencer, así que Noé le sugirió entrar en un programa de austeridad para probar su dignidad a los Dioses. Quizás si Gilgamesh pudiera permanecer despierto y atento durante una semana impresionaría a los dioses y le podrían conceder su petición. Entonces el pobre Gilgamesh se sentó para probarse a sí mismo, pero inmediatamente se quedó dormido.
Exacerbado, Noé le contó entonces sobre una planta que crecía en el fondo del mar y que lo podría volver inmortal. Con valentía Gilgamesh se sumergió y trajo la planta hasta el bote, sólo para que se la robara una serpiente. A Gilgamesh, la inmortalidad de los Dioses se le había escapado para siempre, aun con toda la ayuda de Utu.
Utu estaba acongojado, pero no había nada más que mi hermano pudiera hacer por Gilgamesh. Ésa era la ley: los Lulus deben permanecer en un estado de inconsciencia, una especie de sueño. Manipulaciones genéticas les habían arrebatado su divinidad desde hacía muchos milenios. Ni siquiera el amor que Utu sentía por Gilgamesh pudo cambiar esto. Gilgamesh regresó a Uruk, donde reinó hasta su muerte y donde era conocido como el que había visto los túneles.
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Sargón fue el amor de mi vida en Terra. Juntos hicimos el amor apasionadamente, tuvimos hermosos bebés y fundamos reinos grandiosos. Lo vi por primera vez en mi templo. Él era el copero de Ur-Zababa, rey de la ciudad de Kish. Me llamó la atención porque tenía un parecido extraordinario con mi padre Nannar. Tenía sus mismos ojos. Aunque nadie sabía con exactitud quién era el padre de Sargon, yo tenía mis sospechas.
La madre de Sargon era una sacerdotisa en uno de mis Templos del Amor. Cuando nació, ella lo envolvió en mantas en una canasta de juncos y lo colocó en el río. Mientras ella oraba, cuidadosamente observaba cómo flotaba hasta llegar a un hombre llamado Akki que estaba encargado de irrigar los campos con agua del río. Akki sacó a Sargon de las aguas, lo adoptó como su hijo y le enseñó a cuidar el jardín. A medida que crecía, sus cualidades innatas de liderazgo lo llevaron hasta la corte de Kish. Pero fue su belleza y su humor lo que me indujo a amarlo. Era alto y fuerte, de pómulos altos y finos modales. Era sumamente inteligente y su propio ser imponía lealtad.
Me sentí atraída desde el primer momento en que lo vi y, para suerte mía, él sintió lo mismo. Fue como un sobre voltaje en nuestros cuerpos. No me tenía miedo ni era tímido. Él sabía lo que yo quería y me tomó como a un dios; nuestra cópula fue divina. Al principio permanecimos en un estado de éxtasis durante más de dos semanas. Aseguramos las puertas doradas de mis aposentos con la poderosa espada de Sargon y únicamente dejábamos que de vez en cuando los sirvientes nos trajeran vino y comida. Como no necesitábamos comida, vivíamos del néctar de nuestro amor y pasión.
Nuestro único deseo era yacer entrelazados en los brazos del otro y pasar horas simplemente tocando y explorando con nuestros labios y puntas de los dedos el recién hallado territorio de nuestros cuerpos. Nuestros ojos deseosos buscaban profundamente en los del otro como si ya hubiéramos estado juntos antes y de algún modo nos hubiéramos separado. A medida que nos perdíamos en la unión, nos fortalecíamos y nos convertíamos en uno.
A veces en las agradables tardes nos bañábamos en las piscinas de mi jardín bajo árboles frutales a la luz moteada del sol. Yo sólo me ponía mis joyas; collares de oro, lapislázuli y perlas caían sobre mis pechos. Una cadena de diamantes le daba la vuelta a mi cintura y brazaletes de esmeralda adornaban mis muñecas y tobillos. Sentado sobre las aguas con flores fragantes que nos rodeaban, Sargon besaba mi cuerpo con ternura, acariciaba mis pechos firmes y se tomaba el tiempo para excitar la poderosa fuerza de mi pasión hasta que yo suavemente le suplicaba que me penetrara. Su virilidad me satisfacía a medida que ondas de placer murmuraban por todo mi ser. Nuestros dos cuerpos parecían disolverse, palpitaban como una luz blanca a medida que nos convertíamos en un océano de creación eterna. La conciencia de dos como uno quedaba en el vasto silencio de la eternidad y nuestro placer se convertía en música en los reinos más elevados.
Sargon me adoraba y yo lo convertí en mi rey. Como todo lo que tocábamos prosperaba y florecía, construímos un reino nuevo al que llamamos Acadia. Allí diseñamos y fundamos una bella ciudad nueva, Agade. En Agade construímos un maravilloso templo dedicado a mí llamado Ulmesh que quería decir suntuoso y rutilante, como ciertamente lo era. A los músicos les di instrucciones para que tocaran día y noche en mi templo. Nuestro pueblo era feliz y próspero; sus casas eran construidas con lapis y plata. En nuestras bodegas abundaban los granos y las frutas, a los viejos y a las mujeres se les respetaba y nuestra juventud radiaba con la belleza de la confianza. Los pequeños jugaban alegremente en esta ciudad de amor. Sargon el Grande y su querida Inanna gobernaban el reino mágico de Acadia. Este fue un período extraordinario para mí.
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Cuando Acadia estaba firmemente establecida, yo empecé a exhortar a Sargon a que tomara más tierras. Los Lulus habían estado peleando entre ellos mismos y yo convencí a mi hermano Utu de que una conjunción bajo Sargon traería un tiempo de paz y abundancia del cual podríamos beneficiarnos todos. Utu se reunió con mi padre Nannar y con mi abuelo Enlil. Sargon le cayó sumamente bien a Enlil; quizás le recordaba a su propio hijo Nannar. Enlil le concedió a Sargon la monarquía en Sumeria y Acadia. Inventamos una nueva caligrafía llamada acadiana para anotar nuestros logros.
Yo nunca pude haber hecho conquistas de tanto alcance sin la aprobación de Enlil. En años posteriores olvidaría yo este hecho duro y frío.
La época de Sargon según el conteo del tiempo terrestre fue 2334 - 2279 a.C. Su reinado fue un tiempo de mucha gloria para mí, en esos días yo era la Reina de Cielo y Tierra en el trono. Enlil le permitió a Sargon que conquistara el mundo conocido desde Egipto hasta la India e hicimos alianzas y acuerdos comerciales con Ninurta, Nergal y Ningishzidda. Por nuestras rutas pasaban libremente los granos y el vino, el cobre y el oro y toda clase de mercancías. Nuestro pueblo se enriqueció e incluso los dioses parecían estar satisfechos. Pero de conformidad con el defecto humano de la arrogancia, Sargon cometió un grave error. Lo vi venir, el poder se le había subido a la cabeza. Empezó a pensar que era igual a los dioses y tristemente comenzó a beber en exceso.
Sargon y yo habíamos traído al mundo a una hermosa niña cuyo nombre era Enheduanna. Ella era como yo, hermosa y testaruda. Tenía el don de la poesía y se pasaba horas componiendo himnos a la grandeza de su padre, a sus conquistas y a su belleza física. Estaba enamorada de su padre y decidida a enemistarnos.
Yo no podía culparla por sus sentimientos; no había nadie en su mundo que igualara a su padre. Pero sus constantes atenciones tuvieron un efecto insidioso en Sargon. Ella se hizo sacerdotisa para no tener que casarse y esperó a Sargon en el templo. Le recitó sus poemas, le inundó su ego de sueños de juventud y virilidad y le sirvió vino. Sargon quería desesperadamente realizar un acto heroico para complacer a su hija.
Había un templo en Babilonia cuyo suelo había sido consagrado por Marduk. Era algo sagrado para él y era su manera de mantener sus garras sobre Babilonia durante su período de exilio. Él siempre había sido muy quisquilloso y posesivo en cuanto a Babilonia.
Sargon concibió una ceremonia en la cual trasladó el suelo sagrado a un nuevo lugar donde serviría como la base simbólica para una nueva Babilonia que él construiría. No se imaginó que este acto traería graves consecuencias. Cuando Marduk se enteró del sacrilegio, llevó el arma Pasupata Plasmon a su nave espacial y voló sobre los campos de Acadia y Sumeria. Ondas de radiación de alta intensidad destruyeron las cosechas en cuestión de minutos, lo que produjo un período de escasez que obligó al pueblo a rebelarse contra Sargon. Él se vio obligado a reprimir cientos de rebeliones. Hombres que una vez lo amaron y lo adoraron levantaron sus espadas contra él y las alabanzas se convirtieron en maldiciones a medida que los Lulus muertos de hambre veían que sus niños morían en sus brazos. Nuestro imperio comenzó a desintegrarse.
