PRIMERA  TABILLA. MEMORIAS DE UNA HERMOSA MUJER EXTRATERRESTRE.
LA  ESCALOFRIANTE VERDAD SOBRE LA INFILTRACIÓN EXTRATERRESTRE Y LA CONSPIRACIÓN PARA  MANTENER A LA HUMANIDAD ENCADENADA
Han  creado a DIOS, como sistema para mantener esclavizada a la humanidad y son un  grupo pequeño llamados LOS CUSTODIOS, son los que administran el  planeta.
DIOS  DE ESTE MUNDO=LA ADMINISTRACION CUSTODIA DEL PLANETA.
Son  los que han provocado todos estos sistemas a lo largo de la historia de la  humanidad, aquí esta  lo que ellos han hecho, para que tu no encuentres la verdadera realización espiritual y  te liberes, para que jamás sepas que es la verdad,  que es Dios y que  es la Creación y  mantenerte de alguna manera sirviéndoles.
http://biblio1.iespana.es/AUTORES/SITCHIN5.html
Este  documento debes leer  primero, antes de empezar a escudriñar esta siguiente gran verdad  reveladora. También puedes encontrarala en está página en forma de introducción  y 13  tablillas que narran las memorias de un ser extraterrestre y las  implicaciones actuales.
Yo, INANNA,(Isis, afrodita,  asheran, ishtar, astarot, eshdar y todos los titulos) regreso para contar cómo,  hace 500,000 años, mi familia de las pléyades tomó posesión de la Tierra y  alteró el genoma humano con el fin de producir una raza de trabajadores creada  para extraer oro destinado a la agotada atmósfera de Nibiru, nuestro planeta y  hogar.
Como éramos técnicamente  muy superiores, esta raza de trabajadores -la especie humana - nos adoraba como  a dioses. Nos aprovechamos de ellos para librar guerras en medio de nuestras  disputas familiares interminables hasta que, de un modo estúpido, desatamos  sobre la tierra la terrible arma gandiva, que envió una onda de radiación  destructiva por toda la galaxia. Esto enfureció a la  federación intergaláctica. A causa de nuestras propias acciones, nos vimos  restringidos por "la pared", una prisión de frecuencia que congeló nuestra  evolución.
Reparto  de Personajes y Locaciones
Nibiru: planeta artificial, hogar de la familia de Inanna.
Anunnaki: Nibiruenses residentes en el planeta tierra.
Alalu(abel)
Anu(cain):  bisabuelo  de Inanna, gobernante supremo de Nibiru y cabeza  de la dinastía familiar.
Antu:  esposa/hermana  de Anu; bisabuela de Inanna.
Ninhursag(tefnut,  ninti, nintu, nun, hathor, eva, iahu, mami): hija  de Anu y médico pleyadense. Médico brillante y genetista que creó una raza de  trabajadores, los Lulus. Jefe de todos los servicios médicos en la  Tierra.
Enki(enoc,  ea, yah, yhwh, ptah, minh, khnum): hijo  de Anu e Id (princesa de la Gente del Dragón); padre de Marduk, Nergal, Dumuzi y  muchos otros. Ninki: primera  esposa de Enki, mas no la única madre de su innumerable prole.
Enlil(shu,  weh, yhwh, ala): hijo  de Anu y Antu; heredero legítimo al trono de Nibiru.
Ninlil:  esposa  de Enlil.
Nannar:  padre  de Inanna; hijo de Enlil y Ninlil. 
Ningal:  madre  de Inanna; esposa de Nannar.
Utu(tutu,  thoth, isimud, nudimmud, lamec, hermes, min, uriel, shamash): el  primogénito hermano gemelo de Inanna; hijo de Nannar y Ningal.
Ninurta(geb,  gabriel): hijo  de Ninhursag y Enlil.
Ereshkigal(neftis,  persefone, anat): media  hermana de Inanna; hija de Nannar. 
Nergal:  esposo  de Ereshkigal; hijo de Enki.
Inanna(isis, afrodita, asheran, ishtar, astarot, eshdar)
Dumuzi(osiris,  siris, adonis, dionisios, mehujael, ser, asar, esh mun, attis, rimmon, tammuz):  primer  esposo de Inanna; hijo de Enki.
Geshtinanna:  hermana  de Dumuzi. 
Marduk(72  nombres, a-res, ra, re, irad): hijo  de Enki. 
Ningishzidda:  hijo  de Enki y Ereshkigal. 
Sargon:  uno  de los maridos favoritos de Inanna.
Gilgamesh(mizraim,  netjerkhet): un  nieto ilegítimo de Utu que rechaza las propuestas sexuales de Inanna.  
Enkidu:  amigo  de Gilgamesh.
Matali:  amigo  de Inanna; piloto de Enki
Tara:  esposa  de Matali, miembro de la Gente de la Serpiente y  mejor amiga de Inanna.
El  Ekur: la  Gran Pirámide de Giza.
Yo,  Inanna, soy tan amada.
De  muchas maneras, sol el amor per se.
Nosotros  como pleyadenses siempre hemos sabido que el amor es la esencia de la creación.  Todo lo que hemos sido siempre es amor; amor a la aventura, amor al poder y amor  a la diversión. Esta es la historia de mi familia, la familia de Anu, quien  llegó a su planeta desde las Pléyades hace más de 500,000 años terrestres. Y,  como verán, nuestra historia es también su historia, porque en nuestros  laboratorios, mi familia creó su especie tal como existe ahora. Nunca fuimos  realmente superiores a ustedes, simplemente mucho más experimentados. Mi familia  había estado divirtiéndose en el universo mucho tiempo antes de que llegáramos a  la Tierra. Ustedes fueron nuestro experimento genético en la periferia de esta  galaxia.
Regresemos  al comienzo. El tiempo es el campo de juego de los dioses y, ¿cuál tiempo  usaremos? ¿El suyo o el nuestro? En realidad el tiempo no existe, pero es útil  porque si uno no marca límites, todo se fusiona. El pensamiento es proyectado  hacia el espacio a través de las frecuencias infinitas de tiempo que son  variables. Existe una multitud de frecuencias de tiempo, y el tiempo terrestre  es muy diferente al tiempo que nosotros vivimos. Desde la perspectiva humana,  pareciera que nosotros viviéramos para siempre, lo que nos facilita mucho el  poder recrearnos con los habitantes de la  Tierra.
Como  creamos la raza humana en su forma actual sin activar del  todo su ADN, nunca se nos ocurrió que podrían ser algo más que nuestros  juguetes, o que podrían ejecutar tareas más complicadas que cocinar, limpiar o  extraer oro. Teníamos a la Tierra por una operación minera remota. Empezamos a  enseñarles a nuestros humanos y los llamamos Lulus. Como disfrutábamos tanto del  juego con los Lulus, nos apegamos mucho a ellos y empezamos a cruzarnos con  ellos. Nos enamoramos de nuestra propia creación.
Mas  no podíamos dejar de pelear entre nosotros mismos. Los Lulus nos adoraban como a  dioses, una práctica que fomentábamos, y los enviábamos a la batalla a luchar y  morir por nosotros como peones en una partida de ajedrez. Ellos estaban más que  dispuestos a enfrentarse a la muerte sólo para complacernos, y los veíamos como  una fuente renovable, pues siempre podíamos crear más.
Luego  cometimos el error de usar la Gran Arma Radioactiva, la Gandiva. Como resultado,  ondas de radiación letal fluyeron hacia el sistema solar, hacia la galaxia, lo  que llamó la atención del Consejo de la Federación Intergaláctica. Cuando se  dieron cuenta de nuestro comportamiento imprudente, interfirieron. Ellos dirían  "intervenir". Mi familia había estado tan ocupada luchando, compitiendo y  jugando que se olvidó por completo del latoso Consejo. Después de todo,  la Tierra era nuestra.
Los  miembros del Consejo argumentaron que la Tierra había sido colonizada antes de  que llegáramos nosotros, y que habíamos infringido la Ley del Primer Creador al  poner en peligro otros mundos con nuestras maravillosas armas. También nos  acusaron de alterar las capacidades genéticas de la especie humana,  despojándolos así de la habilidad para evolucionar. Nos acusaron de violar la  Ley de No Interferencia. Enredados en medio de nuestros propios problemas, nos  pareció que esto no era asunto de ellos. Nuestra familia, la familia de Anu,  estaba en guerra, hermano contra hermano.
A  nosotros, el Consejo de la Federación Intergaláctica nos importaba  un bledo, hasta que nos vimos rodeados de la Pared. No era una pared real, como  una de ladrillo; ésta era una pared de frecuencia invisible y, por consiguiente,  para nosotros todo empezó a cambiar. La magia desapareció por completo de  nuestras vidas; ya no había chispa, no había acción. La vida se volvió demasiado  sólida y densa, dejó de circular. La Diosa de la Sabiduría estaba a punto de  enseñarnos algo que habíamos olvidado, o que quizás ni siquiera habíamos  empezado a aprender todavía.
Al  principio el aburrimiento nos confundió, pues no lo habíamos experimentado  antes, y no nos gustó. Nos tornamos irascibles, casi humanos, lo que  verdaderamente no nos gustaba. Eternamente habíamos estado expandiéndonos y  explorando el universo, creando con facilidad, divirtiéndonos. Nuestras vidas  habían sido emocionantes con el poder infinito que teníamos disponible, y luego  nos sobrevino un estado de anquilosamiento que nos dejó perplejos. Habíamos  dejado de evolucionar. Erigida para enseñarnos por medio de la experiencia lo  que les habíamos hecho a los Lulus en la Tierra, la Pared era la disciplina que nuestras  propias acciones habían magnetizado hacia nuestra existencia.
No  podíamos creer que realmente habíamos cesado de evolucionar. Con renuencia, nos  dirigimos al Consejo para hacer preguntas diseñadas para hacernos parecer  sabios, para disimular el hecho de que no sabíamos qué nos estaba sucediendo.  Ellos lo sabían. Quizás son más avanzados que nosotros, pero no nos sentimos a  gusto con una idea tan deprimente.
*
¡Cuidadosamente  el Consejo nos explicó que tendríamos que otorgarles a los terrícolas los mismos  poderes que nosotros poseemos! Nos informaron que éramos responsables de lo que  habíamos cimentado, ¡Qué tontería! Nosotros no podíamos aceptarlo. ¿Pueden  imaginar qué fastidio sería si sus animales domésticos fueran iguales a ustedes?  Podrían empezar a hablar e incluso decirles lo que les gustaría cenar. ¿Dónde  terminaría, con una cena de cuatro platos y trufas de chocolate como  postre?
Muy  molestos volamos a casa y, por su puesto, como era nuestra  costumbre, reñimos entre nosotros mismos. Algunos se imaginaron que la  Federación estaba conspirando con nuestros enemigos; otros pensaron que el  Consejo obviamente se quería quedar con la Tierra. Los sirios eran más antiguos  en el Consejo que nosotros los pleyadenses o, ¿lo eran los arcturianos? Algunos  de nosotros creímos que era algo personal y empezamos a culparnos los unos a los  otros. Somos una familia fracturada en verdad.
Intentamos  disolver la Pared por medio de un  sacrificio ritual colosal, bello y realmente espeluznante a gusto de los que se  consideran entendidos en estos asuntos. Pero nada sucedió; nada cambió, la Pared  todavía estaba allí y nos volvimos aún más aburridos, estancados y  desorientados. El desespero, anteriormente desconocido para nosotros, clavó sus  garras dentro de nuestras mismísimas almas, nuestras almas reptiles, para ser  exactos.
*
Entonces  yo, Inanna, Reina de los Cielos  me encanta ese título , regreso para hablar.  Regreso a ustedes, mis terrícolas, mis Lulus. Regreso para prepararlos para el  cambio venidero en su ADN, para la transformación completa de su planeta Tierra  y de sus hermosos cuerpos. Y, naturalmente, ¡espero liberarme a mí misma en el  proceso! Supongo que si una madre no nutre a sus hijos debidamente, esto la  persigue hasta que encuentra la manera de equilibrar la balanza. Parece que yo  también debo equilibrar lo que he creado, y de cierto modo ser como una madre  para ustedes.
Lo  que me recuerda mi maravillosa niñez en nuestro planeta hogar, Nibiru, y todos  aquellos que fueron como madres para mí.
***
Al  contar mi historia, no me ocuparé del tiempo lineal como lo conocen. El tiempo  terrestre es ineficaz para describir nuestra relación con ustedes. ¡Uno de  nuestros años equivale a 3,600 años terrestres! El tiempo pleyadense es  elástico, expansible e interdimensional. Algunos de nosotros podemos viajar a  cualquier punto del tiempo que escojamos, podemos hasta alterar los  acontecimientos de ese tiempo. Tales excursiones tienen su precio, pero una vez  conquistado el talento que se requiere, ¿quién se puede resistir? ¡Viajar en el  tiempo es algo divertido! Los conceptos fijos sobre el tiempo simplemente no  existen, así que no los esperen en este libro.
*
Mi  niñez fue una época mágica para mí. Las tabletas de arcilla cuneiformes que se  encontraron en Sumeria y Babilonia dicen que yo  nací en la Tierra, lo que es cierto. Mi hermano gemelo, Utu, salió primero de la  matriz de mi madre, lo que le daba prioridad en los derechos de heredero. Sin  embargo, yo no permití que este infortunado accidente de nacimiento me pusiera  trabas y, más tarde en la vida, me compensé a mí misma con generosidad por  esa pequeña  frustración.
Cuando  estábamos en condiciones de viajar, a mi hermano y a mí nos enviaron de regreso  a nuestro hogar, Nibiru, un planeta artificial que había sido diseñado por la  tecnología pleyadense para buscar materia prima en este sistema solar, y que da  la vuelta a su sistema solar cada 3,600 años. El planeta Nibiru fue dado a  nuestra familia hace muchos eones y Anu, mi bisabuelo, heredó su dominio de su  padre. Anu es el padre de Enlil, el cual es el padre de mi padre, Nannar. Mi  madre se llama Ningal y es la mujer más adorable que he conocido. La quiero  mucho, ¡pero a menudo me pregunto cómo me  trajo al mundo!
Mi  hermano gemelo Utu y yo fuimos los primeros de la familia real que nacimos en  Terra, como llamamos a la Tierra. En esa época, nadie sabía si las frecuencias  de Terra afectarían el ADN de los niños pleyadenses. Por esos días eran  imposibles de predecir las tormentas radiaoctivas y las fluctuaciones magnéticas  de este planeta fronterizo, de modo que nuestros padres y abuelos no querían  correr riesgos con nuestros códigos genéticos preciosos.
Nos  criaron en el magnífico palacio de mi bisabuelo Anu y su reina hermana Antu. Mis  primeros recuerdos reales son de mis correteos y risas por los pisos pulidos de  lapislázuli; de brisas suaves que suavemente movían cortinas blancas enormes y  que acariciaban los hermosos rizos oscuros de mi cabello. Mi risa llenaba la  casa. ¡Mi pequeño cuerpo azul corría por el mero placer de sentir el lapis  fresco debajo de mis pequeños pies rechonchos! Todos me amaban y no había quien  me controlara, sólo gente que me alababa y me abrazaba. ¡La vida era  perfecta!
La  mayoría de los miembros de mi familia tiene piel de tonos azules variables, como  turquesa y lapislázuli cremoso mezclados, cálidos  azules suaves que son consecuencia de la alta cantidad de cobre en nuestra  sangre. Este cobre nos protege de la radiación cósmica que bombardea nuestro  planeta desde el espacio. Nuestra tendencia continua de hacer la guerra hace  tiempo acabó con la protección natural de nuestra atmósfera contra dicha  radiación, así que nuestros cuerpos se adaptaron al aumentar el contenido de  cobre. Durante eones hemos estado esparciendo oro en nuestra estratosfera para  mejorar la atmósfera de nuestro planeta, y necesitamos un suministro constante  de ese oro. Esa fue nuestra razón principal para colonizar Terra.
Anu  y Antu son las cabezas de mi familia y los gobernantes de Nibiru. Aunque nuestra  tendencia es permitir que cada cual haga lo que le plazca, incluso hasta los  extremos, eventualmente casi todos los de nuestro grupo pendenciero acataban las  órdenes de Anu y Antu.
Extremo  es  una buena palabra para describir a Anu y Antu. Sé que pueden parecer mimados,  indulgentes o inmoderados pero, para mí, así era la vida, la forma en que  hacíamos las cosas. Yo adoraba a mis dos bisabuelos y ellos a su vez me  adoraban, especialmente Anu. De hecho, mi nombre, Inanna, significa "amada de  Anu", y más tarde esto me permitió un poder importante sobre el resto de la  familia.
De  niña, en todas partes me rodeaban la belleza y el amor. El palacio era un  pabellón abierto sin límites y sin paredes. Los arquitectos habían diseñado el  interior para que fuera el exterior y viceversa y, como nos protegían  reguladores de frecuencia, no necesitábamos paredes o vidrio. Había innumerables  jardines paradisíacos de todos los diseños imaginables que exhibían flores  exóticas, plantas, aves y mariposas de todos los lugares de las galaxias. Sería  imposible describir muchas de las especies puesto que son desconocidas en Terra.  Algunos de los jardines eran solamente frecuencias de luz y sonido; a nuestros  artistas de Nibiru les encantan esas creaciones. Los jardines predilectos de mi  bisabuela Antu estaban hechos de oro y piedras preciosas, las flores a menudo  eran de rubí y zafiro  con  hojas de oro y plata. En Terra recreamos estos jardines en joyas para que nos  hicieran recordar nuestro hogar. En los escritos antiguos de Terra hay  descripciones veraces de esos lugares.
A  Anu y a Antu les encantaban las fiestas. Ellos celebraban todo; un equinoccio,  un cometa, los solsticios y, por supuesto, los cumpleaños. Las festividades se  prolongaban por semanas, incluso meses. Di por sentado que todo el mundo vivía  así. Era mi vida.
Anu,  que era bien parecido y generoso, siempre estaba pensando  en un presente maravilloso para su querida Antu: una diadema  nueva, una nave voladora o un templo. El palacio debía ser enorme  sólo para contener los regalos que él le daba. Antu, que era bella  y afectuosa, emanaba gozo y placer cabal. Su pasión era preparar  fiestas; tenía una gracia para la organización y nunca se le escapaba  el mínimo detalle. Ella era el tipo de una de esas anfitrionas consumadas  que lo deja a uno preguntándose quién tiene el poder, la  esposa o su marido. Todos los de las galaxias deseaban ser invitados al  palacio para disfrutar de los manjares de la cocina de Antu. De las tortas  se formaban fantásticos palacios mágicos, y la fruta y helados se  exhibían apetitosamente mesa tras mesa. Nuestros vinos eran excelentes.
Nuestro  amor a la belleza y la creatividad naturalmente se extiende hasta el acto  sexual, el cual es respetado con la más alta deferencia por mi gente en Nibiru y  a través de todas las Pléyades. Si traen sus conceptos terrestres sobre la  sexualidad y la moralidad a mi historia, sería mejor que cerraras el libro ahora  mismo. Para nosotros, el sexo tiene que ver con las frecuencias de energía y su  dirección. Como nosotros usamos la energía sexual para crear muchas cosas, su  punto central y amplificación es una forma artística que todos nosotros  aprendemos y disfrutamos. Lo vemos como la fuerza pura de energía que brota del  Primer Creador hacia el cuerpo y sus centros receptores. Cuando ya está en el  cuerpo, se le cambia la dirección y se transforma según la habilidad y capacidad  del individuo. Se podría comparar con un sistema de circuitos electrónicos que  modifica y distribuye energía eléctrica.
Fueron  Antu y Anu quienes me dieron el conocimiento de la Unión Sagrada. Antu encarna  las fuerzas apasionadas de la creación y se le tiene por una gran maestra de  dicho conocimiento. Para mí fue un honor que ella me enseñara. El poder de la  expresión sexual es venerado y de mucha demanda entre nosotros. Este  conocimiento hacía parte de mi linaje genético, y como vengo de la sangre de Anu  y Antu, nací para amar y ser amada; por eso era su preferida.
En  los Templos del Amor en Nibiru, ellos escogían sacerdotes y sacerdotisas con  base en su habilidad para recibir y transmitir las frecuencias más elevadas de  la Unión Sagrada. Para nosotros el placer sexual no era nada menos que alivio y  recreo. A una escala mayor, la unión sexual es un grandioso generador de néctar  para el Primer Creador. La conexión del sexo con la vergüenza y la culpa fue  consumada en Terra por otro miembro de mi familia, ciertamente no fui yo, para  esclavizar a los Lulus y mantenerlos temerosos. En Nibiru es de conocimiento  general el hecho de que el poder sexual es parte de la  existencia.
*
Mi  niñez en Nibiru fue como estar en un paraíso y todos me adoraban. A medida que  crecía, mi educación recayó sobre mi tía/ abuela Nin. Su nombre verdadero es  Ninhursag, pero yo le digo mi Nin porque con ternura me cuidó cuando yo era una  niña. Ella es como una madre para mí y la quiero mucho. Es la hija de Anu, pero  no de Antu. Anu podía tener, y las tuvo, todas las queridas que deseara.  Nosotros somos muy tolerantes y expresivos y tenía poca importancia el que Anu  disfrutara de muchas otras mujeres. Lo que era importante para nosotros era la  línea de sucesión: quién heredaría el poder de Anu. Los matrimonios entre  hermanos son comunes entre nosotros para asegurar la primera línea de sucesión,  y Antu era la hermana de Anu, y a la vez su esposa.
Ya  sé. Están escandalizados, pero les advertí que no trajeran su moral a los  asuntos de mi familia. Por un lado, el casarse con la hermana  de uno explicaba con toda claridad quién tomaría el poder. Por el otro, causaba  estragos. Anu era muy ardiente y tenía muchos hijos con muchas mujeres. Pero  todos estos hermanos medios dieron origen a muchas rivalidades y a confusión en  nuestro mundo y luego  en  la Tierra.
Enlil,  Enki y Ninhursag son los tres hijos principales de mi bisabuelo, Anu. Enlil y  Enki, ambos varones, tienen madres diferentes y Ninhursag, nacida de otra madre,  es la única mujer.
Anu  y Antu siempre me consentían, pero mi tía/abuela Nin, que por naturaleza era  disciplinada y severa, se dio cuenta de que yo tenía una leve tendencia a dejar  que mis impulsos se desbordaran. Evidentemente yo nunca vi esto como un  problema. A Nin se le dio la ingrata tarea de educarme y, aunque de vez en  cuando era dura conmigo, siempre supe que me amaba mucho. En repetidas ocasiones  necesité ese amor.
***
Ninhursag  también es conocida como la Diosa Madre, la Señora de la Vida, la Señora de la  Montaña y muchos otros títulos afectuosos. Una brillante geneticista y doctora,  mi tía abuela Nin es la maestra geneticista de la casa de Anu. La madre de Nin  era una hermosa cirujana de quien Anu se había enamorado en un viaje al Planeta  de la Sanación. La personalidad de la madre de Nin era muy diferente a la de  Anu, y a medida que Nin crecía, encarnaba la impecable autodisciplina y  determinación de su madre. Como no se inclinaba mucho por la fiestas  interminables de Antu, Ninhursag puso toda su energía en las artes de sanación y  mejoras genéticas. Poseía una mente clara y aguda y el corazón de un  ángel.
Aunque  mi Nin creció en Nibiru, acompañó a sus hermanos a Terra para ayudar en su  colonización. A Enki y Enlil, los dos hijos de Anu, se les había encomendado  llevar oro y otros minerales útiles a Nibiru. El oro era esencial para nosotros  debido a los desequilibrios que nuestro guerrear constante habían causado a  nuestra atmósfera.
En  esos días, Terra era considerada no más como una fuente de minerales, un fuerte  fronterizo de industria minera en el borde de la galaxia. Sus habitantes eran  las criaturas salvajes que vagaban por las llanuras extensas pastando en una  abundancia de hierbas. También estaban las razas de la Gente de la Serpiente y  la Gente del Dragón, que preferían vivir en túneles debajo de la superficie de  Terra para protegerse de las tormentas radiactivas y cambios magnéticos  que eran  frecuentes.
Ninhursag,  Enki y Enlil fueron a Terra con emoción y resolución. Debido a que Enlil era el  hijo de Anu y Antu y el primero en la línea de sucesión para heredar el poder de  Anu, fue escogido como el líder de los dos grupos de astronautas de Nibiru. Un  grupo fue asignado a la nave satélite y permaneció en órbita para inspeccionar  el planeta, informar sobre posibles dificultades y recibir enlaces de tránsito.  El otro grupo, que lo formaba la mayoría de los astronautas, bajó a Terra con el  propósito de colonizar eventualmente todo el planeta. Éstos llegaron a vivir y  trabajar aquí y se les llamó los  Anunnaki.
Enki,  el hijo de Anu y una princesa Dragón de Terra, era el segundo en la línea de  poder de su padre. Él era un ingeniero maestro y había comenzado los proyectos  mineros un poco antes de que llegara Enlil. Mi familia inventó la rivalidad  entre hermanos medios y, como se podrán imaginar, estos dos hijos del mismo  padre y diferentes madres discutían constantemente en cuanto a las decisiones  que había que tomar. Ninhursag era nuestra médica jefe y maestra geneticista en  Terra y, por necesidad, la conciliadora de la familia. Los Anunnaki, nuestros  astronautas que de muy buena gana siguieron a estos tres hijos de Anu a Terra,  estaban todos muy emocionados en las primeras etapas de la nueva aventura. Como  les habían prometido riquezas y tierra, los Anunnaki estuvieron muy contentos  por un tiempo, ¡pero nadie estaba preparado para una excavación de esa magnitud!  Ellos nunca habían hecho algo tan físico, tan rutinario, de modo que el trabajo  en las minas de oro se convirtió en una tarea nefasta. Enki hasta trató de  componer canciones  para mantener sus espíritus alegres. Pero muy rápidamente estos guerreros,  científicos e ingenieros se volvieron malhumorados y luego enfadados. Y, como  los pleyadenses poseen una especie de "mente de grupo", el descontento se  esparció como el fuego. Se negaron a cavar un centímetro más.
¡Enlil  y Enki estaban pasmados! En casa siempre podían motivar a sus "paisanos  pleyadenses" ¿Qué había que hacer? No querían ser desacreditados y ser mal  vistos por su padre Anu. Fieles a la naturaleza de la familia, los hermanos  empezaron a culparse mutuamente. Los insultos y altercados los llevaron a los  puños y, después de un poco de sangre y unas cuantas contusiones, se les ocurrió  una solución. En Terra existían muchas especies de las cuales podrían extraer  material genético para producir una raza de obreros esclavos. Esto solucionaría  todos sus problemas y mantendría contentos a los Anunnaki; ya se había hecho  anteriormente en otros planetas. ¡A las multitudes de astronautas que  vitoreaban les anunciaron que los maravillosos "toros de Anu" lo habían  resuelto todo! ¡El poderoso Enlil y el gran Enki tenían la situación bajo  control!