Yo no estaba envejeciendo y Sargon sí. El empezó a derrumbarse ante mis ojos. Con horror veía cómo sus borracheras se convertían en una pesadilla. Incluso empezó a maldecirme, a su amada Inanna. Sargon se mudó al templo para estar cerca de Enheduanna. En la noche yo yacía sola en la enorme cama de cedro que habíamos construido para los dos. Mientras brisas suaves movían las cortinas blancas de seda a través de la cama, me atormentaban los recuerdos ahora dolorosos de nuestra magnífica pasión y una fría soledad se apoderó de mi corazón. Yo no podía permitir que todo lo que habíamos edificado se esfumara. ... los tiempos pacíficos, las bellas ciudades. Tenía que enfrentarme sola al destino, tenía que luchar. No estaba dispuesta a perder lo que habíamos construido y no me importaba lo que costara.
La imagen de Sargon en su cama agonizando y temblando, con Enheduanna a su lado, todavía está clavada en mi memoria ¿Podría ser este el mismo hombre cuya fuerza me había llevado al éxtasis, el mismo hombre al que yo había coronado como rey? Para mí, el final de Sargon fue una tragedia que cambió mi vida para siempre. Ya no era la misma; una parte de mí murió ese día. La niña exuberante que corría riendo por pisos de lapis ya había desaparecido. No había príncipe que me rescatara a mí o a mi pueblo. Yo sabía que dependía de mí tomar lo que era mío, y estaba bien consciente de que los otros dioses se apresurarían a reclamar mis tierras si yo no luchaba. Me puse las prendas de guerra y desfilé entre las legiones de mis soldados montada sobre mi león.
Reanimando a mis tropas, saqué de dentro de mi ser feroces gritos de guerra. Mis soldados estaban impresionados; la diosa Inanna los guiaría personalmente a la batalla. Hombro a hombro luché con ellos como un hombre mientras me convertía en la diosa de la muerte y la destrucción. Durante dos años conduje a mis dedicados ejércitos a la batalla y maté a miles de hombres.
Uno tras otro fui colocando a los hijos de Sargon en el trono durante mi ausencia. Enheduanna escribía poemas que ilustraban mis masacres diciendo que su madre, Inanna, hacía correr ríos de sangre. Ferozmente luchando por lo que yo creía que era mío, perturbé el equilibrio de los dioses. Se citó a una reunión en casa de Enlil. Enlil y Ninurta tomaron una decisión: hay que detener a Inanna. Los dioses decidieron permitir que Marduk regresara a Babilonia. Enlil y Ninurta sabían que Marduk con gusto cercenaría las actividades de Inanna: yo que una vez quise enterrarlo vivo. Como dice el dicho, el enemigo de mi enemigo es mi amigo.
A Marduk no se le había olvidado que cuando estaba atrapado en la gran pirámide de Giza, Utu le había cortado todo el suministro de agua y, al llegar a Babilonia, inmediatamente tomó medidas para proteger la fuente de agua de la ciudad, el río Eufrates. Las fuerzas de ingeniería de Marduk redujeron los suministros de agua a las ciudades circundantes, lo que exasperó a los otros dioses. Llamaron a Nergal desde África para que dialogara con su hermano Marduk. Nergal se despidió de mi querida hermana Ereshkigal y emprendió el viaje hacia Babilonia. Entró en la casa de Marduk y empezó a adular a su hermano. ¡Qué hazaña de ingeniería había logrado Marduk! Sin embargo, había que admitir que el desvío del río Eufrates les había robado el agua a los otros dioses. Anu y Enlil estaban contrariados.
Marduk replicó que desde los tiempos del Gran Diluvio el equilibrio de poder en Terra se había cambiado de una manera inaceptable, que había sido redistribuido artificialmente y que no llenaba sus aspiraciones. Agregó que ciertas armas y fuentes de poder habían sido injustamente hurtadas a Enki y exigió que se las devolvieran a él, no a Nergal. Luego amenazó con envenenar todo el río Eufrates si no se cumplían sus demandas.
Aquí se me abrió una puerta. Siempre me había caído muy bien Nergal, quien era tan inteligente y bien parecido. Pensaba que era una lástima desperdiciarlo con mi hermana Ereshkigal. Enki ya había perdido el control sobre sus hijos desde hacía años. Nergal y Marduk estaban ahora al borde de una verdadera disputa fraternal.
Si yo pudiera aliarme con Nergal, él podría ayudarme a lograr mis ambiciones. Así que preparé una cena tranquila para mi cuñado Nergal. El aceptó gustosamente la invitación. Estuvimos totalmente de acuerdo, hicimos planes, hicimos el amor. La familia de Anu era ególatra y narcisista. Era muy fácil motivarnos a la guerra o la paz porque sólo nos movían nuestros propios intereses y lo que nos convenía en ese preciso momento. Una vez sumergidos en los esfuerzos penosos de la ambición, nosotros perdíamos de vista el carácter y se nos olvidaba la verdad sencilla de que el carácter es el destino.
Al día siguiente Nergal regresó a la casa de Marduk en Babilonia y se negoció un acuerdo. Nergal devolvería las armas y las piedras cantantes a Marduk, pero éste debería salir de Babilonia y volar a la tierra de las minas en África y recuperarlas para sí. Marduk aceptó con renuencia.
Antes de partir, Marduk le advirtió a Nergal que no tocara los controles que regulaban el río Eufrates. Como hermanos son hermanos, en el momento en que Marduk salió, Nergal entró a la fuerza a la sala de control pero para su sorpresa descubrió que toda la sala estaba llena de trampas. Cuando Nergal desmontó los controles, se soltaron venenos hacía el río. Marduk también se había ingeniado un mecanismo que alteraba los satélites que regulaban el clima en caso de que alguien destruyera su sala de control.
Sobre Babilonia los cielos se tornaron negros, arreciaron las tormentas, los ríos se contaminaron y toda el área de Acadia y Sumeria quedó devastada. Enki apreciaba mucho el sistema de riego de Sumeria y no podía soportar que el Eufrates estuviera envenenado. Furioso culpó a su hijo Nergal de este agravio destructor. A esta ira Nergal reaccionó cancelando la elevación de una estatua de Enki que ya estaba planeada. Sólo para probar un punto, y por sugerencia mia, Nergal quemó la casa de Marduk.
Como Marduk estaba en África, por lo menos temporalmente, yo coloqué en el trono de Acadia a Narim-sin, nieto de Sargon. Mi padre Nannar adoraba a ese muchacho y Nergal también lo apreciaba. Mi alianza con Nergal, basada en su enemistad con su hermano Marduk, me dio tanto poder que Narim-sin y yo pudimos continuar guerreando y conquistando territorios por un tiempo.
Supongo que ya me estaba volviendo un poco incisiva y la brutalidad de la guerra me estaba cambiando. Algunas de las historias sobre mí eran verdaderas, otras no. Yo sí entregaba los esclavos capturados a los campos de trabajo. Impulsada por la ira, la ambición y mi soledad, me volví despiadada. Me sentía y me comportaba como una loba acorralada. Las acciones de mi vida estaban empezando a aparecer en mi rostro. Mi belleza se estaba convirtiendo en algo duro y cruel. Me ponía más pintura pero eso no servía. Era colérica e irritable, excepto cuando quería algo. Me volví manipuladora para lograr lo que quería; era una arpía, una belleza convertida en bestia.
Narim-sin tuvo mucho éxito y se escribió sobre sus campañas en las tablillas de arcilla. Pero un día fuimos demasiado lejos. Llegamos hasta las Montañas de Cedro del Líbano, demasiado cerca del puerto espacial. Enlil reunió a los dioses y todos se pusieron de acuerdo: Inanna había empezado la guerra y había que detenerla. Nadie sacó la cara por mí. Se emitió una orden para mi arresto.
Yo no iba a permitir que Enlil me pusiera las cadenas, de modo que escapé en mi nave. Las tropas de Enlil llegaron hasta mi templo de Agade y, al ver que yo no estaba, se llevaron todas las armas y fuentes de poder. Yo me escondí en el palacio de Nergal en Etiopía, donde él todos los días me daba informes sobre lo que sucedía.
Entre los dioses empezó a circular el rumor de que yo había desafiado a Anu. Esto era falso, pero le proporcionó a Enlil la excusa que necesitaba. Como castigo por desafiar a Anu, destruyeron la ciudad de Agade. La bella ciudad de plata y lapis que Sargon y yo habíamos construido debía ser vaporizada. Sacaron los rayos antimateria y Agade se esfumó. Hasta este día nadie ha descubierto el lugar donde una vez existió mi querida Agade.
Enlil, con su estilo firme, trajo a sus hombres de montaña, las hordas gutianas para que tomaran Acadia. Aquellos que eran leales a mí fueron degollados. Como yo no estaba para guiarlas, mis legiones se desmoralizaron y huyeron a las estepas.
En el palacio de Nergal me sobrevino una depresión que nunca antes había sentido. La derrota y la pérdida plasmaron sus feos rostros sobre mi cuerpo mientras yo me sentaba abatida sobre mi trono durante días. Nadie me podía convencer de que comiera o hablara.
Soñé que estaba gateando por un desierto. Mi querida Ninhursag me llamó con el apodo que me puso cuando era una niñita: "¡Nini! ¡Nini!" Vi el rostro triste de Dumuzi, el esposo que no había amado. Sentí el eco de la risa asesina de mi hermana Ereshkigal. Por un momento sentí la caricia tierna de Sargon, únicamente para encontrarme sola en un nido de serpientes. Corría asustada en una helada noche y me vi atrapada en una telaraña con una enorme araña cuyos ojos rojos y garras cortantes estaban listas para devorarme. Desperté gritando. . . . gritando.
¿Era yo, Inanna, vulnerable? ¿Era yo tan diferente a los esclavos que había capturado o a las mujeres que me habían traído copas doradas de vino? ¿Estaba yo de algún modo limitada en mi poder? ¿Por qué estaba aquí, viviendo en este cuerpo azul?
*
Mi madre Ningal me envió un mensaje suplicándome que regresara a casa. Me prometió que allí estaría a salvo en sus brazos. Me dio su palabra de que mi padre Nannar había garantizado protección contra las acusaciones. Según él, yo ya había sido castigada bastante. Ella oraba para que yo regresara a casa, pero yo debía renunciar a mis caminos aventureros e innovadores.
Gustosamente viajé a Ur, el hogar de mi querida madre Nlngal. Yo, Inanna, otrora Reina del Cielo, me fui a casa de mi madre.
¿Qué hace una chica cuando lo ha perdido todo? Después de una época en la que llorando me dormía en los brazos de mi madre, empecé a sentirme como una tonta. Aquí estaba yo, Inanna, Reina del Cielo, escondida en la casa de mis padres. Cuando empecé a recuperarme me sentí un poco cohibida y avergonzada. Por primera vez empecé a reflexionar sobre el significado de mi vida y sobre lo que había hecho. En lo profundo de mi alma sentía una angustia y me preguntaba si los demás también la sentían. Era algo extraño y nuevo para mí.
A diario llamaba a mi amigo Matali y conversábamos mucho tiempo. Matali era considerado como el más sobresaliente ingeniero de energía de plasma. Era un físico que podía reparar cualquier cosa.
De vez en cuando volaba la nave de Enki por amistad, pero hacía tiempo se había desilusionado del modo de vida de los dioses. Matali se había casado con Tara y se había ido a vivir con su gente para empezar una nueva vida.
Tara era de la antigua raza de la Gente Serpiente, los Nagas, una raza que vivió en la Tierra eones antes que mi familia. La Gente de la Serpiente vino de un sector diferente de la galaxia, de Altair, para vivir en el centro de la Tierra. Matali sugirió que me fuera con ellos al Reino Serpiente. Él pensaba que el cambio me haría bien, así que vinieron a recogerme a casa de mi madre.
Tara y yo habíamos llegado a ser muy amigas en el Valle del Indo, donde ella les había enseñado a mis sacerdotisas las artes de la danza. Ella había aprendido el arte de la danza celestial de los Apsarases, los danzantes del cielo. Tara era una experta. Por medio de una concentración intensa ella podía levantar su delgado cuerpo en el aire y ejecutar movimientos celestiales de máxima elegancia y gracia. Desde las puntas de sus dedos hasta las campanas de oro que cantaban suavemente sobre sus tobillos, la danza de Tara es una expresión exquisita de sentimiento.
i Yo la amo tanto! Al verme tan desolada puso sus brazos a mi alrededor y empezó a llorar. "iOh, mi querida amiga!", expresó. Por un momento mi orgullo me impidió llorar, pero muy pronto empecé a hacerlo. La belleza de Tara no era solamente física, procedía de su interior. Ella poseía un tranquilo equilibrio de ser, una sabiduría cariñosa. Todo eso la hacía atrayente. No es de extrañar que Matali la amara. Él nos miraba fijamente y de un modo amoroso mientras llorábamos una en los brazos de otra y la nave trepaba por los cielos buscando un portal del tiempo.
El Reino de la Gente Serpiente era en verdad extenso. Dentro de Terra existen muchas ciudades que resplandecen cada una con torres de alabastro blanco. El aire es fresco y es regulado por sistemas sofisticados cuyas fuentes de energía están en los polos de Terra. Hay huertas y campos de cultivo que producen alimentos en abundancia para la gente. La Gente Serpiente posee una gran variedad de cuerpos: unos son humanos, otros mitad serpiente o reptil. Pueden ver en la oscuridad y, con sus habilidades telepáticas, pueden tener acceso a las mentes de un grupo si lo desean.
A medida que los días pasaban en el Reino de la Serpiente- yo no dejaba de hacerle preguntas a Tara; le rogaba que me entregara sus secretos. ¿Qué le daba a ella esa integridad y esa belleza? ¿Cómo podía yo lograr ese estado mágico? Tara me contó muchas cosas, de cómo su gente había venido a este planeta hacía mucho tiempo para construir sus ciudades y túneles subterráneos. Me contó que entre ellos solamente había una persona que lo sabía todo, y que se le llamaba La Sabia, la Vieja Mujer Serpiente.
Le imploré que me llevara a ella. Se hicieron arreglos para que Tara, Matali y yo viajáramos juntos a la morada de la Vieja Mujer Serpiente. Su nombre es impronunciable en su idioma actual; es un sonido que transmite amor. De los hombros para abajo es mujer, pero de los hombros para arriba tiene la cabeza de serpiente. Emana una energía que yo nunca había sentido antes y que no la he vuelto a sentir desde entonces. No es ni joven ni vieja y cuando tú tratas de mirarla fijamente se transforma continuamente ante tus ojos. En un momento es belleza exquisita, en el siguiente un demonio furioso. No obstante, uno nunca siente miedo en su presencia. Es como si ella encarnara todo lo que es, y eso está muy bien.
Cuando me senté frente a ella, hizo un ademán indicando que sabía lo que yo quería. Sabía quién era yo y todo lo que había hecho. Parecía conocerme incluso más allá de mi vida como Inanna. Era como si siempre nos hubiéramos conocido; como si de algún modo yo siempre hubiera estado en su mente. Me miraba con una curiosidad familiar y compasión. No mostró ningún deseo de controlarme o manipularme. Encontró gozo en mis aventuras, en mi deleite e irradiaba su amor incondicional.
Poco a poco todo lo que nos rodeaba se convertía en una luz dorada intermitente, el tiempo empezó a derretirse y sentí que las dimensiones convergían. En mi mente vi que Terra había existido durante eones. En este lugar de la galaxia habían existido tres esferas y esta Terra actual era la tercera. Al final de cada ciclo la esfera había sido destruida y en su lugar se había creado un nuevo planeta.
Tuve una visión de lo que fue la primera Terra. Esta época mas sutil y más amable que la de la colonia nibiruense. Había un gran amor en el planeta y lo seres que existían estaban dedicados a regresar al Primer Creador.
En ese tiempo vi un día, océanos de laderas con grupos de gente, todos vestidos de blanco sentados sobre las cuestas. En la cima de una ladera había un pabellón de mármol con columnas altas y bajo éstas había doce parejas en una hilera en forma de media luna. Empezaron a cantar: "Illiii... OHhhh... AHhhh...". Repetidas veces estos tonos fluían por las laderas hasta que todo vibraba en sonido. Había una multitud de entidades con rostros brillantes que entonaban las mismas frecuencias y, a medida que la energía incrementaba, los seres empezaban a convertirse en luz. Al principio la luz solamente rodeaba sus cuerpos, pero luego sus cuerpos eran luz. Cada hombre, mujer y niño sobre esas laderas se convirtió en una luz. A medida que sus frecuencias continuaban pulsando y ascendiendo, el sonido se convertía en una espiral. Estas energías que se formaban atrajeron hacia la luz en espiral ángeles y otros seres elevados. Finalmente el Primer Creador aspiró la espiral mientras el gozo resplandecía a través de todo el universo.
En nuestro estado de éxtasis y gozo sublime habíamos presenciado una ascensión en masa. Vida que alegremente regresaba a su fuente: el Primer Creador. De algún modo Tara, Matali y yo estábamos en ese pabellón de mármol y, no obstante, estábamos todavía en presencia de la Vieja Mujer Serpiente. Era como si no existiera la separación de los eones, como si estuviéramos simultáneamente en ambos tiempos y lugares. Por nuestros rostros corrían lágrimas de felicidad.
En nuestros corazones le agradecimos a la Vieja Mujer Serpiente y nos despedimos de ella. Nuestros cuerpos estaban cargados de fuerza eléctrica, y fue suficiente por un día.
*
De regreso en el reino de los dioses, Marduk estaba conspirando y planeando. Nergal no se había dado por vencido y esta formando alianzas con los enlilitas, los enemigos de su padre Enki. La animadversión entre los hijos de Enki y de Enlil se concentró en la atmósfera de la Tierra. Desde las profundidades del Reino Serpiente observábamos cómo los dioses se acercaban cada vez más a su destrucción.
Los hijos de Enki crecieron conscientes de que todo Terra les habría pertenecido si no hubiera sido por Enlil y sus hijos. El rencor y aversión que Enki sentía por su hermano Enlil se había filtrado en las vidas de sus hijos como un veneno. Los enkitas estaban apasionadamente decididos a vengarse y se oponían a cada paso que daba Enlil. Como Enki perdió el control sobre sus hijos, el odio de ellos socavó a la familia. Marduk y su hijo Nabu trataron de arrebatarles el poder a sus propios hermanos. Nergal no estaba dispuesto a entregarle todo su poder a Marduk y opuso la mayor resistencia llegando hasta formar una alianza con Ninurta, hijo de Enlil.