De  inmediato citaron a su hermana, Ninhursag, quien también pensó que era una buena  idea. Ella había estado administrando hierbas curativas a los trabajadores  rendidos, y no le gustaba mucho ver a los Anunnaki realizando este tipo de  trabajo, especialmente a las mujeres. De modo que acompañada de Enki, quien  también sabía de genética, se retiró al laboratorio y empezó a experimentar.  Enlil se dedicó a la agricultura, a desviar los ríos y a construir obras de  infraestructura, pirámides y represas. Colonizar un planeta del tamaño de Terra  era un proyecto de envergadura.
*
Cuando  pienso en Ninhursag y Enki solos trabajando allá en el laboratorio,  experimentando con el material genético que habían reunido, me viene a la  memoria un día en el que tuvieron una disputa terrible.  Nin perdió por completo el control de sí misma y casi mata a Enki. Como Enki  siempre estaba tramando maneras de llevarle la ventaja a su hermano Enlil,  quería tener un hijo con su hermana. Él sabía que este niño, si era varón, sería  considerado como un rival de Enlil  y de sus hijos.
Así  que Enki se acercó a su hermana. Nadie se había atrevido antes a seducir a Nin;  no es que no fuera hermosa. Mi tía abuela era muy bella y amable. Pero todo el  mundo se sentía intimidado por su capacidad, sus modales precisos y su  autodisciplina vehemente. Supongo que Ninhursag siempre había pensado que algún  día se casaría con uno de sus hermanos. Su padre Anu había desposado a su  hermana, como era nuestra costumbre. De modo que, obviamente, Ninhursag pensó en  casarse con Enlil o con Enki. Pero la madre de Enki, Id, lo había convencido de  que se casara en la rama de su familia terrestre, o sea la Gente del Dragón, y  Enlil se casó con una enfermera de la cual se había enamorado apasionadamente.  Así las cosas, no había nadie en este planeta remoto a quien Ninhursag pudiera  considerar como su igual. Como era idealista y obstinada por naturaleza, Nin  prefirió no escoger a ninguno que fuera inferior a  ella.
Ella  era muy inocente en cuanto a los hombres y no muy diestra  en el arte de la seducción. No esperaba que su hermano casado la cortejara y en  verdad le mostrara una pasión y un ardor tan profusos. Cedió ante las refinadas  técnicas de Enki y se sonrojó como una colegiala. La pobre Nin sencillamente no  estaba acostumbrada a que la halagaran o que la engañara un profesional como  Enki, quien ya había seducido a tantas otras mujeres que no tuvo que pensar dos  veces su jugada siguiente. Ninhursag cayó en la trampa. Creo que como era la  primera vez que le masajeaban su ego femenino se dejó afectar por hormonas muy  poderosas.
Pero,  para gran decepción de Enki, de esa unión salió una niña. Ninhursag estaba  dichosa e idolatraba a la niña; mi Nin amaba a todos los bebés que conocía; ella  respetaba la totalidad de la vida. Durante una larga ausencia de Nin, Enki  esperó hasta que la niña alcanzara  su madurez sexual y, ¡para sorpresa y escándalo de Nin, procedió a seducir a  esta hija y también la embarazó! De nuevo, nació una niña, pero esto no detuvo a  Enki. Tan pronto como la segunda hija empezó a ovular, Enki le hizo avances,  decidido a producir un heredero varón.
¡Ninhursag  estaba enfurecida! La idea de que Enki, su propio padre, pudiera corromper y  hacer víctimas a sus dos niñitas ingenuas, le producía náuseas. Su orgullo  estaba profundamente herido. Se sintió totalmente usada y decidió poner fin al  desenfreno de su hermano. Coció un elíxir irresistiblemente delicioso y  embriagante, lleno de hierbas virulentas y mortales que ella misma había  concebido. Mientras Enki bebía el líquido con felicidad, Nin dijo en voz baja  las palabras sagradas de su hechizo y así le asestó un maleficio poderoso a su  hermano. Con la copa en la mano, Enki se desplomó.
De  una manera fría y desapasionada, Ninhursag observó cómo Enki sufría una muerte  lenta y penosa. Ella quería que él sufriera del mismo modo que la había hecho  sufrir a ella y a sus hijas; quería que él comprendiera el dolor. El miserable  Enki comenzó a consumirse y a envejecer rápidamente, su piel se tornó amarilla.  Al temer lo peor, Anu, padre tanto de Ninhursag como de Enki, se sintió  finalmente impulsado a rogarle a Nin para que desistiera del maleficio e  invocara la magia sanadora. Con el tiempo, Enki se recuperó e imploró el perdón  de su hermana. Pero después de eso mi Nin cambió y ya no volvió a confiar en los  hombres.
Parece  que mi familia se asemeja a una de esas telenovelas que son tan populares en la  Tierra. Podrían preguntarsepor qué.
*
Durante  la producción real de los obreros esclavos se cometieron  muchos errores, algunos cómicos, algunos horribles, algunos  indecibles. Cuando por fin se halló la combinación correcta de  ADN, y se produjo el primer Lulu, el obrero perfecto, se le diseñó lo  suficientemente inteligente como para obedecer órdenes, pero no lo  suficientemente listo como para pensar por sí mismo o rebelarse. Y, claro, tenía  que ser capaz de sostener una pala.
Entre  las muchas especies que existían en la Tierra en esa época había una criatura  llamada Homo erectus. Este género  comía las hierbas y vegetación, y acompañado de gacelas y otros animales amigos,  vagaba por las estepas. La criatura tenía el poder de comunicarse  telepáticamente con los animales y con los de su género. Libres y salvajes,  ellos eran uno con la sabiduría natural de las frecuencias de Terra. Los  conocíamos porque desarmaban las trampas que poníamos para capturar a sus  animales amigos. Esta criatura humana y los animales se amaban entre sí  respetuosamente. De todo el ADN que teníamos disponible, el del Homo erectus era el mejor. Enki se  prestó para que su esposa, Ninki, diera a luz al primer Lulu. El material  genético del Homo erectus se implantó  en el óvulo de la hembra pleyadense. La sangre del hombre se mezcló con la  nuestra, la de los "dioses", y se fusionaron los potenciales genéticos. Así que  la especie humana porta códigos genéticos pleyadenses y nuestro ADN está por  siempre combinado con el de ustedes.
Se  usaron los óvulos de las hembras Anunnaki para producir más Lulus hasta que se  les dotó de la capacidad de reproducirse por sí mismos. No todos los de la  familia querían que los Lulus se reprodujeran sin nuestra ayuda, pero era mucho  más fácil dejarlos que continuaran el proceso sin nosotros.
La  especie humana como la conocen fue creada mediante los procedimientos genéticos  exitosas de Ninhursag y Enki a fin de que nos proporcionara mano de obra esclava  en nuestras minas de oro. Aquellos primeros Lulus, sus ancestros, nos veían como  creadores, como "dioses". Nosotros fomentábamos esas creencias, porque nos  facilitaban el control sobre ellos.
Aquí  es donde yo entro en el juego. Para los proyectos, mi familia y los Anunnaki  requerían de un flujo fijo y fresco de trabajadores. Como Anu y Antu me habían  instruido en las artes del amor y la reproducción, mi trabajo era educar a los  astronautas y a  los  Lulus en cuanto a las frecuencias más eficaces de la experiencia sexual. ¡Yo  estaba dichosa! Para este fin, hice construir fabulosos templos y di origen a  ceremonias y ritos maravillosos. Quería que mi bisabuela, Antu, estuviera  orgullosa de mí. Modifiqué los ritos tradicionales tántricos de las Pléyades  para que se ajustaran a nuestros objetivos en Terra.
¡Sí  que nos divertimos en aquellos días! Algunos podrían llamar orgías a mis  ceremonias, pero yo personalmente no me referiría a mis creaciones artísticas de  una manera tan crasa. La palabra orgía  refleja la actitud triste de la cultura contemporánea terrestre hacia la  unión más sagrada con el Primer Creador. La experiencia sexual es mucho más que  una fricción; es la llave de su poder, es la secreción de todos los sistemas  hormonales que elevan las energías y unen dos seres en una unión sagrada. El  respeto por esta experiencia produce bebés más saludables y magnetiza un alma  similar a la frecuencia que se genera y emite.
La  habilidades telepáticas de los Lulus los convirtieron en genios. Esos primeros  tiempos fueron en verdad grandiosos. Les enseñamos a nunca cuestionar  nada.
Enlil  es el primogénito de Anu y Antu, el primer candidato para heredar el poder y  trono de Anu. Es, sin lugar a dudas, el hijo de mi bisabuela, Antu, pues es una  persona minuciosa que sobresale en la logística. De Anu, Enlil heredó su  carácter apasionado, el amor al orden y una gran belleza masculina. Su cabello  es como el oro y cae en los rizos más perfectos. Es alto incluso para  nosotros que medimos de 2 a 4 metros de altura. Su destreza física se  refleja en su estrictez y apego a su propia integridad. Enlil es el padre de mi  padre, Nannar.
Parece  que en toda su historia, mi abuelo cometió solamente un error: violó a mi  abuela. En mi familia todos tenemos inclinaciones sexuales muy ardorosas. Cuando  Enlil todavía estaba joven y pasado de tragos, dio un paseo al lado del río y se  encontró con una hermosa mujer que nadaba desnuda. Su cuerpo brillaba a la luz  del sol, su cabello ondeaba mojado en torrentes de oro. Cuando Enlil vio sus  pechos debajo de las aguas, la lujuria lo invadió.
El  pobre Enlil había caído en una trampa. La madre de esta bella nadadora la había  convencido de que sedujera a Enlil de esta manera para que quedara bien casada,  y el plan funcionó a la perfección. Enlil la obligó a la relación sexual, lo que  va en contra de nuestras leyes. Buscaron a Enlil y lo arrestaron, le hicieron un  juicio y lo enviaron al exilio. No creo que haya olvidado la humillación que le  produjo ese castigo. Estaba enamorado de la chica y suplicó a sus padres que le  permitieran casarse con ella. Después de la boda, lo perdonaron, pero él nunca  olvidó y, hasta donde yo sé, jamás volvió a cometer un  error.
*
Fue  quizás esta experiencia de erotismo desenfrenado lo que dejó a Enlil con la  tendencia a juzgar las pasiones de otros. A medida que los Lulus se  multiplicaban, los Anunnaki y los miembros de mi familia comenzaron a copular  con ellos. El nivel de interés sexual se había salido del control y esto enfadó  a Enlil. Él nunca estuvo de acuerdo con que les diéramos la capacidad de  reproducirse sin nuestro control total. Los rasgos inimitables de las  capacidades telepáticas de los Lulus le agregaban una emoción desconocida a la  experiencia sexual, especialmente después de que yo los entrené.
Corrió  el rumor de que los "dioses" se estaban escapando a los bosques a juguetear y  reproducirse con los Lulus. ¡De vez en cuando, los Anunnaki perdían el juicio y  expresaban sus pasiones desenfrenadas ahí mismo en las calles de Sumeria! ¡Los  Lulus eran tan lindos! A mí me parecía todo muy divertido.
En  aquellos días, el nacimiento no era el proceso doloroso que conocéis hoy; era  fácil y un momento mágico para ser uno con la Diosa de toda la vida. Era un  momento para expresar unión con todo el cosmos, para formar más manifestaciones  del Primer Creador. ¡No era un momento de dolor! Ciertamente no nos  avergonzábamos de nuestros cuerpos y sus funciones. Las Nibiruenses y las Lulus  disfrutaban del embarazo. Cada nacimiento nos traía más  Lulus y más festividades, ¡más diversión y más cerveza! ¿Mencioné que con los  granos silvestres que crecían en Terra desarrollamos el aguamiel y las cervezas  más deliciosas? Se las dábamos a los Lulus como recompensa por su trabajo y  nosotros mismos las tomábamos.
*
Cada  vez Enlil se sentía más molesto con la copulación desenfrenada entre los  Anunnaki y los Lulus. Esto le causó una obsesión, pensó que nuestra estirpe se  estaba corrompiendo a causa de este cruzado sin control, y se enfadó por la  proliferación de los Lulus. Desvelado, Enlil empezó a idearse maneras de reducir  la población Lulu, después de todo el trabajo que yo realicé.
Ya  se habían establecido muchas jerarquías sociales entre los Lulus. Había mucha  discusión en cuanto a quién tenía más "sangre divina", quién estaba emparentado  con cuál "dios" y hasta dónde se prolongaba su linaje, así como hoy en día  muchos humanos pretenden pertenecer a tal o cual realeza.
Ya  hemos estado sobre y alrededor de Terra durante casi medio millón de sus años.  Los Lulus sólo empezaron a escribir acerca de nosotros en esas tablillas de  arcilla hace unos 5,000 años. Pensad en ello: transcurrieron siglos mientras las  historias pasaban de recuerdo en recuerdo. En los primeros tiempos los Lulus  tenían una mayor capacidad de memorizar datos; no obstante, la conciencia que  ellos tenían de nosotros como "dioses" omnisapientes era controlada por  nosotros. Ellos fueron engendrados para no cuestionar, y al que lo hacía se  le esquivaba o se le asesinaba. Nosotros necesitábamos obreros y no  queríamos que los Lulus llegaran a ser iguales a nosotros; los manteníamos  limitados. Las tablillas de arcilla registran solamente lo que nosotros les  permitíamos copiar a los escribas.
La  idea de que la población Lulu llegara a invadir Terra perturbó más a Enlil.  Quería deshacerse de ellos pero, ¿cómo? ¿A quién había que matar?
Enlil  citó a una reunión de la familia. Demandó que se hiciera algo en cuanto a los  Lulus y comenzó a sermonear sus puntos de vista solemnes en cuanto al asunto.  Por supuesto, la vieja rivalidad de hermano contra hermano empezó a calentarse.  ¡Enki se opuso rotundamente! Se quejó de que después de todo el trabajo que él y  Ninhursag habían hecho para producir trabajadores tan eficientes, era algo  absurdo siquiera pensar en destruirlos. Quizás había mucho más ruido allá  afuera, pero por lo menos ahora había suficientes manos para cavar en las minas  de oro. Los hermanos bramaron y se enfurecieron como de costumbre.
Enlil  no quería cambiar de parecer a pesar de las súplicas de su hermano. Los hijos de  Enlil y Enki se unieron a la disputa, y hubo mucho enojo en ambos lados, pero al  final, como él es hijo número uno, Enlil prevaleció. Su plan no los mataría a  todos, solamente a aquellos desafortunados que morirían de hambre, de modo que  se arregló la primera escasez de alimentos. Cuando Enki y sus hijos salieron de  la reunión, debieron haber estado fraguando un plan para bloquear a Enlil,  porque aun cuando la hambruna resultante hizo que el canibalismo se esparciera  por todo el país, les pasó comida de contrabando a los Lulus y la mayor parte  sobrevivió. Se supone que Enlil tiene autoridad inapelable sobre el resto de  nosotros por ser el primogénito, pero no era tan fácil, porque somos una familia  de individuos de carácter fuerte. Todos somos obstinados en acrecentar nuestros  poderes, y no nos gustan mucho las fronteras o limitaciones de ningún tipo.  Enlil es igual; es hijo de Anu, quien nunca siguió a nadie en ningún asunto. Una  vez que Enlil había tomado una decisión y fijado su rumbo, era improbable que  pudiéramos disuadirlo o que diera un paso atrás.
Enlil  era el jefe de comunicaciones de la estación espacial que le daba la vuelta a  Terra y fue el primero en enterarse del cambio polar que se acercaba. Muy por  encima del planeta, los astronautas empezaron a observar la fluctuaciones  magnéticas y los bamboleos inevitables. El eje del planeta estaba a punto de  voltearse. Esto lo habíamos notado antes, pero nunca había habido una población  tan numerosa  para evacuar. Enlil se guardó todo en secreto y decidió aguardar hasta el último  momento posible, de modo que sólo hubiera tiempo suficiente para transportar a  las familias de Anu y a los Anunnaki a la estación de enlace. Se aseguró de que  no hubiera tiempo suficiente para rescatar a los Lulus. Enlil quería salirse con  la suya por encima de Enki, sin importar las consecuencias.
De  una forma inesperada el Gran Diluvio nos cayó encima. Enki envió a su piloto,  Matali, para que me recogiera. ¡Ni siquiera había empacado! Recuerdo cuando  estaba de pie en mis cuartos tratando de decidir cuáles joyas llevar. Tenía  tantos collares de oro, lapislázuli, brazaletes de esmeralda y marfil; si sólo  pudiera llevar unos baúles más. Matali se burlaba de mi frustración y me decía  que me apresurara. Yo no lograba comprender la gravedad de lo que  venía.
Recuerdo  muy bien cuando estaba sentada en la nave, llorando en los brazos de Ninhursag.  Desde los portales vimos cómo ola tras ola se tragaba las llanuras de Terra y  arrastraba a nuestros preciosos Lulus. Nunca antes había experimentado la  pérdida, así que yo no estaba lista para sentir una pena así. Era como si yo  también me estuviera ahogando. En mi corazón oía los gritos de los Lulus  desesperados; en mi imaginación veía a las mujeres que había entrenado en mis  Templos aferrándose a sus columnas, rezándome a mí, entre todas las personas.  Pero sus oraciones no fueron contestadas y se sumergieron en la muerte; sus  túnicas blancas flotaron por un momento en bullones ondulantes y todo  terminó.
Se  me partió el corazón. No sabía cuánto amaba a los Lulus; no sabía que una parte  de mí permanecería con ellos debajo de ese cruel diluvio. Ninhursag era la única  que parecía compartir mi tristeza. Lloramos de desespero. ¿Quién nos prepararía  deliciosas cervezas? ¿Quién buscaría el oro?
Esta  vez la rivalidad entre Enlil y Enki había servido de algo. Los espías de Enki le  habían informado del cambio polar. En todas las culturas antiguas de Terra hay  historias de un diluvio y un hombre que se salvó en un arca. Enki escogió a ese  hombre. Enterado de  que  habría un gran diluvio, Enki resolvió salvar por lo menos una familia de Lulus.  En medio de su vanidad, escogió un hombre de su misma dotación genética. Todas  esas historias dicen que Noé fue escogido por su bondad, pues, no, Noé incluso  se parecía a Enki. Y no hubo un arca,  fue un submarino, y los animales "en pares" era realmente material genético  almacenado apropiadamente para que pudieran se recreados más tarde. Desafiando a  Enlil, Enki rescató a  los  Lulus.
Cuando  Enlil descubrió a los Lulus sobrevivientes, se enfureció. Con sus hijos, lanzó  acusaciones de traición y otros crímenes abominables contra Enki y sus hijos.  Enlil sostenía que Enki había desafiado las leyes de Anu. Por consiguiente, Enki  pronunció el mejor discurso de su vida, astutamente alabando y lisonjeando a  Enlil por su plan "divino". Dijo que Enlil, en medio de la grandeza de su  sabiduría visionaria, había escogido el material genético de entre la basura de  las especies y llegó hasta lo mejor que había entre los Lulus. Y que si esos  sobrevivientes solitarios habían soportado los horrores del diluvio, entonces  sus genes deberían ser dignos de servir a  Anu y a los Nibiruenses.
¡Para  sorpresa nuestra, Enlil se lo creyó! Creo que estaba cambiando  de opinión, pues ¿dónde conseguiría los obreros para las  minas y para construir sus monumentos?
Cada  miembro de la familia juró solemnemente nunca más volver  a destruir a los Lulus. En un estallido de generosidad sincera, y  quizás un poco de culpa, Enlil le concedió la vida eterna a Noé, por  lo menos como la conocemos. Se preparó entonces todo tipo de leyes  para regular la copulación y reproducción de los Lulus. Aunque todo  resultó bien para las dos partes en conflicto, hubo un cambio, una  agudización de la rivalidad entre Enlil y Enki. Nosotros sabíamos que  esa gran rivalidad ocasionaría otras dificultades en el  futuro.
***
Nosotros  los pleyadenses nos consideramos de la raza de cepa reptil. Como evidencia de  nuestra conexión con ustedes, la especie humana posee un cerebro reptil  localizado en el cerebelo, el cual controla las funciones autónomas del cuerpo.  En todos los mundos, incluyendo el sistema solar pleyadense, abundan muchas  razas. En su lenguaje no hay palabras para describir estas razas; ni siquiera  podrían pronunciar esos nombres, pues los sonidos les serían muy  extraños.
Cuando  Anu llegó por primera vez a Terra hace 500,000 años, la Gente del Dragón y la  Gente de la Serpiente ya estaban aquí. Obviamente, no querían compartir su  planeta. Anu quería el oro, pero la Gente del Dragón temía que él no respetaría  sus métodos pacíficos. Ellos habían pasado eones distribuyendo líneas de energía  magnética alrededor de Terra y habían construido innumerables túneles en  colaboración con la Gente de la Serpiente. Los vórtices de energía que potencian  sus civilizaciones se encuentran en esos túneles  junto con enormes almacenes de piedras preciosas y metales. Hubo un buen número  de batallas en Terra y en sus cielos, pero finalmente se hicieron arreglos, se  demarcaron límites, y Anu aceptó casarse con una princesa Dragón llamada Id para  sellar la alianza. De esta unión salió el niño Enki.
Id  es hermosísima. A Anu le parecieron misteriosamente atractivos sus ojos rojos y  su piel metálica dorada. Su hijo, Enki, tiene un porte de elegancia  aristocrática y tiene una cola. A mí me gusta la cola, creo que le agrega  misterio a su cara de Merlín. También tiene orejas puntiagudas con lóbulos  largos, lo que parece haber causado algo de confusión en cuanto a quién  realmente es, pero el parecido de Enki con la criatura mítica llamada el Diablo  es completamente accidental. Mi querido Enki es un ser bondadoso cuyo defecto  principal consiste en ser incapaz de decir "no".
Ciertamente  no es un demonio.
Enki  fue educado en Nibiru. A su madre, Id, no le gustaban mucho las fiestas sin fin  que ofrecía mi bisabuela Antu, de modo que Id y Enki estaban felices de mudarse  a Terra. Allí Id vivía con su gente en los túneles, y Enki se construyó un  hermoso reino en el mar llamado el Abzu. Las estructuras del Abzu fueron  construidas de plata y lapislázuli. Tenía parte en lo alto de una montaña y  parte sumergida bajo el agua. Esto era algo práctico, pues la parte sumergida  ofrecía protección de las ondas de radiación inciertas que se extendían por  Terra en los primeros días.
Cuando  Enki no estaba trabajando en el Abzu, construía represas y desviaba aguas. Como  era un amante del agua, a menudo remaba solo por las ciénagas de Sumeria y  Babilonia en un bote pequeño y estudiaba los peces, insectos y hierbas que había  en las riberas de los ríos. Enki amaba su planeta. Supongo que lo aprendió de  Id. La belleza de Terra corre por la sangre de su pueblo antiguo.  Desafortunadamente, Anu envió a Enlil a Terra después de que Enki había estado  allí un buen rato. Cuando Enlil llegó para hacerse cargo de la colonia, recalcó  el hecho de que él era el hijo legítimo de Anu, de modo que Enki no tenía que  aceptarlo. Se  dividieron  los dominios. A Enki le tocó Egipto y el Abzu. Enlil asumió el control de  Sumeria, las operaciones mineras en África, el puerto espacial y el manejo de  los astronautas, tanto los que estaban en órbita, como los que estaban en Terra.  Ninhursag me contó que Enlil y Enki peleaban cuando eran niños. En secreto ella  pensaba que Antu los había enviado a ambos a Terra para que sus riñas continuas  no interfirieran con sus fiestas.
Enki  no animó mucho a la Gente del Dragón para que colaborara con su medio hermano  Enlil. Los Dragones naturalmente preferían a Enki, pues era uno de ellos y  protegía mucho a su madre, Id. Enki no estaba de acuerdo con ninguna de las  decisiones que tomaba Enlil, lo que causó estragos en Terra. Ninguno de los dos  tenía razón ni estaba equivocado, cada uno quería salirse con la suya y tener el  control absoluto. Los hijos de Enki y Enlil llegaron a compartir los mismos  sentimientos, y sus padres no vacilaron en utilizarlos en sus conflictos. Toda  la familia y los Lulus fueron arrastrados hacia esta rivalidad, que ha sido el  catalizador de toda la infortunada historia de Terra.
*
Aunque  yo soy la nieta de Enlil, disfruto siempre de la compañía de Enki. Él es alguien  con quien uno se puede divertir; ama a las mujeres, ¡a todas! Enlil es tan  serio. Enki y Enlil son como el agua y el aceite.
A  medida que pasaba el tiempo en Terra, se seguían subdividiendo los territorios  entre los hijos de Enki y Enlil para evitar la guerra. Era fácil ver que si yo  misma no me hacía cargo del asunto, terminaría con las manos vacías en este  grupo pendenciero, de manera que decidí hacerle una visita a Enki
Me  puse mi mejor vestido de gala, mis mejores joyas y volé hacia  el Abzu. Sabía que Enki guardaba los MEs  divinos allá y tenía la esperanza  de aprovecharme de su debilidad por la bebida y las mujeres.  Los MEs están basados en una  tecnología que apenas se está  descubriendo en Terra. Imaginaos una computadora que contiene todo el  conocimiento del universo. Esta computadora transfiere el conocimiento a la  mente del usuario en forma de hologramas. De modo que el conocimiento se  transmite al usuario holográficamente y en su totalidad, así que el conocimiento  no ocurre por partes en forma lineal. El poseedor de los MEs tiene un entendimiento de la  información que hay en cada uno de los MEs instantáneamente. El conocimiento es  poder; poder para crear civilizaciones, para predecir el movimiento de las  estrellas, para viajar más allá de Terra, para regular la atmósfera, todas las  ciencias y las artes. Yo quería tener ese  poder.
Como  siempre, Enki estaba dichoso de verme. Mientras alababa  mi belleza y encantos, me abrazó de un modo inapropiado. Los sirvientes de Enki  nos siguieron hasta un rincón acogedor donde había bandejas con manjares  deliciosos importados de Nibiru, pasteles exquisitamente preparadas y cervezas  sumeras. Cuando Enki estaba distraído, empapé su cerveza con mis hierbas  mágicas. Estas hierbas incrementan la frecuencia de uno, especialmente en  hombres de edad cuya potencia ya está decayendo. Enki estaba feliz y no me podía  quitar los ojos de encima, puesto que soy tan encantadora. Bebió mucha cerveza.  Enki tiene un gran sentido del humor y yo le contaba las historias más chistosas  sobre las sacerdotisas en mis templos. Festejamos, bebimos y reímos durante tres  días. En más de una ocasión dancé para Enki, algo así como el número de los  siete velos que puede ser tan eficaz. ¡A él le encantó!