Ninurta comandaba los escuadrones de vuelo enlilitas que patrullaban a Terra. Él había conducido a las famosas Hordas Gutianas hacia Acadia para destruir lo que quedaba de mis ejércitos.
También se le encomendó la tarea de recuperar los sistemas de riego del Eufrates después de que Marduk los había contaminado.
Ninurta y su esposa, Gula, estaban apostados en la ciudad de Lagash. Ninurta, a quien le encantaba volar y comandar la fuerza aérea, también era aficionado a la construcción y la ingeniería. Esperaba ansiosamente el desafío de limpiar el río. Mas detestaba el asunto de gobernar y no tenía paciencia para la vida social que conllevan estos deberes. Su esposa Gula estaba muy dedicada a él pero Ninurta era demasiado exótico para ser compañía de alguien. Tal vez él había levantado una pared a su alrededor para desviar las constantes atenciones de Ninhursag, su dominante madre.
Ninurta se volvió muy introvertido, descuidó el control del gobierno y desaparecía durante días. Se escapaba en su nave favorita, el Pájaro Negro.
Él quería construir pirámides; desde los tiempos de la guerra sintió envidia de las grandes pirámides de Egipto e invitó a los arquitectos que habían tomado parte en el diseño y construcción en Giza para que empezaran a trabajar en Sumeria. Esto lo mantuvo ocupado por un tiempo cerca de casa, por lo que su esposa se alegró. Pero paulatinamente la tentación de volar solo en su nave lo venció. Se alejó de toda civilización y volaba sin cesar a través de montañas lejanas. Allí formó una legión de luchadores y les enseñó las artes marciales. Disfrutaba mucho de la compañía de estos hombres rústicos.
Ninurta estaba hastiado del estilo de vida de su familia, los dioses. Preocupado por nuestros conflictos eternos, él recordaba su niñez cuando Terra era todavía una aventura desconocida. Deseaba esa época cuando estaba libre de las ominosas responsabilidades de ser el hijo de Enlil. Tengo que reconocer que yo nunca llegué a comprender completamente a Ninurta. Él es una persona muy compleja, atormentado por la carga de sus deberes y una necesidad apremiante de simplemente ser un niñito juguetón, el niñito que tal vez nunca había sido.
Como Ninurta estaba fuera por largos períodos, Marduk empezó a mirar a Babilonia y sus ciudades circundantes. Él y sus seguidores empezaron a infiltrarse en los pueblos de la campiña y, empleando hologramas, se aparecía ante los líderes de ciertas tribus identificándose con diversos nombres. A estas tribus se les animó a que se inclinaran y adoraran al Dios Marduk. Él ejecutó muchos milagros para la gente, les dio poder y riqueza y les advirtió que los dioses de Enlil y su clase eran dioses falsos. Les decía que los que no lo adoraran serían castigados; condenados al infierno para siempre.
Durante siglos los humanos habían sido preparados para adorar algo que estaba por fuera de ellos, o sea a nosotros. Contra esta manipulación ellos tenían muy poca defensa.
¿Cómo iban a saber cuál de los dioses era verdadero? Ciertamente todos los dioses eran volubles; más de una vez habían dejado a los humanos abandonados a su suerte. La gente de las tribus razonaba que quizás deberían adorar al dios que les proporcionara lo mejor, o que tal vez sería mejor obedecerle a aquel que amenazaba con castigos horribles.
Marduk era un genio para confundir a la gente. Empezó a ganarse la devoción de los Lulus al corroer alevemente el poder de los otros dioses. La ciencia del control mental y la propaganda para lavar el cerebro estaban en sus primeras etapas.
Debido a la ausencia de Ninurta, Enlil tuvo que nombrar a alguien más idóneo para la tarea de gobernar Sumeria. Escogió a mi padre Nannar. Desde la ciudad de Ur, Nannar y mi madre Ningal empezaron a reconstruir las rutas comerciales normales y a restaurar la agricultura y los negocios en el área. Los templos reanudaron sus actividades normales y se construyeron nuevos zigurats.
No obstante, las cosas no estaban bien del todo. En el aire de Terra se sentía la fricción y el antagonismo. Era como si el planeta fuera un ser que no pudiera soportar los odios y disputas de los dioses. Una sensación de ansiedad empezó a rodearlo todo. La ambición y la avaricia corrían rampantes por toda la tierra; tan pronto como se Inauguraba una monarquía era destronada por otra. Las escaramuzas aumentaban mientras los estados de ánimo se exacerbaban. Los ojos de Marduk leían por encima de sus futuros dominios.
Pueden leer la historia de este tiempo, pues se escribió mucho en las tablillas de arcilla. Marduk y su hijo Nabu lucharon sin cesar para ganar el territorio y control del puerto espacial. Al lado de Enlil estaban mi padre Nannar, mi hermano Utu, Ninurta y Nergal, hijo de Enki.
Hacia el final de estas horribles guerras, Matali fue a visitar a su viejo amigo Enki. Matali siempre había estado al mando de la nave personal de Enki y los dos habían pasado muchas horas juntos. Matali le rogó a Enki que hablara con sus hijos. ¿Qué se lograría con toda esta lucha? Con seguridad la Tierra y su gente sólo sufrirían más. ¿Qué tal si los hijos de Enki y Enlil perecían en la batalla? ¿Qué le quedaría a uno de los dos patriarcas? El resultado de esta guerra sólo podría ser la aniquilación mutua, puesto que ambos lados tenían armas poderosas. Si Anu escogía el Gandiva, nadie podría evitar la aniquilación. ¿Quién podría predecir el fin de una guerra tan devastadora?
Después de escuchar a Matali, Enki visitó a su hijo Nergal y trató de razonar con él. Pero Nergal se negó; él siempre había creído que Enki prefería a Marduk. La verdad era más conmovedora: Marduk ejercía una forma sutil de control mental sobre su padre y Enki era simplemente impotente en presencia de Marduk. Nergal se enfadó mucho por los esfuerzos de Enki para que se lograra la paz con Marduk. Enfurecido le dijo a Enki que se marchara y maldijo tanto a su padre como a su hermano, prometiendo destruirlos.
Solo, el pobre Enki lloró tristemente. No sabía qué hacer y recordaba las épocas más felices, las fiestas de Antu.
*
Los profetas de la fatalidad empezaron a multiplicarse por toda la tierra. Todo sacerdote y adivino contaba historias de la destrucción que se avecinaba y oráculos en todos los templos profetizaron el fin del mundo. Muchas de las predicciones eras absurdas y nunca se cumplieron, pero era como si la gente estuviera adicta a
estos pronunciamientos. Mientras más horrorosas eran las predicciones, más gente pagaba por escucharlas. ¡Los profetas estaban en verdad haciendo su agosto!
Se levantaron nuevos edificios para albergar a los Lulus que deseaban reunirse para llenarse de temor. Entre las profecías más populares estaban los cuentos de escasez de alimento y la devastación de ciudades enteras, mientras que los terremotos y diluvios luchaban por el segundo lugar. Los Lulus pagaban todo su dinero por venir y escuchar estos cuentos, que los asustaban hasta la locura. Este temor generaba una energía de la cual Marduk aprendió a alimentarse, y empezó a fomentar el miedo proyectando imágenes holográficas en el cielo y creando escenas aterradoras. Experimentó con la energía de ese temor, manipulándola y modificándola para saciar su apetito. Era mejor que la carne humana y más fácil de administrar.
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Las profecías se volvieron autorrealizables. Un día terrible los ejércitos de Marduk cayeron sobre Nippur, la ciudad sagrada de Enlil. Ninurta sacó sus tropas para defenderla, pero el templo y los tronos sagrados ya estaban destruidos. Enlil respondió de una manera implacable ordenando la destrucción de Babilonia, la ciudad preferida de Marduk, así como de todos sus centros logísticos.
Enlil citó al consejo de guerra y se le hizo a Anu la temida pregunta. El arma Gandiva sólo podía activarse bajo la orden de Anu porque, una vez desencadenada, no se podía predecir el resultado. Nergal trató de reunirse por última vez con su hermano Marduk. Si éste renunciaba a sus pretensiones de dominio supremo, el Gandiva permanecería inactivo. Enki, quien estaba presente con Marduk y Nabu, parecía estar en un estado de ceguera, como si su voluntad hubiera sido minada. Sumido en la oscuridad, Enki arrojó su ira y frustración sobre Nergal, por lo cual la ira de éste aumentó. Decidido a usar el Gandiva, Nergal dejó a Marduk y a su padre. Ahora ya nada podría detenerlo.
Todos los dioses estaban conscientes de los peligros posibles del Gandiva. Incluso Marduk sintió miedo cuando se dio cuenta de que su hermano Nergal estaba dispuesto a usarlo.
Anu se llenó de angustia. La envidia de sus hijos había llevado a Terra a este estado. Se dio cuenta de cuán débil se había vuelto su hijo Enki y prefirió destruir las ciudades y el puerto espacial más bien que permitir que todo quedara en las manos del turbulento Marduk. Anu y Enlil veían algo oscuro, casi perverso, en Marduk y sus ambiciones. Él quería apoderarse del planeta Terra, arrebatarle el poder a Anu e incluso gobernar las Pléyades. Se había convertido en una amenaza seria, una especie de máquina que devoraba todo lo que encontraba a su paso. Sin sentimiento, sin corazón, sin gozo de ser, sólo pensaba en una conquista despiadada.
Anu desencadenó el Gandiva. "Una llamarada de luz, filosa como una hoja de afeitar y más poderosa que el sol, con un movimiento en forma de zig-zag. Aunque se apuntaba a objetivos específicos, esta arma de perdición no hacía distinciones."
No sólo se destruyó el puerto espacial; muchos otros lugares importantes para Marduk desde el punto de vista logístico desaparecieron. La península del Sinaí fue destruida totalmente. Pero había algo primordial que no habíamos planeado y que no podíamos controlar: el viento.
Es irónico que el nombre de Enlil puede significar " El Señor del Viento", pero en ese momento ni Enlil ni ningún otro dios pudo controlar los vientos que soplaban sobre Sumeria. Nubes de radiación arrasaban las llanuras matando todo ser humano y animal a su paso. El envenenamiento por radiación desintegraba las células de sus cuerpos, la piel caía de sus huesos, su sangre se evaporaba en los ardientes vientos y morían en medio de un dolor agónico. Los que estaban en la periferia fueron los que más sufrieron porque su muerte fue más lenta. Las tierras quedaron negras con los fuegos nucleares y las aguas quedaron envenenadas.
A salvo en sus naves, los dioses observaban una vez más cómo su frenesí destruía de nuevo millones de vidas. Pueblos enteros desaparecían; animales y cosechas, puentes y zigurats se esfumaban de la superficie del planeta, mientras Terra se agitaba violentamente. ¿Qué habían hecho ellos? Solamente unos cuantos sobrevivientes permanecieron en medio de la espantosa devastación de lo que una vez fue un planeta verde y hermoso. La violencia del Gandiva y las nubes de radiación crearon un impacto que se convirtió en una onda que envió una señal hacia el sistema solar.
Moviéndose más allá de los últimos planetas del sol, la señal viajó por toda la galaxia hasta llegar a otros sectores. Allende la vastedad del espacio, la señal fue recibida por el Consejo de la Federación Intergaláctica. Esos pleyadenses que se divertían en el planeta Tierra habían ido demasiado lejos; había que detenerlos. Un comportamiento tan irresponsable era inadmisible. Habían alterado el equilibrio de todo el universo.
Se hizo un llamado y todos fuimos citados al Gran Salón del Consejo de la Federación Intergaláctica.
*
Nosotros habíamos estado tan sumidos en nuestro juego y en nuestras broncas que olvidamos por completo al resto del universo. ¿Quiénes eran estos intrusos que se atrevían a interrumpir nuestro juego? Anu sabía muy bien quiénes eran ellos y nos convocó a todos con autoridad.
***
El Gran Salón del Consejo Intergaláctico era una sala de reunión inmensa con techos transparentes y arqueados que daban al espacio infinito. Anu, Enlil, Enki, Ninhursag, Nannar, Ninurta, Nergal, Utu y yo estábamos todos formalmente sentados en el círculo del Consejo. Marduk no quiso asistir. De repente yo me sentí pequeña y me alegré de que Anu estuviera allí, pero hasta él parecía disminuido en este lugar. La sola presencia de los miembros del Consejo nos volvió humildes, un sentimiento al que no estábamos acostumbrados.
Los Doce Superintendentes del Consejo eran una muestra representativa de las galaxias. En el auditorio había cientos de otros representantes de todo el universo.
¡Tantas especies! Había miembros
De Sirio, Andrómeda, Orion, Arcturo y muchos otros sistemas solares.
Los Etéreos estaban muy bien representados. Ellos tienen una frecuencia vibratoria muy alta. A veces se ven sólidos, otras veces transparentes o translúcidos y se dice que están por encima de la polaridad, aunque yo todavía no he experimentado ese estado. Yo no sabía por qué, pero parecía que los Etéreos tenían la última palabra en la conducción de la reunión.
También vi seres que eran esferas o bolas de luz y volaban alrededor de ti, transformándose en los colores del espectro; primero dorado, después rosado o turquesa. Poseían la habilidad singular de entrar dentro de ti con permiso, de llenar tus células con luz y, por medio de esto, conocer la suma total de tu ser. Me pareció que esto era una manera muy interesante de comunicarse. Yo estaba feliz con todas estas nuevas experiencias cuando la disposición de ánimo en el Salón cambió.
Cuando Anu se puso de pie delante de Los Doce, de ellos salió simultáneamente un sonido el cual se convirtió en palabras que fueron claramente entendidas por cada raza: "¡NO INTERFERENCIA!"
No interferencia es la ley del universo del libre albedrío y nosotros, dijeron Los Doce, habíamos violado esta ley al interferir directamente en la evolución de una especie. La ley afirmaba que era posible ayudar a la evolución de los seres si, y solamente si, ellos solicitaban esa ayuda. Alterar su ADN y romper los campos electromagnéticos de un planeta entero con el arma Gandiva era algo monstruoso e ilegal.
Yo pensaba para mí que este concepto de libre albedrío debía ser como el mercado libre en Terra: es solamente libre cuando les sirve a los que están en el poder. Me parecía que este Consejo estaba tratando de presionarnos al interferir con nuestro libre albedrío.
Para el Consejo era obvio que no entendíamos muy bien, de modo que nos explicaron cuidadosamente que no nos iban a castigar, a volar en pedazos o a confiscar nuestros juguetes. Con todo, algo nos sucedería. Un estado de conciencia, una energía, una disposición de ánimo que reflejaba la totalidad de nuestras acciones en Terra llegaría hasta nuestro mundo. Esta energía lentamente pero con certeza ahogaría la creatividad y espontaneidad de nuestras vidas. Nos veríamos bloqueados, incapaces de evolucionar. El Consejo llamó a esta energía la Pared. Claramente explicaron que nosotros no éramos víctimas, que nosotros mismos habíamos creado esta Pared. Era nuestro propio invento. Nosotros no les creímos.
También nos prohibieron rotundamente usar el Gandiva otra vez. El hacerlo se consideraría como un acto de guerra y pagaríamos las consecuencias. Si nosotros no creíamos que sus armas eran más poderosas que las nuestras, tal vez nos podrían mostrar hologramas de otros grupos errantes que habían sido aniquilados por violar la ley. Agregaron que sus armas no solamente destruían civilizaciones sino que eran tan poderosas que podían vaporizar las almas de los habitantes. ¡Ellos nos podían regresar a la mente del Primer Creador para no existir más, no nos darían la posibilidad de encarnar en ninguna forma! Por mi bello cuello azul subió un escalofrío.
El Consejo continuó diciendo que más tarde en nuestro desarrollo sería obvio para nosotros que habíamos estado en la fase adolescente. Desavenencias como las de Enki y Enlil pasarían con el tiempo y habrían servido para un fin. Mientras tanto no se nos permitiría destruir planetas o fracturar el tiempo con estas explosiones. Recordad. Ellos concluyeron con la palabra ¡RECORDAD!!! Anu estaba visiblemente aturdido; yo nunca lo había visto así. Yo traté de hablarle pero él ni siquiera me notó. Anu regresó a Nibiru, Enki y Enlil volaron a la estación orbital. Los tres quedaron en comunicación permanente.
En medio de todas las discusiones y reparos, donde cada hijo culpaba al otro, apareció en nuestras pantallas de comunicación un mensaje urgente: Marduk había sitiado todo el sistema solar pleyadense. Durante muchos años en secreto había fabricado ejércitos de clones y los había entrenado en un planeta abandonado. El temor que había aprendido a sacar de la raza humana le servía ahora como alimento y energía para apoyar este proyecto impresionante. Con un ataque sorpresivo entró a las Pléyades y destruyó la monarquía gobernante. Ahora tenía todo bajo su tiránico control y le ordenó a Anu que se rindiera o de lo contrario destruiría a Nibiru. Anu escapó con Antu a un sistema vecino.
Todos estábamos sobresaltados. Enki y yo volamos con Matali al centro de la Tierra para escondemos en el profundo mundo subterráneo del Reino Serpiente, donde estaríamos a salvo de los restos de la radiación del Gandiva. Enlil salió para unirse a su padre Anu. Los dos estaban decididos a desarrollar un plan para recuperar a Nibiru y liberar a las Pléyades.
A salvo, y más allá de las frecuencias de tiempo del planeta desolado, nuestra familia observaba con horror cómo Marduk empezaba a apoderarse de lo que quedaba de Terra y sus habitantes. Con el tiempo se apoderó de su planeta. No utilizó ejércitos para conquistar Terra, usó la propaganda. Los sacerdotes de Marduk acusaron a Enlil de desatar el terrible Gandiva contra los indefensos humanos. Era, después de todo, la verdad y por eso Marduk hizo que los habitantes de Terra se volvieran en contra de Anu y Enlil.