Finalmente,  le pedí los MEs. Muchos de los hijos  ya los poseían,  y yo solamente quería mi propia serie. Al principio estuvo reacio; él sabía que  eso estaba prohibido. Enlil se enfurecería si llegara a saber que los obtuve sin  su permiso. Habría que decírselo. Entonces, le serví otro trago a Enki. ¡No veía  por qué el gran Enki tenía que pedirle nada a su hermano! Le conté una historia  del templo particularmente picante. Mientras todavía reía, le pedí los MEs con mi voz más dulce. ¡Enki estaba  tan excitado con mis seducciones que  finalmente dijo que sí! Creo que también le producía placer la idea de cuánto  enfadaría esto a Enlil.
Enki  empezó a sentir los efectos de las hierbas y se quedó dormido. Cuando empezó a  roncar, guardé los MEs en un estuche  de oro que había traído. Los MEs se  ven como cristales de doce lados de gran belleza y color y solamente se pueden  activar si uno conoce los sonidos sagrados que los hacen vibrar y emitir sus  secretos. En Nibiru, Ninhursag me había enseñado estos sonidos.
Cuando  los ronquidos de Enki se hacían más recios, me escabullí por la puerta con los  MEs. Había llevado dos naves conmigo.  Una era oficial y la otra era mi nave privada. Tenía el presentimiento de que  Enki podría cambiar de opinión y trataría de recuperar los MEs cuando despertara. De modo que envié  mi nave oficial a casa como señuelo y me alejé en mi nave pequeña, la que puedo  pilotear con facilidad.
Al  despertar, Enki no recordaba muy bien lo sucedido y sus sirvientes tuvieron que  recordarle que me había entregado los MEs. Como se sintió un poco abandonado y  usado, su ego masculino entró en acción. Con un grito les ordenó a sus  sirvientes que me persiguieran, que me trajeran junto con los MEs. Yo sabía que era un pretexto para  que yo regresara y para pacificar a Enlil y a los otros dioses. Con astucia yo  había previsto esta posibilidad y estaba escondida a salvo bajo tierra en un  santuario de los Dragón con mis MEs.
En  la familia de Anu se tiene la costumbre de que si tienes la voluntad para tomar  el poder, te respetan por ello. Enki y Enlil estaban tan impresionados con mi  atrevimiento que me concedieron el derecho de conservar los MEs. Me nombraron miembro del consejo  familiar, el Panteón de los Doce. ¡Yo había alcanzado todo lo que quería y más!  Me declaré Reina de Cielos y Tierra. Ahora poseía la tecnología para fundar mis  propias ciudades y alcancé un lugar de mayor poder dentro de mi familia. Obtuve  el poder porque con coraje me lo había apropiado, ¡y todavía quiero mucho a  Enki!
***
Aunque  parecía que mi vida era color de rosa y que yo estaba totalmente consentida, las  cosas empezaron a verse funestas para mí. Para poder reclamar mi lugar legítimo  en la familia de Anu, tenía que casarme con alguien cuyo linaje genética me  diera poder. Yo había crecido compitiendo con mi hermano, Utu, y con los otros  jóvenes varones. Me veía como alguien igual a ellos. La idea de casarme y ser  dominada por alguien con esa dotación genética no me atraía mucho.
En  la cultura pleyadense, la energía femenina es respetada. La  ley les permitía a las mujeres derechos iguales, así como la oportunidad  de expresar sus talentos innatos. No obstante, la mayoría de  las mujeres dependían de un "buen matrimonio" para definir su puesto  en el mundo. Se podría decir que la mujer pleyadense era considerada  igual al hombre, pero bajo condiciones, y los límites de éstas  eran fijados por la naturaleza individual de cada mujer.
Mi  hermano Utu y por supuesto mis padres me presionaban para  que formara un matrimonio poderoso, lo que le daría mucha más fuerza a nuestra  rama de la familia. Utu se burlaba de mí preguntándome si quería terminar como  Ninhursag. Había visto la vida de mi tía/abuela como la de solterona, y eso no  me gustaba mucho. Seguras en medio del poder que les garantizaba el matrimonio,  las mujeres de mi familia tranquilamente tomaban sus puestos al lado de sus  esposos. Tranquilamente es una  palabra que no me llamaba mucho la atención. Yo deseaba el poder para mí, ¡no  quería que  me controlara nadie!
No  obstante, con toda esa presión para que me casara, empecé a buscar y a pensar  cuál de los candidatos disponibles me parecía interesante.
Enlil  había tenido éxito en engendrar un hijo con Ninhursag; lo  que constituyó otra derrota para Enki, quien sólo había tenido hijas con ella.  El nombre del muchacho era Ninurta, y fue educado conmigo y con Utu en Nibiru.  Yo pasé mucho tiempo con él cuando éramos niños y siempre estábamos compitiendo  y a menudo riñendo. Su madre Ninhursag simplemente lo adoraba de un modo  repugnante; era tan malcriado. Ninurta podría ser genéticamente apto, pero ni  siquiera valía la pena mencionarlo.
Enki  tuvo varios hijos varones, pero el único que estaba disponible era el menor,  Dumuzi. Ah, sí, Dumuzi. Incluso el nombre lo  deja a uno aplanado, ¿verdad?
Como  era el hijo menor de Enki, Dumuzi tenía el puesto más bajo. Le asignaron la  Oficina de Pastor Real. ¿Quién inventaría ese título? Estaba encargado de todos  los animales domésticos en Terra. Ya sé, todos tenemos que comer y los rebaños  son muy importantes para la supervivencia de los Lulus. He oído todos esos  argumentos de mi hermano Utu y de mis padres. Pero, ¿alguna vez os habéis  regocijado con el olor de las ovejas al final del día? Mis padres estaban a  favor de la unión. Creo que no veían la hora de verme casada  y sin problemas.
Me  consolé con la idea de ser miembro de la familia de Enki. A menudo lo podía  convencer de que hiciéramos algo agradable juntos,  y tenía en mente convertirme en reina de Egipto. Me vi a mí misma flotando en  una barcaza dorada sobre el Nilo, reclinada sobre una era de flores, y las  multitudes vitoreándome. Con los MEs  en mi posesión y un matrimonio poderoso, mis ambiciones en ciernes empezaron  a tomar forma. Así que me casé con Dumuzi.
El  matrimonio era
 bueno, el matrimonio. Dumuzi no era muy  brillante y ciertamente no era pareja para mí. Creo que sus hermanos lo habían  tratado muy mal, especialmente Marduk, el mayor. Dumuzi era frivolo y egoísta.  Pasaba el tiempo mirándose en un espejo esperando que lo atendiera como si fuera  su esclava. Su madre vivía para él, le concedía todos sus deseos. Yo empecé a  evitarlo todo lo que podía.
Estaba  tan aburrida que asumí tareas extras en los Templos del Amor, como se conocía a  mis templos. Inventaba toda clase de excusas y en mi nave volaba de templo en  templo inaugurando toda clase de nuevas ceremonias. Me comportaba exactamente  como un ejecutivo moderno que se marcha en viajes de negocios sólo para alejarse  de su mujer. Diseñé una cantidad de rituales nuevos que tenían como centro a  Dumuzi y a mí con fin de pacificarlo a él y a nuestras familias. Los rituales  contenían todo este asunto acerca de nuestro matrimonio y el arte de hacer el  amor, acerca de la esposa tímida y su maravilloso esposo. Esta primera  telenovela les dio a los Lulus arquetipos sobre los cuales moldear sus propias  vidas. Los rituales se diseñaron para estimularlos a producir hijos dentro de un  ambiente feliz. Para mí, era un escape a la fantasía. Yo inventé mi vida en un  ritual como yo quería que fuera, pero no lo era.
Quizás  fue mi falta de entusiasmo por Dumuzi lo que nos dejó  sin un hijo. Para asegurar nuestros derechos al poder, tenía que haber  un hijo que heredara ese poder. Esa era la ley. Pero, cualquiera que  fuera la razón, nosotros no teníamos heredero. Entonces, se me ocurrió  lo siguiente: Si los demás habían tenido hijos con sus hermanas,  ¿por qué no Dumuzi? Anu y Antu habían engendrado a Enlil,  que a su vez engendró a ese malcriado Ninurta con Ninhursag.
Yo  estaba inspirada.
Fue  fácil convencer a Dumuzi de que sedujera a su hermana. Le hablé con entusiasmo  sobre el magnífico linaje genético de su familia, y su necesidad narcisista de  reproducirse se encargó del resto. La hermana de Dumuzi se llamaba Geshtinanna,  y era pavorosamente inocente, nada ambiciosa como yo. Hice que mis sirvientes  prepararan un picnic detallado, completo con vinos de hierbas parta estimular la  libido. Ellos tenían que encontrarse en una colina que daba a los rebaños que  estaban haciendo lo que los animales hacen en la primavera. Yo había pensado en  todo y, como Geshtinanna era tan ingenua, no tenía la menor idea de que la  estábamos embaucando. Después de dos tragos de vino, Dumuzi llegó a la parte  sobre tener un hijo juntos y hasta ahí llegó la amenidad. Geshtinanna protestó;  ella quería permanecer pura para su esposo, quienquiera que fuera. Dumuzi trató  de persuadirla, pero ella se negó abiertamente. ¡Dumuzi perdió el control y la  violó! Supongo que esa hierbas que puse en el vino tuvieron la culpa. Son muy  eficaces en los hombres.
¡Estupro!  Era algo que no podía quedarse sin castigo. Ni siquiera Enlil pudo esquivar el  castigo por este delito. Dumuzi y yo le habíamos dado ahora a su hermano mayor,  Marduk, una muy buena razón para deshacerse de su hermanito. Marduk había estado  trabajando sistemáticamente en la manera de quedarse con Egipto, Marduk no me  quiere y no quería arriesgarse con mis ambiciones o las dinastías que yo  esperaba establecer.
Dumuzi  corrió hacia mí y hacia su madre, atormentado de pesadillas y presagios sobre su  muerte. Lo animamos a que huyera e hicimos arreglos para encontrarnos en secreto  y llevarle comida y agua. Así él podría esconderse hasta que se calmaran las  cosas y yo podría hablar con Anu para pedir clemencia. Pero Marduk no perdió  tiempo. Sus verdugos persiguieron a Dumuzi hacia los colinas y lo atraparon como  si fuera un conejillo. Fue algo horrible, me parece que los hombres de Marduk se  extralimitaron. El pobre Dumuzi murió a causa de las armas radiactivas que con  crueldad le dispararon. Mi esposo estaba muerto y yo estaba sin  descendencia.
En  ese momento me vino a la memoria una ley pleyadense útil: si un hombre muere sin  descendencia, pero no obstante tenía un hermano, ese hermano, ya sea que  estuviera casado o no, estaba obligado a casarse con la viuda y procrear un hijo  con ella. Afortunadamente, Dumuzi tenía ese hermano, Nergal, tan bien parecido e  inteligente. Yo siempre lo había admirado. Pero era una pena que ya estaba  casado con mi media hermana en el mundo subterráneo. Pues bien, yo nunca permito  que complicaciones exiguas se interpongan en mi camino. Decidí ir a visitar a la  rubia, la Reina del oscuro mundo subterráneo, Ereshkigal, para reclamarle a mi  esposo legítimo, su marido, Nergal.
***
Ereshkigal  es mi media hermana. Con una esposa tan buena y bella como mi madre, era de  esperarse que mi padre, Nannar, estuviera satisfecho. Pero la fidelidad no era  la costumbre en la familia de Anu. Quizás era el contraste con mi madre lo que  hacía que la madre de Ereshkigal fuera tan fascinante. La única palabra que  escasamente describe a su especie es Raksasas. Ella era mitad serpiente y  mitad demonio, muy atractiva, y de su cuerpo salía y se retorcía el Kundalini.  Su piel era de un verde claro cobrizo y su pelo formaba lo que se podría llamar  "rizos aterradores". Su cuerpo era fuerte y sensual. Tenía los ojos de una cobra  con el poder para hipnotizar a Nannar. Como Dios de la Luna, mi padre  ciertamente tenía su lado oscuro.
La  atracción apasionada entre ellos dos solamente podría desase como combustión  espontánea. Ereshkigal era un auténtico retoño de una fusión erótica. A nadie se  le ocurrió cuestionar su belleza asombrosa. Ella heredó lo mejor de sus padres,  y ella lo sabía.
No  la culpo por no haberme querido. Creo que en cierto modo ella sentía por mí lo  que Enki sentía por Enlil. Yo era la hija legítima de Nannar y ella era el fruto  de la concubina. Además de estar cautivado por su belleza, Enki sentía cierta  simpatía por ella. Hasta llegaron a concebir un hijo que se llamó Ningishzidda.  Enki como de costumbre no pudo controlarse y, como ingeniero jefe de minas, le  había dado a Ereshkigal el poder sobre el mundo subterráneo. Enki se deja  convencer muy fácilmente y me hubiera gustado ver cómo Ereshkigal utilizaba sus  notables encantos sobre él. Nosotras las chicas hacemos lo que sea para valemos  en este mundo. ¡Pero todo ese cabello rubio era tan falso como todas las pelucas  que usaba para  realzar su cabellera!
El  mundo subterráneo no está exactamente debajo, aunque parte de él sí lo está.  Está localizado en lo que ahora llaman África y los extensos depósitos de oro  que nosotros codiciamos están allá. Fue una operación minera enorme.  Constantemente volaban los enlaces desde Terra hasta a la estación en la órbita  para entregar los metales refinados. Desde las profundidades de la Tierra  sacábamos oro y otros metales preciosos como plata, cobre, uranio y diamantes.  Tenía que haber una fuerza de trabajo gigantesca y, con el paso de los siglos,  se procrearon hombres y mujeres para que fueran obreros más eficientes. Nuestros  geneticistas constantemente mejoraban el aspecto de su obediencia y sumisión. No  obstante, de vez en cuando había  que aplicar la disciplina.
En  Terra había por lo menos tres especies que comían carne humana, así que los  "come-carne" eran una herramienta disciplinaria muy útil. ¿Qué mejor amenaza  para a un trabajador reacio que la idea  de ser devorado vivo?
Mírenlo  desde nuestro punto de vista: nosotros estábamos cumpliendo con nuestro deber.  Teníamos que suministrar partículas de oro a nuestro planeta Nibiru para nuestra  atmósfera agotada, o moriríamos todos. Hicimos todo lo necesario para sacar el  oro de las minas. Ereshkigal era la más indicada para este trabajo; para nada le  molestaba "motivar" a los obreros con historias de canibalismo. Dentro de sí  tenía un poco de esa vocación de come-carne. No es que comiera humanos todo el  tiempo; sólo un mordisco de vez en cuando.
*
El  canibalismo tiene significados diferentes para diversas especies. Un grupo  podría verlo como una manera de absorber la fuerza, sabiduría y poder de la  persona que se come. Para ellos, es un método ritual de aumentar su conciencia,  así como su capacidad física y sexual. Cuando ingieren a su enemigo, obtienen la  experiencia de su vida. Otros solamente se comen el cerebro de la víctima para  obtener su inteligencia. En vuestro planeta todavía hay vestigios de  esto.
Hay  otro tipo de canibalismo más generalizado que es mucho más sutil. Hay quienes  conocen el arte de devorar la energía de las personas sin que ellas lo sepan.  Piensen cómo el temor los puede enfermar; cuán rendido y desgastado se siente  uno a causa de la rabia, la cólera o los celos. ¿A dónde va esa energía? ¿Por  qué se ven tan cansados y pálidos aquellos que son adictos al alcohol y las  drogas? Quizás aquellos que los controlan ya no necesitan comer su  carne.
*
¡Ahora  saben de dónde proceden esas historias sobre personas que llevan a las  Antípodas, las asan y se las comen los demonios! para algunos era una realidad.  Pero no existen los demonios, solamente varias especies que los han controlado  por medio del temor. Este es un universo de libre albedrío, lo que quiere decir  que son libres para hacer lo que quieran, y también lo son los demás seres. Ese  es el problema. Si todos empezamos  como iguales, ¿cómo inducimos a los otros a que hagan lo que queremos que hagan?  ¿Hay algunas reglas? ¿Se puede engañar a otros? ¿Quién valora a quién  y a  qué? Si te conviertes en el tirano de otro, ¿se te devuelve esa tiranía? ¿Te  bloquea esto con el tiempo? Esa es la pregunta más interesante para nosotros  ahora que estamos atrapados por la Pared.
*
Yo  no estaba pensando en asuntos de metafísica cuando descendía en mi nave hacia el  mundo subterráneo. Mi hermano Utu y mi padres opinaron que tenía que estar  deschavetada. Ellos no pensaban que Ereshkigal recibiría a su media hermana que  acababa de enviudar con los brazos abiertos, y me advirtieron que no fuera. Pero  yo tenía otras cosas en mente, como la dotación genética de su marido Nergal,  además de sus ojos azules. Por derecho, él llegaría a ser mi esposo y  produciríamos herederos.
Se  decía que Ereshkigal tenía un palacio fabuloso, que estaba todo cubierto de oro.  Me imagino que le hacía falta todo ese esplendor para animarse, pues el vivir  alejada de Sumeria y Egipto debió de haber sido deprimente para  ella.
A  medida que me acercaba a los portones, me abatía un poco todo el oro y las  columnas de mármol que describían monstruos serpentinos retorciéndose y  devorando Lulus muertos de pavor. Un poco exagerado, me pareció. Pero eso era  sólo el comienzo.
Tuve  la buena idea de enviar a Ninshubar, mi criada, a que me esperara en la nave. Le  dije que si no aparecía en tres días, ella debería volar a casa a buscar ayuda.  Había prestado algo de atención a lo que dijeron mis padres. No obstante, yo  estaba confiada. Una chica debe arriesgarse, debe tener coraje. Después de todo,  me había arriesgado a conseguir los MEs  divinos. Yo sabía que podía ser muy persuasiva. Ereshkigal no salió  precisamente corriendo a saludarme. De hecho, no la veía por ningún lado. Me  salió al paso un horrible guardián que dijo que se llamaba Neti. ¡Dios mío, él o  ello era tan  grande!
Le  dije a ese monstruo quién era yo, y él me guió por un laberinto  que tenía una serie de portones, lo que debió de haber sido un  sistema de seguridad diseñado para proteger el oro de Ereshkigal. Luego este  guardián me ordenó a mí, Inanna, que me quitara todas mis joyas protectoras y  mis vestiduras. Todos nosotros usábamos una variedad de aparatos defensivos para  protegernos de la radiación. También llevaba conmigo los utensilios de cabeza  con reguladores de campo y sistemas de comunicación. Mi vestido tenía su escudo  de protección estándard tejido dentro de la tela. Nunca se sabe qué se puede  encontrar cuando uno vuela por el espacio, o en Terra.
Al  llegar al séptimo portón, se me ordenó que me quitara el vestido. No es que yo  sea muy modesta, pero me empezaba a fastidiar la forma como me estaban tratando.  Además, yo quería saber a dónde se estaban llevando las joyas. Finalmente, entré  en un salón donde Ereshkigal celebraba una audiencia.
Era  exactamente como me lo habían contado; había un estrado de oro enorme y  Ereshkigal estaba sentada sobre un trono majestuoso con diamantes incrustados.  Aunque yo estaba desnuda, iba a saludar con amabilidad, cuando esos jueces con  aspecto de ogros empezaron a lanzarme acusaciones de falsedad y traición. Era  algo ridículo; no entendía de qué estaban hablando y tenía sed.
De  repente, Ereshkigal sacó su arma de plasma y en un momento me disparó una buena  dosis de radiación, más que suficiente para matarme. ¡Yo estaba asombrada!  Rápidamente vi cómo yo flotaba por encima de mi precioso cuerpecito, ¡que  aceleradamente cambió de su cálido tono azul a un índigo muerto!
Ereshkigal  les ordenó a sus guardias que colgaran mi cuerpo en la pared como se hace en una  carnicería. Vi cómo mi cuerpo se descomponía. Viajando en astral, seguí a mi  criada, Ninshubar, que iba de regreso a Nippur, la ciudad de mi abuelo, Enlil.  Observé cómo ella entraba en su templo y le suplicó que me salvara. ¡Él se  rehusó! dijo que yo sabía muy bien lo que pasaría si iba allí; de todos era  sabido que Ereshkigal me despreciaba.
Entonces  mi criada fue a  mi padre, Nannar.  ¡Él también dijo  que  no! Y yo seguí flotando ahí en el aire, escuchando el sermón de mi padre:  "es muy testaruda, todos sabíamos que sólo encontraría problemas  al ir a buscar el marido de Ereshkigal". ¡Hasta dijo que me habían dado mi  merecido! ¡Mi propio padre! ¿Tal vez habría preferido  un hijo varón?
Yo  todavía flotaba en aire, tratando de acostumbrarme a estar sin un cuerpo. En la  mente de mi querida criada motivé un pensamiento y velozmente ella fue al Abzu  de Enki. Ya tenía preparada una historia lacrimosa muy convincente y, bendito  sea Enki, decidió intervenir. Él tenía algo de poder sobre Ereshkigal, pues  había sido él quien le había concedido el mundo subterráneo. El hizo arreglos  para que llevaran mi cuerpo a la Gran Pirámide y, con la ayuda de Ninhursag, me  resucitó.
Durante  tres día tuve un dolor de cabeza horrible. Decidí nunca más volver a visitar a  esa bruja y olvidarme del DNA de su marido.
*
Estar  separada de mi cuerpo no fue algo tan funesto, pero me llevó a pensar cuánto  disfrutaba de ciertas cosas, como bailar, o incluso comer. Me había apegado  mucho a este cuerpo y a mi vida en Terra con los Lulus. El tiempo que estuve  fuera de mi cuerpo me hizo querer mucho más a Terra. También aprendí a no  confiar en nadie,  excepto en mí misma.
Decidí  extender mis Templos del Amor a la India meridional donde me habían dado  territorios que nadie más quería. A las orillas del río Indo construí las  ciudades Mohenjo-Daro y Harappa.
La  desembocadura del río Indo era el centro de comercio desde el Este en aquella  época. Puse todo mi empeño y los MEs  divinos para crear negocios y comercio entre Sumeria, Babilonia y Egipto y  el Valle del Indo. Me gustan los tesoros de Terra y tengo la habilidad para los  negocios; soy una comerciante innata. Mis templos eran oficinas de intercambio  que servían como lugares de canje y negocios con varios productos, así como de  salones de aprendizaje y adoración.
Invité  a mi madre, Ningal, para que me ayudara a diseñar y construir los templos. Ella  tiene una pasión por la arquitectura y trajo consigo a su buena amiga, Maya, la  arquitecta más famosa de nuestro tiempo, para planear Mohenjo-Daro y Harapa.  Maya ya había diseñado otros templos en Sumeria pero nosotras tres queríamos  superar las creaciones anteriores. Nosotras tres construimos unas estructuras  tan hermosas y valiosas que Anu y Antu vinieron a admirarlas.
Yo  siempre he apreciado el lapislázuli. Sus azules profundos realzan muy bien los  tonos de mi piel, pero no había suficiente para construir todos los templos, por  eso le pedí a Enki que desarrollara un sustituto en sus laboratorios. En poco  tiempo tenía más que suficiente lapis, y cubrí los pisos de los templos, las  columnas y las tejas del techo con un nuevo lapis falso, que era mi regalo de  Enki. El mármol y el oro se mezclaron elegantemente, con turquesa, malaquita y  lapis en ritmos geométricos.
También  invité a Tara para que me ayudara en los templos. Tara es la esposa de mi amigo  Matali, el piloto de Enki. A Matali no le cae muy bien mi familia; supongo que  nos ha conocido como "dioses" desde hace mucho tiempo. El prefiere confiar en la  Gente de la Serpiente y por eso se casó con Tara, su bella princesa de  la raza  serpiente.
El  linaje de Tara es el más antiguo en el planeta Terra. Matali dice que la Gente  de la Serpiente es mucho más sabia que la de Nibiru. Él me ha contado historias  fabulosas de su reino que está en lo profundo del planeta. Se dice que juegan  con frecuencias que nosotros no entendemos. La adquisición del poder material no  les interesa.
Lo  que sí comprendí fue que Tara era la mejor bailarina que yo  había visto. Yo sabía que su estilo de baile atraería a mercaderes de todo el  Este a mis templos. Ella sería una persona muy útil, de modo que la invité a  entrenar las bailarinas de mi templo. Tara es una hermosa mujer de piel cremosa  verde pálido y ojos oscuros almendrados que parpadean como estrellas en el cielo  nocturno. Collares de perlas negras y bolitas de oro cubrían sus firmes pechos  desnudos. Mi amiga Tara me ayudó a instaurar una cultura grandiosa y  floreciente.
También  invité a Ninhursag. Ella estaba dedicada completamente a administrar sanación a  sus queridos Lulus en la pirámide. Su amor y su compasión por todos los seres  vivientes la convirtieron en nuestra médico más brillante. Tenía un grupo de  enfermeras maravillosas que le ayudaban, pero yo sabía que ella estaba  muy
sola.  Pasaba demasiado tiempo con ese hijo suyo Ninurta, lo que no era bueno para  ninguno de los dos ¿Conocen el tipo de madre que chismorrea sin cesar con su  hijo sobre el resto de la familia? Bueno, así era mi Nin.
Yo  quería que Ninhursag fundara lo que ustedes llaman hospitales, pero nosotros  vemos su medicina moderna como algo absolutamente barbárico. Nosotros usamos  formas de pensamiento y frecuencias, no drogas o bisturíes. Ser la única  matriarca soltera en Terra le estaba saliendo caro a Nin, y yo la quería mucho.  Estaba envejeciendo un poco pero ella siempre lo negaba. Nin se presentaba más  competente y fresca que nunca, pero yo  sabía la verdad. Yo misma me sentía un poco sola y veía con cuánto coraje  ella seguía adelante.
Al  observar la vida de Ninhursag, junto con mis propias experiencias, empecé a  sentir comprensión por la mujer. A medida que el tiempo pasaba en Terra, los  hombres de mi familia se volvían más y más dominantes. Era como si la misma  atmósfera de este planeta remoto nos estuviera afectando a todos.
En  las Pléyades la mujer es respetada como símbolo de la gran Diosa y es tratada  con consideración. Nuestra ley prohibe estrictamente golpear o violar a una  mujer. Las frecuencias fronterizas de la Tierra aparentemente produjeron un giro  de esta tradición. Nuestros hombres estaban adoptando una actitud diferente  hacia la mujer. Los hijos de Enki, guiados por Marduk, inventaron leyes que  prohibían a las mujeres ciertas libertades en sus territorios. Por supuesto yo  estaba enfadada y trastornada por esas leyes tan ridiculas. Entonces, en mis  tierras, yo enfatizaba el fortalecimiento y la mejora de la energía femenina.  Decidí enseñarles a los Lulus algunos de los Misterios Pleyadenses.
Cuando  Ninhursag y Enki crearon a los Lulus, dejaron algunos  componentes claves inactivos. Aunque los Lulus y todos los  numanos nacidos de ellos, incluyendo a los habitantes de la Tierra hoy  por hoy, poseen nuestros genes, algunos de éstos no funcionan
Porque  habían sido desconectados a propósito. A los Lulus se les enseñó  a llamar a mi familia "divina", pero nosotros escasamente lo éramos. Los hijos  de Anu son los adolescentes eternos, y palabras como ambiciosos y codiciosos nos describirían  con más precisión. Intencionalmente habíamos dejado los códigos genéticos de  nuestra raza trabajadora parcialmente funcionando para que fueran más dóciles.  Yo sabía que no podía interferir en el funcionamiento del ADN de los Lulus, pero  nadie podía evitar que les enseñara ciertos secretos. Y como el pensamiento crea  la realidad, yo esperaba que algunas de mis sacerdotisas y sacerdotes pudieran  encender los "genes divinos" que están presentes en todos los Lulus y fomentar  de este modo su evolución latente por medio de la secreción hormonal.
En  la época actual el Samkhya es todo lo que queda de la sabiduría  pleyadense. Samkhya es una palabra sánscrita que significa "enumerar". El  concepto Samkhya sugiere que la materia está organizada a partir de dos  componentes primarios, Conciencia y Energía que interactúan para crear el  universo.
Es  el pensamiento enfocado conscientemente lo que mueve las frecuencias de energía  para que se conviertan a sí mismas en la comedia de todos los mundos infinitos e  innumerables. Los físicos en su tiempo presente se están acercando a este  entendimiento, pero les falta un componente y ése es el amor. No la clase de  amor que han experimentado como humanos  algo limitado e imposible de predecir  , sino el amor como una fuerza primaria. A un científico contemporáneo nunca se  le ocurriría medir un estado de conciencia como el amor, pero ése es el secreto.  El amor es la pieza que falta en todas las teorías de campo  unificado.
El  amor del Primer Creador es la causa principal de este universo y de todas las  otras realidades dimensionales que existen. ¿No dicen sus maestros que el amor  es la más grande de todas las virtudes? No obstante, es demasiado simple,  demasiado obvio para  la  mayoría de las personas.
De  modo que enseñé este Samkhya en mis templos. Les enseñé a mis chicas y a algunos  de los hombres que querían aprender a  usar sus hermosas mentes y cuerpos para traer esta fuerza, la fuerza del amor  divino, a Terra, a nuestras ciudades, nuestros campos y a nuestros  hijos.
Fue  una época maravillosa para todos nosotros. Los negocios prosperaban. A las  mujeres se les permitía tener sus propiedades y mantener su fortuna por separado  si lo querían. De este modo nadie las esclavizaba. Ambos sexos eran soberanos, y  los hombres eran igualmente felices. Hubo un florecimiento de la civilización y  las artes. Nuestros campos eran abundantes, el comercio con Sumeria y Egipto  gozaba de prosperidad y las artes de la danza, el canto, la pintura y la  escultura estaban en todo su apogeo. Los rumores de las obras arquitectónicas de  Maya se esparcieron por todo el mundo.
*
De  todos los rituales iniciados en mis templos, el rito del matrimonio era el  favorito. Las sacerdotisas se vestían y preparaban a la novia, quien era educada  en las artes de complacer a su marido y en métodos de asegurar la concepción  cuando lo deseara. El marido también era preparado e instruido en estos asuntos.  En esos tiempos era de conocimiento general el hecho de que el mayor placer se  lograba estimulando a la hembra al punto más elevado del éxtasis. La novia se  convertía en el canal para toda la energía femenina en la creación y el marido  se convertía en toda la energía masculina. Esa unión permitía que las fuerzas  del Primer Creador y de la gran Diosa se expresaran en Terra.
El  secreto de esta unión es la concentración. Nosotros entrenábamos  a la pareja para que lograra una concentración profunda mirándose mutuamente a  los ojos mientras estaban realizando el acto.  Cada célula del cuerpo, así como toda la conciencia del ser, debe  estar allí en ese momento. Todo pensamiento debe estar enfocado  en el ahora.  Una mujer no puede lograr estados elevados de  conciencia en esta unión si está preocupada por la lista de legumbres  o alguna otra tontería. Pensar en el pasado o preocuparse por el futuro  solamente debilita la experiencia.
Recetábamos  vinos y elíxires para aumentar la concentración de aquellos que requerían de  ayuda, pero nuestros mejores alumnos no necesitaban ningún tipo de ayuda  exterior. Las energías que ellos emanaban reforzaban la fertilidad de nuestra  agricultura y la felicidad de nuestro pueblo. A menudo sanaban a los  enfermos.
En  el Valle del Indo se amaba y se veneraba a los animales. En nuestras  transacciones usábamos elefantes y bueyes. Llegamos a quererlos tanto que los  venerábamos en los templos. Yo tenía lugares destinados para que los viejos se  retiraran con seguridad. Allí se les amaba y se les protegía. Los niños los  visitaban con frecuencia. Muchos de los Lulus todavía conservaban el don de  hablar con los animales y se les buscaba para que entrenaran a los elefantes, al  búfalo asiático, a los bueyes, leones, gacelas y toda clase  de animales.
Hasta  hoy mis ojos se llenan de lágrimas cuando recuerdo a mis dos leones domésticos.  Estas criaturas me amaban con todo su corazón y fueron una gran bendición para  mí. La sabiduría que me enseñaron nunca me dejará. El macho me permitía montar  sobre su lomo por las calles y nunca me abandonaba. La hembra me cuidaba con los  instintos firmes de una madre. Estoy segura de que nunca sentí tanto amor y  lealtad como los que ellos me brindaron.
*
Después  de unos cuantos cientos de sus años, empecé a perder el encanto de establecer  una nueva civilización en el Valle del Indo. Los negocios marchaban bien, los  templos estaban construidos, y mis sacerdotisas estaban tan bien entrenadas que  ya podían manejar las cosas sin mí. Mi amigo Matali me llevaba con frecuencia a  la ciudad sumeria de Uruk para controlar las entregas de grano y cosas así.  Extrañaba Sumeria, Egipto y el Abzu de Enki. Mis ciudades no eran tan  sofisticadas; no tenía puerto espacial con acceso a la estación en  órbita. Me sentía como si estuviera estancada en el interior del  país.
Además,  no tenía marido. Matali decía que por fortuna no estaba casada con ninguno de  mis parientes, ¡pues él no los tenía en muy alta estima!
Mientras  este dilema me dejaba perpleja, se me ocurrió una magnífica idea. Allá en Uruk,  Anu estaba otorgando los poderes de monarquía a algunos de los Lulus más  sobresalientes de la época. Anu les delegaba un poder limitado a aquellos que  gobernaban las ciudades. Les dimos a los Lulus control sobre los asuntos humanos  que carecían de importancia para nosotros.
La  monarquía se estaba convirtiendo en una parte importante en la nueva vida de  Terra. ¿Por qué no podía ser yo la encargada de otorgar este poder? Si podía  convencer a Anu de que yo podía reemplazarlo, él no tendría que preocuparse por  todo eso y tendría más tiempo para sí y para las fiestas de Antu. Yo sabía que a  Antu le gustaría la idea.
Antu  siempre me había querido y yo había esculpido su rostro en las estatuas de las  diosas de mis templos. El hecho de ser la hermana de Anu le había otorgado un  poder incuestionable y tenía conexiones políticas por toda la galaxia. A Antu  nunca pareció incomodarle el flujo continuo de concubinas de Anu. Yo siempre  sospeché que ella sabía sumergirse en estados de conciencia extáticos. ¡Es una  dama tan feliz, llena de lo que llaman joie de vivre!
Con  el fin de convencer a Anu y a Antu de que yo era la persona indicada para  escoger los reyes, construí un templo en Uruk. El templo en sí estaba dedicado a  Anu. En la parte interior, el área más importante, coloqué una cama de oro  sólido con el nombre de Antu grabado visible y bellamente sobre ella. La cama  estaba elevada sobre un estrado y estaba soberbiamente adornada con flores  frescas y sedas flotantes. Este templo en Uruk se llamaba la Morada de Anu. Pero  la cama que estaba dentro del lugar sagrado le representaba a todos a qué mujer  escuchaba Anu. ¡Qué detalle! ¡A ambos les encantó! Cuando les pedí que me  concedieran el derecho de otorgar la monarquía, ambos accedieron. Claro que yo  le debía informar a Anu sobre mis decisiones. Mi bisabuela Antu estaba feliz con  las perspectivas de mi nueva carrera. ¿Y qué mejor manera de encontrar un  marido?
***
Marduk,  el hijo mayor de Enki, es el último hombre en la galaxia a quien yo querría como  marido. Enki amaba la vida y a las mujeres de todas las razas y por eso engendró  muchos, muchos hijos, los cuales competían entre sí por tierras, reinos,  ejércitos y riqueza.
Mi  esposo Dumuzi era el más joven de los hijos principales, pero ya estaba muerto y  no representaba una amenaza para ninguno de los otros. Nergal, casado con mi  media hermana Ereshkigal, era el segundo en la línea del poder. Enki llegó hasta  engendrar un hijo con su nuera Ereshkigal. Quizás fue así como ella recibió las  Antípodas, donde Nergal reinaba con ella. Enki tuvo muchísimos otros hijos que  llegaron a ser un verdadero nido de víboras de hermanos y hermanas.
Aparece  en escena Marduk, quien reclamaba todo para sí mismo.  Algunos podrían pensar que Marduk era de Marte, pero cualesquiera  que fueran sus genes reales, nació como un tirano reptil innato.  Salió de la matriz de su madre calculando cómo iba a controlar cada cosa y a  cada persona. Todos los rasgos reptiles clásicos convergen en un gran  Marduk.
Es  muy alto, de ojos rojos penetrantes y piel amarilla olivácea que es un poco  escamosa. Tiene vestigios de agallas en las mejillas. Nació con una cola como su  padre Enki, pero más tarde se la hizo quitar por medio de cirugía láser. Él  alegaba que la cola le estorbaba, pero todos sabíamos que su vanidad lo había  obligado a hacérsela cortar. A muchos les parece que Marduk es exquisitamente  bello, fríamente magnífico y que tiene una mente brillante y la concentración de  una cobra. Él sí posee una especie de belleza, si a uno le gusta  esa especie.
Los  hijos de Enki siempre estaban discutiendo entre sí, incluso cuando eran niños.  Cuando Enki y su hermano Enlil luchaban por el poder, también lo hacían sus  hijos. Pudo haber alianzas temporales, pero tarde o temprano el uno quería  imponerse sobre el otro y los hermanos llegaban a los golpes. Cuando eran niños,  algunos de los muchachos recibieron horribles heridas de esas armas de plasma de  juguete. Algunas de las madres rivales les enseñaban a sus hijos a colocar  formas de pensamiento de demonios imaginarios en los sueños de los otros  pequeños. Las mujeres aprendieron que si los hijos se mantenían en el poder,  también lo harían ellas. Empezaron a descuidar a sus hijas y sólo se preocupaban  por buscar matrimonios  poderosos  para las pobres.
Una  reunión familiar a menudo era un desastre y a veces llegaba a convertirse en un  motín. Los muchachos peleaban y sus madres los azuzaban. Normalmente Enki se  retiraba en medio del temor y el desespero. Nunca le gustó disciplinar a  nadie.
Después  de mucha pugna y engaño, a Marduk se le dio Egipto para que lo gobernara. Enki  prefirió quedarse en el Abzu trabajando en sus proyectos genéticos, de modo que  le entregó el dominio del río Nilo y los territorios adyacentes a su Señoría  Marduk. Inmediatamente Marduk empezó a construir enormes estatuas monolíticas de  sí mismo por todas partes. Estas obras de arte aumentaban su belleza  y tenían como fin intimidar o aterrorizar a los Lulus. El mandato por medio de  la intimidación era el código de Marduk. Todos los tiranos de la historia de la  Tierra de un modo u otro se inspiraron en el primogénito de Enki.
Como  Egipto era el dominio de Enki, su prole quedó encargada de regular los patrones  climáticos alrededor del Nilo. De este modo se controlaba el suministro de agua  y se evitaban las inundaciones. En Nibiru el control del clima se hace por medio  de reguladores de frecuencia. En Terra un satélite en forma de disco de  electroplata y oro cruzaba los cielos y, por medio de emisiones magnéticas que  ustedes todavía no conocen, se regulaban las cantidades de agua y la formación  de nubes. Este procedimiento hizo que los Lulus pensaran que nosotros  controlábamos el sol y que nosotros éramos dioses a los que ellos debían adorar.  A Marduk le encantó esta idea y se autodenominó el Dios del Sol, Ra, y por todo  Egipto fundó templos donde se le adoraba. Él era sumamente presumido y siempre  quería salirse con la suya.
Dios  Sol, el Brillante, Poseedor de Cielo y Tierra y casi todo título que se les daba  a los otros dioses Marduk se lo apropiaba tarde o temprano. Hasta Enki le tenía  miedo. Parecía que Marduk tenía el poder de someter la mente de Enki; ejercía  una especie de control mental sobre su padre. De algún modo toda la fuerza de  Enki se transfería a Marduk, lo que dejaba a Enki  impotente.
*
A  la gran pirámide de Giza la llamábamos el Ekur, una palabra que quiere decir casa  que es como una montaña. Enki y sus hijos construyeron este Ekur en Giza. Marduk  escogió el sitio y Ningishzidda, el hijo de Enki y Ereshkigal, instaló la  tecnología Pleyadense adentro. La pirámide era el generador principal de poder  que usábamos en todos nuestros vehículos espaciales, los discos que controlaban  el clima y los sistemas de comunicación. En esa época lass transmisiones de las  Pléyades, de nuestro planeta Nibiru y de la estación  de órbita, llegaban al Ekur. Aquel que controlaba la gran pirámide ejercía el  poder en la familia.
Marduk  y Nergal empezaron a luchar por el control del Ekur. Marduk hizo clones de sí  mismo y formó un ejército de guerreros feroces y matones, grandes de estatura y  fácilmente reemplazables. Con estas legiones de clones atacó los ejércitos de  Nergal y sobrevino la guerra. Cuando los hijos de Marduk lograron apoderarse del  Ekur, los venció la ambición y la avaricia. Empezaron a reñir entre ellos mismos  y movieron sus legiones hacia el portal espacial que pertenecía a Enlil el  hermano de Enki. Este atropello provocó a Enlill y a toda la familia y dio  origen a una larga y sangrienta guerra familiar que terminó dividiendo a la  familia de Anu en dos bandos definidos, los Enlilitas y los Enkitas.
Enlil  no aceptaba que los hijos de su hermano rival Enki controlaran el Ekur y el  puerto espacial. No quería entregarles el manejo de las comunicaciones entre las  Pléyades, Nibiru y la estación orbital a los Enkitas. Enlil y sus hijos se  pusieron a la altura de las circunstancias. Se escogió a Ninurta como jefe de  las fuerzas enlilitas contra Marduk. Ninurta siendo el hijo de Enlil y  Ninhursag, vivía para complacer a su padre, ejecutaba sus órdenes de una manera  obsesiva y usualmente tenía éxito. Siempre me pareció que Ninurta era una  persona muy rara, excesivamente egocéntrico y resentido, una especie de niño  mimado. Como era el centro de atención de su madre, creció con algunas  características insoportables. Cuando éramos niños Ninurta y yo peleábamos  violentamente. Pero esta vez estábamos peleando juntos en el mismo bando. Como  nieta de Enlil, yo soy enlilita de nacimiento. Vi con agrado que el hijo de  Ninhursag saliera victorioso en las batallas para el bando de mi  familia.
Mi  propio padre Nannar también comandaba ejércitos. Yo insistí en ir a la batalla.  Había alcanzado el nivel de Halcón Dorado en el conocimiento de las armas. Luché  al lado de Ninurta y una vez le llevé un arma que necesitaba con urgencia.  ¡Sospecho que fue la única vez que se alegró de verme!
La  guerra fue inefablemente espantosa y usamos a los Lulus como  soldados. De vez en cuando las grandes ondas de radiación llegaban a pueblos  enteros y Lulus inocentes morían en cantidades. Muchos más murieron de hambre en  el dominio africano de Nergal porque Ninurta evaporó todas las aguas en los ríos  y chamuscó las tierras con fuego de plasma. Ninurta también usó lo que ustedes  llamarían guerra química; el terrible misil Madhava envenenaba todo lo que  encontraba a su paso. Había muchos tipos de armas destructivas, pero la más  ingeniosa de todas era el arma Ruadra. Ésta producía un holograma de enormes  ejércitos de monstruos y demonios que atacaban armados con pistolas de plasma y  que emitían gritos espeluznantes de guerra. Los Lulus de Marduk nunca se  imaginaron que se trataba solamente de una aparición, de modo que se dieron  vuelta y huyeron dejando que los clones solos se enfrentaran a las legiones de  Ninurta.
Al  final de la guerra, Ninurta logró inundar el Abzu, obligando a Enki y a sus  hijos a retirarse a la gran pirámide. Empleando la protección del Ekur, los  enkitas generaron una pared de luz venenosa alrededor del complejo. Esta pared  era un campo energético estimulado por las enormes capacidades de la gran  pirámide. Ningún arma de las nuestras podía penetrarla.
Ninurta  emplazó a mi hermano gemelo, Utu, y le ordenó que le cortara todos los  suministros de agua al Ekur. Sin agua no podrían sobrevivir por mucho tiempo. El  desespero obligó a uno de los hijos menores de Enki a escapar para buscar agua,  pero en su osado intento el arma ingeniosa de Ninurta lo dejó ciego. Un miembro  de la misma familia le hizo mucho daño a otro, lo que no había ocurrido antes.  Hasta Marduk había utilizado asesinos para matar a mi esposo Dumuzi.
Entonces  intervino Ninhursag. Ya había visto demasiado. Era algo muy vil que estuviéramos  degollando sus Lulus, pero matar y lisiar  a los miembros de nuestra propia familia era algo intolerable.
Le  ordenó a su hijo Ninurta que le diera un vestido de protección contra  la radiación y lentamente se acercó al Ekur. Nadie se atrevía a hacerle  daño a Ninhursag, ni siquiera Marduk. Ella es la hija de Anu  y pueden estar seguros de que Enki se sintió muy nervioso cuando ella le ordenó  que bajara la pared venenosa.
Empezaron  las negociaciones de paz. Ninhursag le informó a Enki y a sus hijos que Anu le  había dado autoridad para poner fin a esta locura. Se le ordenó a Enki que  inmediatamente se rindiera ante Enlil. Enki buscó a Marduk para pedirle consejo  y éste aceptó. En esos tiempos Marduk todavía le tenía miedo a Anu.
***
La  gran pirámide en Giza, el Ekur, es un receptor natural de energías. Incluso sin  las mejoras de la tecnología pleyadense cualquier pirámide recoge y amplifica  las frecuencias circundantes. De modo que la ira y el odio que generaron  nuestras guerras se amplificaron con la presencia del Ekur. Como consecuencia  del odio que sentíamos por los nuestros, la atmósfera de la Tierra se volvió  pesada y se oscureció. Esta nueva densidad, esta baja en la frecuencia, estaba  penetrando dentro de cada cosa viviente sobre Terra y la estaba alterando. En  medio de su sabiduría, Ninhursag se dio cuenta de lo que estaba sucediendo, pero  el resto de nosotros no lo notó.
*
Vuestros  científicos contemporáneos entienden el campo magnético que rodea a todos los  cuerpos astrales, que se conoce como la magnetósfera. A medida que la  magnetósfera rodea a todo el  planeta, es atraída hacia las regiones polares en Terra donde se concentra.  Ellos también están conscientes de que la magnetósfera protege a la Tierra de  los vientos solares, que están compuestos de partículas de plasma de elevada  energía que viajan a 200 millas por segundo. Estos vientos solares literalmente  bombardearían el planeta si no fuera por el campo magnético circundante que  desvía los vientos  solares  de plasma.
El  plasma es el material más abundante en vuestra galaxia y, por ende, una fuente  de energía apetecible. Las pirámides contenían una tecnología nuestra  actualmente desconocida para ustedes que permitía acceso al plasma dentro de los  vientos solares. De ahí se sacaba energía. Las pirámides se colocaron  estratégicamente alrededor del planeta y se usaban como receptores de plasma. El  Ekur era el receptor de energía más grande en Terra. Todas nuestras naves  espaciales están dotadas de receptores similares a menor escala. Por supuesto,  todos los planetas que los pleyadenses han colonizado tienen pirámides para  recibir energía de plasma.
El  Ekur fue diseñado para conectar el plasma de los vientos solares con el campo  magnético que hay en el centro de la Tierra. Este plasma de alta energía se  canalizaba como con un embudo por el eje vertical de la pirámide, mientras que  el magnetismo del centro de la Tierra era dirigido hacia arriba por el mismo  eje. Ambos eran concentrados en una trayectoria coherente e intensa, similar a  lo que sus científicos han logrado hacer con la luz en la tecnología láser.
Miles  de las que nosotros llamamos "piedras cantantes" reciben  y conducen esta energía. Hay fragmentos enormes de ámbar, rubí y zafiro;  cristales altos de citrina, esmeralda y aguamarina están en un orden armónico  con la amatista, el diamante y el cuarzo. Muchas de las piedras serían  desconocidas para ustedes, como por ejemplo el uzup, que se recoge en el sistema  solar pleyadense.
Las  "piedras cantantes" se colocan de una manera consecutiva en una espiral en todo  el centro del Ekur. En el centro de la espiral hay un cristal azul monolítico.  El ápice del cristal se alinea perfectamente con la punta de la albardilla de la  pirámide para que haya una amplificación de energía magnífica. Las "piedras  cantantes" son un espectáculo digno de presenciar.
Cuando  el plasma entra por la parte superior del Ekur y el magnetismo entra desde la  tierra, se encuentran en el cristal azul que está en el centro. Las dos energías  se unen, remolinean en medio de un vórtice de poder sumamente poderoso en forma  de torés, una forma geométrica que se parece a una rosca de pan. Cuando el torés  se forma, las dos energías se convierten en una bella unión de fuerzas en forma  de espiral. El torés de flujo magnético en consecuencia se pone en movimiento  con un anillo que voltea sobre sí mismo hacia adentro y otro hacia afuera. En  esta forma creamos el movimiento perpetuo.
La  belleza de esta tecnología no es algo inusual para nosotros. Las formas que  nosotros los pleyadenses usamos deben estar en armonía con su propósito; por  eso, la función nunca es más grande que la forma. Una debe reflejarse y ser  igual a la otra o se disminuye el poder. Nuestra nave espacial y nuestras  ciudades son de la belleza y elegancia más perfectas.
Estoy  consciente de que hay un debate en cuanto a si la cubierta exterior del Ekur era  de blanco alabastro o turquesa. Era de ambos. En un lapso de 300,000 años  experimentamos con diferentes cubiertas para ver cuál generaba más poder, pero  la albardilla siempre fue de oro, pues éste es un magnífico  conductor.
Después  de firmados los acuerdos de paz, se autorizó a Ninurta para que desmontara todos  los sistemas bélicos del Ekur, dejando solamente suficiente poder para controlar  los climas y unos cuantos instrumentos de comunicación. Yo lo seguí hacia la  gran Pirámide. Cuando Ninurta desmontó las piedras cantantes, yo le pedí unas  cuantas esmeraldas. Él se negó, indicando de una forma santurrona que todas las  piedras debían ser transferidas al nuevo centro de poder en Heliópolis, el  dominio de Enlil.
Ninurta,  que siempre era rígido e inflexible, perseguía a mi Padre Nannar a todas partes.  Ambos eran hijos de Enlil, pero mi padre  es tan encantador y buen mozo, tan lógicamente dotado que era evidente que entre  los dos Enlil prefería a mi padre. Ninurta solamente podía esperar cumplir con  sus deberes a cabalidad para ganarse la aprobación de Enlil. Por eso Ninurta era  muy minucioso, muy aburrido. El deber y la integridad son cualidades  maravillosas, pero Ninurta no tenía sentido del humor.
Enlil  es estricto en su fidelidad a la autoridad nibiruense y, una vez que había  promulgado una ley en Terra, la seguía al pie de la letra. Su hermano Enki es  más flexible, más inventivo. Generalmente Enlil tomaba partido por Nibiru,  mientras que Enki sentía un amor profundo por Terra y los Lulus y a menudo  luchaba por el  mejoramiento  de la humanidad.
Como  parte del acuerdo de paz, Enki hizo ciertas exigencias en favor de los Lulus  quienes habían sido muy perjudicados por nuestra guerra. Se destruyeron muchas  ciudades y los Lulus murieron en grandes cantidades. Enki exigió que se  restauraran las ciudades que habían quedado en ruinas y que se construyeran  nuevas. El quería dar a los Lulus la posibilidad de ser más que trabajadores  esclavos. Por lo tanto se decretaron leyes que les daban la oportunidad de  escoger trabajo con base en sus talentos. Se les proporcionó una extensa  variedad de ocupaciones y roles más productivos en sus estructuras  sociales.
Como  consecuencia de la devastación de la guerra, se les limitó el poder a los hijos  de Enki. Marduk se enfureció cuando se enteró de que a su medio hermano  Ningishzidda le habían otorgado Giza y el bajo Egipto. Ningishzidda era  considerado neutral en la división familiar porque es hijo de Enki, pero su  madre, Ereshkigal, es la nieta de Enlil. Marduk codiciaba todo Egipto; él quería  el mundo entero.
A  Ninurta se le dio el control de la nueva capital de Sumeria, Kish,  lo que le dio aún más poder y enfureció más a Marduk. El quería Kish y el  dominio de Sumeria, así como su ciudad favorita, Babilonia. Todos amábamos  Babilonia; era tan hermosa en aquellos días y sus famosos jardines eran el marco  para muchos de nuestros  festivales  más famosos. La gente de Babilonia me llamaba Ishtar, y en mi honor construyeron  un hermoso portón de piedra cubierto de oro y lapislázuli. Si viajan allá hoy,  en la ciudad vieja podrán ver vestigios de los templos que construimos para  nosotros.
A  Marduk le habían arrebatado la mayoría de los dominios que deseaba. Cavilando  sobre sus pérdidas, decidió tomar acción secreta y se inventó un plan para  utilizar a los Lulus en contra de los otros dioses.
Siguiendo  un programa de austeridad, disciplinas de concentración intensas, Marduk activó  su voluntad de cobra. Por medio de cristales y rayos de frecuencia colocó formas  de pensamiento en las mentes receptivas de los Lulus.  Su magia tuvo mucho éxito ¡Por primera vez a los Lulus se les ocurrió que  podrían ser iguales a nosotros! Despertaron en la noche con una visión: una  torre enorme que llegaba hasta el cielo y el conocimiento de cómo  construirla.