Marduk hizo todo lo posible por difamarme. Decía que yo era una bruja malvada que devoraba a los hombres y convertía mujeres inocentes en prostitutas. Como codiciaba mis templos y las tierras que poseían mis sacerdotisas, inició una campaña de difamación para destruir a estas mujeres. Mis sacerdotisas, quienes estaban muy bien entrenadas en negocios y en las artes, fueron acusadas de magia negra, de lanzar conjuros por toda la tierra. Siempre que algo salía mal, ya fuera una tormenta o una falla en las cosechas, les echaban la culpa a mis mujeres. Y Marduk se encargó de que muchas cosas salieran mal. Mis bellas sacerdotisas fueron encarceladas, golpeadas, torturadas, violadas y quemadas vivas. Se confiscaron todas sus propiedades. Marduk se estaba vengando de mí, la que ordenó que lo enterraran vivo.
En el Reino Serpiente, yo yacía en una pequeña cama en un cuarto cómodo pero no me daba cuenta de lo que había a mi alrededor. En el ojo de mi mente vi cómo los hombres de Marduk desfiguraban y mutilaban mis templos. Todas las imágenes de las diosas fueron reemplazadas por la suya propia. Talló su nombre en piedra por encima del mío y reescribió la historia, convirtiéndose a sí mismo en el héroe de cada cuento y leyenda. En medio de una agonía impotente vi cómo mis sacerdotisas sufrían todo tipo de humiIlaciones. Hay tantos cuentos de hadas sobre vírgenes a las que se llevan los dragones y las encadenan en cavernas oscuras. Estas historias están basadas en la verdad, pero no había ningún caballero en armadura que viniera a rescatar a mis bellas sacerdotisas.
Marduk no se detuvo con mis mujeres; no estaría satisfecho hasta que aplastara a todas las mujeres. Para lograr esto, usó a los hombres. Les dijo a los humanos varones que ellos eran superiores, que la mujer había sido creada de la costilla de un hombre para que le sirviera. Mentiras, mentiras salían a borbotones de la boca de los sacerdotes de Marduk.
A medida que las mujeres perdían su posición de respeto, los hombres a su vez perdían parte de sí mismos. Las cosas no volvieron a ser iguales. Incluso hacer el amor se convirtió en una guerra. Como Marduk quería más subditos para controlar y más energía del temor que se generaba, fomentó la procreación de sus subditos. En la luna de Terra colocó un aparato electromagnético que conectaba la ovulación femenina con sus ciclos. Ni siquiera los animales de Terra se podían preñar con tanta frecuencia como sus mujeres. Marduk quería producir el temor como una mercancía, así que les ordenó a los Lulus que se multiplicaran. Esto le daría más subditos para tiranizar y así podría generar más energía a partir de su temor.
El temor se convirtió en la mercancía más valiosa para Marduk. El temor imperaba: temor a la muerte, temor al castigo, temor al conocimiento. Con una fuente tan ilimitada, Marduk podía alimentar a sus legiones de clones y Terra se convirtió en una central eléctrica para Marduk y sus tiranos.
Y tiranos eran; desde los gobernantes de los países hasta los administradores de compañías, la tiranía era la ley. Imponer la voluntad de uno sobre otro era la expresión más altamente valorada de la vida humana. Con la tiranía llegó su amiga, la avaricia. Y como nadie puede estar cerca de aquellos que controla, las cosas, los trofeos de la conquista y el control reemplazaron al amor. El placer se definía en términos de posesión y los objetos reemplazaron a la intimidad.
Desde el Reino Serpiente, yo vi el futuro de este mundo proyectarse ante mis ojos. Vi cómo Marduk se volvía más y más astuto en sus técnicas de control y de generar temor sobre los Lulus. Sacerdotes y políticos desfilaban delante de mí; los estilos cambiaban, pero la tiranía fundamental permanecía intacta. Una garra invisible se esparció por las mentes y almas de los habitantes de Terra.
Marduk perfeccionó la manipulación con la llegada de los medios de comunicación: televisión y periodismo. Repetidamente los humanos eran entrenados para adorar algo fuera de sí mismos; no se les animaba a mirar hacia adentro. Siempre había alguien allá para adorar, alguien que era mejor y más elevado. Dudando de sí mismos, los Lulus escuchaban sin cesar a los "expertos", quienes a su vez se contradecían entre sí aumentando de este modo la confusión.
Los humanos que lograban pensar por sí mismos eran excluidos como desadaptados, eran castigados o en el mejor de los casos los hacían sentir culpables. Si uno lograba algo, los otros se sentían inferiores y se fomentó el sentimiento de culpa. La psicología se hizo popular y los humanos les daban el dinero a aquellos que escuchaban sus sentimientos de culpa y temor durante horas, días, años. Para Marduk la culpa era tan nutritiva como el temor.
Si había una escasez de temor Marduk ocasionaba una hambruna, un terremoto o un huracán. Esto podía ser real como suceso real en la naturaleza, o podía simplemente ser un holograma o un programa de televisión.
Desde mi pequeña cama, el futuro de Terra se veía desalentador.
*
A medida que viajaba por el tiempo, de repente empecé a comprender como un rayo que golpeaba mi cerebro cansado, que Marduk éramos nosotros. Él era el inconsciente colectivo de la familia de Anu proyectado sobre Terra. Lo habíamos creado del mismo modo como habíamos creado todo lo de nuestras vidas. Cada uno de nosotros había dado a luz a Marduk en esta dimensión. Obviamente, si lo habíamos creado, también podíamos deshacernos de él. ¿Pero cómo?
***
Fui a ver a mis amigos Matali y Tara y les dije que deseaba regresar a ver a la Vieja Mujer Serpiente. Tara me guió hacia sus cavernas y ella no pareció sorprendida de verme. Aunque no pronunció palabras, yo comprendí que debía emprender un viaje sola.
La sabia dama me condujo a un túnel oscuro. En el extremo del túnel vi un óvalo transparente, como una matriz rodeada de una cascara translúcida de luz suave incesante. Entré y me senté durante un tiempo que me pareció una eternidad. No sucedió nada. Empecé un programa de austeridades, disciplinas para elevar mis frecuencias por medio de la concentración. Respiré, originé tapas, calor divino, ayuné. Me paré estática sobre un dedo del pie durante dos mil años; me postré, lloré. Mi alma se derramó hacia ese óvalo a medida que el silencio me abrumaba.
No obstante, nada sucedía. Repasé mi vida como Inanna. Todo lo que había sido o hecho pasaba a través del ojo de mi mente. El deseo vehemente de verdad y conocimiento abrumó todo mi ser y mi cuerpo hermoso se levantó y se sacudió en medio de sollozos y desespero. Finalmente, olvidé el desespero y me perdí en un calor de fuego, mientras sacrificaba mi orgullo y ya no sabía quién era. El ego de Inanna se desvaneció.
A medida que toda identidad caía de mi ser como las lágrimas de mis ojos, se empezó a formar una luz frente a mí. Lentamente, esta luz asumió la forma del ser más exquisitamente bello que yo haya visto. No era ni hombre ni mujer, pero su forma era humana. Estaba compuesta de miles de lucecitas que disparaban y se movían constantemente en colores cambiantes. El rostro era el rostro de mil seres e irradiaba todo lo que yo esperaba poder ser; gracia, sabiduría y cualidades para las cuales no tengo palabras.
"¿Cuál es tu nombre?", pregunté.
El Ser contestó de esta manera:
"Tengo muchos nombres de una multitud de experiencias y estados de ser, pero mi verdadero espíritu, donde reside mi alma no es más que una frecuencia de luz, no es un nombre. Yo soy lo que no puede ser nombrado. Si buscas darme un nombre, di que soy Altair de Alción, Estrella de Estrella. Yo soy aquello que tú siempre has sido.
"Tu deseo vehemente de la verdad me ha traído acá. Estos son los momentos de tu despertar; atesóralos. La revelación se está dando ahora en esta escapada del tiempo. Tú eres un sistema de reacción. Yo me conecto contigo. He estado alineando tus circuitos para que haya una mejor recepción. Armonízate conmigo.
"Recuerda, amada. Recuerda tu verdadero Hogar. Cuando el tiempo comenzó para ti, eras una luz blanca pura. Ahora tú tienes muchos colores, muchos matices, muchas experiencias. Flotas a través de un mar de infinitud, latiendo belleza. Te amo inmensamente".
Sentí que una brisa suave acariciaba mi cuerpo. El inmenso amor de este ser me rodeó sanándome y secando mis lágrimas. Me sentí más ligera y por mi cuerpo corrieron ondas de suprema alegría.
El ser habló de nuevo:
"Te amo, Inanna.
NUNCA te juzgué.
Me regocijé con tus logros, con tu coraje.
Lloré cuando tú lloraste.
Busqué sabiduría en tu belleza.
Te apoyé en tus horas más difíciles.