Parecía  como si los Lulus llegaran de todas las partes de la Tierra mientras se reunían  en las llanuras en las afueras de Babilonia. Empezaron a construir una torre que  llegara hasta el cielo donde podrían exigir igualdad de parte de los dioses.  ¡Algo muy peligroso! Marduk debió de haber pensado que más tarde podría quitar  esa tontería de sus cerebros. ¡El Dios Marduk da, y el Dios Marduk  quita!
En  esa época, los Lulus solamente requerían de un lenguaje muy sencillo. Los  conceptos complejos no se encontraban en su idioma porque su vocabulario estaba  restringido a las palabras que necesitaban para ejecutar trabajos manuales u  obedecer órdenes. Pero aún poseían restos de sus habilidades telepáticas  originales desde la época en la que todavía estaban en armonía con los animales  de Terra. Esas habilidades telepáticas estaban funcionando en pleno cuando de  una forma misteriosa empezaron a reunirse para construir su torre hasta el  cielo.
Cuando  Enlil se dio cuenta de lo que los Lulus estaban haciendo,  se apresuró al lugar, caminó entre ellos y los amonestó para  que suspendieran el proyecto. Les dijo que este acto era algo contra  la voluntad de sus creadores y que deberían detenerse o de lo contrario  serían castigados. Para sorpresa de Enlil hicieron caso omiso de sus palabras.  Era como si nunca lo hubieran visto. Enlil se deprimió. Solamente un Dios podría  producir esta magia y el único que él se imaginaba que podría hacerlo era el  despreciado hijo de Enki, Marduk. Enlil sabía que tendría que tomar medidas  drásticas y generar un campo energético más poderoso que el de  Marduk.
Enlil  destruyó la torre de Babel con un rayo de partículas. Los Lulus quedaron  estupefactos. La mayoría murió y los que tuvieron la mala suerte de vivir  experimentaron las agonías que produce la radiación. Además su memoria había  sido removida. Los Lulus caminaron tambaleando sin rumbo, sin saber a dónde ir o  de dónde habían venido. Era algo deprimente. Cada Lulu empezó a sentir una pared  invisible de separación que crecía a su alrededor por toda la Tierra. Las  ciudades y los pueblos quedaron invadidos por las frecuencias de separación de  Enlil. Y a partir de ese momento todos los humanos fueron animados a  poner de relieve su heterogeneidad y a desarrollarla. Para cada región se  crearon nuevos idiomas; unas razas empezaron a denigrar a otras y a la gente se  le enseñó a temerse mutuamente. Los Lulus aprendieron a odiar y a pelear  entre ellos mismos.
Por  añadidura, a cada Dios le dieron nombres diferentes, hubo disputas en cuanto a  cuál de los dioses era el verdadero, aunque a menudo sólo se trataba del mismo  Dios, pero con un nombre diferente. A mí me decían Ishtar, Venus, Hathor,  Afrodita, Lakshmi, Rhiannon y muchos otros nombres. Se fomentó la disensión  entre los Lulus. Nunca más se les permitió a sus antepasados unirse contra  nosotros y nunca más recordaría la especie humana que todos venían de la misma  fuente: una criatura salvaje de Terra y mi tía abuela Nin.
*
Mi  última experiencia con el Ekur tiene que ver conmigo y con Marduk. Tal vez  recuerdan que cuando asesinaron a mi esposo Dumuzi,  fue Marduk quien estuvo detrás de todo. Es cierto que antes y después de la  guerra mi mayor deseo era gobernar Egipto, pero Dumuzi era demasiado débil para  adueñarse de él por sí solo. Egipto era tan rico y, con mi ayuda y resolución,  éste pudo haber sido dominio de Dumuzi y yo hubiera sido su reina. Marduk estaba  decidido a frustrar mis ambiciones. A mí nunca me había gustado estar al lado de  Marduk. Su necesidad de controlar a todo el mundo era tan insoportable. Hasta  su aspecto me repugnaba. Su belleza cruel y majestuosa tenía como único fin  generar temor.
Hubo  una investigación después de la muerte de Dumuzi. Marduk alegó que, aunque él  había dado la orden de detener su huida, la muerte de Dumuzi había sido un  desafortunado accidente, la consecuencia de tropas demasiado  celosas.
Durante  la guerra yo obtuve fama por mi coraje y dominio de las armas. Cuando escuché la  excusa tan patética de Marduk por el asesinato de mi esposo, perdí la razón.  Anuncié mi determinación de acabar con Marduk. Como yo tenía la reputación de  una combatiente aguerrida, lo que inspiraba temor, Marduk huyó al  Ekur.
Volé  hacia las pirámides. Vestida con una armadura de oro y blandiendo mis armas, de  una forma arrogante le ordené a Marduk que saliera. Él no me hizo caso, algo que  yo detesto y, por supuesto, perdí la calma. Lanzándole toda clase de maldiciones  a Marduk levanté mi rayo de plasma y empecé a disparar a los lados de la gran  pirámide. Las piedras del Ekur empezaron a temblar.
Fue  todo un espectáculo. Con mis pechos al aire y hermosa desaté mi furia pasmosa;  es que yo soy muy apasionada. Todos contamos chistes despectivos sobre la  operación de la cola de Marduk, y le grité Gran Serpiente y otros nombres  excelentes que no voy a repetir aquí.
Los  otros dioses se estaban poniendo nerviosos. Mi hermano Utu  decidió llamar a Enlil y, conscientes de que Anu es la única persona  que yo escucho, Enlil lo llamó. Sobre los cielos de Giza apareció  un holograma de Anu. Él me rogaba a mí, su amada Inanna, que  desistiera de mi ira. Anu sabía que Marduk había escondido armas en el Ekur y no  quería que su Inanna fuera lastimada. Él me ama. Anu me aconsejó que llevara a  Marduk a juicio delante de los dioses. Yo accedí porque después de todo no sabía  cómo iba a entrar en la pirámide y ya se me estaban acabando las  imprecaciones.
Nosotros  nunca antes habíamos tenido un juicio real. A Enlil lo habían desterrado por  violar a su futura esposa, pero nunca fue procesado en una corte. Nadie sabía  qué hacer y nadie quería juzgar a otro dios por algo que ellos querrían hacer  más tarde. Se sentaría un precedente de castigo que algún día recaería sobre  ellos. Puesto que Marduk había contratado a alguien para que matara a Dumuzi,  ¿sería su crimen punible con la pena de muerte? Nadie quería pronunciar una  sentencia de muerte sobre un miembro de la familia de  Anu.
Me  dijeron que me hiciera yo misma cargo del asunto y mi adrenalina  todavía estaba fluyendo. Se me ocurrió el castigo perfecto: sellar a Marduk  dentro del Ekur, o sea, enterrarlo vivo, sin comida y sin agua. Como ninguno  quería tomar la iniciativa, todos estuvieron de acuerdo con mi plan. Se  enterraría vivo a Marduk en el  Ekur. Yo estaba feliz.
Yo  sabía que incluso sin agua y comida, la energía de la pirámide mantendría vivo a  Marduk por un tiempo. Esto le aseguraba una muerta larga, prolongada y horrible.  Estaba muy complacida conmigo misma. Yo soy tan creativa y había vengado a  Dumuzi. No es que hubiera estado muy enamorada de él, pero había llegado a  despreciar a Marduk y lo quería fuera de mi camino para siempre. Personalmente  estuve allá para las ceremonias. Sencillamente se bajaron palancas y bloques  enormes de piedra cayeron uno encima del otro, sellando a Marduk en su  tumba.
Bueno,  incluso Marduk tiene madre. Ella no estaba muy feliz con lo que había pasado y  empezó a suplicarle a Enki. Todavía más patética fue la hermana esposa de  Marduk, Sarpanit, quien desfilaba desnuda día y noche frente al Ekur. Hizo todo  un espectáculo llorando y golpeando las paredes con sus pequeñas manos que  sangraban. Se reunió una multitud de Lulus a observar y Enki débilmente  cedió.
Me  presionó para que me retractara. Enki y yo éramos muy buenos amigos. Después de  todo, él me había dado los MEs  divinos. Entonces, renuentemente, accedí a que lo soltaran.
Yo  sabía que eso era un error pero no podía discutir mucho tiempo con Enki.  Entonces acepté con la condición de que Marduk hiciera ofrendas en todos mis  templos para suplicar mi piedad. Se removió entonces la albardilla de la  pirámide por medio de rayos de plasma poderosamente concentrados y se puso en  libertad a Marduk. Si Marduk y yo nos habíamos despreciado antes, pueden  imaginar que este pequeño incidente no mejoró nuestra relación. Tal vez de vez  en cuando él despertaba en la noche, y oía mis gritos espeluznantes: "¡Que lo  entierren vivo!" Él ya era mi enemigo y yo sabía que eventualmente buscaría la  venganza. Pero mientras tanto lo habían mandado al exilio como castigo por el  asesinato de Dumuzi.
Las  ambiciones de Marduk de gobernar el mundo no se esfumarían tan rápidamente.  Algún día regresaría. Oscuros y cavilosos, lo ojos rojos de Marduk impregnaban  mi alma. Lo sentía esperando, conspirando en medio de su ira  silenciosa.
***
En  el sistema solar pleyadense nosotros somos recolectores de información para el  Primer Creador. El Primer Creador es y nosotros somos enviados a reunir  experiencias en el tiempo y el espacio. Ustedes podrían juzgarme con base en las  normas de su mundo, pero yo nunca me juzgué a mí misma; yo sencillamente estaba  viviendo y aprendiendo. Si una experiencia no era satisfactoria, seguía con  otra.
El  Primer Creador manifiesta una "matriz de matrices" a la Que llamamos Diosa Madre  y a partir de ella se originan muchas otras fuentes de creación. Una multitud de  seres elevados crean los Pensamientos. Éstos se convierten en sonido el cual a  su vez fluye a su propio nivel de frecuencia y manifiesta las  realidades.
Mis  aventuras fueron parte de todo el movimiento que había sido  creado antes de mí. Yo vengo de una linaje: yo soy el Primer Creador,  la Diosa Madre y también soy mis antepasados antiguos de otras dimensiones y  sistemas solares. Soy parte de Anu y Antu, soy  Enlil y Ninhursag y llevo a mis propios padres dentro de mí. La conciencia de  todo lo que vino antes de mí la expreso en mi poder para  crear.
En  aquella época en Terra yo no veía que mis acciones pudieran  lastimar a los Lulus y a sus futuras generaciones: ustedes. Ciertamente no  sabía que ese daño regresaría a mi vida y construiría la Pared.
*
Después  de que Anu me otorgó el derecho de conceder la monarquía, yo volaba entre Uruk y  el Valle del Indo. A través de mis rutas de comercio había un flujo abundante de  granos y otros productos, mis sacerdotisas se hacían más ricas cada día y todo  el mundo era feliz. No obstante, yo seguía sin marido.
Estaba  en las mismas condiciones que mi tía abuela Nin. No veía ningún candidato apto  para casarme. Durante los años veía como Ninhursag se volvía más retraída y  rígida. Yo no quería terminar como ella. No soy el tipo de solterona y me sentía  como un cañón suelto en cubierta. Yo era tan hermosa y solamente un poco  despiadada. ¿Qué era lo que tenía que hacer?
Con  el fin de solucionar este pequeño problema, resolví combinar el ritual de la  monarquía con el del matrimonio sagrado. En esta ceremonia tan hermosa, el  futuro rey se convertía en mi esposo por una noche. El templo era cubierto de  flores y bañado con la luz de las velas. El aroma de las flores y los sonidos de  bella música llenaban los salones del templo. Me vestían con sedas, me coronaban  con una tiara de oro y los sacerdotes y sacerdotisas me conducían a la cama  sagrada donde esperaba mi amado.
De  esta manera tuve muchos hijos y di origen a muchos linajes reales a partir de  estas ceremonias. Yo, que no tenía esposo verdadero de mi propia raza, podía  disfrutar de la ceremonia de bodas una y otra vez. Entre los Lulus era muy  popular la ceremonia del matrimonio sagrado, motivo por el cual ellos me amaban  mucho y yo obtuve poder sobre las ciudades.
Esta  costumbre de tener hijos con los Lulus era muy común entre los hombres de la  familia de Anu. A Enki se le perdió la cuenta de cuántas amantes había tenido o  cuántos hijos había engendrado. Mi padre Nannar y mi hermano Utu no eran  diferentes. Yo simplemente le di forma a una práctica común y la convertí en un  ritual detallado. Esta ceremonia del matrimonio sagrado me convirtió en la  persona más apreciada por los Lulus.
Dicha  ceremonia también me permitió formar hombres lo suficientemente poderosos  para que me llamaran la atención. Yo les transmitía conocimiento, sabiduría y  magia. La manera más segura de transmitir estas frecuencias se encuentra en el  acto de unión sexual ejecutado con la conciencia más elevada y una concentración  profunda. Yo soy una experta en estas cosas y muchos hombres se beneficiaron de  estas iniciaciones.
Por  medio de mi infusión genética, el ADN de los Lulus se fortaleció y se amplificó.  Sin saberlo también yo me até a los linajes de miles de seres humanos y por ende  a sus vidas futuras. Mis genes se entretejieron en un río de personas y sin  yo saberlo me estaba convirtiendo en parte de ellos.
Ya  saben cómo es eso; uno está sentado por ahí un poco aburrido esperando que pase  algo emocionante y, por sincronía es atraído a un nuevo mundo, sin ningún  pensamiento consciente en cuanto a dónde irá. La promesa de una experiencia  nueva y fresca lo atrae a uno y queda atrapado en la red del tiempo. De  esta misma forma yo estaba para siempre atraída por la telaraña de Terra y por  las vidas de sus habitantes.
Mi  hermano Utu estaba felizmente casado con su esposa, Aya,  y de vez en cuando yo los visitaba. Utu y yo estábamos muy unidos  y sé que él me quiere pero se mantenía muy ocupado con los transportes  de Terra hacia la estación espacial y escasamente nos quedaba  tiempo para vernos. Aya estaba muy ocupada con sus hijos, sus  escuelas y su ropa. Ninurta y su esposa, Gula, estaban en la misma  situación. Gula no hablaba de otra cosa que de sus niños.
Ninurta  tenía tantas obligaciones que no tenía mucho tiempo para ver  a su esposa. Yo admiraba a estas mujeres por su dedicación a sus hijos, pero eso  no era suficiente para mí. No veía la hora de regresar a los templos para  informarme sobre el movimiento comercial. La ceremonia del matrimonio sagrado me  dio la libertad de desempeñar mis cargos y de disfrutar los placeres de muchos  esposos y muchos  hijos.
*
Mis  ceremonias atraían hombres de todos los lugares del mundo. Yo solía observar a  los hombres que entraban en los templos e indagaba sobre sus capacidades e  inteligencia y me acostumbré a escoger los mejores. Entonces un día conocí a  un hombre que rechazó mis propuestas: ¡Gilgamesh!
Mi  hermano Utu lo había convertido en el quinto gobernante de la dinastía de Uruk.  En ese tiempo yo estaba en un viaje de negocios en el Valle del Indo y mi  hermano Utu estaba ansioso de concederle la monarquía a Gilgamesh. Utu lo  estimaba mucho porque él pertenecía a su linaje. En una época Utu sintió una  gran atracción hacia una de las sacerdotisas de mi templo y esta unión produjo  un niño varón que era tan apetecible que a su vez se unió con una dama  nibiruense. Su hijo era Gilgamesh y sostenía que era dos tercios Dios y un  tercio humano, aseveración que según él le daba  ciertos derechos.
Gilgamesh  era extremadamente hermoso, lo que ustedes llamarían "un cuero". Era muy popular  entre la gente, todo el mundo lo quería, y Utu estaba encantado con este rey  héroe que llevaba su  sangre  en las venas.
Como  era muy inteligente, Gilgamesh empezó a aprender todo lo que podía sobre la  historia de la Tierra y la familia de Anu. Mientras más aprendía, más lo  obsesionaba la idea de la muerte. Gilgamesh no quería morir. Después de todo,  razonaba, él era dos tercios Dios y por lo tanto debería ser inmortal como Utu y  los otros dioses. Le rogó a su madre y a su abuelo que lo ayudaran.  Utu básicamente  le dijo que olvidara el asunto, que los otros dioses no lo permitirían y que  debía disfrutar del tiempo que se le había asignado.
Consternado  y deprimido, Gilgamesh empezó a beber en exceso. Se desbordó en la comida, en la  bebida, en el sexo y se volvió pendenciero. Estaba desesperado por esquivar  la idea del temor a la muerte. Su comportamiento excéntrico y sus estallidos  violentos interrumpían el flujo de vida normal en Uruk.
Los  dioses pensaron que había que hacer algo para calmarlo. Gilgamesh necesitaba un  compañero, y en el desierto vivía un hombre llamado Enkidu, quien era uno de los  experimentos genéticos de Enki y un émulo en fuerza física para Gilgamesh. Los  dioses decidieron capturar a Enkidu para que le sirviera de compañía a  Gilgamesh.
Enkidu  todavía era un salvaje y estaba en un estado inocente de telepatía con los  animales de la estepas y los bosques. Con el fin de capturar a Enkidu, los  dioses enviaron a una de mis sacerdotisas para que lo sedujera. Él nunca había  visto una mujer tan hermosa. Hechizado por su cuerpo seductor se dejó vencer por  la pasión y copuló con ella una y otra vez. Durante siete días y noches  Enkidu se perdió en el mar de su belleza y en un trance de pasión extática.  Cuando finalmente estuvo satisfecho, fue a buscar a sus animales amigos pero  ellos ya no lo reconocían y, cuando trató de acercárseles, ellos huyeron en  medio del temor. Enkidu había cambiado para siempre.
Como  se sentía solo y perdido, sin a dónde ir, el pobre Enkidu tímidamente siguió a  la sacerdotisa hacia Uruk, donde fue entregado a Gilgamesh. Empezaron su amistad  con una lucha, examinando el alcance de la fuerza de cada uno. Cuando Enkidu  probó que era un émulo para Gilgamesh, los dos se unieron  fraternalmente.
Gilgamesh  compartió su temor a la muerte con su nuevo amigo.  La compasión de sí mismo que expresó Gilgamesh llevó a Enkidu  a las lágrimas y le habló sobre un lugar que él había encontrado  con las gacelas en la Tierra de los Cedros, la morada secreta  de los Dioses. Allí Gilgamesh podría exigir la inmortalidad. Enlil había  creado un horrible monstruo llamado Humbaba para que vigilara su dominio, la  Tierra de los Cedros. Enkidu le dijo a Gilgamesh que para lograr entrar en la  morada tendrían que luchar con Humbaba. Emocionados por las expectativas de un  nuevo desafío, los dos se marcharon muy animados.
La  morada de los Dioses existe en una dimensión diferente a la de la Tierra pero se  puede entrar a través de un portal del tiempo que está situado en la Tierra  de los Cedros. Terra vibra a una frecuencia diferente a la de Nibiru y  nosotros podemos entrar a la vibración de Terra únicamente a través de dichos  portales, puesto que son las puertas para viajar entre dimensiones. Humbaba era  un monstruo holográfico que escondía un arma mortal que protegía esta entrada.  Nosotros, como pleyadenses, debemos regresar con regularidad a nuestra propia  frecuencia de tiempo, de otro modo envejecemos a la misma velocidad con  la que lo hacen los humanos. Como un año en Nibiru equivale a 3,600 en Terra,  para ustedes somos inmortales.
Desde  el cielo Utu y yo observamos cómo Gilgamesh y Enkidu se acercaban al portal del  tiempo y empezaban a atacar al Humbaba. Nos impresionó tanto su coraje que  decidimos jugar con el holograma y les hicimos pensar que habían decapitado al  monstruo. Luego los enviaríamos de regreso a Uruk como si no hubiera  pasado nada.
Pensando  que el monstruo estaba muerto, Gilgamesh y Enkidu yacían extenuados al lado de  una corriente. Gilgamesh estaba muy sudoroso de la batalla y se quitó la ropa  para bañarse. ¡Vaya! Era tan hermoso, tenía una larga cabellera negra y un  cuerpo tan escultural; irradiaba tanta virilidad, que me invadió el deseo.  Quería estar  con él.
Desde  mi nave que flotaba sobre él, grité: "Oh, Gilgamesh, deseo sentir tus fuertes  brazos alrededor de mi delgada cintura y deleitarme en los goces placenteros de  tu virilidad". También le ofrecí tierra y riquezas, poder y fama; lo  usual.
Podéis  imaginaros mi frustración cuando se negó. Hasta me insultó diciendo cómo yo  había convertido a tal hombre en rana y a otro en lobo. Expresó con desvarío:  "Eres un fuego de cocción que se apaga con el viento, una puerta trasera que no  protege ni del viento ni de la tormenta, un palacio que se derrumba sobre los  valientes que lo defienden, un pozo cuya tapa se desploma.... un zapato que  muerde el pie de su dueño". No era mi culpa que hubiera vivido más que todos  los hombres que fueron mis amantes.
Él  siguió insultándome: "¿A cuál de tus amantes has amado para siempre? ¿Cuál de  tus pastorcillos te sigue complaciendo? Vamos, deja que te mencione a todos tus  amantes?"
¡Nadie  se había atrevido nunca a hablarme de una manera tan repugnante y el infierno no  conoce furia como la de una mujer despreciada! Yo no iba a tolerar esto ni  siquiera de un hombre que fuera dos tercios dios. Fui directamente a hablar con  Anu y empecé a quejarme. Afortunadamente Antu estaba allí.
Anu  trató de calmarme pero también señaló que lo que Gilgamesh había dicho era  parcialmente cierto. Bueno, quizás había perdido rápidamente interés en algunos  de mis amantes, pero no recuerdo haber convertido a ninguno en rana. Además, yo  soy Inanna, Reina del Cielo, amada de Anu, ¡y nadie me habla de esa manera!  
Melosa  y lentamente le rogué a Anu que me diera un arma para zurrar a Gilgamesh, un  arma grande de radiación. Le dije que si no me la entregaba, desataría toda  clase de terrores astrales desde las otras dimensiones. Anu sabía que yo sólo  trataba de persuadirlo para que me aplacara y me dio lo que quería.
Anu  me recordó que el uso de un arma tan poderosa envenenaría las cosechas. Él se  preguntaba si yo tenía suficiente grano en reserva para mi gente. Cuando le dije  que sí, él accedió.
Ahora  veo que de vez en cuando yo tenía muy mal genio. Esta vez mi hermano Utu estaba  totalmente opuesto a mi plan. Él quería mucho a Gilgamesh puesto que era de su  sangre e hizo arreglos para que no funcionara el arma. Esto debió de haberle  agradado mucho a Anu. Me puse furiosa porque mis planes de venganza  se habían  malogrado y presenté una queja formal. Anu consultó con su hijo Enlil, quien  decidió que Gilgamesh y Enkidu deberían ser castigados por haber atacado al  Humbaba, desafiando con su acción las armas de los dioses. Anu propuso la pena  de muerte, pero Enlil no estaba dispuesto a ver morir a Gilgamesh y arregló la  disputa ofreciendo matar solamente en Enkidu.
Enkidu  no pudo aceptar que se hubiera negociado su muerte de un modo tan frío y cayó en  un coma. Mientras el pobre Enkidu yacía enfermo e inconsciente, Gilgamesh se  obsesionó más con su propia muerte y empezó a llorar y a quejarse de su destino.  A duras penas se daba cuenta de que su amigo estaba enfermo. Este egoísmo  completamente narcisista me convenció de que Gilgamesh realmente era uno de los  nuestros, un verdadero hijo de la familia de Anu. Los dioses en medio de su  compasión, tuvieron misericordia de Enkidu y conmutaron la pena de muerte. Lo  enviaron a trabajar el resto de su vida como esclavo en las minas, un destino  del cual no había regreso. Ningún Lulu regresaba del mundo subterráneo  de Ereshkigal.  Dichoso Enkidu.
En  cuanto a Gilgamesh, su desesperación cada vez mayor lo obligó a presionar a su  abuelo Utu para que le ayudara. Decidió buscar la inmortalidad de los Dioses con  más ahínco, algo que muchos humanos también han deseado.
***
XII   utu y los tuneles de las  serpientes
Cuando  Anu empezó por primera vez a colonizar Terra hace más de 500,000 años, ya  existían miles de kilómetros de túneles subterráneos. Dichos túneles y cuevas  fueron construidos por la Gente del Dragón y la Gente de la Serpiente. En esos  primeros días, Anu luchó, no solamente por Terra, sino también por estos  túneles, ya que son de valor estratégico crucial porque ellos albergan los  portales de tiempo.
El  tratado que solucionó la guerra entre los enkitas y los enlilitas le concedió a  mi padre Nannar la entera península del Sinaí. Aquí se encontraba el centro de  control de la misión, el puerto espacial y la entrada a los  túneles.  A mi hermano gemelo Utu le dieron el control de estos servicios por ser hijo de  Nannar.
Utu  es una persona muy dedicada al deber y nuestro abuelo Enlil  le tenía toda la confianza. Utu y yo siempre nos hemos querido mucho  y, como somos mellizos, estamos telepáticamente unidos,
Pero  Utu tiene el mismo carácter de mi madre Ningal. Él tiene una inteligencia  silenciosa, un temple de dignidad y humildad. Yo soy como mi padre: aventurera y  apasionada. Con su mirada misteriosa y penetrante mi padre podía cautivar a  cualquiera.
Como  ya lo dije antes, Utu amaba mucho a Gilgamesh y verdaderamente quería ayudarle.  Después de que se llevaran a Enkidu a trabajar en las minas por el resto de sus  días, Utu fue a visitar a Gilgamesh. Bueno, inmediatamente Gilgamesh le rogó  que le concediera la inmortalidad de los Dioses.
Utu  le sugirió que si él podía de algún modo probar su merecimiento delante de los  otros dioses, por lo menos ellos le podrían conceder una vida más larga. Después  de todo, Enlil le había concedido la inmortalidad a Noé. Entonces Utu  le transmitió visiones de Tilmun, la tierra de los Vivientes. Esto se  hizo en los sueños de Gilgamesh para no despertar la ira de los otros  dioses.
Tilmun  es la tierra de los Vivientes porque está por fuera del tiempo terrestre y en  una dimensión diferente a la de Terra. Como ya lo mencioné, nosotros debemos  abandonar la frecuencia de Terra a intervalos regulares. Si no lo  hiciéramos, nuestros cuerpos eventualmente se ligarían a Terra y envejeceríamos  como los humanos. Todos nosotros viajábamos regularmente a Tilmun; allá  teníamos hermosas casas. Para llegar a Tilmun uno tiene que viajar por  los  túneles  de las serpientes.
Los  túneles en sí mismos son maravillosos. En un principio se formaron mediante los  gusanos de las serpientes y van en forma de círculos concéntricos con  recodos interminables. El color de la luz en estos lugares es un dorado verdoso  y se ve que las paredes brillan con una sustancia viscosa. La baba no es más que  un sellador pero repele a los humanos bastante bien. Muchos kilómetros de los  túneles están bajo total oscuridad. En muy raras ocasiones han hallado los  humanos la entrada a estos túneles. Para encontrar las entradas y tener  acceso uno tiene que estimular la energía  serpiente lo que ustedes llaman kundalini o chi. Sin un dominio de estas fuerzas  sutiles, una entrada permanece invisible. La mitología de Terra esta llena de  historias sobre estos lugares. Algunos humanos en estados alterados  han tropezado con ellos sin saberlo, pero muy pocos han regresado. Los chamanes  de las llamadas tribus primitivas de Terra han obtenido acceso con frecuencia,  pero ellos prefieren guardar silencio en cuanto a esto.
En  la época presente hay siete entradas a dichos túneles. Una está localizada  debajo de la Esfinge en Egipto y otra está en Jerusalén. Una tercera  entrada está en el fondo del océano Pacífico cerca de un lugar llamado  Vanuata. El lago Titicaca en Perú, el Monte Shasta en California y el  Monte Merú en los Himalayas albergan otras tres. La séptima entrada yace  bajo el grueso hielo de la Antártida. La Antártida es también la locación de un  torés magnético que les da potencia a todos los túneles con energía de  plasma.
*
En  sueños, Utu le dijo a Gilgamesh que entrando por los túneles de las serpientes  podría encontrar a Tilmun, la tierra de los Vivientes, donde vivía Noé,  el sobreviviente del Gran Diluvio. Si Gilgamesh podía encontrar a Noé, tal  vez éste le daría el secreto de la inmortalidad. Como los túneles eran su  dominio, Utu pensó en ayudar a Gilgamesh proyectando unos cuantos hologramas  útiles dentro del cerebro de Gilgamesh para guiarlo en su camino.
Yo  personalmente estaba ya aburrida de todo ese asunto de Gilgamesh, eso ya no era  algo para mí. Pero Utu no dejaba de contarme cada detalle del viaje del pobre  Gilgamesh. Él observaba cada paso de su precioso nieto. Más tarde los Lulus  compartieron su ávido interés y la leyenda de la búsqueda de la inmortalidad por  parte de Gilgamesh se hizo muy popular. Ilustraba todos sus temores,  esperanzas y derrotas. Si Gilgamesh no podía anhelar vivir para siempre,  ¿entonces quién de su raza podría hacerlo?
En  los primeros días de la colonización de Terra Enki había ampliado  los túneles. A él le pareció muy lento el método de los gusanos, de modo que  usó rayos antimateria para evaporar la roca. En algunos  lugares este procedimiento dejaba burbujas grandes sobre las  paredes que reflejaban luz de una manera muy extraña. A Enki le encantaban y  estaba feliz con sus túneles de burbujas. En su laboratorio del Abzu, Enki  siempre estaba inventando monstruos y criaturas mutantes genéticas, de modo que  creó una buena cantidad de monstruos feos para que vigilaran las entradas a los  túneles que  conducen  a otras dimensiones.
Con  ayuda de Utu, Gilgamesh cruzó las montañas y llegó hasta la entrada de uno de  los túneles. Allí se encontró con algunos de los guardianes escorpiones de  Enki. Estos eran monstruos con piernas humanas y cuerpos y cabezas de  escorpión. Asustaron mucho a Gilgamesh y le advirtieron que estos túneles  oscuros se convertían en un laberinto de muerte para casi todos los humanos. Le  negaron la entrada. Luego, como por arte de magia, Utu dio la señal para  que lo  dejaran pasar.
Por  lo que le pareció como una eternidad, Gilgamesh vagó en oscuridad total a través  del laberinto, chocando contra las paredes, lastimando su cuerpo y llamando a  Utu como un loco. El aire era tan pesado que a duras penas podía respirar, pero  no obstante continuó su viaje. Como veía toda clase de demonios horribles que lo  empujaban contras las paredes babosas, empezó a creer que estaba loco. Se perdió  todo el sentido de la orientación y su única realidad era  la oscuridad.
Entonces  sucedió algo extraordinario. Gilgamesh empezó a ver en medio de la oscuridad,  pero no en su forma normal, sino más bien con el ojo de un dios. Los genes  que había heredado de Utu empezaron a activar los conos de sus ojos. Al  principio sólo veía los contornos dorados de las paredes, como en una foto en  infrarrojo y, aunque pensaba que todavía caminaba en medio de la oscuridad  total, los contornos le sirvieron como guía y evitaron que golpeara su  cuerpo contra las paredes.
Al  salir del túnel, Gilgamesh entró en el jardín de los dioses. Al principio  estaba aturdido, pero empezó a refrescarse con agua y frutas. Él estaba en  uno de los jardines famosos de mi bisabuela Antu. Ella los construyó no  solamente en Nibiru sino también en cualquier lugar donde Anu se lo permitía.  Hay muchas leyendas que hablan sobre estos jardines porque, además de frutas y  flores reales, siempre hay una sección compuesta de oro y piedras preciosas.  Imaginen enredaderas de uvas forjadas en oro y plata con uvas de amatista y  peridoto. Abundaban hileras de trigo dorado y maíz y, entre una plétora de  perfecciones artísticas, las rosas eran lo más maravilloso. Antu había  convertido esta forma artística en una pasión pleyadense y las mujeres nobles  competían entre sí en justas centenarias proyectando hologramas de sus jardines  a través de las galaxias. Gilgamesh, ya ensangrentado y sucio de su dura prueba  en el túnel, estaba debidamente anonadado. Utu le sugirió que se bañara en la  piscina del jardín y luego lo dirigió a una mujer cubierta con velo que estaba  sentada al borde del mar y que se llamaba Siduri. Ella era de la raza  de los Dragones y les sirve vino a los dioses antes de que crucen el mar para  llegar a sus hogares, Gilgamesh le preguntó cómo podía encontrar a  Noé.
Siduri  le explicó que ningún hombre podía cruzar ese océano. Para los Lulus ese mar era  conocido como las aguas de la muerte. Gilgamesh le contó a Siduri toda su  historia y le recalcó que era dos tercios dios, mientras Utu flotaba en el  aire por encima de ellos. Al ver a Utu, Siduri llamó al barquero para que  llevara a Gilgamesh a la morada de Noé.
El  viejo Noé revivió las memorias del Gran Diluvio para su huésped, enfatizando  el hecho de que fueron los dioses los que habían decidido destruir a los Lulus.  Como había aprendido mucho acerca de los dioses durante los siglos, Noé  sabía que nosotros no éramos de confiar y le dijo a Gilgamesh que renunciara a  su búsqueda de la inmortalidad.
Pero  Gilgamesh no se dejó convencer, así que Noé le sugirió entrar  en un programa de austeridad para probar su dignidad a  los  Dioses.  Quizás si Gilgamesh pudiera permanecer despierto y atento durante  una semana impresionaría a los dioses y le podrían conceder su petición.  Entonces el pobre Gilgamesh se sentó para probarse a sí mismo,  pero inmediatamente se quedó dormido.
Exacerbado,  Noé le contó entonces sobre una planta que crecía en el fondo del mar y que lo  podría volver inmortal. Con valentía Gilgamesh se sumergió y trajo la planta  hasta el bote, sólo para que se la robara una serpiente. A Gilgamesh, la  inmortalidad de los Dioses se le había escapado para siempre, aun con toda  la ayuda de  Utu.
Utu  estaba acongojado, pero no había nada más que mi hermano pudiera hacer por  Gilgamesh. Ésa era la ley: los Lulus deben permanecer en un estado de  inconsciencia, una especie de sueño. Manipulaciones genéticas les habían  arrebatado su divinidad desde hacía muchos milenios. Ni siquiera el amor que Utu  sentía por Gilgamesh pudo cambiar esto. Gilgamesh regresó a Uruk, donde reinó  hasta su muerte y donde era conocido como el que había visto los  túneles.
***
Sargón  fue el amor de mi vida en Terra. Juntos hicimos el amor apasionadamente, tuvimos  hermosos bebés y fundamos reinos grandiosos. Lo vi por primera vez en mi templo.  Él era el copero de Ur-Zababa, rey de la ciudad de Kish. Me llamó la atención  porque tenía un parecido extraordinario con mi padre Nannar. Tenía sus mismos  ojos. Aunque nadie sabía con exactitud quién era el padre de Sargon, yo tenía  mis sospechas.
La  madre de Sargon era una sacerdotisa en uno de mis Templos del Amor. Cuando  nació, ella lo envolvió en mantas en una canasta de juncos y lo colocó en el  río.  Mientras ella oraba, cuidadosamente observaba cómo flotaba hasta llegar a un  hombre llamado Akki que estaba encargado de irrigar los campos con agua del río.  Akki sacó a Sargon de las aguas, lo adoptó como su hijo y le enseñó a cuidar el  jardín. A medida que crecía, sus cualidades innatas de liderazgo lo llevaron  hasta la corte de Kish. Pero fue su belleza y su humor lo que me indujo a amarlo.  Era alto y fuerte, de pómulos altos  y finos modales. Era sumamente inteligente y su propio ser imponía  lealtad.
Me  sentí atraída desde el primer momento en que lo vi y, para suerte mía, él sintió  lo mismo. Fue como un sobre voltaje en nuestros cuerpos. No me tenía miedo ni  era tímido. Él sabía lo que yo quería y me tomó como a un dios; nuestra cópula  fue divina. Al principio permanecimos en un estado de éxtasis durante más de dos  semanas. Aseguramos las puertas doradas de mis aposentos con la poderosa espada  de Sargon y únicamente dejábamos que de vez en cuando los sirvientes nos  trajeran vino y comida. Como no necesitábamos comida, vivíamos del néctar de  nuestro amor y pasión.
Nuestro  único deseo era yacer entrelazados en los brazos del otro y pasar horas  simplemente tocando y explorando con nuestros labios y puntas de los dedos el  recién hallado territorio de nuestros cuerpos. Nuestros ojos deseosos buscaban  profundamente en los del otro como si ya hubiéramos estado juntos antes y de  algún modo nos hubiéramos separado. A medida que nos perdíamos en la unión, nos  fortalecíamos y nos convertíamos en uno.
A  veces en las agradables tardes nos bañábamos en las piscinas de mi jardín bajo  árboles frutales a la luz moteada del sol. Yo sólo me ponía mis joyas; collares  de oro, lapislázuli y perlas caían sobre mis pechos. Una cadena de diamantes le  daba la vuelta a mi cintura y brazaletes de esmeralda adornaban mis muñecas y  tobillos. Sentado sobre las aguas con flores fragantes que nos rodeaban, Sargon  besaba mi cuerpo con ternura, acariciaba mis pechos firmes y se tomaba el tiempo  para excitar la poderosa fuerza de mi pasión hasta que yo suavemente le  suplicaba que me penetrara. Su virilidad me satisfacía a medida que ondas de  placer murmuraban por todo mi ser. Nuestros dos cuerpos parecían disolverse,  palpitaban como una luz blanca a medida que nos convertíamos en un océano de  creación eterna. La conciencia de dos como uno quedaba en el vasto silencio de  la eternidad y nuestro placer se convertía en música en los reinos más  elevados.
Sargon  me adoraba y yo lo convertí en mi rey. Como todo lo que  tocábamos prosperaba y florecía, construímos un reino nuevo al que llamamos  Acadia. Allí diseñamos y fundamos una bella ciudad nueva, Agade. En Agade  construímos un maravilloso templo dedicado a mí llamado Ulmesh que quería decir  suntuoso y rutilante, como ciertamente lo era. A los músicos les di  instrucciones para que tocaran día y noche en mi templo. Nuestro pueblo era  feliz y próspero; sus casas eran construidas con lapis y plata. En nuestras  bodegas abundaban los granos y las frutas, a los viejos y a las mujeres se les  respetaba y nuestra juventud radiaba con la belleza de la confianza. Los  pequeños jugaban alegremente en esta ciudad de amor. Sargon el Grande y su  querida Inanna gobernaban el reino mágico de Acadia. Este fue un período  extraordinario para mí.
*
Cuando  Acadia estaba firmemente establecida, yo empecé a exhortar a Sargon a que tomara  más tierras. Los Lulus habían estado peleando entre ellos mismos y yo convencí a  mi hermano Utu de que una conjunción bajo Sargon traería un tiempo de paz y  abundancia del cual podríamos beneficiarnos todos. Utu se reunió con mi padre  Nannar y con mi abuelo Enlil. Sargon le cayó sumamente bien a Enlil; quizás le  recordaba a su propio hijo Nannar. Enlil le concedió a Sargon la monarquía en  Sumeria y Acadia. Inventamos una nueva caligrafía llamada acadiana para  anotar nuestros logros.
Yo  nunca pude haber hecho conquistas de tanto alcance sin la aprobación de Enlil.  En años posteriores olvidaría yo este hecho duro y frío.
La  época de Sargon según el conteo del tiempo terrestre fue 2334  - 2279 a.C. Su reinado fue un tiempo de mucha gloria para mí,  en esos días yo era la Reina de Cielo y Tierra en el trono. Enlil le permitió  a Sargon que conquistara el mundo conocido desde Egipto hasta  la India e hicimos alianzas y acuerdos comerciales con Ninurta, Nergal y  Ningishzidda. Por nuestras rutas pasaban libremente los granos  y el vino, el cobre y el oro y toda clase de mercancías. Nuestro pueblo se  enriqueció e incluso los dioses parecían estar satisfechos. Pero de conformidad  con el defecto humano de la arrogancia, Sargon cometió un grave error. Lo vi  venir, el poder se le había subido a la cabeza. Empezó a pensar que era igual a  los dioses y tristemente comenzó a beber en exceso.
Sargon  y yo habíamos traído al mundo a una hermosa niña cuyo nombre era Enheduanna.  Ella era como yo, hermosa y testaruda. Tenía el don de la poesía y se pasaba  horas componiendo himnos a la grandeza de su padre, a sus conquistas y a su  belleza física. Estaba enamorada de su padre y decidida a  enemistarnos.
Yo  no podía culparla por sus sentimientos; no había nadie en su mundo que igualara  a su padre. Pero sus constantes atenciones tuvieron un efecto insidioso en  Sargon. Ella se hizo sacerdotisa para no tener que casarse y esperó a Sargon en  el templo. Le recitó sus poemas, le inundó su ego de sueños de juventud y  virilidad y le sirvió vino. Sargon quería desesperadamente realizar un acto  heroico para complacer a su hija.
Había  un templo en Babilonia cuyo suelo había sido consagrado por Marduk. Era algo  sagrado para él y era su manera de mantener sus garras sobre Babilonia durante  su período de exilio. Él siempre había sido muy quisquilloso y posesivo en  cuanto a Babilonia.
Sargon  concibió una ceremonia en la cual trasladó el suelo sagrado a un nuevo lugar  donde serviría como la base simbólica para una nueva Babilonia que él  construiría. No se imaginó que este acto traería graves consecuencias. Cuando  Marduk se enteró del sacrilegio, llevó el arma Pasupata Plasmon a su nave  espacial y voló sobre los campos de Acadia y Sumeria. Ondas de radiación de alta  intensidad destruyeron las cosechas en cuestión de minutos, lo que produjo un  período de escasez que obligó al pueblo a rebelarse contra Sargon. Él se vio  obligado a reprimir cientos de rebeliones. Hombres que una vez lo amaron y lo  adoraron levantaron sus espadas contra él y las alabanzas se convirtieron en  maldiciones a medida que  los Lulus muertos de hambre veían que sus niños morían en sus brazos. Nuestro  imperio comenzó a desintegrarse.
Yo  no estaba envejeciendo y Sargon sí. El empezó a derrumbarse ante mis ojos. Con  horror veía cómo sus borracheras se convertían en una pesadilla. Incluso empezó  a maldecirme, a su amada Inanna. Sargon se mudó al templo para estar cerca de  Enheduanna. En la noche yo yacía sola en la enorme cama de cedro que habíamos  construido para los dos. Mientras brisas suaves movían las cortinas blancas de  seda a través de la cama, me atormentaban los recuerdos ahora dolorosos de  nuestra magnífica pasión y una fría soledad se apoderó de mi corazón. Yo no  podía permitir que todo lo que habíamos edificado se esfumara. ... los tiempos  pacíficos, las bellas ciudades. Tenía que enfrentarme sola al destino, tenía que  luchar. No estaba dispuesta a perder lo que habíamos construido y no me  importaba lo que costara.
La  imagen de Sargon en su cama agonizando y temblando, con Enheduanna a su lado,  todavía está clavada en mi memoria ¿Podría ser este el mismo hombre cuya fuerza  me había llevado al éxtasis, el mismo hombre al que yo había coronado como rey?  Para mí, el final de Sargon fue una tragedia que cambió mi vida para siempre. Ya  no era la misma; una parte de mí murió ese día. La niña exuberante que corría  riendo por pisos de lapis ya había desaparecido. No había príncipe que me  rescatara a mí o a mi pueblo. Yo sabía que dependía de mí tomar lo que era mío,  y estaba bien consciente de que los otros dioses se apresurarían a reclamar mis  tierras si yo no luchaba. Me puse las prendas de guerra y desfilé entre las  legiones de mis soldados montada sobre mi león.
Reanimando  a mis tropas, saqué de dentro de mi ser feroces gritos de guerra. Mis soldados  estaban impresionados; la diosa Inanna los guiaría personalmente a la batalla.  Hombro a hombro luché con ellos como un hombre mientras me convertía en la  diosa de la muerte y la destrucción. Durante dos años conduje a mis  dedicados ejércitos a la batalla y maté a miles de hombres.
Uno  tras otro fui colocando a los hijos de Sargon en el trono durante  mi ausencia. Enheduanna escribía poemas que ilustraban mis masacres diciendo que  su madre, Inanna, hacía correr ríos de sangre. Ferozmente luchando por lo que  yo creía que era mío, perturbé el equilibrio de los dioses. Se citó a una  reunión en casa de Enlil. Enlil y Ninurta tomaron una decisión: hay que detener  a Inanna. Los dioses decidieron permitir que Marduk regresara a Babilonia.  Enlil y Ninurta sabían que Marduk con gusto cercenaría las actividades de  Inanna: yo que una vez quise enterrarlo vivo. Como dice el dicho, el enemigo de  mi enemigo es mi amigo.
A  Marduk no se le había olvidado que cuando estaba atrapado en la gran pirámide de  Giza, Utu le había cortado todo el suministro de agua y, al llegar a Babilonia,  inmediatamente tomó medidas para proteger la fuente de agua de la ciudad, el río  Eufrates. Las fuerzas de ingeniería de Marduk redujeron los suministros de agua  a las ciudades circundantes, lo que exasperó a los otros dioses. Llamaron a  Nergal desde África para que dialogara con su hermano Marduk. Nergal se  despidió de mi querida hermana Ereshkigal y emprendió el viaje hacia  Babilonia. Entró en la casa de Marduk y empezó a adular a su hermano. ¡Qué  hazaña de ingeniería había logrado Marduk! Sin embargo, había que admitir que el  desvío del río Eufrates les había robado el agua a los otros dioses. Anu y  Enlil estaban  contrariados.
Marduk  replicó que desde los tiempos del Gran Diluvio el equilibrio de poder en Terra  se había cambiado de una manera inaceptable, que había sido redistribuido  artificialmente y que no llenaba sus aspiraciones. Agregó que ciertas armas y  fuentes de poder habían sido injustamente hurtadas a Enki y exigió que se las  devolvieran a él, no a Nergal. Luego amenazó con envenenar todo el río Eufrates  si no se cumplían sus demandas.
Aquí  se me abrió una puerta. Siempre me había caído muy bien Nergal, quien era tan  inteligente y bien parecido. Pensaba que era una lástima desperdiciarlo con mi  hermana Ereshkigal. Enki ya había perdido el control sobre sus hijos desde hacía  años. Nergal y Marduk estaban ahora al borde de una verdadera disputa  fraternal.
Si  yo pudiera aliarme con Nergal, él podría ayudarme a lograr mis ambiciones. Así  que preparé una cena tranquila para mi cuñado Nergal. El aceptó gustosamente la  invitación. Estuvimos totalmente de acuerdo, hicimos planes, hicimos el amor. La  familia de Anu era ególatra y narcisista. Era muy fácil motivarnos a la  guerra o la paz porque sólo nos movían nuestros propios intereses y lo que nos  convenía en ese preciso momento. Una vez sumergidos en los esfuerzos penosos  de la ambición, nosotros perdíamos de vista el carácter y se nos olvidaba la  verdad sencilla de que el carácter es el destino.
Al  día siguiente Nergal regresó a la casa de Marduk en Babilonia y se negoció un  acuerdo. Nergal devolvería las armas y las piedras cantantes a Marduk, pero éste  debería salir de Babilonia y volar a la tierra de las minas en África y  recuperarlas para sí. Marduk aceptó con renuencia.
Antes  de partir, Marduk le advirtió a Nergal que no tocara los controles que regulaban  el río Eufrates. Como hermanos son hermanos, en el momento en que Marduk salió,  Nergal entró a la fuerza a la sala de control pero para su sorpresa descubrió  que toda la sala estaba llena de trampas. Cuando Nergal desmontó los  controles, se soltaron venenos hacía el río. Marduk también se había ingeniado  un mecanismo que alteraba los satélites que regulaban el clima en caso de  que alguien destruyera su sala de control.
Sobre  Babilonia los cielos se tornaron negros, arreciaron las tormentas, los ríos se  contaminaron y toda el área de Acadia y Sumeria quedó devastada. Enki apreciaba  mucho el sistema de riego de Sumeria y no podía soportar que el Eufrates  estuviera envenenado. Furioso culpó a su hijo Nergal de este agravio destructor.  A esta ira Nergal reaccionó cancelando la elevación de una estatua de Enki que  ya estaba planeada. Sólo para probar un punto, y por sugerencia mia, Nergal  quemó la casa de Marduk.
Como  Marduk estaba en África, por lo menos temporalmente, yo  coloqué en el trono de Acadia a Narim-sin, nieto de Sargon. Mi padre  Nannar adoraba a ese muchacho y Nergal también lo apreciaba. Mi alianza con  Nergal, basada en su enemistad con su hermano Marduk, me dio tanto poder que  Narim-sin y yo pudimos continuar guerreando y conquistando territorios por un  tiempo.
Supongo  que ya me estaba volviendo un poco incisiva y la brutalidad de la guerra me  estaba cambiando. Algunas de las historias sobre mí eran verdaderas, otras no.  Yo sí entregaba los esclavos capturados a los campos de trabajo. Impulsada  por la ira, la ambición y mi soledad, me volví despiadada. Me sentía y me  comportaba como una loba acorralada. Las acciones de mi vida estaban empezando a  aparecer en mi rostro. Mi belleza se estaba convirtiendo en algo duro y cruel.  Me ponía más pintura pero eso no servía. Era colérica e irritable, excepto  cuando quería algo. Me volví manipuladora para lograr lo que quería; era una  arpía, una belleza convertida en bestia.
Narim-sin  tuvo mucho éxito y se escribió sobre sus campañas en las tablillas de arcilla.  Pero un día fuimos demasiado lejos. Llegamos hasta las Montañas de Cedro del  Líbano, demasiado cerca del puerto espacial. Enlil reunió a los dioses y todos  se pusieron de acuerdo: Inanna había empezado la guerra y había que  detenerla. Nadie sacó la cara por mí. Se emitió una orden para mi  arresto.
Yo  no iba a permitir que Enlil me pusiera las cadenas, de modo que escapé en mi  nave. Las tropas de Enlil llegaron hasta mi templo de Agade y, al ver que yo no  estaba, se llevaron todas las armas y fuentes de poder. Yo me escondí en el  palacio de Nergal en Etiopía, donde él todos los días me daba informes sobre lo  que sucedía.
Entre  los dioses empezó a circular el rumor de que yo había desafiado a Anu.  Esto era falso, pero le proporcionó a Enlil la excusa que necesitaba. Como  castigo por desafiar a Anu, destruyeron la ciudad de Agade. La bella ciudad de  plata y lapis que Sargon y yo habíamos construido debía ser vaporizada.  Sacaron los rayos antimateria y Agade se esfumó. Hasta este día nadie ha  descubierto el lugar donde una vez existió mi querida Agade.
Enlil,  con su estilo firme, trajo a sus hombres de montaña, las  hordas gutianas para que tomaran Acadia. Aquellos que eran leales a mí fueron  degollados. Como yo no estaba para guiarlas, mis legiones se desmoralizaron y  huyeron a las estepas.
En  el palacio de Nergal me sobrevino una depresión que nunca antes había sentido.  La derrota y la pérdida plasmaron sus feos rostros sobre mi cuerpo mientras yo  me sentaba abatida sobre mi trono durante días. Nadie me podía convencer de que  comiera o hablara.
Soñé  que estaba gateando por un desierto. Mi querida Ninhursag me llamó con el apodo  que me puso cuando era una niñita: "¡Nini! ¡Nini!" Vi el rostro triste de  Dumuzi, el esposo que no había amado. Sentí el eco de la risa asesina de mi  hermana Ereshkigal. Por un momento sentí la caricia tierna de Sargon, únicamente  para encontrarme sola en un nido de serpientes. Corría asustada en una helada  noche y me vi atrapada en una telaraña con una enorme araña cuyos ojos rojos y  garras cortantes estaban listas para devorarme. Desperté gritando. . . .  gritando.
¿Era  yo, Inanna, vulnerable? ¿Era yo tan diferente a los esclavos que había capturado  o a las mujeres que me habían traído copas doradas de vino? ¿Estaba yo de algún  modo limitada en mi poder? ¿Por qué estaba aquí, viviendo en este cuerpo  azul?
*
Mi  madre Ningal me envió un mensaje suplicándome que regresara a casa. Me prometió  que allí estaría a salvo en sus brazos. Me dio su palabra de que mi padre Nannar  había garantizado protección contra las acusaciones. Según él, yo ya había sido  castigada bastante. Ella oraba para que yo regresara a casa, pero yo debía  renunciar a mis caminos aventureros e innovadores.
Gustosamente  viajé a Ur, el hogar de mi querida madre Nlngal. Yo, Inanna, otrora Reina del  Cielo, me fui a casa de mi madre.
¿Qué  hace una chica cuando lo ha perdido todo? Después de una época en la que  llorando me dormía en los brazos de mi madre, empecé a sentirme como una tonta.  Aquí estaba yo, Inanna, Reina del Cielo, escondida en la casa de mis padres.  Cuando empecé a recuperarme me sentí un poco cohibida y avergonzada. Por  primera vez empecé a reflexionar sobre el significado de mi vida y sobre lo que  había hecho. En lo profundo de mi alma sentía una angustia y me preguntaba si  los demás también la sentían. Era algo extraño y nuevo para mí.
A  diario llamaba a mi amigo Matali y conversábamos mucho tiempo.  Matali era considerado como el más sobresaliente ingeniero de  energía de plasma. Era un físico que podía reparar cualquier cosa.