Nunca estuve separado de ti. Te permití ir por los caminos que escogiste para que me trajeras experiencias.
¿Haría cualquier ser menos por su hijo, su creación?
En apacibilidad de nuestro encuentro, me abro a ti.
Me apresuro a ti para llenarme dentro de ti y de ti.
Tú eres mi creación y con ansiedad he esperado tu retorno.
Sin exigir tú vuelves a mí, suavemente como las flores siguen al sol.
¡Oh amada mía, unidos estamos!
Desde todos los senderos y caminos,
a través de los largos y solitarios corredores del tiempo,
como las corrientes de la Tierra,
como la sangre que fluye por tus venas,
nos encontramos en el corazón.
Para quemarnos allí en los fuegos de nuestra Realización".
¡Así era! Yo estaba encendida, todo mi ser ardía en amor y experimenté un éxtasis que nunca antes me había imaginado. En silencio, el ser transportó un entendimiento a mi mente. El amor se vació dentro de mí con una fuerza de pasión indescriptible. Dentro de mi corazón sabía lo que haría. El calor del fuego me cambió para siempre.
Vi mi futuro. Descendería hacia la forma humana, me convertiría en un humano e intentaría activar el gen divino en mis Proyecciones, los seres humanos que yo había creado. Me separaría en porciones variables y asumiría muchas encarnaciones. Me atrevería a ser vulnerable y a nacer en la carne humana. Escogí una gama de experiencias a través de castas particulares. Aunque iba a descender al tiempo de la Tierra, yo sabia que este Ser de Luz estaría conmigo siempre y que ya nunca estaría sola.
*
Tengo que admitir que al principio estaba un poco renuente a encarnarme en la forma humana. Yo sabía exactamente qué se le había hecho al ADN humano y cuán difícil sería recordar quién era una vez estuviera encarnada. Pero yo estaba decidida.
Decidí comenzar lentamente. En las montañas del Himalaya vivía un grupo de humanos que se habían reunido en búsqueda de la sabiduría. Con la oración y la meditación ellos esperaban que les llegara una visión que les mostrara la verdad. A manera de experimento, produje una imagen holográfica de mí misma un poco modificada y me les aparecí. Llevaba puesta una túnica blanca y me rodeé de una modesta cantidad de luz. Me enfoqué en el pensamiento de amor que me mostró el Gran Ser en el óvalo. Concebí una columna de luz que salía del óvalo, pasaba a través de mí hacia las montañas y a los corazones y mentes de estos buscadores.
Su inocencia y gratitud me impulsaron a amarlos, y mientras más los amaba, más sólida me volvía. Tenía un poco de miedo, pero no podía evitar amarlos. Su gozo era una apacibilidad que nunca había conocido. A medida que mi densidad física aumentaba, yo sabía que rápidamente olvidaría y no recordaría quién era ni qué había venido a hacer aquí. Pensé en todos los otros en los que me convertiría. La fuerza de mi amor y compasión puso en movimiento cien vidas, mientras yo, Inanna, disfrazada de Lulu, descendía a Terra para experimentar todas las limitaciones de la carne y de la sangre.
Yo esperaba encontrar que mi tarea iba a ser fácil, una aventura más. Después de todo, yo como Inanna era de una frecuencia de tiempo diferente y estaba acostumbrada a viajar en el tiempo ¿Qué tan difícil podría ser? No obstante, fui demasiado optimista. La densidad de las frecuencias de la Tierra, aunada a un cuerpo cuyo ADN desactivado solamente permitía un décimo de su función cerebral, me dejaron abrumada por los cinco sentidos. La confusión y el temor me invadieron vida tras vida. Las técnicas de lavado cerebral de Marduk, la propaganda y el control por medio de las frecuencias fueron demasiado para mí. El sistema religioso de la época simplemente me aplastaría y yo me perdería.
*
Como hombre, escogí la vida de un sacerdote en Atlantis. Yo era el guardián de los cristales sagrados. Me enamoré de una virgen santa, la violé y mis compañeros me ejecutaron. En la antigua Irlanda me convertí en un poderoso guerrero. Esgrimiendo mi hacha, decapité a miles de hombres y amontoné sus cabezas al frente de mi castillo como ostentación de mi riqueza.
Empecé a beber en exceso y golpeaba a mi esposa. Un día mientras dormía, mi esposa y mi hermano persuadieron a mi hijo de que me cortara el cuello, robando de esta forma mi vida y mi riqueza. En Egipto me convertí en el bibliotecario de la gran tienda de los papiros y las tablillas de arcilla de Alejandría. Como le temía a todo sentimiento, vivía solo en medio de la palabra escrita. Morí como un hombre rígido y solitario cuando los soldados romanos le prendieron fuego a la biblioteca.
Como mujer, fui una bailarina en Cachemira. Esto lo hice en honor de mi amiga Tara. Era una huérfana que llegó al palacio gracias a la danza y decidió educarse aprendiendo lenguas y arquitectura. Era muy admirada por los hombres, pero las mujeres del harén me despreciaban y me envenenaron. En el occidente de América fui una niña india que montaba en ponis y cazaba en las praderas. Mi nombre era Doncella del Cielo y, comunicándome con las estrellas, bendije la Tierra con las energía de los cielos. Enamorada de un indio valiente y buen mozo, Pluma de Fuego, morí al dar a luz cuando Un curandero supersticioso me amarró al piso de mi tipi. En España me convertí en una hermosa mujer judía. Durante la Inquisición fui encarcelada, torturada y quemada viva. Antes de morir bajaron ángeles para liberarme de mi cuerpo y mi dolor.
Me convertí en muchos seres. Experimenté la vida como hombre y como mujer. Recorrí los mismos caminos que los humanos han recorrido. Sentí lo que ellos han sentido, la misma esperanza y el mismo desespero. Tuve un niño en mis brazos; fui una niña huérfana. Degollé a muchos hombres y amé a muchos otros. Me pregunté amargamente, ¿qué importaba? ¿Qué importaba nada?
Suplicando ayuda, me senté sobre el piso frío y miré firme y vehementemente a las estrellas. Traté de recordar.
***
Ninhursag se unió a su hermano Enki en el Reino Serpiente. Desde allí ellos observaron mis encarnaciones humanas con profundo interés. Los dos habían creado la especie humana hacía mucho tiempo y sabían sobre la posibilidad de activar los genes "divinos" a pesar del velo que representaba el control de Marduk. Mi tía abuela Nin estaba muy entusiasmada con el potencial ilimitado que yacía latente dentro de cada ser humano. Ella siempre había amado a sus Lulus y Enki los había salvado de su total aniquilación después del diluvio y quería una oportunidad para ayudarles otra vez. Además, el desafío de esta empresa le parecía muy seductor. De modo que Enki y Ninhursag se me unieron en el descenso hacia la forma humana.
Todos sabíamos sobre los peligros que nos esperaban. Era posible que no recordáramos quiénes éramos; posiblemente nos perderíamos. Prometimos ayudarnos mutuamente a recordar cuando fuera y del modo que fuera posible. Otros dioses siguieron nuestro ejemplo. A mi madre Ningal y a mi padre Nannar se les unieron mi hermano gemelo Utu y su esposa. Ninurta siguió a su madre Ninhursag porque quería protegerla. Incluso mi media hermana Ereshkigal y su esposo Nergal escogieron encarnar como humanos. Muchos otros descendieron a sus propios linajes, encarnándose en aquellas estirpes que habían creado y de las cuales ya eran parte.
En cuanto a sus experiencias, tendrán que preguntarles. Tal vez ellos son ustedes.
*
El Consejo Intergaláctico estaba muy impresionado por nuestro compromiso valiente de remover la Pared. El aburrimiento se puede convertir en una motivación efectiva. Del Consejo salió otro mensaje que tenía que ver con el planeta Terra. A Marduk y sus seguidores se les transmitió una versión especial.
Nadie que esté por fuera de las frecuencias de Terra debe interferir en ella. Era necesario dejarla sola, permitirle que evolucionara sin intervención hasta el fin del año 2011 D.C. Terra sería protegida por un batallón de naves de todas las partes de las galaxias apoyado por el Consejo.
Este acuerdo terminaría en el año 2012 D.C, año en el cual Terra experimentaría una división dimensional y se separaría en dos dimensiones definidas. Cuando en el universo las disputas no se podían resolver pacíficamente, tales conflictos se dirimían por medio de una separación dimensional. El tiempo y la realidad física son muy similares a las capas de una cebolla. Los mundos pueden y, de hecho, existen dentro de otros y las existencias dimensionales se sobreponen y se entrelazan.
Esta separación sería apenas perceptible a los habitantes de Terra y a todos se les daría suficiente tiempo para escoger entre las dos dimensiones. La naturaleza individual de cada ser humano tomaría la decisión. Nadie escogería por otra persona.
Una Terra contendría las frecuencias de la llamada Luz y existiría dentro de lo que se llama la cuarta dimensión. En esta dimensión los pensamientos que tuviera un individuo tomarían forma porque cada pensamiento se manifestaría instantáneamente y cada uno llegaría a la conclusión de que es el creador de su propia realidad. Todos los habitantes de Terra sabrían que ellos solos fueron responsables de todo y a cada uno se le garantizaría el derecho inherente a ser soberano y a crear.