De  vez en cuando volaba la nave de Enki por amistad, pero hacía tiempo  se había desilusionado del modo de vida de los dioses. Matali se había  casado con  Tara y se había ido a vivir con su gente para empezar  una nueva vida.
Tara  era de la antigua raza de la Gente Serpiente, los Nagas, una raza que vivió en  la Tierra eones antes que mi familia. La Gente de la Serpiente vino de un sector  diferente de la galaxia, de Altair, para vivir en el centro de la Tierra. Matali  sugirió que me fuera con ellos al Reino Serpiente. Él pensaba que el cambio me  haría bien, así que vinieron a recogerme a casa de mi madre.
Tara  y yo habíamos llegado a ser muy amigas en el Valle del Indo, donde ella les  había enseñado a mis sacerdotisas las artes de la danza. Ella había aprendido el  arte de la danza celestial de los Apsarases, los danzantes del cielo. Tara era  una experta. Por medio de una concentración intensa ella podía levantar  su delgado cuerpo en el aire y ejecutar movimientos celestiales de máxima  elegancia y gracia. Desde las puntas de sus dedos hasta las campanas de oro que  cantaban suavemente sobre sus tobillos, la danza de Tara es una expresión  exquisita de sentimiento.
i  Yo la amo tanto! Al verme tan desolada puso sus brazos a mi alrededor y empezó a  llorar. "iOh, mi querida amiga!", expresó. Por un momento mi orgullo me impidió  llorar, pero muy pronto empecé a hacerlo. La belleza de Tara no era solamente  física, procedía de su interior. Ella poseía un tranquilo equilibrio de ser, una  sabiduría cariñosa. Todo eso la hacía atrayente. No es de extrañar que Matali la  amara. Él nos miraba fijamente y de un modo amoroso mientras llorábamos una en  los brazos de otra y la nave trepaba por los cielos buscando un portal del  tiempo.
El  Reino de la Gente Serpiente era en verdad extenso. Dentro de Terra existen  muchas ciudades que resplandecen cada una con torres de alabastro blanco. El  aire es fresco y es regulado por sistemas sofisticados cuyas fuentes de energía  están en los polos de Terra. Hay huertas y campos de cultivo que producen  alimentos en abundancia para la gente. La Gente Serpiente posee una gran  variedad de cuerpos: unos son humanos, otros mitad serpiente o reptil. Pueden  ver en la oscuridad y, con sus habilidades telepáticas, pueden tener acceso a  las mentes de un grupo si lo desean.
A  medida que los días pasaban en el Reino de la Serpiente- yo  no dejaba de hacerle preguntas a Tara; le rogaba que me entregara sus secretos.  ¿Qué le daba a ella esa integridad y esa belleza? ¿Cómo podía yo lograr ese  estado mágico? Tara me contó muchas cosas, de cómo su gente había venido a este  planeta hacía mucho tiempo para construir sus ciudades y túneles subterráneos.  Me contó que entre ellos solamente había una persona que lo sabía todo, y que se  le llamaba La Sabia, la Vieja Mujer Serpiente.
Le  imploré que me llevara a ella. Se hicieron arreglos para que Tara, Matali y yo  viajáramos juntos a la morada de la Vieja Mujer Serpiente. Su nombre es  impronunciable en su idioma actual; es un sonido que transmite amor. De los  hombros para abajo es mujer, pero de los hombros para arriba tiene la cabeza de  serpiente. Emana una energía que yo nunca había sentido antes y que no la he  vuelto a sentir desde entonces. No es ni joven ni vieja y cuando tú tratas de  mirarla fijamente se transforma continuamente ante tus ojos. En un momento es  belleza exquisita, en el siguiente un demonio furioso. No obstante, uno nunca  siente miedo en su presencia. Es como si ella encarnara todo lo que es, y eso está muy bien.
Cuando  me senté frente a ella, hizo un ademán indicando que sabía lo que yo quería.  Sabía quién era yo y todo lo que había hecho. Parecía conocerme incluso más allá  de mi vida como Inanna. Era como si siempre nos hubiéramos conocido; como si de  algún modo yo siempre hubiera estado en su mente. Me miraba con una curiosidad  familiar y compasión. No mostró ningún deseo de controlarme o manipularme.  Encontró gozo en mis aventuras, en mi deleite e irradiaba su amor  incondicional.
Poco  a poco todo lo que nos rodeaba se convertía en una luz dorada intermitente, el  tiempo empezó a derretirse y sentí que las dimensiones convergían. En mi mente  vi que Terra había existido durante eones. En este lugar de la galaxia habían  existido tres esferas y esta Terra actual era la tercera. Al final de cada  ciclo la esfera había sido destruida y en su lugar se había creado un nuevo  planeta.
Tuve  una visión de lo que fue la primera Terra. Esta época mas sutil y más  amable que la de la colonia nibiruense. Había un gran  amor en el planeta y lo seres que existían estaban dedicados a regresar al  Primer Creador.
En  ese tiempo vi un día, océanos de laderas con grupos de gente, todos vestidos de  blanco sentados sobre las cuestas. En la cima de una ladera había un pabellón de  mármol con columnas altas y bajo éstas había doce parejas en una hilera en forma  de media luna. Empezaron a cantar: "Illiii... OHhhh... AHhhh...". Repetidas  veces estos tonos fluían por las laderas hasta que todo vibraba en sonido.  Había una multitud de entidades con rostros brillantes que entonaban las mismas  frecuencias y, a medida que la energía incrementaba, los seres empezaban a  convertirse en luz. Al principio la luz solamente rodeaba sus cuerpos, pero  luego sus cuerpos eran luz. Cada  hombre, mujer y niño sobre esas laderas se convirtió en una luz. A medida que  sus frecuencias continuaban pulsando y ascendiendo, el sonido se convertía en  una espiral. Estas energías que se formaban atrajeron hacia la luz en espiral  ángeles y otros seres elevados. Finalmente el Primer Creador aspiró la espiral  mientras el gozo resplandecía a través de todo el universo.
En  nuestro estado de éxtasis y gozo sublime habíamos presenciado una ascensión en  masa. Vida que alegremente regresaba a su fuente: el Primer Creador. De algún  modo Tara, Matali y yo estábamos en ese pabellón de mármol y, no obstante,  estábamos todavía en presencia de la Vieja Mujer Serpiente. Era como si no  existiera la separación de los eones, como si estuviéramos simultáneamente en  ambos tiempos y lugares. Por nuestros rostros corrían lágrimas de  felicidad.
En  nuestros corazones le agradecimos a la Vieja Mujer Serpiente y nos despedimos de  ella. Nuestros cuerpos estaban cargados de fuerza eléctrica, y fue suficiente  por un día.
*
De  regreso en el reino de los dioses, Marduk estaba conspirando y planeando. Nergal  no se había dado por vencido y esta formando  alianzas con los enlilitas, los enemigos de su padre Enki. La animadversión  entre los hijos de Enki y de Enlil se concentró en la atmósfera de la Tierra.  Desde las profundidades del Reino Serpiente observábamos cómo los dioses se  acercaban cada vez más a su destrucción.
Los  hijos de Enki crecieron conscientes de que todo Terra les habría pertenecido si  no hubiera sido por Enlil y sus hijos. El rencor y aversión que Enki sentía  por su hermano Enlil se había filtrado en las vidas de sus hijos como un  veneno. Los enkitas estaban apasionadamente decididos a vengarse y se  oponían a cada paso que daba Enlil. Como Enki perdió el control sobre sus  hijos, el odio de ellos socavó a la familia. Marduk y su hijo Nabu  trataron de arrebatarles el poder a sus propios hermanos. Nergal no estaba  dispuesto a entregarle todo su poder a Marduk y opuso la mayor resistencia  llegando hasta formar una alianza con Ninurta, hijo de  Enlil.
Ninurta  comandaba los escuadrones de vuelo enlilitas que patrullaban a Terra. Él había  conducido a las famosas Hordas Gutianas hacia Acadia para destruir lo que  quedaba de mis ejércitos.
También  se le encomendó la tarea de recuperar los sistemas de riego del Eufrates después  de que Marduk los había contaminado.
Ninurta  y su esposa, Gula, estaban apostados en la ciudad de Lagash. Ninurta, a quien le  encantaba volar y comandar la fuerza aérea, también era aficionado a la  construcción y la ingeniería. Esperaba ansiosamente el desafío de limpiar el  río. Mas detestaba el asunto de gobernar y no tenía paciencia para la vida  social que conllevan estos deberes. Su esposa Gula estaba muy dedicada a él pero  Ninurta era demasiado exótico para ser compañía de alguien. Tal vez él había  levantado una pared a su alrededor para desviar las constantes atenciones de  Ninhursag, su dominante madre.
Ninurta  se volvió muy introvertido, descuidó el control del gobierno y desaparecía  durante días. Se escapaba en su nave favorita, el Pájaro  Negro.
Él  quería construir pirámides; desde los tiempos de la guerra sintió envidia de las  grandes pirámides de Egipto e invitó a los arquitectos que habían tomado parte  en el diseño y construcción en Giza para que empezaran a trabajar en Sumeria.  Esto lo mantuvo ocupado por un tiempo cerca de casa, por lo que su esposa se  alegró. Pero paulatinamente la tentación de volar solo en su nave lo  venció. Se alejó de toda civilización y volaba sin cesar a través de  montañas lejanas. Allí formó una legión de luchadores y les enseñó las artes  marciales. Disfrutaba mucho de la compañía de estos hombres  rústicos.
Ninurta  estaba hastiado del estilo de vida de su familia, los dioses. Preocupado por  nuestros conflictos eternos, él recordaba su niñez cuando Terra era todavía una  aventura desconocida. Deseaba esa época cuando estaba libre de las ominosas  responsabilidades de ser el hijo de Enlil. Tengo que reconocer que yo nunca  llegué a comprender completamente a Ninurta. Él es una persona muy compleja,  atormentado por la carga de sus deberes y una necesidad apremiante de  simplemente ser un niñito juguetón, el niñito que tal vez nunca había  sido.
Como  Ninurta estaba fuera por largos períodos, Marduk empezó a mirar a Babilonia y  sus ciudades circundantes. Él y sus seguidores empezaron a infiltrarse en los  pueblos de la campiña y, empleando hologramas, se aparecía ante los líderes de  ciertas tribus identificándose con diversos nombres. A estas tribus se les animó  a que se inclinaran y adoraran al Dios Marduk. Él ejecutó muchos milagros  para la gente, les dio poder y riqueza y les advirtió que los dioses de Enlil y  su clase eran dioses falsos. Les decía que los que no lo adoraran serían  castigados; condenados al infierno para siempre.
Durante  siglos los humanos habían sido preparados para adorar algo que estaba por fuera  de ellos, o sea a nosotros. Contra esta manipulación ellos tenían muy poca  defensa.
¿Cómo  iban a saber cuál de los dioses era verdadero? Ciertamente todos los dioses eran  volubles; más de una vez habían dejado a los humanos abandonados a su  suerte. La gente de las tribus razonaba que quizás deberían adorar al dios  que les proporcionara lo mejor, o que tal vez sería mejor obedecerle a aquel que  amenazaba con castigos horribles.
Marduk  era un genio para confundir a la gente. Empezó a ganarse la devoción de los  Lulus al corroer alevemente el poder de los otros dioses. La ciencia del control  mental y la propaganda para lavar el cerebro estaban en sus primeras  etapas.
Debido  a la ausencia de Ninurta, Enlil tuvo que nombrar a alguien más idóneo para la  tarea de gobernar Sumeria. Escogió a mi padre Nannar. Desde la ciudad de Ur,  Nannar y mi madre Ningal empezaron a reconstruir las rutas comerciales normales  y a restaurar la agricultura y los negocios en el área. Los templos reanudaron  sus actividades normales y se construyeron nuevos  zigurats.
No  obstante, las cosas no estaban bien del todo. En el aire de Terra se sentía  la fricción y el antagonismo. Era como si el planeta fuera un ser que no pudiera  soportar los odios y disputas de los dioses. Una sensación de ansiedad empezó a  rodearlo todo. La ambición y la avaricia corrían rampantes por toda la tierra;  tan pronto como se Inauguraba una monarquía era destronada por otra. Las  escaramuzas aumentaban mientras los estados de ánimo se exacerbaban. Los ojos de  Marduk leían por encima de sus futuros dominios.
Pueden  leer la historia de este tiempo, pues se escribió mucho en las tablillas de  arcilla. Marduk y su hijo Nabu lucharon sin cesar para ganar el territorio y  control del puerto espacial. Al lado de Enlil estaban mi padre Nannar, mi  hermano Utu, Ninurta y Nergal, hijo de Enki.
Hacia  el final de estas horribles guerras, Matali fue a visitar a su viejo amigo Enki.  Matali siempre había estado al mando de la nave personal de Enki y los dos  habían pasado muchas horas juntos. Matali le rogó a Enki que hablara con sus  hijos. ¿Qué se lograría con toda esta lucha? Con seguridad la Tierra y su gente  sólo sufrirían más. ¿Qué tal si los hijos de Enki y Enlil perecían en la  batalla? ¿Qué le quedaría a uno de los dos patriarcas? El resultado de esta  guerra sólo podría ser la aniquilación mutua, puesto que ambos lados tenían  armas poderosas. Si Anu escogía el Gandiva, nadie podría evitar la  aniquilación. ¿Quién podría predecir el fin de una guerra tan  devastadora?
Después  de escuchar a Matali, Enki visitó a su hijo Nergal y trató de razonar con él.  Pero Nergal se negó; él siempre había creído que Enki prefería a Marduk.  La verdad era más conmovedora: Marduk ejercía una forma sutil de control  mental sobre su padre y Enki era simplemente impotente en presencia de  Marduk. Nergal se enfadó mucho por los esfuerzos de Enki para que se lograra  la paz con Marduk. Enfurecido le dijo a Enki que se marchara y maldijo tanto  a su padre como a su hermano, prometiendo destruirlos.
Solo,  el pobre Enki lloró tristemente. No sabía qué hacer y recordaba las épocas más  felices, las fiestas de Antu.
*
Los  profetas de la fatalidad empezaron a multiplicarse por toda la tierra. Todo  sacerdote y adivino contaba historias de la destrucción que se avecinaba y  oráculos en todos los templos profetizaron el fin del mundo. Muchas de las  predicciones eras absurdas y nunca se cumplieron, pero era como si la gente  estuviera adicta a
estos  pronunciamientos. Mientras más horrorosas eran las predicciones, más gente  pagaba por escucharlas. ¡Los profetas estaban en verdad haciendo su  agosto!
Se  levantaron nuevos edificios para albergar a los Lulus que deseaban reunirse para  llenarse de temor. Entre las profecías más populares estaban los cuentos de  escasez de alimento y la devastación de ciudades enteras, mientras que los  terremotos y diluvios luchaban por el segundo lugar.  Los Lulus pagaban todo su dinero por venir y escuchar estos cuentos, que los  asustaban hasta la locura. Este temor generaba una energía de la cual  Marduk aprendió a alimentarse, y empezó a fomentar el miedo proyectando imágenes  holográficas en el cielo y creando escenas aterradoras. Experimentó con la  energía de ese temor, manipulándola y modificándola para saciar su apetito. Era  mejor que la carne humana y más fácil de administrar.
*
Las  profecías se volvieron autorrealizables. Un día terrible los ejércitos de Marduk  cayeron sobre Nippur, la ciudad sagrada de Enlil. Ninurta sacó sus tropas para  defenderla, pero el templo y los tronos sagrados ya estaban destruidos. Enlil  respondió de una manera implacable ordenando la destrucción de Babilonia, la  ciudad preferida de Marduk, así como de todos sus centros  logísticos.
Enlil  citó al consejo de guerra y se le hizo a Anu la temida pregunta. El arma  Gandiva sólo podía activarse bajo la orden de Anu porque, una vez desencadenada,  no se podía predecir el resultado. Nergal trató de reunirse por última vez  con su hermano Marduk. Si éste renunciaba a sus pretensiones de dominio  supremo, el Gandiva permanecería inactivo. Enki, quien estaba presente  con Marduk y Nabu, parecía estar en un estado de ceguera, como si su voluntad  hubiera sido minada. Sumido en la oscuridad, Enki arrojó su ira y  frustración sobre Nergal, por lo cual la ira de éste aumentó. Decidido a usar el  Gandiva, Nergal dejó a Marduk y a su padre. Ahora ya nada podría  detenerlo.
Todos  los dioses estaban conscientes de los peligros posibles del Gandiva. Incluso  Marduk sintió miedo cuando se dio cuenta de que su hermano Nergal estaba  dispuesto a usarlo.
Anu  se llenó de angustia. La envidia de sus hijos había llevado a Terra a  este estado. Se dio cuenta de cuán débil se había vuelto su hijo Enki y  prefirió destruir las ciudades y el puerto espacial más bien que permitir que  todo quedara en las manos del turbulento Marduk. Anu y Enlil veían algo  oscuro, casi perverso, en Marduk y sus ambiciones. Él quería  apoderarse del planeta Terra, arrebatarle el poder a Anu e incluso gobernar las  Pléyades. Se había convertido en una amenaza seria, una especie de máquina que  devoraba todo lo que encontraba a su paso. Sin sentimiento, sin corazón, sin  gozo de ser, sólo pensaba en una conquista despiadada.
Anu  desencadenó el Gandiva. "Una llamarada de luz, filosa como una hoja de afeitar y  más poderosa que el sol, con un movimiento en forma de zig-zag. Aunque se  apuntaba a objetivos específicos, esta arma de perdición no hacía  distinciones."
No  sólo se destruyó el puerto espacial; muchos otros lugares importantes para  Marduk desde el punto de vista logístico desaparecieron. La península del Sinaí  fue destruida totalmente. Pero había algo primordial que no habíamos planeado y  que no podíamos controlar:  el viento.
Es  irónico que el nombre de Enlil puede significar " El Señor del Viento", pero  en ese momento ni Enlil ni ningún otro dios pudo controlar los vientos que  soplaban sobre Sumeria. Nubes de radiación arrasaban las llanuras matando  todo ser humano y animal a su paso. El envenenamiento por radiación desintegraba  las células de sus cuerpos, la piel caía de sus huesos, su sangre se evaporaba  en los ardientes vientos y morían en medio de un dolor agónico. Los que estaban  en la periferia fueron los que más sufrieron porque su muerte fue más  lenta. Las tierras quedaron negras con los fuegos nucleares y las aguas  quedaron envenenadas.
A  salvo en sus naves, los dioses observaban una vez más cómo su frenesí  destruía de nuevo millones de vidas. Pueblos enteros desaparecían; animales y  cosechas, puentes y zigurats se esfumaban de la superficie del planeta, mientras  Terra se agitaba violentamente. ¿Qué habían hecho ellos? Solamente unos cuantos  sobrevivientes permanecieron en medio de la espantosa devastación de lo que una  vez fue un planeta verde y hermoso. La violencia del Gandiva y las nubes de  radiación crearon un impacto que se convirtió en una onda que envió una señal  hacia el sistema solar.
Moviéndose  más allá de los últimos planetas del sol, la señal viajó por toda la galaxia  hasta llegar a otros sectores. Allende la vastedad del espacio, la señal fue  recibida por el Consejo de la Federación Intergaláctica. Esos pleyadenses que se  divertían en el planeta Tierra habían ido demasiado lejos; había que detenerlos.  Un comportamiento tan irresponsable era inadmisible. Habían alterado el  equilibrio de todo el universo.
Se  hizo un llamado y todos fuimos citados al Gran Salón del Consejo de la  Federación Intergaláctica.
*
Nosotros  habíamos estado tan sumidos en nuestro juego y en nuestras broncas que  olvidamos por completo al resto del universo. ¿Quiénes eran estos  intrusos que se atrevían a interrumpir nuestro juego? Anu sabía muy bien  quiénes eran ellos y nos convocó a todos con  autoridad.
***
El  Gran Salón del Consejo Intergaláctico era una sala de reunión inmensa con techos  transparentes y arqueados que daban al espacio infinito. Anu, Enlil, Enki,  Ninhursag, Nannar, Ninurta, Nergal, Utu y yo estábamos todos formalmente  sentados en el círculo del Consejo. Marduk no quiso asistir. De repente  yo me sentí pequeña y me alegré de que Anu estuviera allí, pero hasta él  parecía disminuido en este lugar. La sola presencia de los miembros del  Consejo nos volvió humildes, un sentimiento al que no estábamos  acostumbrados.
Los  Doce Superintendentes del Consejo eran una muestra representativa de las  galaxias. En el auditorio había cientos de otros representantes de todo el  universo. 
¡Tantas  especies! Había miembros
De  Sirio, Andrómeda, Orion, Arcturo y muchos otros sistemas  solares.
Los  Etéreos estaban muy bien representados. Ellos tienen una frecuencia vibratoria  muy alta. A veces se ven sólidos, otras veces transparentes o translúcidos y se  dice que están por encima de la polaridad, aunque yo todavía no he  experimentado ese estado. Yo no sabía por qué, pero parecía que los Etéreos  tenían la última palabra en la conducción de la  reunión.
También  vi seres que eran esferas o bolas de luz y volaban alrededor de ti,  transformándose en los colores del espectro; primero dorado, después rosado o  turquesa. Poseían la habilidad singular de entrar dentro de ti con permiso, de  llenar tus células con luz y, por medio de esto, conocer la suma total de tu  ser. Me pareció que esto era una manera muy interesante de comunicarse. Yo  estaba feliz con todas estas nuevas experiencias cuando la disposición de ánimo  en el Salón cambió.
Cuando  Anu se puso de pie delante de Los Doce, de ellos salió simultáneamente un sonido  el cual se convirtió en palabras que fueron claramente entendidas por cada raza:  "¡NO INTERFERENCIA!"
No  interferencia es la ley del universo del libre albedrío y nosotros, dijeron  Los Doce, habíamos violado esta ley al interferir directamente en la evolución  de una especie. La ley afirmaba que era posible ayudar a la evolución de los  seres si, y solamente si, ellos solicitaban esa ayuda. Alterar su ADN y romper  los campos electromagnéticos de un planeta entero con el arma Gandiva era algo  monstruoso e ilegal.
Yo  pensaba para mí que este concepto de libre albedrío debía ser como el mercado  libre en Terra: es solamente libre cuando les sirve a los que están en el  poder. Me parecía que este Consejo estaba tratando de presionarnos al  interferir con nuestro libre albedrío.
Para  el Consejo era obvio que no entendíamos muy bien, de modo que nos  explicaron cuidadosamente que no nos iban a castigar, a volar en pedazos o a  confiscar nuestros juguetes. Con todo, algo nos sucedería. Un estado  de conciencia, una energía, una disposición de ánimo que reflejaba la totalidad  de nuestras acciones en Terra llegaría hasta nuestro mundo. Esta energía  lentamente pero con certeza ahogaría la creatividad y espontaneidad de nuestras  vidas. Nos veríamos bloqueados, incapaces de evolucionar. El Consejo llamó a  esta energía la Pared. Claramente explicaron que nosotros no éramos víctimas,  que nosotros mismos habíamos creado esta Pared. Era nuestro propio invento.  Nosotros no les creímos.
También  nos prohibieron rotundamente usar el Gandiva otra vez. El hacerlo se  consideraría como un acto de guerra y pagaríamos las consecuencias. Si  nosotros no creíamos que sus armas eran más poderosas que las nuestras,  tal vez nos podrían mostrar hologramas de otros grupos errantes que habían  sido aniquilados por violar la ley. Agregaron que sus armas no solamente  destruían civilizaciones sino que eran tan poderosas que podían vaporizar las  almas de los habitantes. ¡Ellos nos podían regresar a la mente del Primer  Creador para no existir más, no nos darían la posibilidad de encarnar en ninguna  forma! Por mi bello cuello azul subió un  escalofrío.
El  Consejo continuó diciendo que más tarde en nuestro desarrollo sería obvio  para nosotros que habíamos estado en la fase adolescente. Desavenencias  como las de Enki y Enlil pasarían con el tiempo y habrían servido para un  fin. Mientras tanto no se nos permitiría destruir planetas o  fracturar el tiempo con estas explosiones. Recordad. Ellos concluyeron  con la palabra ¡RECORDAD!!! Anu estaba visiblemente aturdido; yo nunca lo había  visto así. Yo traté de hablarle pero él ni siquiera me notó. Anu regresó a  Nibiru, Enki y Enlil volaron a la estación orbital. Los tres quedaron en  comunicación permanente.
En  medio de todas las discusiones y reparos, donde cada hijo culpaba al otro,  apareció en nuestras pantallas de comunicación un mensaje urgente: Marduk  había sitiado todo el sistema solar pleyadense. Durante muchos años en secreto  había fabricado ejércitos de clones y los había entrenado en un planeta  abandonado. El temor que había aprendido a sacar de la raza humana le servía  ahora como alimento y energía para apoyar este proyecto impresionante. Con un  ataque sorpresivo entró a las Pléyades y destruyó la monarquía gobernante. Ahora  tenía todo bajo su tiránico control y le ordenó a Anu que se rindiera o de lo  contrario destruiría a Nibiru. Anu escapó con Antu a un sistema  vecino.
Todos  estábamos sobresaltados. Enki y yo volamos con Matali al centro de la Tierra  para escondemos en el profundo mundo subterráneo del Reino Serpiente, donde  estaríamos a salvo de los restos de la radiación del Gandiva. Enlil salió  para unirse a su padre Anu. Los dos estaban decididos a desarrollar un plan  para recuperar a Nibiru y liberar a las Pléyades.
A  salvo, y más allá de las frecuencias de tiempo del planeta desolado, nuestra  familia observaba con horror cómo Marduk empezaba a apoderarse de lo que  quedaba de Terra y sus habitantes. Con el tiempo se apoderó de su planeta. No  utilizó ejércitos para conquistar Terra, usó la propaganda. Los  sacerdotes de Marduk acusaron a Enlil de desatar el terrible Gandiva contra los  indefensos humanos. Era, después de todo, la verdad y por eso Marduk hizo que  los habitantes de Terra se volvieran en contra de Anu y  Enlil.
Marduk  hizo todo lo posible por difamarme. Decía que yo era una bruja malvada  que devoraba a los hombres y convertía mujeres inocentes en prostitutas.  Como codiciaba mis templos y las tierras que poseían mis sacerdotisas, inició  una campaña de difamación para destruir a estas mujeres. Mis  sacerdotisas, quienes estaban muy bien entrenadas en negocios y en las artes,  fueron acusadas de magia negra, de lanzar conjuros por toda la tierra.  Siempre que algo salía mal, ya fuera una tormenta o una falla en las  cosechas, les echaban la culpa a mis mujeres. Y Marduk se encargó de que  muchas cosas salieran mal. Mis bellas sacerdotisas fueron encarceladas,  golpeadas, torturadas, violadas y quemadas vivas. Se confiscaron  todas sus propiedades. Marduk se estaba vengando de mí, la que ordenó que  lo enterraran vivo.
En  el Reino Serpiente, yo yacía en una pequeña cama en un cuarto cómodo pero no me  daba cuenta de lo que había a mi alrededor. En el ojo de mi mente vi cómo  los hombres de Marduk desfiguraban y mutilaban mis templos. Todas las imágenes  de las diosas fueron reemplazadas por la suya propia. Talló su nombre en piedra  por encima del mío y reescribió la historia, convirtiéndose a sí mismo en el  héroe de cada cuento y leyenda. En medio de una agonía impotente vi cómo mis  sacerdotisas sufrían todo tipo de humiIlaciones. Hay tantos cuentos de hadas  sobre vírgenes a las que se llevan los dragones y las encadenan en cavernas  oscuras. Estas historias están basadas en la verdad, pero no había ningún  caballero en armadura que viniera a rescatar a mis bellas  sacerdotisas.
Marduk  no se detuvo con mis mujeres; no estaría satisfecho hasta que aplastara a  todas las mujeres. Para lograr esto, usó a los hombres. Les dijo a  los humanos varones que ellos eran superiores, que la mujer había sido creada de  la costilla de un hombre para que le sirviera. Mentiras, mentiras  salían a borbotones de la boca de los sacerdotes de  Marduk.
A  medida que las mujeres perdían su posición de respeto, los hombres a su vez  perdían parte de sí mismos. Las cosas no volvieron a ser iguales. Incluso hacer  el amor se convirtió en una guerra. Como Marduk quería más subditos para  controlar y más energía del temor que se generaba, fomentó la  procreación de sus subditos. En la luna de Terra colocó un aparato  electromagnético que conectaba la ovulación femenina con sus ciclos.  Ni siquiera los animales de Terra se podían preñar con tanta frecuencia  como sus mujeres. Marduk quería producir el temor como una mercancía, así  que les ordenó a los Lulus que se multiplicaran. Esto le daría más  subditos para tiranizar y así podría generar más energía a partir de su  temor.
El  temor se convirtió en la mercancía más valiosa para Marduk. El temor imperaba:  temor a la muerte, temor al castigo, temor al conocimiento. Con una fuente tan  ilimitada, Marduk podía alimentar a sus legiones de clones y Terra se convirtió  en una central eléctrica para Marduk y sus tiranos.
Y  tiranos eran; desde los gobernantes de los países hasta los administradores de  compañías, la tiranía era la ley. Imponer la voluntad de uno sobre  otro era la expresión más altamente valorada de la vida humana. Con la  tiranía llegó su amiga, la avaricia. Y como nadie puede estar cerca de  aquellos que controla, las cosas, los trofeos de la conquista y el control  reemplazaron al amor. El placer se definía en términos de posesión y los  objetos reemplazaron a la intimidad. 
Desde  el Reino Serpiente, yo vi el futuro de este mundo proyectarse ante mis  ojos. Vi cómo Marduk se volvía más y más astuto en sus técnicas de control y de  generar temor sobre los Lulus. Sacerdotes y políticos desfilaban delante  de mí; los estilos cambiaban, pero la tiranía fundamental permanecía  intacta. Una garra invisible se esparció por las mentes y almas de  los habitantes de Terra. 
Marduk  perfeccionó la manipulación con la llegada de los medios de comunicación:  televisión y periodismo. Repetidamente los humanos eran entrenados para  adorar algo fuera de sí mismos; no se les animaba a mirar hacia  adentro. Siempre había alguien allá para adorar, alguien que era  mejor y más elevado. Dudando de sí mismos, los Lulus escuchaban  sin cesar a los "expertos", quienes a su vez se contradecían entre  sí aumentando de este modo la confusión.
Los  humanos que lograban pensar por sí mismos eran excluidos como desadaptados,  eran castigados o en el mejor de los casos los hacían sentir culpables. Si  uno lograba algo, los otros se sentían inferiores y se fomentó el sentimiento  de culpa. La psicología se hizo popular y los humanos les daban el dinero  a aquellos que escuchaban sus sentimientos de culpa y temor durante horas, días,  años. Para Marduk la culpa era tan nutritiva como el  temor.
Si  había una escasez de temor Marduk ocasionaba una hambruna, un terremoto o un  huracán. Esto podía ser real como suceso real en la naturaleza, o podía  simplemente ser un holograma o un programa de  televisión.
Desde  mi pequeña cama, el futuro de Terra se veía desalentador.
*
A  medida que viajaba por el tiempo, de repente empecé a comprender como un rayo  que golpeaba mi cerebro cansado, que Marduk éramos nosotros. Él era el  inconsciente colectivo de la familia de Anu proyectado sobre Terra. Lo habíamos  creado del mismo modo como habíamos creado todo lo de nuestras vidas. Cada uno  de nosotros había dado a luz a Marduk en esta dimensión. Obviamente, si lo  habíamos creado, también podíamos deshacernos de él. ¿Pero  cómo?
***
Fui  a ver a mis amigos Matali y Tara y les dije que deseaba regresar a ver a la  Vieja Mujer Serpiente. Tara me guió hacia sus cavernas y ella no pareció  sorprendida de verme. Aunque no pronunció palabras, yo comprendí que debía  emprender un viaje sola.
La  sabia dama me condujo a un túnel oscuro. En el extremo del túnel vi un óvalo  transparente, como una matriz rodeada de una cascara translúcida de luz suave  incesante. Entré y me senté durante un tiempo que me pareció una eternidad. No  sucedió nada. Empecé un programa de austeridades, disciplinas para elevar mis  frecuencias por medio de la concentración. Respiré, originé tapas, calor divino,  ayuné. Me paré estática sobre un dedo del pie durante dos mil años; me postré,  lloré. Mi alma se derramó hacia ese óvalo a medida que el silencio me  abrumaba.
No  obstante, nada sucedía. Repasé mi vida como Inanna. Todo lo que había sido o  hecho pasaba a través del ojo de mi mente. El deseo vehemente de verdad y  conocimiento abrumó todo mi ser y mi cuerpo hermoso se levantó y se sacudió en  medio de sollozos y desespero. Finalmente, olvidé el desespero y me perdí en un  calor de fuego, mientras sacrificaba mi orgullo y ya no sabía quién era. El ego  de Inanna se desvaneció.
A  medida que toda identidad caía de mi ser como las lágrimas de mis ojos, se  empezó a formar una luz frente a mí. Lentamente, esta luz asumió la forma del  ser más exquisitamente bello que yo haya visto. No era ni hombre ni mujer, pero  su forma era humana. Estaba compuesta de miles de lucecitas que disparaban y se  movían constantemente en colores cambiantes. El rostro era el rostro de mil  seres e irradiaba todo lo que yo esperaba poder ser; gracia, sabiduría y  cualidades para las cuales no tengo palabras. 
"¿Cuál  es tu nombre?", pregunté. 
El  Ser contestó de esta manera:
"Tengo  muchos nombres de una multitud de experiencias y estados de ser, pero mi  verdadero espíritu, donde reside mi alma no es más que una frecuencia de luz, no  es un nombre. Yo soy lo que no puede ser nombrado. Si buscas darme un nombre, di  que soy Altair de Alción, Estrella de Estrella. Yo soy aquello que tú siempre  has sido.
"Tu  deseo vehemente de la verdad me ha traído acá. Estos son los momentos de tu  despertar; atesóralos. La revelación se está dando ahora en esta escapada del  tiempo. Tú eres un sistema de reacción. Yo me conecto contigo. He estado  alineando tus circuitos para que haya una mejor recepción. Armonízate  conmigo.
"Recuerda,  amada. Recuerda tu verdadero Hogar. Cuando el tiempo comenzó para ti, eras una  luz blanca pura. Ahora tú tienes muchos colores, muchos matices, muchas  experiencias. Flotas a través de un mar de infinitud, latiendo belleza. Te amo  inmensamente".
Sentí  que una brisa suave acariciaba mi cuerpo. El inmenso amor de este ser me rodeó  sanándome y secando mis lágrimas. Me sentí más ligera y por mi cuerpo corrieron  ondas de suprema alegría.
El  ser habló de nuevo:
"Te  amo, Inanna.
NUNCA  te juzgué.
Me  regocijé con tus logros, con tu coraje.
Lloré  cuando tú lloraste.
Busqué  sabiduría en tu belleza.
Te  apoyé en tus horas más difíciles.
Nunca  estuve separado de ti. Te  permití ir por los caminos que escogiste para que me trajeras experiencias.  
¿Haría  cualquier ser menos por su hijo, su creación? 
En  apacibilidad de nuestro encuentro, me abro a ti. 
Me  apresuro a ti para llenarme dentro de ti y de ti. 
Tú  eres mi creación y con ansiedad he esperado tu retorno.
 Sin exigir tú vuelves a mí, suavemente  como las flores siguen al sol.
¡Oh  amada mía, unidos estamos!
Desde  todos los senderos y caminos,
a  través de los largos y solitarios corredores del tiempo,
como  las corrientes de la Tierra,
como  la sangre que fluye por tus venas,
nos  encontramos en el corazón.
Para  quemarnos allí en los fuegos de nuestra Realización".
¡Así  era! Yo estaba encendida, todo mi ser ardía en amor y experimenté un éxtasis que  nunca antes me había imaginado. En silencio, el ser transportó un entendimiento  a mi mente. El amor se vació dentro de mí con una fuerza de pasión  indescriptible. Dentro de mi corazón sabía lo que haría. El calor del fuego me  cambió para siempre.
Vi  mi futuro. Descendería hacia la forma humana, me convertiría en un humano e  intentaría activar el gen divino en mis Proyecciones, los seres humanos que yo  había creado. Me separaría en porciones variables y asumiría muchas  encarnaciones. Me atrevería a ser vulnerable y a nacer en la carne humana.  Escogí una gama de experiencias a través de castas particulares. Aunque iba a  descender al tiempo de la Tierra, yo sabia que este Ser de Luz estaría conmigo  siempre y que ya nunca estaría sola.
*
Tengo  que admitir que al principio estaba un poco renuente a encarnarme en la forma  humana. Yo sabía exactamente qué se le había hecho al ADN humano y cuán difícil  sería recordar quién era una vez estuviera encarnada. Pero yo estaba  decidida.
Decidí  comenzar lentamente. En las montañas del Himalaya vivía un grupo de humanos que  se habían reunido en búsqueda de la sabiduría. Con la oración y la meditación  ellos esperaban que les llegara una visión que les mostrara la verdad. A manera  de experimento, produje una imagen holográfica de mí misma un poco modificada y  me les aparecí. Llevaba puesta una túnica blanca y me rodeé de una modesta  cantidad de luz. Me enfoqué en el pensamiento de amor que me mostró el Gran Ser  en el óvalo. Concebí una columna de luz que salía del óvalo, pasaba a través de  mí hacia las montañas y a los corazones y mentes de estos  buscadores.
Su  inocencia y gratitud me impulsaron a amarlos, y mientras más los amaba, más  sólida me volvía. Tenía un poco de miedo, pero no podía evitar amarlos. Su gozo  era una apacibilidad que nunca había conocido. A medida que mi densidad física  aumentaba, yo sabía que rápidamente olvidaría y no recordaría quién era ni qué  había venido a hacer aquí. Pensé en todos los otros en los que me convertiría.  La fuerza de mi amor y compasión puso en movimiento cien vidas, mientras yo,  Inanna, disfrazada de Lulu, descendía a Terra para experimentar todas las  limitaciones de la carne y de la sangre.
Yo  esperaba encontrar que mi tarea iba a ser fácil, una aventura más. Después de  todo, yo como Inanna era de una frecuencia de tiempo diferente y estaba  acostumbrada a viajar en el tiempo ¿Qué tan difícil podría ser? No obstante,  fui demasiado optimista. La densidad de las frecuencias de la Tierra, aunada a  un cuerpo cuyo ADN desactivado solamente permitía un décimo de su función  cerebral, me dejaron abrumada por los cinco sentidos. La confusión y el temor me  invadieron vida tras vida. Las técnicas de lavado cerebral de Marduk, la  propaganda y el control por medio de las frecuencias fueron demasiado para mí.  El sistema religioso de la época simplemente me aplastaría y yo me  perdería.
*
Como  hombre, escogí la vida de un sacerdote en Atlantis. Yo era el guardián de los  cristales sagrados. Me enamoré de una virgen santa, la violé y mis compañeros me  ejecutaron. En la antigua Irlanda me convertí en un poderoso guerrero.  Esgrimiendo mi hacha, decapité a miles de hombres y amontoné sus cabezas al  frente de mi castillo como ostentación de mi riqueza.
Empecé  a beber en exceso y golpeaba a mi esposa. Un día mientras dormía, mi esposa y mi  hermano persuadieron a mi hijo de que me cortara el cuello, robando de esta  forma mi vida y mi riqueza. En Egipto me convertí en el bibliotecario de la gran  tienda de los papiros y las tablillas de arcilla de Alejandría. Como le temía a  todo sentimiento, vivía solo en medio de la palabra escrita. Morí como un hombre  rígido y solitario cuando los soldados romanos le prendieron fuego a la  biblioteca.
Como  mujer, fui una bailarina en Cachemira. Esto lo hice en honor de mi amiga Tara.  Era una huérfana que llegó al palacio gracias a la danza y decidió educarse  aprendiendo lenguas y arquitectura. Era muy admirada por los hombres, pero las  mujeres del harén me despreciaban y me envenenaron. En el occidente de América  fui una niña india que montaba en ponis y cazaba en las praderas. Mi nombre era  Doncella del Cielo y, comunicándome con las estrellas, bendije la Tierra con las  energía de los cielos. Enamorada de un indio valiente y buen mozo, Pluma de  Fuego, morí al dar a luz cuando Un curandero supersticioso me amarró al piso de  mi tipi. En España me convertí en una hermosa mujer judía. Durante la  Inquisición fui encarcelada, torturada y quemada viva. Antes de morir bajaron  ángeles para liberarme de mi cuerpo y mi dolor.
Me  convertí en muchos seres. Experimenté la vida como hombre y como mujer. Recorrí  los mismos caminos que los humanos han recorrido. Sentí lo que ellos han  sentido, la misma esperanza y el mismo desespero. Tuve un niño en mis brazos;  fui una niña huérfana. Degollé a muchos hombres y amé a muchos otros. Me  pregunté amargamente, ¿qué importaba? ¿Qué importaba  nada?
Suplicando  ayuda, me senté sobre el piso frío y miré firme y vehementemente a las  estrellas. Traté de recordar.
***
Ninhursag  se unió a su hermano Enki en el Reino Serpiente. Desde allí ellos observaron mis  encarnaciones humanas con profundo interés. Los dos habían creado la especie  humana hacía mucho tiempo y sabían sobre la posibilidad de activar los genes  "divinos" a pesar del velo que representaba el control de Marduk. Mi tía abuela  Nin estaba muy entusiasmada con el potencial ilimitado que yacía latente dentro  de cada ser humano. Ella siempre había amado a sus Lulus y Enki los había  salvado de su total aniquilación después del diluvio y quería una oportunidad  para ayudarles otra vez. Además, el desafío de esta empresa le parecía muy  seductor. De modo que Enki y Ninhursag se me unieron en el descenso hacia la  forma humana.
Todos  sabíamos sobre los peligros que nos esperaban. Era posible que no recordáramos  quiénes éramos; posiblemente nos perderíamos. Prometimos ayudarnos mutuamente a  recordar cuando fuera y del modo que fuera posible. Otros dioses siguieron  nuestro ejemplo. A mi madre Ningal y a mi padre Nannar se les unieron mi hermano  gemelo Utu y su esposa. Ninurta siguió a su madre Ninhursag porque quería  protegerla. Incluso mi media hermana Ereshkigal y su esposo Nergal escogieron  encarnar como humanos. Muchos otros descendieron a sus propios linajes,  encarnándose en aquellas estirpes que habían creado y de las cuales ya eran  parte.
En  cuanto a sus experiencias, tendrán que preguntarles. Tal vez ellos son  ustedes.
*
El  Consejo Intergaláctico estaba muy impresionado por nuestro compromiso valiente  de remover la Pared. El aburrimiento se puede convertir en una motivación  efectiva. Del Consejo salió otro mensaje que tenía que ver con el planeta Terra.  A Marduk y sus seguidores se les transmitió una versión  especial.
Nadie  que esté por fuera de las frecuencias de Terra debe interferir en ella. Era  necesario dejarla sola, permitirle que evolucionara sin intervención hasta el  fin del año 2011 D.C. Terra sería protegida por un batallón de naves de todas  las partes de las galaxias apoyado por el Consejo.
Este  acuerdo terminaría en el año 2012 D.C, año en el cual Terra experimentaría una  división dimensional y se separaría en dos dimensiones definidas. Cuando en el  universo las disputas no se podían resolver pacíficamente, tales conflictos se  dirimían por medio de una separación dimensional. El tiempo y la realidad física  son muy similares a las capas de una cebolla. Los mundos pueden y, de hecho,  existen dentro de otros y las existencias dimensionales se sobreponen y se  entrelazan.
Esta  separación sería apenas perceptible a los habitantes de Terra y a todos se les  daría suficiente tiempo para escoger entre las dos dimensiones. La naturaleza  individual de cada ser humano tomaría la decisión. Nadie escogería por otra  persona.
Una  Terra contendría las frecuencias de la llamada Luz y existiría dentro de lo que  se llama la cuarta dimensión. En esta dimensión los pensamientos que tuviera un  individuo tomarían forma porque cada pensamiento se manifestaría  instantáneamente y cada uno llegaría a la conclusión de que es el creador de su  propia realidad. Todos los habitantes de Terra sabrían que ellos solos fueron  responsables de todo y a cada uno se le garantizaría el derecho inherente a ser  soberano y a crear.
La  otra Terra quedaría en manos de Marduk y sus tiranos. Aquellos que quisieran que  se les dijera qué hacer, cómo pensar y que no quisieran ejercer su derecho a  elegir, permanecerían bajo su control. Los seres podrían continuar  experimentando la vida bajo el escudo de sus reglas a medida que la tiranía  continuaba reinando y a Marduk se le permitía tener su propia experiencia.  Parecía que había muchos que estaban contentos de tener a alguien que pensara  por ellos y había muchos que querían continuar adorando algo que estuviera fuera  de ellos.
Cuando  Terra se convirtiera en dos mundos diferentes, no habría juicio. Un día los  humanos sencillamente se encontrarían en la dimensión que mejor les acomodara y  apenas notarían el cambio, aunque podrían quedar algunos vagos recuerdos,  incluso unos cuantos mitos en cuanto a un pasado lejano.
En  el ínterin, el Consejo y los Etéreos quedarían como guardianes sobre Terra. No  habría guerras ni se permitirían conquistas desde el espacio. Claramente había  muchas otras civilizaciones de otros sectores que también pretendían apoderarse  de Terra. Muchas aseveraban que también habían dejado sus semillas en un pasado  muy lejano y regresaban a recobrar sus derechos. Parece que este pequeño planeta  azul es muy valorado por muchos. Sin duda en Terra debe de haber algo más  precioso que el oro.
*
De  alguna manera todos hicimos trampa. Nosotros sí interferimos. Entramos en  cuerpos humanos para tratar de activar el gen "divino". Nosotros queríamos  fomentar el pensamiento original y promover también una rebelión contra la  tiranía. No obstante, nos dimos cuenta de que era algo muy difícil y a menudo  nos ejecutaban de maneras horrendas por estas acciones subversivas. Tuvimos  éxito en la creación de algunos hologramas inspiradores, algunas visiones  edificantes y otras experiencias "santas". Y a algunos de sus mejores pensadores  les entregamos algunos secretos tecnológicos.
Por  supuesto Marduk también hizo trampa. Con el fin de ganar conversos, generó  muchos hologramas aterradores. Él se especializaba en separar la religión del  resto de la vida y dio origen a muchas formas de adoración con numerosas  burocracias para gravar y gobernar a los Lulus. Creó una nueva religión que no  tenía nombre oficial pero que se conocía como el consumismo. Hombres y mujeres  llegaron a considerar las cosas como más importantes que las personas. A la  gente se le medía por el número y la cantidad de sus  posesiones.
Un  altar, una caja electrónica que emitía imágenes, se instaló en cada hogar para  entrenar a la gente a adorar las cosas y adquirir más de ellas. Este altar  consumía la mayor parte del tiempo de la gente. El resto del tiempo se utilizaba  para conseguir dinero para comprar cosas. A los niños se les dejaba solos en  casa frente al altar, mientras sus padres se dedicaban a la búsqueda de más  posesiones. Sólo unos pocos se dieron cuenta de cuán vacía se había vuelto la  vida. Marduk tuvo cada vez más éxito.
Cuando  los Etéreos se enteraron de la estrategia del altar, decidieron enviarle a la  gente de Terra un regalo. Desde el centro de la galaxia, empezaron a transmitir  una onda de luz que fue muy suave al principio y que luego aumentó su magnitud y  rodeó a Terra. Empezaron a aparecer nuevas formas de pensamiento que a menudo  dejaban perplejos a los padres. La gente bailaba en las calles como tribus  primitivas gritando "¡Hagamos el amor, no la guerra!" Muchos otros empezaron a  buscar la soledad y tiempo para mirar hacia dentro de sí  mismos.
La  onda continuó. Los hombres adultos declaraban su derecho de sentir y las mujeres  afirmaban que eran iguales a ellos. Los estudiantes jóvenes se ponían de pie  frente a enormes armas y reclamaban su derecho a escoger, a ser libres. La gente  acudía a defender a La Madre Tierra, que había sido envenenada de un modo  Ínmisericorde en el siglo veinte. Algunos aseveraban que hablaban con los  delfines y otros animales buscando defenderlos.
*
La  onda crece y crece. Yo, Inanna, aparentemente perdida aquí en un extraño cuerpo  terrestre, me abro hacia esa onda. Cada día me esfuerzo por  recordar.
En  algún lugar en el tiempo, veo una niñita azul que corre a lo largo de un piso de  lapis, y su risa viene a mi recuerdo como un eco. Sé que debo recordar. Si yo  puedo hacerlo, sin duda todos podemos. La acción de recordar y de despertar  seguramente se esparcirá como un fuego fatuo a través del mismo aire que  respiramos. Yo me abro a la onda.
Algunos  días me confundo, pero este acto de recordar crece firmemente dentro de mí. Hay  una visión de un Ser de Luz que me ama y yo puedo sentir ese amor. Hay Esferas  de Luz que a veces vuelan a mi alrededor. La onda se vuelve más fuerte; escucho  los sonidos del cambio. Cada célula de mi cuerpo empieza a vibrar con el cambio  a medida que se me revelan misterios fascinantes.
Yo  recuerdo.... yo recuerdo, las ondas agradables del amor y del perdón fluyen por  mi cuerpo, hacia mi mente, a mi corazón y yo recuerdo. Entonces estamos aquí en  Terra con ustedes esperando el tiempo de la elección. Nosotros, quienes los  creamos, enviamos nuestro amor a todos nuestros niños. Nosotros quienes creamos  a Marduk queremos que lleguen a ser como los "dioses", ¡pero Mejores! Queremos  que recuperen lo que les arrebatamos hace muchos eones; su poder, el poder de  confiar en ustedes mismos. La onda es para cada ser humano que está en este  plano. La onda es nuestro amor para ustedes, nuestros  niños.
Venimos  a ustedes en la noche con los sueños, en el canto de los pájaros, en la caricia  del viento, en el murmullo de las hojas en el aroma de las flores, en la risa de  los bebés. Los seguimos por los corredores del tiempo y cuchicheamos en sus  corazones, ¡Amado despierta. Sabe quién eres!" Y sobre todo, les enviamos amor,  porque el amor es el poder más grandioso de todos.
*
A  medida que empiecen a descubrir su poder de creación, de vez en cuando piensen  en mí y en mi insensatez. Piensen en Ninhursag y Enki, en todos nosotros.  Recuerden nuestra historia, y diviértanse tanto como  nosotros.
En  cuanto a mí, vi al hombre más interesante y fascinante en el Consejo  Intergaláctico. Nunca he visto a un hombre como él, y después de que supere este  asunto de la Pared, creo que lo buscaré. Quizás ahora me preste atención. Ya no  soy la misma. Quizás me lo encuentre en el "Bar Etéreo", o en el séptimo plano  de los Bardos. Quizás la vida apenas comienza para mí,  Inanna.
Fin  de la primera parte
***
Una  hermosa mujer, una diosa, duerme sobre un dragón dorado.
El  dragón silba, sus ojos irradian un rojo intenso en medio de la oscuridad.                                                                 
La  mujer yace debajo de una gruesa manta de terciopelo, 
sus  brazos están inertes, sus delicados dedos están quietos y
silenciosos.  Su piel es azul cremosa, caliente y suave. Sus ojos
almendrados  se mueven imperceptiblemente detrás de párpados
cerrados  y pestañas largas.
Ella  duerme. Ella sueña. . . .
Sentada  sobre una nube, ella flota en el cielo mientras 
miles  de hombres y mujeres se postran ante ella en adoración.
¡Inanna!.  gritan ellos. 
¡Oh,  Reina del Cielo! gritármelos. ¡Ante ti nos inclinamos!    
De  pronto, detrás de ella, aparecen serpientes venenosas.
Salen  de ella retorciéndose y se arrastran hacia las multitudes.
Primero  serpientes, luego dragones, después demonios.
Devoran  a sus adoradores.
El  terror inunda el aire. La sangre manchó, la tierra.
¡No!,  grita la diosa. ¡No!
Yo  soy ustedes. ¡No me adoren! ¡No!
Ella  se deja vencer por la angustia Respirando con 
dificultad,  despierta tiembla y llora
¡No!  Gotitas de sudor abren su  cuerpo.  ¡No! Por su bella 
cara  corren las lágrimas.
El  dragón silba
 y guarda silencio otra vez.
Atentamente,
Dr. Clever  Sánchez
REV EL C,  el REVelador de EL (DIOS y los Elohim) y la  Creación.
YO SOY  AHKNATON REV EL C  999.
PRESIDENTE y  CEO del MOVIMIENTO MUNDIAL FÉNIX de la FEDERACIÓN del MUNDO.
Embajador  de la Era de la Luz y de la Segunda Venida de Cristo al  Mundo.
ASAMBLEÍSTA POR INTERNET, PARA LA  REESTRUCTURACIÓN DE LA REPÚBLICA DEL  ECUADOR.
LA FEDERACIÓN DEL  MUNDO.
EL MOVIMIENTO MUNDIAL  FENIX.
EL MOVIMIENTO  EXTRATERRESTRE
EL MOVIMIENTO FÉNIX DEL  ECUADOR.
FUNDAMENTOS PARA UNA NUEVA  CONSTITUCION
QUE SIRVA AL ECUADOR Y A TODOS LOS PAISES  DEL MUNDO.  
CLICK AQUÍ (-.-) YOUR DONATION ARE TAX DEDUCTIBLE. Thank you. Así sea Un Dolar, ayuda a seguir adelante  (-.-)

No hay comentarios:
Publicar un comentario