La otra Terra quedaría en manos de Marduk y sus tiranos. Aquellos que quisieran que se les dijera qué hacer, cómo pensar y que no quisieran ejercer su derecho a elegir, permanecerían bajo su control. Los seres podrían continuar experimentando la vida bajo el escudo de sus reglas a medida que la tiranía continuaba reinando y a Marduk se le permitía tener su propia experiencia. Parecía que había muchos que estaban contentos de tener a alguien que pensara por ellos y había muchos que querían continuar adorando algo que estuviera fuera de ellos.
Cuando Terra se convirtiera en dos mundos diferentes, no habría juicio. Un día los humanos sencillamente se encontrarían en la dimensión que mejor les acomodara y apenas notarían el cambio, aunque podrían quedar algunos vagos recuerdos, incluso unos cuantos mitos en cuanto a un pasado lejano.
En el ínterin, el Consejo y los Etéreos quedarían como guardianes sobre Terra. No habría guerras ni se permitirían conquistas desde el espacio. Claramente había muchas otras civilizaciones de otros sectores que también pretendían apoderarse de Terra. Muchas aseveraban que también habían dejado sus semillas en un pasado muy lejano y regresaban a recobrar sus derechos. Parece que este pequeño planeta azul es muy valorado por muchos. Sin duda en Terra debe de haber algo más precioso que el oro.
*
De alguna manera todos hicimos trampa. Nosotros sí interferimos. Entramos en cuerpos humanos para tratar de activar el gen "divino". Nosotros queríamos fomentar el pensamiento original y promover también una rebelión contra la tiranía. No obstante, nos dimos cuenta de que era algo muy difícil y a menudo nos ejecutaban de maneras horrendas por estas acciones subversivas. Tuvimos éxito en la creación de algunos hologramas inspiradores, algunas visiones edificantes y otras experiencias "santas". Y a algunos de sus mejores pensadores les entregamos algunos secretos tecnológicos.
Por supuesto Marduk también hizo trampa. Con el fin de ganar conversos, generó muchos hologramas aterradores. Él se especializaba en separar la religión del resto de la vida y dio origen a muchas formas de adoración con numerosas burocracias para gravar y gobernar a los Lulus. Creó una nueva religión que no tenía nombre oficial pero que se conocía como el consumismo. Hombres y mujeres llegaron a considerar las cosas como más importantes que las personas. A la gente se le medía por el número y la cantidad de sus posesiones.
Un altar, una caja electrónica que emitía imágenes, se instaló en cada hogar para entrenar a la gente a adorar las cosas y adquirir más de ellas. Este altar consumía la mayor parte del tiempo de la gente. El resto del tiempo se utilizaba para conseguir dinero para comprar cosas. A los niños se les dejaba solos en casa frente al altar, mientras sus padres se dedicaban a la búsqueda de más posesiones. Sólo unos pocos se dieron cuenta de cuán vacía se había vuelto la vida. Marduk tuvo cada vez más éxito.
Cuando los Etéreos se enteraron de la estrategia del altar, decidieron enviarle a la gente de Terra un regalo. Desde el centro de la galaxia, empezaron a transmitir una onda de luz que fue muy suave al principio y que luego aumentó su magnitud y rodeó a Terra. Empezaron a aparecer nuevas formas de pensamiento que a menudo dejaban perplejos a los padres. La gente bailaba en las calles como tribus primitivas gritando "¡Hagamos el amor, no la guerra!" Muchos otros empezaron a buscar la soledad y tiempo para mirar hacia dentro de sí mismos.
La onda continuó. Los hombres adultos declaraban su derecho de sentir y las mujeres afirmaban que eran iguales a ellos. Los estudiantes jóvenes se ponían de pie frente a enormes armas y reclamaban su derecho a escoger, a ser libres. La gente acudía a defender a La Madre Tierra, que había sido envenenada de un modo Ínmisericorde en el siglo veinte. Algunos aseveraban que hablaban con los delfines y otros animales buscando defenderlos.
*
La onda crece y crece. Yo, Inanna, aparentemente perdida aquí en un extraño cuerpo terrestre, me abro hacia esa onda. Cada día me esfuerzo por recordar.
En algún lugar en el tiempo, veo una niñita azul que corre a lo largo de un piso de lapis, y su risa viene a mi recuerdo como un eco. Sé que debo recordar. Si yo puedo hacerlo, sin duda todos podemos. La acción de recordar y de despertar seguramente se esparcirá como un fuego fatuo a través del mismo aire que respiramos. Yo me abro a la onda.
Algunos días me confundo, pero este acto de recordar crece firmemente dentro de mí. Hay una visión de un Ser de Luz que me ama y yo puedo sentir ese amor. Hay Esferas de Luz que a veces vuelan a mi alrededor. La onda se vuelve más fuerte; escucho los sonidos del cambio. Cada célula de mi cuerpo empieza a vibrar con el cambio a medida que se me revelan misterios fascinantes.
Yo recuerdo.... yo recuerdo, las ondas agradables del amor y del perdón fluyen por mi cuerpo, hacia mi mente, a mi corazón y yo recuerdo. Entonces estamos aquí en Terra con ustedes esperando el tiempo de la elección. Nosotros, quienes los creamos, enviamos nuestro amor a todos nuestros niños. Nosotros quienes creamos a Marduk queremos que lleguen a ser como los "dioses", ¡pero Mejores! Queremos que recuperen lo que les arrebatamos hace muchos eones; su poder, el poder de confiar en ustedes mismos. La onda es para cada ser humano que está en este plano. La onda es nuestro amor para ustedes, nuestros niños.
Venimos a ustedes en la noche con los sueños, en el canto de los pájaros, en la caricia del viento, en el murmullo de las hojas en el aroma de las flores, en la risa de los bebés. Los seguimos por los corredores del tiempo y cuchicheamos en sus corazones, ¡Amado despierta. Sabe quién eres!" Y sobre todo, les enviamos amor, porque el amor es el poder más grandioso de todos.
*
A medida que empiecen a descubrir su poder de creación, de vez en cuando piensen en mí y en mi insensatez. Piensen en Ninhursag y Enki, en todos nosotros. Recuerden nuestra historia, y diviértanse tanto como nosotros.
En cuanto a mí, vi al hombre más interesante y fascinante en el Consejo Intergaláctico. Nunca he visto a un hombre como él, y después de que supere este asunto de la Pared, creo que lo buscaré. Quizás ahora me preste atención. Ya no soy la misma. Quizás me lo encuentre en el "Bar Etéreo", o en el séptimo plano de los Bardos. Quizás la vida apenas comienza para mí, Inanna.
Fin de la primera parte
***
Una hermosa mujer, una diosa, duerme sobre un dragón dorado.
El dragón silba, sus ojos irradian un rojo intenso en medio de la oscuridad.
La mujer yace debajo de una gruesa manta de terciopelo,
sus brazos están inertes, sus delicados dedos están quietos y
silenciosos. Su piel es azul cremosa, caliente y suave. Sus ojos
almendrados se mueven imperceptiblemente detrás de párpados
cerrados y pestañas largas.
Ella duerme. Ella sueña. . . .
Sentada sobre una nube, ella flota en el cielo mientras
miles de hombres y mujeres se postran ante ella en adoración.
¡Inanna!. gritan ellos.
¡Oh, Reina del Cielo! gritármelos. ¡Ante ti nos inclinamos!
De pronto, detrás de ella, aparecen serpientes venenosas.
Salen de ella retorciéndose y se arrastran hacia las multitudes.
Primero serpientes, luego dragones, después demonios.
Devoran a sus adoradores.
El terror inunda el aire. La sangre manchó, la tierra.
¡No!, grita la diosa. ¡No!
Yo soy ustedes. ¡No me adoren! ¡No!
Ella se deja vencer por la angustia Respirando con
dificultad, despierta tiembla y llora
¡No! Gotitas de sudor abren su cuerpo. ¡No! Por su bella
cara corren las lágrimas.
El dragón silba
y guarda silencio otra vez.
Atentamente,
Dr. Clever Sánchez
REV EL C, el REVelador de EL (DIOS y los Elohim) y la Creación.
YO SOY AHKNATON REV EL C 999.
PRESIDENTE y CEO del MOVIMIENTO MUNDIAL FÉNIX de la FEDERACIÓN del MUNDO.
Embajador de la Era de la Luz y de la Segunda Venida de Cristo al Mundo.
ASAMBLEÍSTA POR INTERNET, PARA LA REESTRUCTURACIÓN DE LA REPÚBLICA DEL ECUADOR.
LA FEDERACIÓN DEL MUNDO.
EL MOVIMIENTO MUNDIAL FENIX.
EL MOVIMIENTO EXTRATERRESTRE
EL MOVIMIENTO FÉNIX DEL ECUADOR.
FUNDAMENTOS PARA UNA NUEVA CONSTITUCION
QUE SIRVA AL ECUADOR Y A TODOS LOS PAISES DEL MUNDO.
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